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“(…) A pesar de los mayores esfuerzos que hice para conseguir la destrucción (…) todos mis proyectos fueron frustrados por la violencia con que se pasaron y la lentitud o mejor dicho desidia del Comandante de Lagos, a quien comboqué, y hasta ahora no me ha respuesto, ni menos sé si accedió o no a mi solicitud (…)”

Don José Antonio Xaime y de Trillo,
Comandante a cargo
de los Realistas de la Villa de la Encarnación 
Parte rendido el  26 de marzo de 1813.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde que se dio el movimiento de Insurgencia, muchos han sido los que han escrito sobre esta Gesta Heroica: sobrevivientes de las batallas, antiguos combatientes o testigos presenciales que debieron de dar fe de los héroes y sus hazañas, para dar identidad a la  Nación Mexicana al transcurrir el siglo XIX ó como parte de las investigaciones que con motivo del Centenario del Inicio de la Independencia se desarrollaron durante el Porfiriato, además de aquellas promovidas por los Gobiernos Posrevolucionarios, pues “La Historia se escribe desde el presente y para el presente”.

Al transcurrir las décadas del siglo XX se catalogarón y clasificarón infinidad de documentos que fueron puestos a la consulta pública  tanto en Archivos Gubernamentales como Eclesiásticos, los que han brindado nuevas pistas de nuestro pasado. Sin embargo con motivo de conmemorar en el año 2010, el Bicentenario del Inicio de la Independencia, el Gobierno de la Republica abrió fondos que eran reservados y de difícil acceso, y que ahora se pueden consultar hasta por internet.

Antes de dar inicio a la Cronología Insurgente de Encarnación, creo de justicia el recordar algunos de los Investigadores Nacionales o Regionales, que les tocó el desempolvar papeles ó recopilar datos, brindando su tiempo y un espacio en sus publicaciones a los acontecimientos Insurgentes o Realistas ocurridos en la Villa de la Encarnación y su jurisdicción: Al Doctor Don Agustín Rivera y San Román, y su libro titulado Viaje a las ruinas del fuerte del Sombrero, 1875; Don Luis Pérez Verdía y sus Apuntes históricos sobre la guerra de independencia en Jalisco, 1876 y sus tres volúmenes de la Historia particular del estado de Jalisco, 1910;  J. E. Hernández Dávalos y su Colección de Documentos para la Historia de la Guerra de Independencia en México 1808-1821, 1877-1882; a Luis Villa y Gordoa y  El Movimiento Revolucionario de Independencia en Aguascalientes, 1910; a  Elías Amador y su Bosquejo Histórico de Zacatecas, 1912; sin faltar Don Alfonso Quesada Cervantes con sus Apuntes Históricos sobre la Ciudad de Encarnación de Díaz, 1922.

Al incrementarse las fuentes documentales que estaban disponibles hace cien años, surgieron nuevos investigadores que nos brindaron sus excelentes trabajos y variados puntos de vista, como los trabajos del Maestro Don Gabriel Agraz García de Alba en los Archivos de la Secretaria de la Defensa Nacional; el estudio de Don Francisco Javier de Castaños y Cañedo, titulado A la Memoria del Coronel Don Santiago González y Tello de Orozco, en el Bicentenario de su Natalicio 1783-1983”, en el que saca del anonimato este héroe encarnacionense; el trabajo del Maestro Vicente Ribes Iborra, titulado La Insurgencia en Aguascalientes, 1987, en el que consultó además de los archivos nacionales y españoles, The University of Texas Library, donde se encuentran algunos de los partes de guerra que pertenecieron a la Villa de la Encarnación, por estar entre los documentos militares de Zacatecas que fueron vendidos a esa institución; Los libros y artículos producto de las exhaustivas investigaciones, que desde el año de 1976 realiza el Maestro en Lengua y Literaturas Hispánicas Don Rogelio López Espinoza en el Archivo General de la Nación y en la Hemeroteca Nacional, en los que ha obtenido un caudal de datos, entre ellos los localizados en La Gaceta del Gobierno de México, dados a conocer en sus libros El Comandante Militar de Lagos, 1814-1821 Partes Militares del Coronel Hermenegildo Rebuelta, 1994 y Don Pedro Moreno Adalid e Insurgente, Documentos inéditos o rarísimos de su vida y obra, 2005; y la reciente publicación de Héctor Sánchez Tagle, titulada  Insurgencia y Contrainsurgencia en Zacatecas, 1810-1813, 2008; además de la titánica labor que está realizando el Licenciado en Archivonomia Don Mario Gómez Mata, recopilando miles de documentos para el estudio de la Alcaldía de Santa María de los Lagos y el rescate de la Historia Regional, publicados en el Boletín  Nuestras Raíces, del Archivo Municipal de Lagos de Moreno.

El tema de la Insurgencia vista desde el contexto geográfico de la Región de los Altos ha sido analizado por el Doctor en Historia Don José Antonio Gutiérrez Gutiérrez en su obra  Los Altos de Jalisco, Panorama Histórico de una región y de su sociedad hasta 1821, 1991 y por su parte el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, abordó por primera vez el tema “Participación de los vecinos de la Encarnación en la Guerra de Independencia”, publicado en “Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori”, edición especial de la Revista Jalisco y sus Municipios, No.56, 1997.

Hoy en día, a pesar de las luchas armadas por las que ha tenido que pasar el país, sigue en la mesa de debates el tema de la libertad, la igualdad, la democracia, y se ha agregado a estos el tema del respeto a las minorías y la diversidad como un valor, pero dentro de un nuevo marco de intolerancia tanto laica como religiosa ante las nuevas formas en que se están desintegrando y reintegrando las familias Mexicanas. De aquí la importancia de nuevos estudios encaminados a conocer la evolución histórica de las  Instituciones y el control ejercido por parte de las grupos oligárquicos quienes han permitido o impedido, según sus conveniencias los cambios en cada periodo histórico,  adaptándose finalmente a las circunstancias, como lo han hecho magistralmente en sus investigaciones la Doctora Beatriz Rojas  publicadas en su libro titulado   Las Instituciones de Gobierno y la Élite Local, Aguascalientes del Siglo XVII hasta la Independencia, 1998; La Doctora Celina Becerra Jiménez, en Gobierno, justicia e instituciones en la Nueva Galicia, La Alcaldía Mayor de Santa María de los Lagos, 1563-1750, 2008; y el Doctor Jesús Gómez Serrano con su estudio Los Españoles en Aguascalientes durante la época colonial. Origen, desarrollo e influencia de una minoría, 2002.

Respecto a la Villa y luego Ciudad de Encarnación de Díaz, se le ha generalizado de tener un espíritu tradicionalmente conservador, incluso se llegó a decir de ella, que tenia “Vientre de Sacristía”,  (1)  por el crecido numero de vocaciones sacerdotales y religiosas que de ella salían. Sin duda alguna, los principales promotores vocacionales eran los propios familiares: “El Tío Padre” o “La Tía Monja”. Pero quienes desempañaron un papel primordial por su cercanía fueron los jerarcas de la Iglesia en la Encarnación, los Ministros y Curas del Bajo Clero, causando un mayor impacto los pertenecientes al Alto Clero, como el Obispo de Sonora, los Obispos de Zacatecas y el Arzobispo de Guadalajara, originarios de esta villa o su jurisdicción, quienes hacían su entrada triunfal a esta población, viéndose un amento considerable en la vocaciones sacerdotales tras la apertura de los seminarios al común del pueblo. En contraparte, la vocación  de esta Villa como “Lugar de Paso a la vera del Camino Real de Tierra Adentro”(2)  contribuyó a que fuera común entre las familias de un fuerte arraigo local, el escuchar la siguiente queja: “¡Encarnación es Madre de los de fuera y Madrastra de los de aquí!”. Pues siempre que llegaba alguien de fuera a radicar a esta población, ya fuera  un comerciante, un profesionista, o simplemente una cara bonita para ver en el pueblo, todos los parroquianos se volcaban en atenciones hacia él o su familia, buscando un aliado en lo económico, lo político y hasta en lo familiar, integrándolo por medio de alianzas matrimoniales a la elite local, garantizando así la permanencia del grupo en el poder, sin que esto provocara el descenso y ascenso de las familias, como ocurrió en la Alcaldía Mayor de Aguascalientes, donde observó la Doctora Beatriz Rojas que la rotación de las familias de la oligarquía, tiene un promedio de cada 30 años (Rojas Beatriz, 1998: 293 y 294).

Para el Maestro Vicente Ribes Iborra, al finalizar el Virreinato, el poder político y económico regional, se encontraba en manos de familias Criollas casi  en su totalidad, íntimamente ligadas al poder religioso y militar, y muy allegadas  a los grupos de peninsulares existentes en la comarca, con quienes entroncaban familiar y económicamente. La inmensa mayoría de sus miembros eran absolutamente fieles por tradición y por convicción al sistema político imperante, obedeciendo a un Rey lejano pero legitimo que siempre les garantizó la tranquila posesión de sus bienes (Ribes Iborra Vicente, La Insurgencia en Aguascalientes, 1987: 131).

Sin embargo,  existía una confrontación latente de grupos populares contra los peninsulares que dominaban los Ayuntamientos y la Burocracia Virreinal. En la Villa de la Encarnación, desde su fundación ya existían dos bandos que se disputaban  el Cabildo: por un lado el grupo encabezado por los descendientes de Agustín Manuel Calvillo (3) en unión con otras familias llegadas a raíz de la fundación como los descendientes de Don Salvador de Carvajal, Alcalde Ordinario en 1760; (4) Don Isidro Cayetano Romo de Vivar y Lomelin, Depositario General en 1760; (5)  Don Miguel Santos Romo, Fiel Ejecutor en 1760; (6)  Don José Martin del Campo, Alcalde Ordinario en 1775; (7)  Don Francisco Martin del Campo,  Alcalde Ordinario en 1777; (8)    Don Ignacio Buena Ventura Ramírez, Alcalde Ordinario en 1782; (9)   Don Casimiro de Villalobos, Alcalde Ordinario en 1783; (10)   Don Lorenzo Mayoral, Alcalde Ordinario en 1787; (11) Don José Ignacio Calistro Lomelín y Martín del Campo, Alcalde Ordinario en 1790; (12) quienes compartieron el control del Ayuntamiento con Don  Agustín Manuel Calvillo quien ostentaba el cargo vitalicio de Alférez Real. Es de llamar la atención las relaciones de parentesco en la sucesión de Alcaldes procedentes de la “Cañada de San Diego”, lo cual  nos permite suponer que a pesar de los intereses de los Calvillo, debieron imponer a sus familiares los descendientes de Don Felix Ramírez, por estar emparentados con los Muñoz de Nava y López de Nava, también pertenecientes a la familia de Don Juan López de Nava y su esposa Doña Ysidora Ramírez, una de las principales donadoras de tierra para la fundación.

No es de extrañar que en esta lucha de poder por el control político de la Villa, haya participado e influido en la población para la elección de los Alcaldes, el Primer Párroco de la Encarnación, el Señor Cura Don Manuel María Gutiérrez Coronado, (13) quien sostuvo siempre una postura contraria a los intereses personales del Alférez Real Don Agustín Manuel Calvillo y su familia, debiendo ser este el principal motivo por el cual no se presentó como Cura a oficiar el 1º de Septiembre de 1790 la Ceremonia de Defunción del Alférez de esta Villa, enviando en su lugar al Bachiller Juan Joseph Gutiérrez, quien desempeñaba el cargo de su “Theniente de Cura”. (14)

La predilección que debió sentir el Señor Cura Gutiérrez Coronado por las familias de sus Ministros y Colaboradores, como sus aliados en la lucha política queda de manifiesto en la lista de Mayordomos que estuvieron a cargo de la administración de la Cofradía de las Benditas Animas del Purgatorio, donde estuvieron miembros de las familias locales como Los Macias, 1780-1784; los  y los Ramírez, 1784-1806. Pues la Mayordomía de la Cofradía del Santísimo Sacramento, estuvo desde su inicio a cargo de Don José Antonio de Anda y de Don José Ignacio Calvillo, uno de los Hijos de Don Manuel Agustín Calvillo (Hernández Chávez Rodolfo H., El Señor de la Misericordia de Encarnación de Díaz, un Histórico Panteón y el Ancestral Ritual de la Muerte, 2008:160).

Entre los Ministros y Capellanes que auxiliaron en la Administración Parroquial a este primer Señor Cura, se encuentran El Bachiller Don Miguel  Martin del Campo; El Bachiller Don Antonio Romo; el Bachiller Juan Joseph Gutiérrez; el Bachiller José Ignacio Carreón; el Bachiller Miguel Leandro Guerra (15) y el Bachiller Joaquín Muñoz de Nava. (16)  Casi todos originarios de la jurisdicción, siendo el Bachiller Muñoz de Nava quien estaba emparentado con las familias de la Cañada de San Diego, lugar conocido también como la Cañada de los Muñoz de Hermosillo, de donde proceden la mayor parte de los Alcaldes de este periodo, pues en dicha Cañada también los Ramírez descendientes del Alguacil Mayor Don Félix Ramírez, contaban con tierras en el punto  “La Labor” (Hernández Chávez Rodolfo H., Bosquejo Parroquial, fichas de los Señores Curas y Capellanes de la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación. Visitas Pastorales, Obras Espirituales y Materiales. En conmemoración del primer centenario de la Diócesis de Aguascalientes. Impresión Digital, 1999).  El interés, el mutuo apoyo y el afecto que debió tener como Párroco Don Manuel Gutiérrez Coronado por estas familias, se prueba en una carta que envió a la Sagrada Mitra de Guadalajara, fechada el 22 de Septiembre de 1796:

“Señores, en este Curato de la Encarnación necesito preciso otro ministro para la recta Administración de él y haviendose ordenado un hijo de esta Villa Don Joaquín Muñoz quien tiene en esta, cassa y padres muy pobres, su madre muy necesitada de asistencia de una persona de respeto por que a veinte años que está en una cama tullida inmóvil, sin tener quien le asista pues con las criadas que se acomodan padece mil extorciones, lo que no padecerá teniendo a su hijo en su casa, quien me parece será el más apto para la Administración de este Curato por haberse criado en mi tiempo, haberlo corregido y verlo tan sujeto a mis preceptos…” (De Castaños y Cañedo Don Francisco Javier,  Aspirantes al Sacerdocio en el Obispado de Nueva Galicia, sus Genealogías Ascendentes, 1982:111y 112).

Desde su fundación en la Villa de la Encarnación, la lucha por el control político se volvió también una lucha entre el Poder Civil y el Poder Eclesiástico, entre lo Material y lo Espiritual. De acuerdo con lo investigado por la Maestra en Historia Doña Paulina Torres Franco, aquí no abundaron las familias acaudaladas, pues a principios del siglo XIX se consideraba acaudalado a quien poseía arriba de cinco mil pesos, agrupándose en tres categorías; los de primera clase con más de 10,000 pesos, los de segunda clase eran los que tenían más de 5,000 pesos y los de tercera que tenían 5,000 pesos. Según los datos publicados por el Doctor José Antonio Gutiérrez, en 1803, en la Villa de la Encarnación, no había ninguna persona de primera clase, pero había 4 de la segunda y 16 de la tercera. Respecto a la población en general, la Maestra Torres Franco escribió que:

“Encarnación nunca alcanzó la importancia económica o religiosa de otras Villas de los Altos, fue una población de segundo orden en el Estado de Jalisco, pero compuesta de un vecindario honrado y laborioso. Su principal actividad económica estaba basada en la agricultura y cría de cerdos, que se vendían en Zacatecas, además, producían tejidos de lana y de algodón. Los documentos muestran que la mayoría de los varones se dedicaban a la agricultura, las mujeres cuando no contaban con el respaldo de un hombre también trabajaban, por ejemplo,  cuando la pretensa era huérfana se menciona que la madre y ella se mantenían con el trabajo de sus manos” (Torres Franco Carmen Paulina, Matrimonio entre Consanguíneos en la Villa de la Encarnación 1836-1850, 2006:17).

