"Hay Disciplinas en la que todo hijo de vecino puede meter su cuchara;

una de esas es la historia."

 

Luis Gonzalez y Gonzalez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A partir de 1968 Don Luis González y González, historiador de El Colegio Nacional y en particular de la cultura ranchera y pueblerina. Como consecuencia de la necesaria descentralización mexicana, vio la necesidad de que cada entidad debía cobrar mayor fortaleza, mayor conciencia de su identidad y que a la vez pudiera aportar al concierto nacional toda la riqueza de su particularidad.

Así, ante la tendencia globalizadora, que amenaza nuestra Identidad Nacional, se dio impulso a la figura de los Cronistas Municipales con el fin de registrar los actos trascendentes de la sociedad y sus instituciones, conservando la memoria de lo acontecido, a efecto de fortalecer la identidad y elevar el conocimiento de nuestra historia.

En la década de  l990, el Lic. Pedro Vargas Avalos, Presidente del Instituto del Federalismo,  fue el promotor de que en el Estado de Jalisco, cada municipio contara con su cronista, seleccionándolos por su desempeño en la comunidad, pero sobre todo por el amor a esta tierra. Así nos nombró “Cronistas Oficiales” a: Licenciados, Arquitectos, Doctores, Veterinarios, Maestros, Oficinistas, etc. y en muy raras ocasiones a Profesionistas de la Historia.

Sin embargo por nuestra labor, que en la mayoría de los casos no es remunerada económicamente, somos catalogados los cronistas en ocasiones como “Locos del Pueblo”,  por muchos de nuestros paisanos que están en contra de que rescatemos las viejas casonas, las tradiciones, las leyendas ó el pasado de nuestro pueblo, pues según ellos “eso es de Locos que se oponen al progreso”.

Ser Cronista, no es un trabajo, para la mayoría no es la profesión que estudiamos, pero es una de nuestras pasiones, pues no dependemos de ella para subsistir. Aunque el nombramiento de cronista nos abre las puertas de un mundo maravilloso, luego comprendemos que con o sin nombramiento, “siempre dedicaremos nuestro tiempo libre para hacer lo que nos gusta”.  Como dicen en mi pueblo: ¡Perro que traga huevo, aunque le quiebren el hocico!,

A partir de 1993, fecha en que inicié mi labor como Cronista, he visto como algunos compañeros, se aferran egoístamente a sus colecciones, investigaciones e información, defendiendo lo que tanto dinero, tiempo y esfuerzo les ha costado, y se niegan a brindar la información solicitada por el gobierno, los estudiantes del pueblo o un moderno investigador; pues toda su vida están en espera de publicar sus propios libros y la muerte los sorprende sin haber dado a conocer su información, sin dejar un discípulo que continúe su labor.

También he conocido como Cronistas desprendidos, fueron despojados de la autoría de sus investigaciones, pues para algunos Profesionistas de las Ciencias Sociales les da vergüenza citar como fuente al “Aficionado Cronista Municipal”. Aunque en las últimas décadas los Gobiernos federales y estatales han utilizado el internet  para difundir las monografías creadas en parte por los cronistas. Todos los esfuerzos de las instituciones oficiales, no han podido impedir que cambien o desaparezcan las tradiciones que formaron parte de la identidad mexicana del siglo XX.

Encarnación de Díaz, es  una comunidad viva y sin darnos cuenta se nos escapa de las manos todo aquello que nos diferenciaba de otras ciudades: la frescura de las huertas con sus flores, frutas y tradicionales lechugas orejonas; la Paletería Tepeyac y sus exquisitos helados preparados por las Señoritas Carito y Cuquita Villalobos Mayagoitia con recetas que aun después de su muerte son “secreto de familia”; o las Esculturas en Cedro de la Plaza, elaboradas con esmero por Don José Ortiz Robles y que por décadas fueron nuestra tarjeta de presentación.

 Estas y otras cosas que formaron parte de nuestra vida cotidiana han ido desapareciendo para nunca más volver, otras aún están ahí, pero no son las mismas: las Ollas de Barro y sus complicados ramos y caracoles pintados; los Manteles Bordados con hilos de seda o de algodón;  el Pan Casero con su característico olor a natas o a levadura reposada durante horas. Hoy en día, no hay tiempo que perder, y el reloj parece que gira sus manecillas más rápido que en tiempos pasados.

Ya no están los viejos de nuestra niñez, quienes nos apasionaban contando sus  historias, las historias de nuestro pueblo, las historias y anécdotas que ellos a su vez escucharon de sus mayores. En aquel tiempo no se tenía conciencia de un marco teórico, ni de una metodología para comprobar la veracidad de los hechos, simplemente eran historias que se contaban a la luz de una vela o aprovechando una reunión familiar, donde cada quien sacaba sus propias conclusiones y decidía si las creía o no.

Este proceso de cambio se aceleró con la inundación de 1973, la que dañó el centro de la ciudad de Encarnación, quedando a merced de los saqueadores, y luego, de los anticuarios que “Hicieron su Agosto” con el dolor ajeno. Al transcurso de los años, ha ido desapareciendo la ciudad que yo conocí. ¡Hasta los templos están siendo despojados de sus obras de arte y demás tesoros!.

Ha sido en los Barrios de Encarnación, donde se ha forjado, con la vida cotidiana, la “Cultura Popular” que tanto admiramos, pero en ocasiones es imposible conservar todo aquello que nos pertenece y nos identifica. Creo que eso también es parte de la ley de la vida. No podemos aferrarnos al pasado, sin embargo este espacio ha sido elaborado para que cada uno de nosotros, “Los Parroquianos de Encarnación”, “Los hijos de vecino”,  compartamos nuestras historias y recuerdos, aprendiendo a amar la metamorfosis de nuestra ciudad, que en este paradigmático año 2010 celebra los 250 años de su fundación y conmemora el “Bicentenario de la Independencia” y “Centenario de la Revolución Mexicana”.

 

¡Metamos todos nuestra cuchara en este Blog. Por que la Historia de Encarnación, son las historias que cuenta y recuerda cada uno de sus pobladores!

 

Arquitecto Rodolfo H. Hernández Chávez
Cronista de Encarnación de Díaz, Jalisco.