 Fue así, que además de quienes tenían por lo general el control político, surgió otro grupo integrado principalmente por las antiguas familias del Sauz de los Macias, contrarias a los intereses de los recién llegados y que debieron de estar en espera de la muerte de los “Primeros Regidores”, cuyos cargos eran vitalicios por haber participado en la fundación de esta Villa. No ha de ser coincidencia que en 1792,  dos años después de la muerte de Agustín Calvillo, ya aparece como Alcalde Ordinario Don José Ignacio Alva; (17) Don Manuel Padilla, Alcalde en 1793; (18) Don Antonio de Ortega, Alcalde Pr. en 1794; (19) Don Luis de Anda, Alcalde en 1795; (20) Don Francisco Martin, Alcalde en 1799; (21) y Don José Ygnacio Muñoz, Alcalde en 1801, (22)   siendo este último, hermano del Bachiller Joaquin Muñoz de Nava.

Tras la muerte del Bachiller Muñoz de Nava y Rubio de Monroy en 1801, aparece como Theniente de Cura el Bachiller Don Atanasio López, quien continuo su ministerio en esta población auxiliando al Bachiller Don José Gutiérrez, cuando este tuvo que asumir el cargo de Cura Interino a raíz de la hidropesía que llevo a la muerte el 26 de Junio de 1806 al Doctor Don Manuel María Gutiérrez Coronado, primer Cura de esta Villa. El Bachiller Juan José Gutiérrez de Laris fungía como Sacristán Mayor, Notario y Colector de Limosnas de la Cofradía de Ánimas, de la que fue su Mayordomo durante el largo periodo de 1806 a 1813. El 3 de Enero de 1807 recibió la Parroquia de la Encarnación  el Señor Cura Don Victoriano Ortega, quien había sido Cura de San Juan de los Lagos y ahora se le entregaba  la administración de la Parroquia de la Encarnación, de la que fue  el  “Segundo Párroco”, terminando su mandato el 1º de Julio de 1816. El periodo del Señor Cura Ortega, fue una etapa de convulsiones a raíz de los levantamientos armados por la Insurgencia, los que se ven reflejados en la participación de nuevas familias que antes estaban al margen de las decisiones locales, como se puede notar entre los Mayordomos de la Cofradía de Animas, donde ya aparecen registrados Don José Antonio de la Mora, 1813-1814, y Don Antonio Cervantes, 1814-1816. (23) También hubo nuevos Ministros como el Pbro. José Antonio Vallejo y el Pbro. Ignacio Gutiérrez, además del Bachiller Juan  José Gutiérrez de Laris y el Bachiller Don Miguel Leandro Guerra quienes ya radicaban aquí (Hernández Chávez Rodolfo H., Bosquejo Parroquial, 1999).

En Noviembre de 1815, el Obispo de Guadalajara Don Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo,  había nombrado  por Cura propio de la Encarnación, al Bachiller Don José Manuel Jáuregui, (24) quien estaba al frente de la Parroquia de Santa María de los Lagos, pero este se hizo cargo efectivo a partir del 30 de Noviembre de 1816. Por esto se le tuvo que  encargar temporalmente  la administración de la parroquia al Bachiller Don Guadalupe Aldrete  a quien además se le confió la Cofradía de Animas, 1816-1819; continuado posteriormente como Mayordomo por segunda ocasión Don Antonio Cervantes, 1819-1839. Dos Años después de consumada la independencia, según el padrón parroquial levantado en 1823, para conocer el estado en que había quedado la población, al Señor Cura Jáuregui,  lo acompañan como Ministros el Pbro. Don Guadalupe Aldrete; el Dr. Don Juan José Gutiérrez; el Pbro. Don Claudio Navarro; el Pbro. Don José Antonio Vallejo y el Pbro. Don Cecilio Robles. Seis Sacerdotes a cargo de la administración espiritual de la Encarnación, pero ya ninguno era originario de esta Villa, ni de su jurisdicción (Hernández Chávez Rodolfo H., Bosquejo Parroquial, 1999).

Los problemas por controlar el Cabildo de la Encarnación, dieron inicio en 1760, pues una vez conseguida la Licencia de Villa y electo su cabildo, la Nueva Villa del Sauz siguió estando adscrita a la Jurisdicción de la Alcaldía Mayor de los Lagos, y el Ayuntamiento a su vez debía depender del Alcalde Mayor, quien por lo general era de origen Peninsular. Este fue el motivo por el cual Don Carlos de San Gil, natural de la Diócesis de Borja en el Reino de Aragón, quien por proceder del Viejo Mundo llegó con el cargo de Alcalde Mayor de Lagos y sin tener experiencia previa, pues la mayoría de los magistrados de Lagos  utilizaron ese cargo como un trampolín para obtener una promoción a cargos más ventajosos.  San Gil en su calidad de Alcalde Mayor pasó a la Villa de la Encarnación,  para saber los fueros que se les debía guardar, y a efecto los mandó juntar a Cabildo. Indignado por esta intromisión Don Agustín Manuel Calvillo, junto a su Cabildo y les mandó, como Alférez “que no le dieran obedecimiento a el Alcalde Mayor, que no era su Juez”; y entrando dicho Alcalde Mayor a la Sala del Ayuntamiento, los halló sentados en Cabildo, les pidió el asiento que les correspondía con el sombrero en la mano, y le respondió Calvillo que no tenía allí asiento ninguno, le dijo el Alcalde Mayor, San Gil, que era su alcalde Mayor, que si no lo reconocían por tal, y le respondió Calvillo, que no era su Alcalde Mayor, ni lo reconocía por tal; y lo tuvieron en pie, hasta que usando de la prudencia se salió de su presencia, y de su Villa, y se retiro a “Santa Catarina” (25) (Becerra Jiménez Celina, 2008: 246, 261, 262 y 264; Declaraciones Juradas, citadas como  un “Códice antiguo propiedad de un vecino de San Miguel” y publicadas por Don Alfonso Quesada Cervantes, 1922:18 y 19).

Por este incidente el Alcalde Mayor tomó la providencia de mandar a sus Tenientes le aprontaran gente, para que acompañado de ella, bajar a la villa a notificarles le manifestaran sus títulos. Sabedores de esto Calvillo y Don Salvador de Carvajal, (26)   quien era el Alcalde Ordinario, electo por Calvillo, juntaron gente para cuando callera el Mayor, prenderlo; y para esto cercaron su plaza, agujeraron puertas, y juntaron montones de piedras, deteniendo hasta los pasajeros que pasaban, para que les ayudaran a hacer la aprehensión (Quesada Cervantes, 1922:19).

Pasadas todas estas tormentas, y debiendo aceptar la autoridad del Alcalde Mayor de Santa María de los Lagos, por medio de su Teniente de Alcalde quien debió residir en la Nueva Villa.  La lucha por controlar el poder religioso también dio inicio desde los tiempos de la fundación en que Agustin Calvillo apoyó los intereses del Bachiller Don Ysidro Raphael de Espino, capitulándolo para que él fuera el párroco de la Nueva Villa, a pesar de que los pobladores originarios del Sauz de los Macias preferían a su pariente el Padre José Emazabel, trabándose  una gran disensión entre Calvillo y demás vecinos, hasta que tomó la providencia el Señor Obispo de notificar destierro a los dos padres. También por disensiones que tuvo Calvillo y Carvajal, persiguieron a uno de los Regidores, que lo fue Félix Ramírez, (27) y a otros pobladores, que lo fueron: Alejandro Macias, (28)  Juan Manuel Cervantes (29) y otros varios de la Villa, entre ellos Xavier de Espinosa, (30) a fin de ponerlos presos, y ultrajarles sus personas, quienes experimentaron sonrojos al salir huyendo como fugitivos de la Villa de la Encarnación, resguardándose en el Puesto de San Miguel, en casa de los Albas, Luis y Cristóbal, (31) quienes corrieron sus diligencias a fin de conseguirles quietud y sosiego en sus casas y familias, sin que Calvillo y Carvajal los anduviesen inquietando (Quesada Cervantes, 1922: 16 y 20).

Como otro de los motivos por los cuales Don Agustín Manuel Calvillo se empeñó en fundar la Villa con el título de La Encarnación, fue con el fin de adquirir derecho a quitarles también la Santísima Imagen a los vecinos de San Miguel de los Alba. Nuevos enfrentamientos surgieron a raíz de que se fue consolidando en 1778 la erección de la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, a cuya jurisdicción quedo adscrita la Capilla de San Miguel, pues no siendo el Señor Cura Manuel Gutiérrez Coronado de la satisfacción de Calvillo, quien había capitulado ante el Señor Obispo para que lo fuera el Bachiller Don Isidro Raphael de Espino (Quesada, 1922: 18 y 20).

Los continuos enfrentamientos entre el poder Civil y el Religioso, establecidos en la Villa de la Encarnación, los podemos encontrar mencionados en las obras del Contador Don Humberto Chávez Aranda, quien escribió: en su libro La Educación en Encarnación, “La actitud de pretender tener competencia como juzgador hasta en derecho canónico, inició con el primer Ayuntamiento de la villa de la Encarnación en 1760 y varios Cabildos de la Villa, se sintieron con la capacidad suficiente como para continuar con esa singular tradición”; en  el libro de Encarnación Mito y Realidades, menciona que “Al llegar el Bachiller Gutiérrez Coronado a la Villita de la Encarnación, se encontró con una feligresía dividida y en un ambiente de continuas controversias, con grupos antagónicos, en la región, lo que está comprobado; Don Luis Miguel de Alva, del Puesto de San Miguel resultó culpable en una controversia que promovió en contra del Bachiller Manuel María Gutiérrez Coronado, inclusive se le perdonaron los costos del proceso promovido por él, considerando las condiciones de inopia en que se encontraba”;  y en el libro titulado 18 de Agosto ¿Autorización o Fundación?, hace referencia a un oficio fechado el 11 de Septiembre de 1801, en el que el Señor Cura Gutiérrez Coronado solicita “Se pusiere preso de Reo Adentro en la Real Carcel de esta villa a las personas de José Calvillo Ministro de vara;  á Don José María Padilla Amanuense del Jusgado, del Señor Alcalde ordinario Don José Ygnacio Muñoz, y Don Thadeo Martínez” (Chávez Aranda, 2009:25, 2004: 142, 210:79 y 80).

Durante el Gobierno Virreinal, por Ley la elección de los Alcaldes Ordinarios la efectuaba el Cabildo Restringido o Regidores. Así, quienes ingresaban al cabildo a través de los puestos de elección, después buscaban permanecer en él, por medio de los cargos como el de Regidor que eran vendibles.  El cargo de Alférez Real, era el que  más privilegios y reconocimientos daba a su propietario, sin embargo, según lo observado por la Doctora Doña Beatriz Rojas, el poder dependía, en gran medida, de las alianzas y patronazgo político de los Munícipes, del grupo de intereses que se representaba y del prestigio de la familia a la que se pertenecía (Rojas Beatriz, 1998: 257, 266 y 267).

No es simple coincidencia, que entre los Tenientes, enviados a la Villa de la Encarnación en representación de la Autoridad del Alcalde Mayor o del Subdelegado, en ocasiones se escogieran miembros pertenecientes al grupo contrario a los Calvillo, y con fuertes nexos familiares con los habitantes del Puesto de San Miguel de los Albas. Así, ante la autonomía buscada por quienes controlaban el Cabildo local, surgió un grupo de Criollos que se asoció a los intereses de los ricos peninsulares pertenecientes a la Burocracia Virreinal. Con la aparición de la Insurgencia las posiciones de ambos bandos se radicalizaron, como debió de ser el común denominador en los Ayuntamientos constituidos en los defensores de los intereses americanos y que se pronunciaron por la autonomía (Sánchez Tagle Héctor, Insurgencia y Contrainsurgencia en Zacatecas, 1810-1813, 2008: 80).

Así, llegaron a la Villa de la Encarnación en representación de la Autoridad Real, los siguientes Tenientes de Alcalde, de quien se tiene noticia: Don José del Rio, en 1775; (32)   Don Mariano del Árbol y Bonilla, en 1782; (33) Don Agustín Manuel Calvillo, en 1783. (34) La división territorial del Reino de la Nueva Galicia fue modificada por ordenanza expedida en Diciembre de 1786, al crearse la Intendencia de Guadalajara, desapareciendo así  las Alcaldías Mayores, para quedar en su lugar los llamados “Partidos”, siendo uno de ellos  el “Partido de Lagos y Teocaltiche”,  regido por su respectivo “Subdelegado”, (35) de quien siguieron dependiendo los  “Tenientes de la Villa de la Encarnación”, como  el Notario Don José Antonio Amador y Villaseñor, en 1790; (36) Don Manuel Fernández, en 1791; (37)   Don Gerónimo Montes, en 1794; (38)  volviendo a desempeñar el cargo en 1795 el Notario Amador, como “Teniente Sustituto”;  (39) Don Joseph Villalobos, en 1795; (40) y Don José Antonio Xaime y de Trillo, citado como tal en 1806 (41)   y 1811, (42) pero que en realidad desempeñó el cargo durante todo el tiempo en que duró la lucha por  la Independencia convirtiéndose en un “Feroz Realista”.

Escribió el Historiador Don Luis González y González, que en un principio los Criollos pedían una mayor injerencia en los asuntos de la Nueva España, pero la Independencia de las Colonias Inglesas de Norteamérica y la invasión Napoleónica a España aceleraron los acontecimientos. En Europa,  tras la Revolución Francesa Napoleón Bonaparte formó un imperio que reanudo las hostilidades con Gran Bretaña, obligando a Rey de España  Don Carlos IV a pelear a su lado, pues la familia de Borbón reinante en España, en realidad tenía un origen francés. Para obtener los recursos necesarios para sostener  al ejército y su armada, en 1804 el Rey de España decretó que la Iglesia católica de sus dominios americanos enviara su capital líquido a España. Pero como la Iglesia no disponía de los fondos necesarios en efectivo, procedentes de herencias, legados, capellanías y obras pías, los cuales prestaba por varios años a los solicitantes mediante el respaldo de propiedades particulares y el pago de los respectivos intereses. Por su parte el Gobierno Virreinal también tuvo que aumentar de una manera drástica la acción fiscal hacia toda la población. En este tiempo se registra como Subrector de Alcabalas de la Villa de la Encarnación a Don  Damacio Macias. (43) Fue así que, quienes tenían hipotecas o bienes agravados se les obligó a pagarlos para satisfacer la orden Real. Más de 10 millones de pesos salieron rumbo a España en cumplimiento de esa medida. Quienes no pudieron pagar de inmediato perdieron sus propiedades; la crisis económica aunada a la crisis agrícola a consecuencia de  las intensas sequias, provocaron que la prosperidad de la Nueva España llegara a su fin (González y González Luis, Viaje por la Historia de México, 2009:29; Secretaria de Educación Pública, Arma la Historia, 2009:46).

Con el pretexto de invadir Portugal, Napoleón entro con su ejército a España dando inicio a una prolongada guerra,  obligando en 1808  al Rey Carlos IV y a su hijo Fernando VII a renunciar al trono a favor del emperador francés, quien nombró como soberano de España a su hermano José Bonaparte. Ante esta situación de la metrópoli española, el Ayuntamiento de la Ciudad de México, encabezado por el Licenciado Francisco Primo de Verdad y Ramos, originario de la Hacienda de Cienega de Mata  y José Francisco de Azcarate, propuso que por ningún motivo se reconociera al usurpador José Bonaparte, sugiriendo el establecimiento de una junta de autoridades apoyadas por el Virrey Iturrigaray para que se hiciera cargo del gobierno en el Virreinato, como lo habían hecho en  España los opositores a Napoleón (Secretaria de Educación Pública, 2009:48 y 49; González y González Luis, 2009:29; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2001:231-232).

Parcialmente se resolvió la falta de autoridad, al convocarse a los pueblos de la intendencia a Cabildo Abierto para aceptar la voluntad de la mayoría, comunicándose al Virrey Iturrigaray, que “los habitantes de la intendencia estaban dispuestos a sacrificar sus vidas y propiedades en defensa del rey, de la patria y de la religión”. El 17 de agosto de 1808, el cabildo de la Villa de Lagos suscribió un acta de adhesión a la Monarquía Española y a la persona de Fernando VII, prisionero de los Franceses. Una acta similar y muestras de adhesión también debieron realizarse en la Villa de la Encarnación, por depender esta del Partido de Lagos, y por haber emprendiendo la Audiencia, el Consulado y el Obispo una suscripción popular encaminada a obtener donativos de auxilio de la Península que luchaba contra Napoleón y defender así al amado y perseguido Fernando VII (López Espinoza Rogelio, 2005:26).

Esta medida provocó que un grupo de poderosos comerciantes en unión con las autoridades de la Iglesia Novohispana destituyeran al Virrey e instauraran un Régimen Leal a España. A consecuencia de la disgregación social, aparecieron brotes de rebelión empujando a los criollos a conspirar en la búsqueda de un mejor gobierno. En Valladolid, San Miguel el Grande, Dolores y Querétaro, grupos de criollos planeaban levantarse en armas para desconocer a cualquier gobierno que mantuviera la unión con España. El movimiento era apoyado por personajes importantes, como los Capitanes Ignacio Allende y Juan Aldama, el Cura Miguel Hidalgo, el Corregidor Miguel Domínguez y su esposa Josefa Ortiz. Al descubrirse el plan, Allende e Hidalgo adelantaron la fecha prevista para el levantamiento (Secretaria de Educación Pública, 2009:50, 52; González y González Luis, 2009:29 y 31; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2001:231-232).

En la  madrugada del Domingo 16 de Septiembre de 1810 Hidalgo llamó a las armas en el pueblo de Dolores y  por los pueblos, villas y ciudades por donde pasaban liberaban a los presos, mataban o tomaban como rehenes a los Gachupines (44) y los despojaban de sus riquezas para sostener la lucha armada, dejando el gobierno en manos de los Criollos (45) (Secretaria de Educación Pública, 2009:52; González y González Luis, 2009:31;).

Para Alfredo Ávila Rueda, la “Historiografía de corte Liberal Nacional”, ha querido ver en el Don Miguel Hidalgo un “Ilustrado, Liberal y Revolucionario”; no obstante de que a sus 57 años de edad era “Conservador y sumamente Reaccionario”, pues en realidad fue “Burgués, Teólogo, Empresario, Cura Párroco y Propietarios de Ranchos”, interesado en el desarrollo de la propia región en la que habita. Por su parte Ana Carolina Ibarra, ve en él a “un hombre critico, un ser humano cuya conducta no era la más tradicional”, a quien le duele la situación económica y tiene miedo que el Reino se entregue a los franceses. Ante el estallido de esta situación inesperada se lanza a la lucha como portador de los agravios, siendo por ello la etapa bajo su mando una etapa muy destructiva (Discutamos México, programa No. 14 “Los Caudillos: Hidalgo, Morelos y Guerrero”, consultado en www.youtube.com ).

Como consecuencia de  la decadencia de algunos miembros del Alto Clero Novohispano, no era raro que los Curas tuvieran hijos o vivieran con mujeres amancebadas, porque la carrera eclesiástica se convirtió en una opción para el desarrollo personal y familiar, al adquirir  por medio de ella autoridad y aspirar a poseer  las parroquias más ricas. A pesar de ello, la conducta del Cura Hidalgo despertó críticas por su condición de Sacerdote, siendo acusado ante la Inquisición  por su modo de vivir, liberal y libertino. Sin embargo Allende y los Conjurados de Querétaro vieron en él a un líder, que siendo Sacerdote calmaría las dudas del pueblo (Discovery Channel, “El Grito que Sacudió a México”, programa especial a 200 años del inicio del proceso de la Independencia, consultado en www.youtube.com ).

Ante el movimiento de Insurrección iniciado por Don Miguel de Hidalgo y Costilla, el Obispo de Guadalajara el Doctor Don Juan Cruz Ruiz de Cabañas, se vio obligado apagar los tumultos y sediciones, que cual voraz incendio abrazaban la heredad de Jesucristo, enviando para ello el 15 de Octubre de 1810 un edicto dirigido a su venerable clero secular y regular y a todos los fieles de su diócesis amonestando y rogando que “no dejéis entrar en vuestro suelo esa formidable rebelión y a que si por desgracia ha penetrado en alguno de los países que habitáis, volváis las cosas a su antiguo estado de paz o buen orden que es lo mismo, caridad y unión cristiana entre todos nuestros hermanos, detestando los perversos designios de los sediciosos y sus secuaces”. Ofreciendo además el perdón a los engañados y culpados ó desenvainando contra ellos  la espada de la excomunión y otras censuras a que los autorizaba la Iglesia debido a las  circunstancias como esta, en que se debían de recurrir (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, Colección de Documentos para la Historia de la Diócesis de Aguascalientes, Vol. III, Siglo XIX, 1999:149-151; NPE, Libro de Gobierno).

Por datos localizados y publicados  por el Doctor Don Rogelio López Espinosa se sabe que en el Partido de Lagos, al que pertenecía la Villa de la Encarnación, se dejó llevar por el Incendio de la Insurrección el Padre Don Miguel Leandro Guerra, hijo de Don Manuel Jacinto Guerra Valadez y de su segunda esposa Doña María Josefa Gómez de Portugal y Franco. Este ilustre Clérigo de la Feligresía de Lagos, que residía generalmente en su Hacienda y en la Villa de la Encarnación, fue acusado de Infidencia, (46) y en los postreros días del mes de junio de 1811 fue  aprendido, conducido en rehenes a la Ciudad de Guanajuato y recluido por más de un mes en el cuartel de Lanceros, pues se le imputaban los delitos de haber acompañado al Insurgente Rafael Iriarte, cuyas huestes ocuparon León y Lagos pocos días del “Grito” de Dolores, en un viaje hecho a la Villa de Aguascalientes; que “había andado en solicitud por los ranchos inmediatos de los europeos para entregarlos a Iriarte”; ser primo hermano de Miguel Gómez de Portugal, “el primero que sedujo esta Villa, entró a Aguascalientes y paso a Guadalajara”; haber colaborado supuestamente, con su familiar pues, contando con los progresos militares de éste, el padre Guerra pretendía el Obispado de Guadalajara y, por último, cuando Miguel Gómez de Portugal llegó a Lagos huyendo de la Batalla del Puente de Calderón, durante varios días lo albergó en su casa. (47)  

Fue gracias a los oficios de intercesión del Párroco de la Villa de Lagos, Don José Manuel Jáuregui, ante el General Calleja, quien quedo constituido como aval de la conducta futura del Presbítero, que fue excarcelado el Padre Guerra el  29 de Julio de 1811 por no haberse podido tener pruebas suficientes de su infidencia, por lo que todo se reducía a díceres e indicios, se le puso en libertada tras haber ofertado además  la entrega de 30 caballos para servicio del ejército. Después de esta marga experiencia de su forzosa detención, el Padre Miguel Leandro Guerra vivió prácticamente recluido en su Hacienda de Santa Barbará toda la azarosa y turbulenta década de la guerra Insurgente.  (48)

El Levantamiento del Pueblo de Dolores, tuvo un eco casi inmediato, pues su Cura Don Miguel Hidalgo por un lado incitaba a la revuelta, y por otro dejaba bien patente su lealtad al Rey Fernando VII, congregando así,  tanto a los criollos más finos, más cultos que los peninsulares, quienes no podían resignarse a ver que los puestos más importantes fueran ocupados por españoles; indígenas motivados por un odio mortal hacia los opresores; Mestizos y castas con plena conciencia de clase inferior, quienes debido a las circunstancias se abalanzaron a la venganza contra los gachupines, infundiendo un odio mortal contra los Europeos, saqueando sus casas y reduciéndolos a la miseria (Ribes Iborra Vicente, 1987: 133; González Antonio, 2001:233, 234, 237).

El Doctor Don José Antonio Gutiérrez, quien estudio la Insurgencia en los Altos de Jalisco, observó que el aislamiento geográfico y la lentitud de los medios de trasporte dividió la guerra insurgente en una sucesión de guerrillas. A escasos días del levantamiento de Hidalgo, ya recorría los Altos un grupo acaudillado por el Laguense Miguel Gómez de Portugal, Navarro y Toribio Huidobro quienes se desplazaban entre Jalostotitlán, Arandas, Atotonilco y la Barca. Los grupos sociales  acomodados y sobre todo los españoles-europeos, alarmados ante lo que se presentaba a sus ojos como una revuelta mas de los desposeídos, comenzaron a emigrar inmediatamente a plazas que consideraban más seguras como Zacatecas, San Luis Potosí, o Guadalajara (González Antonio, 2001:235, 237; López Espinoza, 2005:26; Ribes Iborra Vicente, 1987: 133).

Para el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, fue el apego conservador de los vecinos de Encarnación, el que  hizo que muy pocos abrazaran la causa de Insurrección; pero quienes lo hicieron, se distinguieron por su ánimo valerosos y resuelto; como fue el caso de Don Santiago González-Rubio y Tello de Orozco, su hermano Don Manuel González y Doña Carmen González y Muñoz de Nava, esposa de Don Santiago. Don Manuel y Don Santiago eran originarios del Rancho de San Francisco Viborillas, y de ellos afirma Don Ezequiel H. Lugo  que “según unos autores, se  unieron a la causa insurgente con hombres y caballos cuando Hidalgo marchaba hacia Guadalajara, participando Don Santiago en la Batalla del Puente de Calderón con el grado de Capitán. Tras la desastrosa derrota insurgente, acompañando a los líderes del movimiento hasta Saltillo, siendo comisionado allí a insurreccionar en el occidente del País, (49) hasta que

documentalmente se vuelve a localizar en el levantamiento de Pedro Moreno” (Hernández Lugo Ezequiel, 1997:39).

Por indicaciones del propio Hidalgo, Rafael Iriarte (50) promovió la insurgencia de León a Zacatecas, con campañas de confiscación de bienes a los españoles, atacando las poblaciones a lo largo de los caminos que conducían a la ciudad minera por el norte de los Altos donde se ubicaban las villas de Lagos, Encarnación y Aguascalientes, y los pueblos de Ojuelos y Teocaltiche. Con el fin de expandir la Insurrección hacia el Norte del Virreynato, Iriarte se intereso también en las poblaciones a lo largo del Camino de Tierra Adentro. Distinguiéndose por robar en cualquier población a la gente acomodada y por sus desplantes hacia la Insurgencia. (51) Los temores aumentaron cuando el Brigadier Félix María Calleja mando avisar a Zacatecas que los insurgentes tenían el propósito de tomar y saquear la ciudad (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 93 y 103; Serrano, 2002:236).

El Regimiento de Dragones de la Nueva Galicia, al mando de Juan Calera,  partió de Lagos rumbo a Aguascalientes. Sin embargo estalló una sublevación entre la tropa y sus comandantes huyeron de la ciudad, otros decidieron sumarse a la insurrección entregando las plazas a los insurgentes, pues para el común de la gente era difícil establecer la diferencia ideológica entre los insurrectos y sus contrincantes, pues también los enemigos de la insurrección esgrimían los principios del lema: “Por Dios, por el Rey y por la Patria”. Sobre la Insurgencia se argumentaba que quería impedir que la Nueva España cayera en manos de los franceses y que se quería preservarla a nombre de Fernando VII  “El Rey Cautivo”. Esto contribuyó a que se viera a los españoles como a los máximos enemigos culpándolos de “querer entregar a Francia este Reino”, lo cual se  interpretó muy fácilmente como “la eliminación de los europeos” (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 88, 89, 92 y 96).

La Plebe o Masas amotinadas salieron a las calles en busca de los “Gachupines”. El pánico y el desorden cundieron de inmediato: en los últimos días de septiembre y los primeros de octubre de 1810, la mayor parte de los europeos que vivían en la villas huyeron buscando refugio en la ciudad de Guadalajara por creerla más segura, otros que se resistían a huir se concentraron en la Hacienda de Peñuelas, donde se encontraba tratando de reorganizarse la Sección del Regimiento de Dragones de la Nueva Galicia, acantonada en Aguascalientes, entre los que predominaba en la oficialidad el elemento peninsular;  el 6 de octubre, la ciudad de Zacatecas fue abandonada por los españoles, “llevándose en coches, mulas o como les fue posible considerables alhajas y dinero”, ese mismo día Miguel de Rivera Bernardea IV Conde de Santiago de la Laguna (52) llegó con doscientos hombres de sus haciendas para garantizar la seguridad de la población y mantener el orden. (53) El 8 de octubre la villa de Aguascalientes se quedo sin autoridades y fue tomada por la plebe, que buscaba a los comerciantes españoles con el propósito de asesinarlos. El martes 9 de octubre, arribó a Lagos la primer fuerza insurgente (Sánchez Tagle Héctor, 2008:81 y 82; Serrano, 2002:236-237; López Espinoza, 2005:27).

Es de suponer que la Villa de la Encarnación debió de ser tomada por primera vez en octubre de 1810, en el trayecto de los Insurgentes de Lagos a Aguascalientes. Sin embargo debemos tomar en cuenta la presencia militar por este camino que pasa por la Hacienda de Peñuelas, además de que era común para acortar distancias tomar el camino por la Hacienda de los Sauces, pasando por la Hacienda de San Bartolo. (54) Con el fin de ayudar a la población de Lagos, que estaba siendo atacada, también salió el Regimiento de Dragones de la Nueva Galicia, que se encontraba de guarnición en la Aguascalientes al mando del teniente Coronel Don Juan Francisco Calera, pero la oficialidad abandonó a la tropa para prestar sus servicios en las filas insurgentes de Iriarte. Durante la campaña de Iriarte en Zacatecas, dio comisiones de alistar gente de confianza y de manera voluntaria, pues creía que los reclutados por la fuerza no eran útiles. Así se le unió Víctor Rosales, (55)  quien se convirtió con el paso del tiempo en uno de los Dirigentes Insurgentes de Zacatecas. (Gutiérrez, 1991:442 y 443; Sánchez Tagle Héctor, 2008: 101 y 102).

La rabia popular y el deseo de venganza que se extendió, hicieron de los comerciantes peninsulares los culpables “de todos los males que sufría la Nueva España”, siendo ellos los primeros en sufrir las inclemencias de la guerra. Fue así que la independencia dió inicio plagada de abusos, como una lucha entre los que defendían sus bienes que estaban en peligro y los que nada tenían y se habían lanzado al pillaje por hacerse de éstos, y no por la lucha entre los que defendían o rechazaban la independencia.  Fue así que los Criollos se vieron en el dilema de sumarse a la Insurgencia, fomentando la guerra racial y revolucionaria, o bien sumarse a los grupos Realistas Contrainsurgentes, renunciando a sus aspiraciones de hegemonía (Rojas Beatriz, 184; Gutiérrez, 2001:234; Sánchez Tagle Héctor, 2008: 97).

Para contrarrestar la rebelión, desde el 29 de Septiembre comenzó a actuar la Junta Superior Auxiliar de Gobierno, Seguridad y Defensa de Guadalajara. Nombrando para ello un comité encargado de organizar a los terratenientes, para que armaran sus mozos y gañanes e  hicieran acopio de sables, lanzas, media lanzas, sillas de montar y demás pertrechos militares. Por su parte el Obispo Cabañas el 15 de Octubre lanzó excomunión contra:

“Cuantos han admitido o admiten, acompañado o acompañen, aprobado o aprobaren, auxilado o auxiliaren, promovido o promovieren, recibido o recibieren la correspondencia, sedición o seducción de esos perversos; contra Hidalgo, sus adictos allende, Aldama y Abasolo, sus compañeros y secuaces y cuantos de cualesquier suerte voluntariamente aprueben, auxilien o favorezcan sus proclamas, planes, opiniones y designios” (Gutiérrez, 2001:239).

Estas juntas fueron integradas por regidores, vecinos prominentes y eclesiásticos,  quienes nombraron  a un encargado de organizar algunas rondas o patrullas para afrontar a las escaramuzas e impedir el saqueo de los bienes. Sin embargo, tanto insurgentes como realistas decían actuar a favor de la Religión Católica, del Rey Fernando VII y contra la supuesta invasión extranjera, siendo la inmediatez bélica, la fuerza variable de las armas y de los ejércitos quien decidiese la contienda (Ribes Iborra Vicente, 1987: 137 y 141).

La Ciudad de Guadalajara cayó en manos de los insurgentes, haciendo su  entrada triunfal el Cura Don Miguel Hidalgo el 26 de Noviembre de 1810, promulgando tres días después el decreto que abolía la esclavitud, dando a los esclavos su libertad y el derecho de adquirir y poseer cualquier cosa como los demás miembros de la sociedad. Sin embargo, durante su estancia Guadalajara sufrió el saqueo y los sangrientos asesinatos de cientos de españoles, pues Hidalgo estimulaba a sus seguidores con el saqueo, la concesión de empleos y asensos, por lo que desde el principio el movimiento estuvo plagado de abusos. Fue el propio Don Miguel Hidalgo quien ordenó a José  Agustín Marroquín (56) degollar a una parte de los españoles que se tenían cautivos (Gutiérrez, 2001:235; Sánchez Tagle Héctor, 2008: 123).

Con el fin de restablecer el orden el Ejercito del Centro, comandado por el Brigadier Félix María Calleja, llega a la Villa de Santa María de los Lagos el 28 de diciembre de 1810, estableciéndose durante once días, para luego partir el 8 de enero de 1811 rumbo a la Ciudad de Guadalajara,  donde conjuntamente con el General José de la Cruz y otros Realistas,  atacaron a los Insurgentes concentrados en Guadalajara, quienes ya los esperaban desde el 11 de Enero de 1811 parapentados en las laderas del Puente de Calderón, trabándose un combate el 17 de Enero, en el que los insurgentes sufrieron una rotunda derrota que los obligo a huir en desbandada. Hidalgo y sus huestes se adentraron en los Cañones del Rio Verde y se dirigieron a Zacatecas. (López Espinosa, 2005:27; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 1991: 445-448).

En la Batalla de Calderón, por el bando Insurgente ya estuvieron presentes algunos pobladores de la Región, entre los que se han registrado los nombres de los Laguenses Don Miguel Gómez de Portugal, Don Juan Pablo Anaya y Don Pascual Moreno quien era hermano de Don Pedro Moreno.  (57) Según datos publicados por el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, también estuvo presente el Encarnacionense Don Santiago González-Rubio y Tello de Orozco, quien ostentaba el grado de capitán y se había unido con hombres y caballos a la causa insurgente cuando Hidalgo se dirigió a Guadalajara (López Espinoza, 2005:27; Hernández Lugo Ezequiel, 1997:39).

En 1922 Don Alfonso Quesada registró y publicó una Batalla efectuada en la Villa de la Encarnación tras la derrota en el Puente de Caderón:

En el Cerro denominado El Baluarte existía un pequeño fuerte español para la defensa de esta plaza en el año de 1811, la que fue atacada por el General Insurgente José Marroquín, quien venía custodiando al gran libertador D. Miguel Hidalgo y Costilla a su paso por esta población (Quesada Cervantes Alfonso, 1922:33).

Sin embargo los datos que se han registrado al respecto mencionan que la noche del 17 de Enero, los principales jefes se dirigieron hacia el norte por las barrancas del Rio Verde: Hidalgo  y sus hombres atravesaron la Sierra hasta llegar al pueblo de  Cuquío, para luego continuar por  el Cañón de las Sierras de Nochistlán y Juchipila, pasando muy cerca de San Pedro Apozol y luego por Teocaltichillo, entrando al Valle del Huajúcar, dirigiéndose por San José de Gracia para tomar el camino hacia Zacatecas; por su parte Allende y los suyos, llegan a Aguascalientes luego de encontrarse en su camino cerca de Teocaltiche a Rafael Iriarte. Tras reunirse los contingentes a su paso por la Hacienda de Pabellón, al Generalísimo Hidalgo se le despojó del mando militar el 24 de Enero, conservando tan solo el mando político del movimiento. De la ciudad de Zacatecas, lo que quedaba del  ejercito de Hidalgo se  dirigió rumbo a los Estados Unidos en busca de apoyo, pero fueron sorprendidos en las Norias de Acatita de Bajan, y hechos prisioneros el 21 de Marzo, siendo  trasladados a Chihuahua, donde fueron juzgados, sentenciados a la pena capital y ejecutados: el 26 de Junio  fusilan y decapitan a Ignacio Allende, Juan Aldama y José Mariano Ximenez, enviándose sus cabezas a Zacatecas; el 30 de Julio de 1811, fusilan y decapitan al Señor Cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, enviándose su cabeza el 4 de Agosto a Zacatecas (Gutiérrez, 2001:242; Sánchez Tagle Héctor, 2008: 124 y 125). (58)

Por instrucciones del Virrey,  las cabezas de los “Iniciadores de la Insurgencia” fueron enviadas  a Guanajuato, una de las poblaciones donde ejecutaron sus principales crímenes, para que fuesen puestas a la expectación publica y sirviesen de escarmiento a los sublevados. Para su preservación durante el largo viaje, estas cuatro cabezas habían sido colocadas dentro de unos frascos con vinagre y sal, y escoltadas por piquetes de soldados, previniendo ser asaltados por los grupos insurgentes que merodeaban la región. El 20 de Agosto de 1811 el Señor Gobernador Intendente de Zacatecas Don Martin Medina, informaba al Señor Brigadier Comandante General, Don Nemesio Salcedo que: “se halla en mi poder la cabeza de Don Miguel Hidalgo, Cura que fue del pueblo de Dolores, que sufrió la pena del último suplicio, y la dirigiré al Señor Mariscal de Campo Don Félix Calleja como me tiene prevenido y V.S. me advierte en su oficio de cinco del corriente a que satisfago” (Tomado de Hernández y Dávalos, Colección de documentos para la historia de la guerra de Independencia en México de 1808 a 1821, 1877, Volumen I, Documento 27, :51).  (59)

Durante su estancia en Zacatecas, las cabezas fueron expuestas en las Casas Reales de los Intendentes y enviadas el 5 de Septiembre para Aguascalientes, (60) tocando al Capitán Agustín Núñez, con una sección de 44 Infantes del Batallón Urbano de Zacatecas y un piquete de caballería mandado por el Capitán Bagues, el escoltar las cabezas, junto con   281 barras de plata que algunos mineros de la Ciudad de Zacatecas enviaban a México, además de conducir amarrados para que fuesen juzgados por insurgentes: Al Conde de Santiago de la Laguna, a Don Francisco de Castañeda y a los hermanos Juan y Víctor Rosales (Hernández Lugo Ezequiel, 1997: 38 y 39).

La escolta llegó sin novedad a la Ciudad de Aguascalientes de donde salen el 11 de septiembre de 1811 (61) y como algunos grupos de Insurgentes hacían algunas correrías en el tramo a León, Diego García Conde agregó una escolta para proteger al Capitán Núñez, quienes en su recorrido, a veces dejaban el Camino Real ordinario esquivando a los sublevados. De Aguascalientes a Encarnación no hubo novedades, adonde llegaron a descansar del viaje (Hernández Lugo Ezequiel, 1997: 39).

Según versiones orales de los antiguos, recogidas y publicadas por primera vez por el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, “Las cabezas de los caudillos de la Independencia, estuvieron custodiadas en una casa por la hoy calle de Felipe Ramírez entre las calles de Anguiano y Morelos, cuadra hacia el norte” (Hernández Lugo Ezequiel, 1997: 39). (62)  

Por datos que hemos podido consultar en el Archivo de la Notaria Parroquial de la Encarnación y en Archivos  Gubernamentales, como el General de la Nación y el de Catastro Municipal, sabemos que la manzana donde se localizaban los aposentos donde paso la noche “la Cabeza del Cura Hidalgo”, estaba ocupada por mesones, siendo el llamado “Mesón de Anda”,  (63) el que tenía su acceso  por la calle principal frente a las casas anexas al Templo Parroquial. Por esta calle conocida hoy como calle Anguiano, pasaba “El Camino Real de Tierra Adentro”, por lo que no es difícil pensar que al entrar en esta población una parte de la fúnebre comitiva se hospedaran en el Mesón de Anda, custodiando el oriente, Otra sección debió de custodiar la llamada “Calle de los Mesones”, hoy “Calle Morelos”, hospedándose en un Mesón, que debió formar parte en ese tiempo del Mesón de Anda o ser propiedad de algún otro particular, pero con acceso por esta otra calle, inmueble que  poco tiempo después  se le conoció como “Mesón de Cornejo”, (64)  en el costado poniente de la misma manzana,  haciendo uso la tropa de los cuartos y caballerizas de estos Mesones, custodiando el paso a la Calle de Belén, hoy Felipe Ramírez, en el costado sur de la Manzana, resguardándose las cabezas en las asesorías que daban a la hoy calle de Felipe Ramírez, (65) las cuales debían formar parte de una casa para los mozos del servicio de Don José Antonio Xaime y de Trillo, de quien ya se ha dicho que durante la guerra por la Independencia fue Comandante Militar de la Villa de la Encarnación y sobre quien debió de recaer la custodia de estos valiosos prisioneros. Además Don Antonio Xaime estaba emparentado con los Anda, los Cornejo, y los Aranda, quienes también desempeñaron funciones en el gobierno local. (66)

Las Escoltas, de la Encarnación a Lagos se desviaron  del Camino Real de Minas y se dirigieron por Santa María, pero en las Trojes de Urquiola tuvieron un  encuentro con los insurgentes, que aunque no permitieron que el encargo cayese en manos enemigas, los prisioneros lograron escapar; los Realistas, siguieron al Rancho “El Sauz” y luego por lo de Avalos hasta Lagos, donde permanecieron casi un mes en contra esquina del Templo del Rosario, en la Casa de José María Rico, quien era el  Administrador de Correos y amigo de Calleja. De aquí, custodiadas por Diego García Conde, comandante Militar de Zacatecas, pasaron el 11 de Octubre a León, donde debieron de llegar a pasar la noche, para salir el día siguiente a Silao, para finalmente hacer su arribo el 14 de Octubre de 1811 a la Ciudad de Guanajuato, (67) donde fueron colocadas en jaulas de hierro, y colgadas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, donde permanecieron durante los siguientes diez años (Hernández Lugo Ezequiel, 1997: 39). (68)  

La Villa de Lagos,  el 31 de Agosto de 1811, sufrió un sorpresivo asalto a cargo del famoso Guerrillero Insurgente Albino “El Manco García”. (69) Pero, debido a que desde el triunfo de los Realistas en Calderón, la Ciudad de Guadalajara y los pueblos de su intendencia se volcaron a favor del Gobierno Realista, a cargo del Brigadier Don José de la Cruz, quien fue nombrado Intendente por el Virrey Venegas, cargo que desempeño desde el 11 de febrero de 1811 hasta la proclamación de la Independencia en 1821. Don José de la Cruz ordenó que cada localidad instalara sus propios cuerpos de defensa contra las despreciables cuadrillas, por lo cual dirigió una carta al Capitán Realista Ángel Linares, concentrado en Lagos, en la que le da instrucciones de “cerrar los pueblos con tapias, empalizadas o cualquier otra especie de obstáculo, o bien cortando toda circunferencia o bocacalles con zanjas profundas para poner a todas las poblaciones al cubierto del asalto” (Gutiérrez, 2001:246 y 247; Padilla Lozano José Trinidad, Historia del Mariscal de Campo Don José María González Hermosillo, Orgullo de Jalostotitlán, 1992:81).

Tras los asesinatos de Españoles practicados por los Insurgentes, siguieron las tremendas ejecuciones de Independentistas mandadas realizar por los Caudillos Realistas, ahorcando, arcabuceando, azotando o descuartizando con el fin de exponer sus miembros para público escarmiento, pues por la Región quedaron pululando una gran cantidad de Gavillas, que cambiaron el carácter de la guerra. El General Realista Felix Calleja tomó la decisión de organizar desde la Villa de Aguascalientes la estrategia contrainsurgente, instalando en ella su cuartel principal durante unos meses. Por ello, Don José Antonio Xaime como Teniente de la Villa de la Encarnación, dirigió un comunicado a Félix María Calleja pidiéndole que le participara si su tránsito con el Regimiento de su mando se haría por esta villa, para acopiar los víveres necesarios. (70) Fue durante su estancia en Aguascalientes, cuando Calleja de acuerdo con Don José de la Cruz, (71)  en marzo de 1811 le confía las milicias Urbanas de esa Villa a Felipe Terán, a quien nombra Subdelegado y Comandante Militar. A Pedro Celestino Negrete (72) le encomienda la campaña por el norte de los Altos y parte de Zacatecas, con los Regimientos de Puebla, Toluca, Querétaro y Dragones de España, encargándoles un estricto control con el fin de exterminar el movimiento (Ribes Iborra Vicente, 1987: 142 y 144; Serrano, 2002:238; Gutiérrez, 1991:458 y 459).

También por disposición de Calleja en su calidad de Comandante Militar, se crearon cuerpos de patriotas o de “Fieles a Fernando VII”,  integrados por voluntarios en todo el Virreinato. Así, esta Región quedo bajo el control de las Fuerzas Realistas del Partido de Lagos en la Intendencia de Guadalajara, o de las procedentes del Partido de Aguascalientes, perteneciente desde 1806 a la Intendencia de Zacatecas. Así estuvieron acantonados en Lagos los Comandantes Militares de las Fuerzas Provinciales de la Nueva Galicia, Juan José de Echarte de 1808 a 1810 y Rafael Flores desde septiembre de 1811 a Mayo de 1814,  quienes apagaban de inmediato los brotes rebeldes, imposibilitando cualquier demostración partidaria, siendo la regla general que la elite no estuviera a favor de la lucha armada para obtener la independencia, a pesar de que su comportamiento fue variando con el transcurso de los años (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 145 y 221; López Espinoza Rogelio, 1994:III-V;  Rojas, 1998:285).

Por investigaciones y publicaciones del Licenciado en Archivonomia Don Mario Gómez Mata, Cronista Colegiado de Lagos de Moreno y Director del Archivo Municipal. Se sabe que a principios del año de 1811 establecieron su cuartel en la Sierra de Comanja, los Insurgentes al mando del Brigadier José Ignacio Franco, quien dependía de su Jefe Inmediato el Brigadier Joaquín Caballero y de su superior José María Liceaga vocal de la Suprema Junta, de quien también dependía Don José María González y Hermosillo. Según lo referido por el Maestro Don Gabriel Agraz García de Alba y citado por Gómez Mata, Hermosillo en compañía de otros Insurgentes atacaron y tomaron Aguascalientes el 1º  de Agosto y encabezó el ataque a Jalostotitlán el 14 de Noviembre de 1811. (73)

La Guerra continuó en la Región, siendo uno de los Jefes  Insurgentes más activos José María González de Hermosillo, (74) quien a su regreso de Sonora atacó Aguascalientes en Agosto de 1811, para luego adentrarse en los Altos y Barrancas del Rio Verde. (75) El 23 y 24 de Febrero de 1812, González de Hermosillo y su gente, seguidos de una chusma de indios sitiaron el pueblo de Teocaltiche, donde se había establecido el Capitán Realista Bernardino Díaz de Cossío quien estaba  al mando del Cuerpo de Patriotas, y como tal pidió auxilio a los destacamentos Realistas de Aguascalientes y Encarnación quienes al mando de Don Felipe Terán de los Ríos acudieron presuroso a liberar la plaza, trabándose reñido combate los días 23 y 24 de Febrero, reportando que hicieron más de 500 muertos y mayor número de heridos, mientras que los Realistas solo tuvieron dos (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 188; Gutiérrez, 2001:247 y 248; Padilla Lozano, 1992: 82).

Fue por Instrucciones de la Junta de Zitácuaro, que José María González de Hermosillo amplió su campo de acción a la Intendencia de Guanajuato, estableciendo su cuartel general en el Pueblo de San Pedro Piedra Gorda, lugar desde el cual en unión de otros Jefes Rebeldes atacaron el 8 de Septiembre de 1812 el pueblo de San Juan de los Lagos, donde estaba concentrado el Comandante Realista Guadalupe Pérez Franco, quien había logrado reunir una reducida tropa de 50 miembros con partidarios de Tepatitán, Jalostotitlán y Encarnación, quienes después de 5 horas y media de asedio, dejaron 25 muertos ante las murallas y fosos del pueblo, sin que los defensores tuvieran baja alguna (Padilla Lozano, 1992: 85-87).

El 4 de Noviembre de 1812, Don José María Liceaga ordenó a Joaquín Caballero, a Ignacio Franco y  a José María González de Hermosillo que atacaran la Villa de Santa María de los Lagos. (76) Don José María González y Hermosillo, unió fuerzas con Víctor Rosales quien operaba en el área de Guanajuato, y en Marzo de 1813 intentaron invadir de nuevo la Ciudad de Zacatecas. A su paso el 15 de Marzo, un grupo de insurgentes atacó la Hacienda de Mariquita, muriendo entre los Realistas que la defendieron, Victoriano Padilla, Crestino Hernández y Juan Gaitán. El 20 de marzo en “Ciénega de Gallardo” fueron sorprendidos por el Comandante Realista Pedro Fernández enviado por Terán, retirándose los Insurgentes para la Hacienda de Santiago de la Laguna. En la Villa de la Encarnación los Realistas a cargo del Comandante José Antonio Xaime Trillo, (77) pretendieron cortarles el paso el 26 de marzo de 1813, según el parte que rindió:

A pesar de los mayores esfuerzos que hice para conseguir la destrucción (…) todos mis proyectos fueron frustrados por la violencia con que se pasaron y la lentitud o mejor dicho desidia del Comandante de Lagos, a quien comboqué, y hasta ahora no me ha respuesto, ni menos sé si accedió o no a mi solicitud (…) por una declaración superficial que les recibí, que se van como cuarenta heridos, y entre ellos de mucha gravedad el segundo de Rosales, que ellos nombran Coronel Agatón. Llevan como cien, poco más, armas largas, y una o dos cargas de fusiles descompuestos, y sin caxas… (Amador Elías, “Bosquejo Histórico de Zacatecas”, Tomo II, 1943:145-146, citado por Gutiérrez, 1991:470).

Burlados los Realistas de Encarnación, los Insurgentes prosiguieron el regreso para El Bajío, el cual se lleno de de partidas rebeldes, entre las que sobresalieron los hermanos Ortiz, las de Víctor Rosales y las de González Hermosillo. Por este motivo el Intendente Don José de la Cruz dispuso concentrar abundantes fuerzas en Aguascalientes y ordenó que estuvieran alerta las existentes en Los Altos, para resolver cualquier eventualidad. A pesar de las medidas tomadas, en octubre de 1813 a su paso por Teocaltiche y la Villa de la Encarnación, los Insurgentes a cargo de Víctor Rosales se dedicaron a inquietar y atacar las partidas realistas (Gutiérrez, 1991:470-471 y 474).

Como el principal problema de la lucha Armada en la Nueva España era la guerra que se desarrollaba en la Madre Patria contra los invasores franceses, pronto se dejaron sentir  las corrientes liberales en las Cortes Españolas y especialmente a través de la Constitución firmada el 18 de marzo de 1812 por las Cortes de Cádiz. En la Nueva España,  Calleja fue designado como nuevo Virrey en abril de 1813, en  sustitución del  Virrey Venegas  quien creía que la constitución avivaba los sentimientos de Independencia. Conforme a lo estipulado en la Constitución de Cádiz, esta  fue jurada en Guadalajara en mayo de 1813 y antes de finalizar el año, todos los Ayuntamientos Neogallegos la  juraron con tres días de fiestas y procediendo a elegir a los primeros Ayuntamientos Constitucionales, dando inicio a un efímero gobierno constitucional encaminado a constituir un nuevo régimen y promover la transformación de la sociedad, pues esta constitución garantizaba la libertad civil, la propiedad privada, la libertad de expresión e imprenta, la igualdad ante la ley y un gobierno monárquico constitucional. Sin embargo, tras su regreso triunfal a Madrid el Rey Fernando VII, seguro del apoyo y lealtad de su pueblo derogó esta Constitución de inspiración liberal el 11 de Mayo de 1814, desapareciendo  a los Ayuntamientos Constitucionales, reintegrándose los empleos a sus antiguos propietarios y funcionando bajo las viejas reglas (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 131-135, 138; Gutiérrez, 1991:476, Rojas, 1998:286).

Los Guerrilleros más tradicionalistas estaban dispuestos a defender a su Rey, su religión y sus privilegios. Para los Insurgentes, la Constitución era una autentica competencia ideológica que ofrecía a los americanos una mayor representación, sin embargo el Congreso Nacional Americano abrió sus sesiones el 14 de Septiembre de 1813 en Chilpancingo, en cuya inauguración el Secretario de Don José María Morelos y Pavón dio lectura a “Los Sentimientos de la Nación”, documento en que se sostenía que el Congreso no compartiría la soberanía con ningún monarca extranjero. Ante la presión insurgente se nombró Generalísimo a Morelos y promulgó la Independencia de la América Septentrional el 6 de Noviembre de 1813, de tal manera que los americanos adquirían una mayor relevancia y estaban en condiciones de disputarles a los españoles la preeminencia política  (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 135-137, 188).

Con la declinación de Guanajuato, el distrito minero de Zacatecas se convirtió en el más importante del Virreinato, siendo la industria minera zacatecana y las remesas de palta hacia la Ciudad de México un elemento clave para sostener el esfuerzo bélico contra los insurgentes aglutinados ahora en torno a la figura de Morelos, por este motivo los grupos contra insurgentes debían de resguardar la Intendencia de Zacatecas y garantizar el flujo de las remesas. El último intento de Víctor Rosales por  tomar la ciudad de Zacatecas, lo realizó a finales de 1813 sin obtenerlo, teniendo que regresar para congregarse en el Bajío, tomando el camino por el Valle de Huejucar, el pueblo de Teocaltiche y la Villa de la Encarnación, dedicándose a inquietar y atacar las partidas realistas durante los primeros días del mes de octubre de 1813 (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 132, 220 y 229; Contreras Sánchez Samuel; Gutiérrez, 1991:474).

La “Declaración de Independencia” de Morelos, redactada por Carlos María de Bustamante, tuvo una gran influencia ideológica en la formación de la nueva nación independiente, la cual se fue dando en la manera que los elementos americanos se fueron sobreponiendo a los españoles, correspondiéndole al grupo dominante de Patriotas conducir el complejo proceso de la independencia (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 145 y 221).

Es por eso que en el año de 1814, le corresponde al Capitán Realista Bernardino Díaz de Cossío, (78)  con tropas de Aguascalientes, combatir en varias ocasiones en tierras de la Villa de la Encarnación, el  12 de enero hizo frente a las partidas de Víctor Rosales, Encarnación Ortiz “El Pachón”, (79) Amador Segura y otros que se habían desprendido de Comanja, resultando la acción mera escaramuza por ser la finalidad de los insurgentes el distraer a los Realistas para evitar que acudieran al Bajío. El  6 de Febrero de 1814 el Mariscal José de la Cruz dió parte al Virrey Felix María Calleja, de la noticia que le daba el Comandante de Patriotas de la Villa de la Encarnación, Bernardino Díaz de Cossío, de haber derrotado a una gavilla de 1500 Insurgentes acaudilladlos por los Cabecillas Amador Santos Aguirre y Saturnino Melgarejo, así como todas las Gavillas del Rincón (Ribes Iborra Vicente, 1987: 155; Gutiérrez, 1991:478; AGN, Operaciones de Guerra, Vol. 150, Exp.18, fojas 53-55).

El 13 de Febrero de 1814, Don Pedro Moreno (80) decidido a adherirse al movimiento rebelde contra el gobierno español,  recibe de Manuel Muñiz, Comandante General Insurgente de las Provincias de Valladolid, Guanajuato, Guadalajara, Zacatecas y Potosí, el nombramiento de Coronel y autorización para levantar, a sus expensas, un Cuerpo Militar cuya denominación será “Caballería Ligera de Santa María de los Lagos” (López Espinosa, 2005:27)

El 3 de marzo de 1814 una partida al mando del  Capitán Realista Bernardino Díaz de Cossío,  debió salir de la Villa de Aguascalientes a la de Encarnación que se hallaba amagada de rebeldes. (81) Seguramente este auxilio  corresponda al ataque que los Insurgentes hicieron contra el pequeño fuerte español que existía en el cerro denominado “El Baluarte”, en el interior de la Villa de la Encarnación, el cual debió de ser recordado precisamente por el auxilio de las tropas de Aguascalientes, las que llegaron a nuestra población cuando la batalla ya había terminado, según los acontecimientos registrados y publicados por Don Alfonso Quesada Cervantes, quien  equivocadamente fecha esta batalla como ocurrida en 1811 y  siendo atacada esta plaza por el General Insurgente José Marroquín, quien venía custodiando al gran libertador don Miguel Hidalgo y Costilla a su paso por esta población:

La guarnición española que defendía dicho fuerte, se componía de 60 hombres, siendo 2000 los que atacaban. Se defendió con todo el valor, pero en vista de la superioridad numérica del enemigo, tuvo que abandonar su posesión y los cañones.

Durante el combate las fuerzas libertadoras se batieron con denuedo, hasta llegar al extremo de lanzar los cañones del fuerte; pero como notaran que por el camino que conduce a Aguascalientes se veía una gran polvareda, y temerosos de que les llegaran refuerzos a los defensores de la plaza, los asaltantes se retiraron cuando ya la guarnición española había también abandonado su posesión (Quesada Cervantes, 1922:33).

 

En esta batalla por la Independencia de la Villa de la Encarnación, debieron de participar además de los Cabecillas de la Sierra de Comanja, los insurgentes: José Agustín Marroquín Valdez, hijo de este pueblo, y aquellos de quien se tiene constancia gracias a los registros llevados en el libro de defunción de la Parroquia de la Encarnación, donde se asentó los nombres de quienes después de haber sido aprendidos, recibieron los Santos Sacramentos de Penitencia y Eucaristía, para luego ser pasados por las armas en esta Villa, y se sepultados de limosna el 10 de Marzo de 1814 en el Cementerio del Atrio Parroquial, como lo fueron: Simón Ynojos, criollo de esta Villa, soltero; José de Jesús Flores, Criollo originario de San Juan de los Lagos, casado con Ignacia Flores; José Antonio Jiménez, Criollo originario de Lagos, casado con Doña Rosalía González; Damián Rocha, Indio del Pueblo de Moya; el mulato Silvestre Cruz y el Indio George de Lira, originarios del Caquixtle. A Don Felipe Cervantes, quien era nativo de esta Villa, por ser hijo de Don Santiago Cervantes y de Doña Micaela Villaseñor, y debido a su posición económica se le sepulto en el interior del Templo Parroquial  el  día 11 de marzo, en sepultura eclesiástica con entierro de capa y cruz alta en fábrica de 20 reales. (82)

El 13 de abril de 1814, (83) Pedro Moreno con otros rancheros vecinos de la Hacienda de la Sauceda tomaron las armas a favor de la Independencia. Dos semanas después de haber iniciado su campaña militar, “Los Moreno” ya eran motivo de noticia, pues el 27 de Abril habían logrado escapar al ser perseguidos por el General José de la Cruz, Comandante de la Nueva Galicia. Don Pedro  conformó sus huestes con rancheros de las Haciendas del Valle, la Sierra de Comanja, Indios del Pueblo de Moya, la Laguna y Buenavista, además de Criollos de Lagos, San Juan de los Lagos, Jalostotitlán y Encarnación, fijando su residencia en La Sierra de Comanja y llanadas de Lagos, acudiendo a apoyar las acciones de José María González de Hermosillo, quien se encontraba en Cañadas al centro de los Altos, y a Víctor Rosales, en el Sur de Zacatecas, Aguascalientes y la Villa de la Encarnación (López Espinosa, 2005: 28; Gutiérrez Gutiérrez, 1991:475-477, 479 y 482).

Uno de los primeros en unirse a Pedro Moreno fue Don Santiago González y Tello, junto con su hermano Manuel González, quienes participaron junto con él en varias acciones. (84) Como el Brigadier Ignacio Franco, se fue con Rayón para los Llanos da Apan, los Insurgentes de la Zona de Comanja y sus alrededores, ya estaban el 29 de abril de 1914 a cargo del Coronel Pedro Moreno, quien fue elevado de rango militar hasta alcanzar el de Mariscal de Campo. (85)

A pesar que el Rey Fernando VII disolvió las Cortes el 11 de Mayo de 1814, restaurando el absolutismo, sin embargo la estructura administrativa  que gravitaba ya en torno a los Comandantes Militares, provocó que las autoridades de las Intendencias fracasaran en su intento de centralizar la autoridad fiscal, política, militar y judicial, pues los Caudillos Militares y las élites locales ya desempeñaban desde los tiempos del Virrey Venegas funciones que antes correspondían a los Intendentes, como en el caso del General Don José de la Cruz, quien era a la vez Jefe Político y Comandante Militar de la Provincia de la Nueva Galicia. Fue así que en la Nueva España el Crongreso para aumentar su representatividad atrayendo a todos aquéllos que se sentían defraudados por el regreso del Rey, y  a pesar de las dificultades de la causa insurgente, promulgó el 22 de Octubre de 1814 la Constitución de Apatzingán, la que tuvo una marcada inspiración democrática-liberal, en la que ya no se buscaba integrar una Junta de Ayuntamientos y Corporaciones para resguardar la soberanía en nombre del Monarca Cautivo; ahora se trataba de constituir un estado soberano, democrático, republicano y representativo, con autoridades elegidas por el pueblo (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 222-224 y 227).

En la Encarnación, el 13 de Noviembre de 1814 la Guarnición de la Villa, pasó por las armas a Don Francisco de Oquillos,  español vecino de Santander en España, quien comandaba un grupo de insurgentes y había sido aprendido. En el Rancho del Capulín, Don Julián y Don Matías Moreno, hicieron frente a un grupo de Insurgentes y fueron muertos por estos. Don Julián era viudo de Doña Sebastiana Guevara y Don Matías dejaba viuda a Doña Felipa Reyes. (86)

Mas pistas sobre los insurgentes que atacaron la Villa de la Encarnación, las podemos encontrar en otro memorable ataque insurgente cerca de la antigua Hacienda Altos de Ibarra, ocurrido el 12 de Agosto de 1814 en un ataque combinado del  de las tropas del Brigadier Ignacio Franco, quien recibió entre sus filas a la guerrilla levantada por Pedro Moreno,  además de las tropas Víctor Rosales, Los Pachones y Don José María González de Hermosillo. (87)

Debido al peligro que representaban las gavillas de Rosales y Moreno, al unirse a las partidas de Hermosillo, los Comandantes Realistas mandaron unir sus ejércitos con las Milicias de los Pueblos de Cuquio, Juchipila, Nochiztlán y Teocaltiche. Con el fin de frenar a los insurgentes concentrados en Comanja,  se le encomendó al Cura Francisco Álvarez (88) la guarnición de Ojuelos; al Capitán José Brilanti se le acantonó en los Sauces; (89) en San Bartolo se envió a la Sección de Realistas de la Hacienda de Peñuelas, y en Ledesma a la Compañía de Soyatal (Ribes Iborra Vicente, 1987: 155 y 156).

El 30 de Agosto de 1815, Don Matías de Villaseñor fue aprendido por una partida de Insurgentes y muerto por ellos, por ser simpatizante de la Monarquía Española. (90) Don Matías era español de la Villa de la Encarnación, donde  había contraído matrimonio el 19 de Febrero de 1794 con María Concepción Ruiz González, vecina del “Puesto del Salto”. Al ser  hijo de Don Manuel de Villaseñor y de María Trinidad Xaime, estaba emparentado con los Tenientes de Alcalde de esta Villa.

El 5 de Septiembre de 1815, Don Hermenegildo Rebuelta, (91)   en su cargo de Comandante Militar de las Fuerzas Provinciales de la Nueva Galicia en Lagos, reportó al Excelentísimo Señor Mariscal de Campo Don José de la Cruz, que hizo salir una corta partida bien montada en persecución de una Gavilla de 7 rebeldes procedentes de lo del Rincón, con destino a interceptar los correos y robar en el tránsito de la Encarnación a la Villa de Lagos, “logrando sorprender a los miserables sin darles lugar a que intentasen la fuga, siendo todos acreedores al último suplicio que les mandaré aplicar luego que reciban los auxilios cristianos” (López Espinosa Rogelio, El Comandante Militar de Lagos, 1814-1821, 1994: 15).

El 19 de Octubre de 1815, a las siete y media de la Mañana, se presentaron en la Villa de Encarnación unos cien hombres del insurgente “Capitán Maravilla”. El encargado de la plaza, José Antonio Xaime y de Trillo, se apresuró a reunir una partida de 25 jinetes y otros tantos infantes, con un cañón, mientras los insurgentes atacaban los suburbios de la población y se llevaban ganados y prisioneros, después de matar a dos vecinos. Trillo los persiguió hasta el rancho la Presa donde llegaron a luchar espada en mano. Los Insurgentes acabaron dispersándose dejando en el campo 12 cadáveres, entre ellos el del mismo Capitán Maravilla, 20 lanzas, un retaco, cuatro pistolas y 23 caballos ensillados. Además en poder de los Realistas cayeron cinco prisioneros que fueron inmediatamente pasados por las armas. Xaime y de Trillo, en su informe, recomendaba al General José de la Cruz al Capitán de Realistas Aguascalentense Bernardino Díaz de Cossió, que se encargó de la Infantería y el cañón, así como a “la mayor parte de vecinos, que unidos a la infantería caminaron a pie más de tres leguas, hasta los niños menores de siete años, manifestando con los deseos que tenían de alcanzar a los rebeldes el odio implacable que les profesan; regresándose en mi compañía llenos de regocijo por considerar iba bien escarmentado el temerario atrevimiento de los bandidos”(Según oficio de José Antonio Trillo a Cruz, sobre acción contra bandidos acaudillados por el Capitán Maravilla, Encarnación 20 de Octubre de 1815, localizado en la Biblioteca de la Universidad de Texas, HD 7-2, 579 y publicado en  Ribes Iborra Vicente, 1987: 156; Gutiérrez, 1991:480). (92)

El 20 de Octubre de 1815, los insurgentes hicieron otra Incursión  por la Villa de la Encarnación; venían de San Juan y luego de pasar por Las Trojes de Urquiola y Santa María, en Los Magueyes mataron a Don José Trinidad Díaz, esposo de Doña Eduarda Escalera; (93)   y en la Villa de la Encarnación mataron a Don Antonio Villalobos, esposo de Doña Teresa Muñoz,  (94) quien era simpatizante del Gobierno español. Ese mismo día los Realistas capturaron a varios insurgentes y en represalias por las anteriores muertes, fusilaron al siguiente día a: Don Juan de Dios de Anda, Criollo, soltero de “Cañada de los Andas”; Don José María Zavala, originario de León; Juan Macias, originario de Tlacuitapa; Francisco Gutiérrez, esposo de Tranquilina Tavares, del rancho Teneria; y Andrés Severo de Guanajuato. (95)

Gracias a las investigaciones del Licenciado Don Mario Gómez Mata, publicadas en Nuestra Raíces, (96) que es el órgano oficial del Archivo Histórico de Lagos de Moreno, nos fue posible saber que el 28 de Octubre de 1815, en la Villa de Lagos, fueron fusilados por ser Insurgentes, nueve individuos, y de entre ellos cinco eran originarios de “La Villita”, quienes se sepultarón de limosna en el Cementerio Atrial de aquella Parroquia: Felipe Santiago Rocha, esposo de María Guadalupe Reyes; Juan de Ortega, hijo de Antonio Ortega y Rosalía Gómez; José de los Reyes Mendoza, esposo de Rosalía Paredes; Julián Beltrán, hijo de Justo y Ascensión Beltrán; y José Agustín Marroquín, hijo de Cirilo Marroquín de María Trinidad, (97) de quien debemos resaltar que se trata del insurgente encarnacionense que ataco la guarnición del Fuerte del Baluarte, con el fin de controlar la plaza, acción que fue registrada y publicada por Don Alfonso Quesada en 1922.

En el conjunto del Virreinato, el año de 1815 fue un año de derrotas para el movimiento insurgente, provocando frecuentes enfrentamientos entre el Congreso y el liderazgo militar de la Insurgencia. Tratando de proteger al Congreso, José María Morelos y Pavón fue derrotado y aprendido en Tesmalaca el 5 de Noviembre de 1815 y conducido a la ciudad de México, donde se le sometió a juicio militar y eclesiástico, para finalmente ser fusilado el 22 de de Diciembre de 1815 en San Cristóbal Ecatepec. La Muerte de Morelos selló el destino del Movimiento Insurgente, refugiándose la resistencia en lugares apartados, motivo por el cual los focos de resistencia más importantes entre 1816 y 1818  fueron los fuertes del Cóporo y Jaujilla, en Michoacán, al mando de Ignacio López Rayón y Antonio López de Lara, respectivamente y los del Sombrero y el de los Remedios comandados por Pedro Moreno y el Padre  José Antonio Torres, en Guanajuato (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 225).

La jurisdicción de la Encarnación continuo dependiendo de los Insurgentes resguardados en las Sierras de Guanajuato, por tal motivo Insurgentes procedentes de aquellos rumbos matan el 28 de Noviembre de 1815 en “Los Lomelines” a un indio vecino del Terrero y al llegar a la Villa de la Encarnación, el 29 de diciembre pasan por las armas a los Realistas: Don Miguel de León, Sargento de Provincia; a los soldados Francisco Villalobos y José López; además de Don Matías Gutiérrez, vecino de este lugar. (98)

El 29 de Enero de 1816 el Rey Fernando VII le concedió a José María de Alba, (101) soldado del Regimiento Provincial de Dragones de la Nueva Galicia, el “Retiro de Invalido Disperso” en la Encarnación, quien justifico hallarse inútil para continuar sirviendo. Confirmándose así el retiro que le había expedido interinamente el Virrey Félix María Calleja, con el goce de Reales de Plata de esa moneda al mes. (102)

Debido a la crisis en que se sumió el distrito minero de Guanajuato por la presencia de las Gavillas Insurgentes, los hacendados no tenían dinero, ni forma de hacerse de él, no obstante de tener valiosas propiedades, pues estaban perdiendo sus ganados y  todo parecía obstruido sin caminos para llevar las cosechas a los mercados, además de las contribuciones forzosas para seguir sosteniendo  la lucha Contrainsurgente. Todo esto  contribuyó a la emigración de los pobladores rurales hacia las ciudades (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 233).

La supremacía alcanzada por el distrito minero de Zacatecas, queda de Manifiesto en el parte enviado el 27 de Febrero de 1816, en el que Rebuelta comunica que por la noche hizo salir a las doce 120 hombres montados al mando del Teniente Don José María Aldana, para que al amanecer cayesen a la Hacienda de Mariquita, en donde le habían asegurado que había una Gavilla procedente de la de Moreno, pero solo eran 4 miserables de los que se internan á robar dispersos, los cuales fueron capturados, pues Rebuelta había mandado oficio al Comandante de la Encarnación para que á la diez de la mañana se hallasen en el Caquixtle custodiando más de 600 cargas que había en aquella Villa con destino á la de León, pues a esta misma se reuniría en aquel paraje al Teniente Aldana con 100 infantes y 2 piezas que sacó de esta, lo que se verificó sin otra ocurrencia particular (López Espinoza Rogelio, 1994: 16).

El 8 de Junio de 1816 en un encuentro de Realistas e Insurgentes, fueron capturados y pasados por las armas: Carlos Castañeda, indio originario de los Lomelines, quien dejo viuda a María de Jesús López; Don Juan Sanromán, criollo y vecino de la Cofradía; Juan Espinosa y Rafael Bocanegra, vecinos de Veloces en Lagos; Domingo Quijas, indio viudo de Cuarenta y Gregorio Torres, originario de Ciénega. (103)

Con el deseo de evitar  los repetidos robos que algunas gavillas estaban haciendo en las jurisdicciones de Encarnación y Teocaltiche.  Don Hermenegildo Revuelta hizo salir el 25 de Agosto de 1816 al Sargento de la Segunda Compañía de Realistas Pedro Montelongo con 20 hombres de ella y 10 de la franca de Indultados, con orden de emboscar en el “Cerro de Avalos” a 16 rebeldes, que se disponían para robar a unos maiceros que venían de la Villa de la Encarnación para “El Salto”, quedando allí 3 muertos y 6 que se cogieron vivos, todos heridos de gravedad, entre ellos el Capitán Mateo Olivares, Rafael Muñoz y Gregorio Rodarte, los tres bien conocidos por las infinitas maldades que han hecho con sus respectivas gavillas (López Espinosa Rogelio, El Comandante Militar de Lagos, 1814-1821, 1994: 31).

El Coronel José Castro remitió al Virrey Félix María Calleja documentos referentes a varias operaciones militares en la Provincia de Guanajuato, fechados entre el 14 de Julio y el 22 de Agosto de 1816 en la Villa de León, Lagos, Silao, Encarnación y San Pedro. (104) Tras la llegada del Virrey Juan Ruiz de Apodaca a la Capital de la Nueva España, en Septiembre de 1816, se impulsó una ofensiva militar contra los restos de la insurgencia, emprendiendo además un programa conciliador, por el cual en una proclama del 30 de Enero de 1817 ofreció el indulto a todos los rebeldes que depusieran las armas. Estas medidas tuvieron éxito  pues varios líderes insurgentes acogieron el indulto como López Rayón a la cabeza de las fuerzas del Fuerte del Cóporo, quienes habían sido derrotados por los Contrainsurgentes (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 236).

A pesar de los indultos, los hombres al mando de Don Pedro Moreno, seguían asaltando los caminos para hacerse de provisiones y tomar prisioneros. El 31 de Enero de 1817, Rebuelta  informó que las Gavillas de Moreno, cruzan el paraje de la Hacienda de la Estancia Grande para hacer sus robos en las jurisdicciones de la Encarnación y Aguascalientes y el 31 de Marzo de 1817, el Gobierno Provisional Mexicano, encabezado por los miembros de la Junta de Jaujilla, nombran al Brigadier Pedro Moreno “Comandante General Interino de la Provincia del Potosí” (López Espinosa Rogelio, 1994: 41 y 45;  2005: 30).

Las suministraciones de 1817, ejecutadas en la Villa de la Encarnación por el Alférez Pedro José de la Cueva a Oficiales y Tropa de Compañías, fueron ajustadas en la Real Caja de Chihuhua. (105) El 12 de abril de 1817, fue sepultado con entierro de pompa Don Martín Zermeño, español, casado que fue con Doña María Martín, quien murió asesinado y solamente alcanzó el Santo Oleo. (106) La llama insurgente volvió a resplandecer tras la llegada el 15 de Abril de 1817 de la expedición del joven revolucionario español Francisco Javier Mina al frente de la “División Auxiliar de la Republica Mexicana”, entrando en contacto con la Junta de Jaujilla, la que ante el disgusto de algunos Caudillos como el Padre José Antonio Torres, lo nombró Jefe de todas las fuerzas. Mina realizó una campaña en el Bajío que terminó en una derrota al intentar tomar Guanajuato. Fue hecho prisionero y fusilado en el Cerro del Bellaco el 11 de Noviembre de 1817 (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 236).

Ya para el 20 de Mayo de 1817, los Brigadieres Don Pedro Moreno y Don Víctor Rosales, habían sido ascendidos al grado efectivo de Mariscal de Campo.  El 24 de Mayo de 1817, el Comandante Rebuelta informó que  el Capitán Manuel Ortiz, conocido como “El Pachón”, insurgente al igual que sus hermanos Encarnación, Matías y Francisco, con otros rebeldes, todos dependientes de la Gavilla de Sanromán, se habían internado a robar a las orillas de la Encarnación, y deseosos de escarmentar a estos ladrones, hizo salir 60 Realistas al mando de sus Capitanes Don José María Aldana y Don Agapito Galván, quienes consiguieron la prisión de Ortiz con otros de los suyos (López Espinosa Rogelio, 1994: 50; 2005: 31).

Como las bandas de rebeldes en la Zona se habían revitalizado con la llegada del Contingente de Francisco Xavier Mina a la Región de Pinos el 19 de Junio de 1817, debieron ser los Ayuntamientos, los cuerpos locales, su gente y sus recursos los que siguieron desempeñando un importante  papel para mantener el orden y la paz. En la Villa de la Encarnación fungía como  “Alcalde Constitucional”  en Junio de 1817 Don Ignacio Romo y del Portillo, quien procedía de la Jurisdicción de Jalostotitlán (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 244). (107)

Fue el 24 de Junio de 1817, cuando arribó al “Fuerte del Sombrero” el Guerrillero Navarro Xavier Mina, luego de una triunfal marcha de 30 días por territorio infestado de fuerzas enemigas y el 31 de Julio, el Mariscal de Campo Pascual Liñan, al frente de un poderoso ejército Realista, dió principio formal al sitio del Fuerte del Sombrero. El viernes 8 de Agosto, Mina, Encarnación Ortiz y Miguel Borja escapan, obligando a Liñán a estrechar más a los sitiados, siendo ocupado el fuerte el 20 de agosto, por lo cual los días 21 y 22 de agosto son fusilados todos los prisioneros, extranjeros y del país, así como los heridos. Los Caudillos Mina y Moreno fueron perseguidos por   el Coronel Francisco Orrantia, quien los sorprendió, aprendiendo  a Mina y matando y decapitando a Moreno (108) el 27 de Octubre de 1817 en un paraje del Rancho el Venadito de la Hacienda de La Tlachiquera, Jurisdicción de León Guanajuato (López Espinosa Rogelio, 2005: 32 y 33).

Don Pedro Moreno, había encomendado a Don Santiago la custodia del Fuerte del Sombrero. Sin embargo después de 20 días de sitio fue tomado el fuerte el 20 de agosto de 1817 y  hecho prisionero Don Santiago, de acuerdo con el parte dirigido  por el Mariscal Don Pascual Liñán al Virrey Juan Ruiz de Apodaca, donde se le registró con el nombre erróneo de Sebastián González:

 

Tengo la satisfacción de participar a vuestra excelencia que el fuerte del Sombrero, casi todos los extranjeros de Mina, el cabecilla Sebastián González y las mujeres de este y moreno con los hijos de uno u otro, están en mi poder desde esta mañana. (109)

 

Por la Noche, Don Santiago González  y otros muchos prisioneros fueron atados a los arboles para que no se fugaran. González se desato con maña y se dirigió al borde del fuerte que estaba más cerca, y comenzó a bajar asiéndose de las peñas; pero como estas no permitían asidero, cayó de espaldas y se lastimó; aunque el daño no fue tal que le impidiese andar. A pesar de los muchos golpes recibidos en la huida, continuó en la guerra insurgente acaudillando las partidas de la Sierra de Comanja. A la muerte de Pedro de Moreno fue electo Comandante general de la Provincia del Potosí, lo cual provocó una escisión entre los guerrilleros de la Sierra de Comanja (Hernández Lugo, 1997: 46). (110)  

Don Manuel González Rubio y Tello de Orozco, originario del “Rancho Viborillas”, en la jurisdicción de Encarnación y hermano de Don Santiago,  quien había sido casado durante su estancia en  “El Fuerte del Sombrero” por el Sacerdote Don Guadalupe Díaz con Doña Nicanora Moreno y González, hermana de Don Pedro Moreno. Murió ostentando el grado de Teniente Coronel en defensa de dicho fuerte durante el asedio final. Doña Rita Pérez de Moreno, y Doña Carmen González de González, junto con sus pequeños hijos fueron hechos prisioneros de guerra y tratados sin consideración, hicieron el viaje a pie hasta León, donde fueron confinadas en la cárcel; luego, fueron trasladadas a Silao. Los niños Refugio González y González  estuvieron presos en Irapuato  hasta finales del año de 1818, tiempo que fueron conducidos a la Villa de la Encarnación, teniendo Doña Carmen el placer de haberse reunido a su esposo, pues sus hijos Felipe y Refugio Ignacio fueron reducidos a prisión por el comandante Realista Jaime en la Villa de la Encarnación, (111)  donde permanecieron como rehenes hasta la Consumación de la Independencia (Hernández Lugo, 1997: 40,46 y 48; López Espinoza Rogelio, 2005:43; De Castaños y Cañedo Francisco Javier, 1982: 172).

El 18 de Enero de 1818, a las tres de la tarde el Comandante Realista Don Hermenegildo Revuelta tuvo noticia de que una corta gavilla procedente de la Sierra de Comanja, se había aproximado a la Villa de Encarnación, en donde habían ocasionado algunos males. Por lo que hizo salir una partida de  a 50 caballos para que amaneciendo en los Cerros de Mariquita ahuyentasen a la gavilla y la pusiesen en fuga para donde los esperaban tres partidas en sus madrigueras, siendo este el medio más seguro para escarmentarlos dando muerte a dos de los perversos y capturando un prisionero (López Espinosa Rogelio, 1994: 58).

El 6 de Marzo de 1818 cayó el fuerte de Jaujilla, sitiado desde el 20 de Diciembre Anterior y al día siguiente 7 de marzo, el Capitán Realista Manuel Campos dio muerte a un Insurgente en la Hacienda de Mariquita, dos más fueron capturados y fusilados en Lagos (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 236).  (112)

El 20 de Septiembre de 1818, habiendo tenido la noticia de que el rebelde Santiago González con los restos de su Gavilla se había retirado de la Sierra de San Felipe para los Altos de Ibarra. Solo consiguió dar muerte a dos rebeldes y agarrar a cuatro vivos, aprendiéndose también a tres mujeres que tenían en clase de cocineras y un muchacho que servía de mandadero. Fugándose González para la parte de Silao, con cosa de 30 que le quedan de su Gavilla (López Espinosa Rogelio, 1994: 71).

El 9 de Abril de 1819, El Capitán Iguanzo, al recorrer desde el Puerto de Cuarenta a Ojuelos, consiguió dar muerte a tres rebeldes de los cinco que se habían internado a robar hacia la Villa de la Encarnación. El 13 de Julio de 1819 el Capitán Realista Iguanzo mató a tres Insurgentes en la Encarnación (López Espinosa Rogelio, 1994: 82). (113)  

El 24 de agosto de 1819 a tres leguas al poniente de Tlachiquera, una fuerza quemó y destruyó el campamento del Cabecilla Santiago González, consiguiéndose hacer solo 6 prisioneros y 15 remontas de regular servicio. A los prisioneros se les mando formar la correspondiente sumaria para que sean juzgados conforme a las Superiores Ordenes que tratan de la materia, y las remontas quitadas se repartieron entre los Realistas de la Villa de Lagos, los de la Encarnación, San Juan y Ciénega que lo acompañaron (López Espinosa Rogelio, 1994: 88 y 89).

El 11 de octubre de 1819, el Comandante Rebuelta, comunicaba que a pesar de no dejar ni un momento de perseguir las Gavillas del Rebelde Santiago González. Este se fugó de las inmediaciones de Comanjilla y los Otates, reuniendo  “últimamente los miserables restos de clientes que le quedaban”. Sin embargo sus gavillas seguían hostilizando la región: al finalizar el mes de octubre estaban por el rumbo de Ojuelos y Cienega de Mata, y en Noviembre,  el Intendente Gayangos informó al Virrey de una incursión a la Hacienda de Pabellón de cuatrocientos o quinientos rebeldes al mando del Padre Torres, de Encarnación Ortiz “El Pachon” y de Santiago González. Según Gayangos en el enfrentamiento murieron más de cien de aquellos (López Espinosa Rogelio, 1994: 94 y 97; Sánchez Tagle Héctor, 2008: 245).

El 12 de Diciembre de 1819, Rebuelta comunicaba al Virrey, que a pesar de haberse retirado del rumbo Encarnación Ortiz con el grueso de su Gavilla, dejaron al Cabecilla Santiago González con algunas cortas partidas, pero por estar los pueblos poseídos de pavor, creyendo que aún quedaban miles de rebeldes los dejaron señorearse del país y proporcionarse adictos. Por instrucciones del Excelentísimo General Don José de la Cruz, Rebuelta montó los 100 infantes del Batallón Barcelona que hacían servicio en la sección de su mando y con igual número de caballos llegó el día 7 de Diciembre a la Hacienda de Paredes, persiguiendo por todas partes los restos  de la Gavilla del Cabecilla González, a quien ya solo lo acompañaban cosa de unos 14 o 16 que son toda la fuerza que le queda (López Espinosa Rogelio, 1994: 100 y 101).

Estrechado el Coronel Don Santiago González y sin poder huir a su antigua madriguera, “tomó el único partido que le quedaba, presentándose a implorar la Real Gracia del Indulto en el Valle del Huejucar con su familia y 18 que le quedaban de su Gavilla, la cual le concedió interinamente el Comandante de aquel puesto”. Este fue el motivo del comunicado de Rebueltas al Virrey el 13 de Diciembre de 1819. En la lista de indultados enviada el 22 de Diciembre, se registró al Comandante y General de Zacatecas Don Santiago González; Capitanes Don Manuel Rodríguez, Don Tomas Delgado; Don Guadalupe González, Eleuterio Ontiveros y Pedro Cuellar; Teniente Cornelio Moreno; Sargento Victoriano García; Soldados Cleto López, Gil Barbosa, Manuel Paredes, Francisco Espinosa, Dolores Almaguer, Antonio Basilio Reyes, José María Calvillo, Cayetano, Apolonio, Cornelio y Gregorio Ontiveros, Henrique Quesada, Rafael Gómez, José María Padilla, José Antonio Hernández, Rufino Gómez, Justo Tapia, Manuel Crecencio y Pedro García, Clemente, Justo Luera, Miguel Calvillo, Rufino y Antonio Pérez, quienes presentaron sus caballos, 27 fusiles, 18 lanzas y 14 espadas y machetes. Además de haberse presentado otras 22 personas entre mujeres y muchachos  (López Espinosa Rogelio, 1994: 103 y 104).

Dice el Maestro Don Rogelio López Espinosa, que ya por  finalizar el movimiento armado, a Don Santiago González y Tello, por haberse acogido al indulto juntamente con los restos de su exigua tropa, le tocó  también, como a otros antiguos Insurgentes, no solo deponer las armas, si no también el triste y deplorable papel de convertirse en persecutor de sus antiguos compañeros, sirviendo a la Causa Realista  bajo las ordenes de Rebuelta y en compañía del Teniente Coronel graduado Don Manuel Campos y de la “Partida de Indultados” (López Espinoza Rogelio, 1994: XVII, 106). (114)

El 27 de Enero de 1820, el Virrey enviaba a Rebuelta un comunicado exhortándolo a que continuara con su eficacia “en la persecución de los Pachones y de los pocos secuaces que les han quedado hasta acabar con ellos, y por lo que respecta al indultado D. Santiago González que continúe también en sus buenos servicios y será premiado”. Fue tal la labor Contrainsurgente de Don Santiago, como un aparente arrepentimiento mostrado ante “sus yerros pasados”, que el Comandante Realista Don Hermenegildo Rebuelta lo recomendó ante el Virrey de la Nueva España Don Juan Ruiz de Apodaca, porque “se ha manifestado infatigable y decidido hasta el grado que es de desear conseguir el total exterminio de los restos de enemigos que quedan” (Según el parte remitido por el Coronel Hermanegildo Rebuelta al Virrey Conde de Venadito y fechado en Lagos el 16 de Enero de 1820, publicado en la Gaceta el 12 de Febrero del mismo año y citado por el Doctor Don Rogelio López Espinoza, 1994: XVIII y 110).

Al llegar el año de 1820 el cansancio pesaba en ambos bandos. Las gavillas de insurgentes nunca habían podido extinguirse del todo y entre todas las clases sociales del virreinato se extendía la idea de que a nada conducía seguir legados a una España en plena decadencia. Los avatares políticos por los que atravesó la metrópoli, con sus danzas y contradanzas entre Liberales y Conservadores, daba una imagen muy poco ejemplar en el Virreinato de la Nueva España. La gota que derramo el vaso de los cambios políticos fue el golpe de estado liberal que en la península reimplantó la obediencia a la Constitución de Cádiz de 1812. Todos los territorios de la monarquía hispánica, por lo tanto, debieron renovar sus juramentos de adhesión a la carta que el Rey Fernando VII había proscrito de un plumazo seis años antes. Lanzándose la convocatoria para que las Cortes reiniciaran sus sesiones el 9 de Julio de 1820 sin haber podido resolver antes la igualdad de los habitantes del Imperio (Ribes Iborra Vicente, 1987: 159 y 160; Sánchez Tagle Héctor, 2008: 237).

El triunfo de los liberales españoles y la restauración de la Constitución, en la Nueva España confrontó las opiniones de los grupos conservadores, quienes veían con malos ojos las medidas radicales de las cortes al  apoyar la eliminación del Tribunal del Santo Oficio; la expulsión de los Jesuitas, a quienes Fernando VII había readmitido en España; la supresión de las Ordenes Monacales, la reforma de las Regulares y la confiscación de sus propiedades. Pues por otro lado, ciertos sectores Novohispanos partidarios de un régimen representativo y constitucional no estaban satisfechos con la escasa participación que las Cortes daban a los Americanos (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 237).

Con la restauración de la Constitución, se reinstalaron los Ayuntamientos Constitucionales y las diputaciones provinciales, registrándose como Alcalde Constitucional de la Villa de la Encarnación a Don Juan José Villalobos. (115)   Sin embargo la Constitución se veía como una amenaza para la Iglesia, el Ejército y las Comunidades Indígenas, por lo cual muchos Novohispanos empezaron a buscar una forma de gobierno alternativo que representara mejor sus intereses. Los mismos peninsulares que habían combatido a los Insurgentes, a través de reuniones secretas en la antigua Iglesia de la Profesa, y  para evitar que la Constitución se implantara en la Nueva España, las élites decidieron que lo mejor sería romper todas las amarras con la Madre Patria, apoyándose para lograrlo en Agustín de Iturbide, (116) influyendo para que el Virrey Apodaca lo nombrara Comandante del Ejército del Sur, con la consigna de acabar con Vicente Guerrero. En vez de combatirlo Iturbide lanzó el Plan de Iguala, que declaró a México país independiente, católico, hogar de peninsulares, criollos, indios y negros por igual,   garantizando así la pervivencia a los grupos en el poder, sus privilegios y posiciones, y a la sociedad la “Unión, fraternidad, orden, quietud interior, vigilancia y horror a cualquier movimiento turbulento” (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 238; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2001: 259; González y González Luis, Viaje por la Historia de México, 2009:33).

De la unión de las Fuerzas de Guerrero e Iturbide surgió el Ejercito Trigarante, que rápidamente se apodero de la Nueva España, pues  Agustín de Iturbide logró montar una coalición de todos los que, por una razón u otra, estaban enemistados con España. Proclamándose el Plan de Iguala el 24 de Febrero de 1821, mediante el cual se establecía la conservación del Catolicismo como religión exclusiva; un Gobierno Monárquico Constitucional encabezado por un representante de la Casa de los Borbones; y la preservación de los fueros eclesiásticos. Ofreciendo además la Nacionalidad a todo aquél que quisiera ser mexicano, sin importar su lugar de nacimiento, pues todos los que optaran por ser mexicanos serian iguales ante la ley (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 238).

En la Nueva Galicia el General Don Pedro Celestino Negrete, quien se había asociado al liberalismo en España, conjuntamente con otros funcionarios coloniales y militares de origen peninsular se adhirió al Plan de Iguala. Ningún pueblo ni villa  ya quería desprenderse de su guarnición, ni querían entablar ningún combate, por lo que estos tenían que hacerlos con aquellas Compañías formadas en su mayor parte por Regimientos Europeos. Este fue el motivo por el cual las Fuerzas Realistas, por el pretexto de escases de tropa no acudieron atacaran la Provincia de Guanajuato, mientras Agustín de Iturbide se hallaba con el resto de sus tropas en Irapuato  y el Jefe  Insurgente Bustamante asedio Lagos en el mes de abril de 1821 (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 239; Ribes Iborra Vicente, 1987: 160-162).

Desde la proclamación del Plan de Iguala, a lo largo del país, se fue jurando la Independencia en Ayuntamientos, Obispados, Diputaciones Provinciales y Jefaturas Políticas.  El 13 de Junio de 1821, a las diez de la mañana, ante la impaciencia de la oficialidad subalterna, Pedro Celestino Negrete junto con la tropa de su mando juró en San Pedro Tlaquepaque el Plan de Iguala, ocupando sin resistencia la Ciudad de Guadalajara esa misma tarde, de donde salió huyendo el General José de la Cruz al convencerse de que las fuerzas de la Guarnición de la Plaza estaban por el Nuevo Plan y ya no le reconocían el mando, se fue a Zapopán y de ahí tomó rumbo para Durango (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 240; Aguirre J. :172; López Espinoza Rogelio, 1994: XX).

Fue así,  que el General  Pedro Celestino Negrete salió de Guadalajara en persecución de José de la Cruz, quien no aceptó los hechos consumados y al cruzar por  la Región, Negrete recibió en todos los pueblos Honores de Héroe.  Al llegar a la Villa de la Encarnación el 3 de julio de 1821, fue recibido el General Negrete  por  Don Valentín Gómez Farías (117) y una comisión de Aguascalientes.  A causa de la proclamación de la Independencia y el decreto de ocho días festivos de celebración, Don Santiago González y Tello, conjuntamente con Don Valentín Gómez Farías quien  enarbolaba la bandera tricolor, “Juro la Independencia Patria”, entre los vivas de la multitud, celebrándose un “Te Deum” en la Iglesia Parroquial, para luego partir la comitiva para Aguascalientes, dejando la Villa de la Encarnación al mando de Don J.  Francisco Calvillo, (118)   Alcalde Constitucional de 1ª Nominación y Don Josef López, (119) como Alcalde Constitucional de 2ª Nominación de la Villa de la Encarnación y su partido. Estas nominaciones, a pesar de volver el gobierno a manos de los descendientes de Calvillo, parece que también se tomó en cuenta a los descendientes de los antiguos propietarios y donadores, por medio de estos miembros que los representaban a través de enlaces matrimoniales (Ribes Iborra Vicente, 1987: 163; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, altos: 507).

Como parte del Acto de Independencia de la Villa de la Encarnación, además de haber dado el “Santo Grito” el propio día, se libertó a unos Oficiales que despachaba presos Rebuelta por “adictos á la sagrada causa de nuestra libertad”. Según documentos localizados por Don Francisco Javier de Castaños y Cañedo, tataranieto del pequeño Refugio González y González, fue Don Coronel Santiago González y Tello de Orozco quien “Dio la Voz de la Independencia” en la Villa de la Encarnación en 1821, recatando a sus pequeños hijos del Feroz Realista Don José Antonio Xaime, quien venía siendo pariente de dichos niños por su esposa (López Espinoza Rogelio, 1994: XX; De Castaños y Cañedo Francisco Javier, 1982:172; Hernández Lugo Ezequiel, 1997: 46-48, quien publicó unas constancias, mediante las cuales el Teniente Coronel Miguel Frías y el Coronel del Ejército Permanente de la Republica Mejicana el Ciudadano Pablo Herdozain, antiguos excombatientes del Fuerte del Sombrero, certificaron los días 28 y 29 de Noviembre de 1842, respectivamente, estos hechos y la participación de la familia González y González en “nuestra lucha por la gloriosa emancipación de la Patria”).

Agustín de Iturbide nombró al General Pedro Celestino Negrete como Teniente General del Ejército Imperial y Capitán General en Zacatecas, Jalisco y San Luis Potosí, quien logró atraer al movimiento, mediante asensos a los militares partidarios de la Independencia, convirtiéndose Aguascalientes en coto de los Iturbidistas. Las Cortes españolas asumieron una actitud ambigua respecto a la Rebelión de Iturbide, y como consecuencia de un compromiso, se envió a Nueva España al liberal Juan O´Donojú como nuevo Virrey, quien desembarcó en Veracruz a fines de julio de 1821, cuando ya los Independentistas dominaban casi todo el país se vio obligado a entablar negociaciones con Iturbide el 23 de Agosto en la Ciudad de Córdoba. Los llamados Tratados de Córdoba ratificaron en lo esencial lo ya establecido por el Plan de Iguala, pasando la Nueva España a constituirse en una Nación Soberana e Independiente que se llamaría en lo sucesivo Imperio Mexicano. El 22 de Septiembre de 1821, se instaló una Junta Provisional Gubernativa, con el fin de lanzar la convocatoria para reunir las Cortes constituyentes del Imperio Mexicano, por lo cual los diputados electos quedaron más identificados con los grupos de presión locales que con la misma nación (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 240, 241 y 248).

El 27 de Septiembre de 1821 Agustín de Iturbide entró triunfante en la Capital Mexicana con su Ejercito Trigarante y consumó así la Independencia de México. Sin embargo la alianza política que logró conformar para alcanzar la Independencia era amplia y muy inestable, pues incluía al Ejército, al Clero, a la Nobleza, a los Empresarios, a Elementos Populares y a un amplio espectro tanto de Conservadores como de Liberales. En la Villa de la Encarnación se nombró como “Alcalde en Turno y Regidor 1º del Ylustre Ayuntamiento” a Don Ricardo Cervantes Macias, (120) “Capitán de la 2ª Compañía de Milicia Nacional”, cargo que debió de desempeñar por coto tiempo pues ya el 18 de Octubre de 1821 aparece nuevamente como “Alcalde Constitucional de Primer Voto” Don J. Francisco Calvillo (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 241).

Al año siguiente, ante el rechazo de España a reconocer la independencia, el 21 de Julio de 1822  Iturbide fue proclamado Emperador de México con el nombre de Agustín I, lo que provocó el enojo de los antiguos insurgentes, quienes se rebelaron contra él, terminando el Imperio con su renuncia en 1823 y exilio en Europa. La caída del Imperio fue fruto de la acción convocada por el pronunciamiento del Jefe de Guarnición Antonio López de Santana, pues la Guerra de Independencia había dejado un nutrido cuerpo de Oficiales, que se convirtieron en guardianes del orden, y el nuevo Estado, fue secuencia de un compromiso entre las oligarquías regionales, la jerarquía eclesiástica, los militares y los restos de nobleza todavía poderosa, excluyéndose totalmente a la masas rurales y urbanas (González y González Luis, Viaje por la Historia de México, 2009:33; Gutiérrez Gutiérrez, 1991: 510, 513).

Tras la caída del Imperio, gobernaban la Villa de la Encarnación  Don José Calvillo, (121) como Alcalde 1º  Constitucional y Don José Pánfilo de la Mora, (122) como Alcalde 2º Constitucional. En 1824 con base en la Constitución particular del “Estado Libre de Xalisco”, estableció la existencia de Ayuntamiento en cualquier poblado donde hubiese mas de mil pobladores, agrupados en “Cantones”, los que incluían uno o varios partidos llamados “Departamentos”. Los Cantones quedaron regidos por un “Jefe Político”, mientras los departamentos quedaron a cargo de un “Director Político” (Muriá José María, 2001:7 y 8).

Así el Partido de Lagos, se transformó en el Cantón No. II, encabezado por Lagos de Moreno, quien a partir del 27 de Marzo de 1824 se convirtió en Ciudad, y comenzaría su vida con tres departamentos: el de Teocaltiche, incluyendo su propia municipalidad, la de Mexticacán y la de Paso de Sotos; el de San Juan, con su municipalidad, la de San Miguel, la de Jalostotitlán y la de Encarnación; y el departamento de Lagos con su Municipalidad y la de San Antonio. En 1825 se registra como Alcaldes Constitucionales a Don Ignacio de Anda, (123) Alcalde 1º y a Don Tomas Macias, (124) como Alcalde 2º. (125)

El Doctor Don José María Muriá comenta que como a la legislación Centralista no le gustó la popularización de los Ayuntamientos, mantuvo nada más los tradicionales, llamando a los Cantones, “Distritos”. Pero, por más que hubiera Cantones o Distritos, la base de la División Territorial Jalisciense seguía siendo lo que los Federalistas llamarón Departamentos, mientras que los Centralistas, continuaron denominándolos partidos al modo de las intendencias establecidas en 1786, siendo herederos directos de las antiguas Alcaldías Mayores. (126)

A los pleitos entre Realistas e Insurgentes sucedieron casi inmediatamente las habidas entre Conservadores y Liberales como una adaptación de los viejos problemas a los nuevos tiempos. Por un lado, se unirán los miembros del ejército, alto clero, hacendados y nobles criollos; en la otra posición, el bajo clero y casi todos los abogados (Ribes Iborra Vicente, 1987: 169; Gutierrez Gutiérrez, 1991: 514).

En la Villa de la Encarnación, el grupo de Abogados que dirigieron el rumbo del pueblo, estaba integrado por el Licenciado  Francisco Amador de Anda; el Lic. Ygnacio Xayme y de Cuellar y su hijo el Lic. Ysidoro Jaime Mora; el Lic. Vicente Calvillo de Anda, nacido en 1814; el Lic. Ignacio Exiquio Calvillo Ibarra, nacido en 1828; el Lic. Don Toribio Mora Franco, quien además fue uno de los Notarios de Encarnación, nacido en 1839;  el Lic. Don José María Lozano Mora, nacido en 1836, entre otros. Al igual que los jóvenes de su edad, el Licenciado Vicente Calvillo ingreso primero al Seminario de Guadalajara, para luego continuar la carrera de Abogado, desempeñando su profesión  por un tiempo en la Ciudad de Lagos de Moreno, donde contrajo matrimonio en 1834 con María Octaviana de Hoyos, preocupándose en dar a sus hijos Melesio y Luis Calvillo de Hoyos, el estudio de una Carrera Profesional en la rama de la medicina. En nuestra población también fueron Doctores desde mediados del Siglo XIX: Dr. José de Jesús Calvillo Ibarra; Dr. Julio Córdova Quesada y el Farmacéutico  José Conrrado Guerra, quienes en su momento ocuparon la Alcaldía Constitucional de Encarnación.

Así fue como algunos Encarnaciones además de sus estudios y experiencias de trabajo por diversos puntos de la Republica Mexicana, fueron adquiriendo lentamente un pensamiento con tendencia liberal, distinguiéndose por su inteligencia entre los “Hijos de Nuestro Pueblo”, el Ingeniero y Astrónomo Don Ángel Anguiano Limón, quien llegó a ser “Mazón Grado 33”, Presidente de la Sociedad de Geografía y Estadística, y encargado del Observatorio de Tacubaya. Gracias a las investigaciones y publicaciones del Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo sabemos del Patriota Liberal General Refugio I. González y González, nacido el 9 de Enero de 1814 en el Rancho Viborillas, hijo de los Insurgentes, Coronel Santiago González y Tello y Doña Carmen González y Muñoz; (127) y el Doctor Don Melesio Calvillo Hoyos, quien fuera un Liberal Republicano, que a su regreso creó el periódico local al que llamó “El Zurriago”, que quiere decir “El Látigo”, con el que reía la timorata gente de la Encarnación (Quesada Cervantes Alfonso, 1922: 45). (128)

En el México Republicano, en lugares relativamente pequeños como la Villa de la Encarnación, donde a los Funcionarios de la Administración Pública se les elegía de entre los mismos miembros del pueblo, al no contar ya con burócratas procedentes de la Madre España o de otros puntos de la Región, con quien continuar renovando la sangre europea o criolla de la Elite, se intensificó el recurrir al “Matrimonio entre Consanguíneos”, por “hallarse emparentados con las pocas familias que eran consideradas de su igual”. Fenómeno que ha sido estudiado por la Maestra en Historia Doña Carmen Paulina Torres Franco, quien observó que son pocas las diligencias en las que se solicita “Dispensas Matrimonial” en esta Villa durante el periodo comprendido de 1795 a 1835;  pero notó que el número de documentos aumenta a partir del año de 1836, hasta el año de 1850, fecha en que comienzan a darse los cambios políticos y de legislación (Torres Franco Carmen Paulina, Matrimonio entre Consanguíneos en la Villa de la Encarnación, 1836-1850, 2006: 6, 45).

En la mayoría de los documentos analizados por la Maestra Torres Franco, nos dice que se alega pobreza de las partes y no expresan que su fin sea proteger o acrecentar los bienes de la familia; siendo el interés la conveniencia social, tomándose en cuenta para la elección del conyugue la educación, las costumbres o el nacimiento, prefiriéndose a alguien que perteneciera a su mismo grupo social, para que así el matrimonio fuera entre iguales, solicitando la respectiva dispensa por medio de  la causal de “angustia loci” estipulada por las leyes, argumentando que las otras personas que habitaban cerca de ellos “no son de igual nacimiento”, por considerar que casarse con alguien que no es de su igual, “resultaba peor que quedarse soltera”; en cambio el casarse entre parientes, con quienes compartían igualdad de educación y costumbres, hacían que el matrimonio les “fuera conducente para su bien espiritual y temporal” (Torres Franco Carmen Paulina, 2006: 55, 58,59,61, 68 y 93).

 Para el Doctor en Historia Don Jesús Gómez Serrano, la antigua élite de comerciantes y burócratas procedentes de España disminuyó en forma dramática, debido a que muchos de los antiguos inmigrantes regresaron a España, otros murieron y cesó por completo el arribo de jóvenes cajeros, que a lo largo de varias generaciones habían asegurado su continuidad. En cambio fue remplazada por los Soldados que fueron enviados durante la guerra y que no regresaron a su patria en 1821, sino que se acogieron a la política de la capitulación convirtiéndose en tenderos, artesanos  y pequeños agricultores. Sin embargo  fue promulgada el 20 de Diciembre de 1827 la Expulsión de todos  los Españoles, como una de las medidas de la primer Republica, preocupada de que ningún Español  pudiera ejercer un cargo público, civil o militar, de carácter federal, hasta que la independencia de México fuera reconocida por España, exceptuando  a los casados con mexicanas que hagan vida marital, los que tengan hijos que no sean españoles, los viudos con hijos mexicanos y los que tuvieran algún impedimento físico perpetuo (Gómez Serrano Jesús, 2002: 240- 242).

Debido a la Ley de Expulsión y sus excepciones, el Gobernador del estado de Jalisco,  en 1828 informó al Ministerio de relaciones exteriores sobre los Españoles que presentaron juramento y residían entre otros lugares en la Villa de la Encarnación. En 1830 el español José María Pérez, avecindado en esta Villa, solicitó excepción de la ley, remitiendo para ello testimonios que comprobaban su mala salud. (129)  

A pesar del mestizaje ocurrido durante el Virreinato, en el México Independiente “Los Blancos Pobres”, cada vez fueron teniendo más acceso a la sociedad y pudieron gozar de situaciones que antes les resultaban vedadas.  Los antiguos Caudillos-Guerrilleros Regionales, serán los que surtirán de personal dirigente a la republica, quienes al ascender a los máximos puestos oficiales quedaran dueños del control. Fue así que en 1833 Don Valentín Gómez Farías llamó a su lado a Don Santiago González y Tello y lo nombra Jefe de su Estado Mayor, mandándolo más tarde de Comandante Militar del Estado de Chihuahua. Regresando a la Villa de la Encarnación para manifestarse hostilmente  en contra de la tiranía del gobierno central a principios de Mayo de 1838, bajo el pretexto de hacer unas ruidosas carreras de caballos, organizó un numero de 200 rancheros bien montados y con algunas armas, dirigiéndose a   Aguascalientes, donde entraron sorpresivamente el día 4, apoderándose de $ 2,117 pertenecientes a la Renta del Tabaco; después de varias asonadas, en las que estaban detrás de él Don Valentín Gómez Farías y Don Anastasio Bustamante, fue apresado y llevado a la Ciudad de México, y tras de ser absuelto se quedo en la Capital, donde murió el 26 de abril de 1846 (Gutiérrez Gutiérrez, 1991: 514, 515, 536; Hernández Lugo Ezequiel, 1997:51).

Las penurias del Estado contribuyeron a que el régimen político reforzara la superioridad económica de los Agiotistas o prestamistas a corto plazo, quienes agravaron con altos intereses a la sociedad regional y a los ranchos y haciendas alteñas, que habían continuado con sus funciones agroganaderas y de auto consumo, ante el resentimiento de la ganadería mayor, en especial la disminución de ganado caballar provocó que su mercado fuera sustituido por la cría de cerdo, que proporcionaba materia prima para la industria jabonera. A pesar de la situación política, la hipoteca eclesiástica siguió operando extraoficialmente como la principal fuente de crédito a largo plazo. La apertura al comercio extranjero permitió la adaptación de los modelos ingleses y norteamericanos, recobrando la Feria de San Juan de los Lagos su importancia como punto estratégico de comercio por el constante circular de peregrinos, remplazando las mercancías traídas  del Puerto Liverpool a las procedentes del Puerto de Cádiz, trayendo como consecuencia la resistencia de las artesanías locales, echando por tierra la incipiente industria regional, pero a pesar de ello siguieron siendo los  tendejones los principales lugares en que se vendían tanto efectos extranjeros como nacionales o locales (Gutiérrez Gutiérrez, 1991: 515 -524).

De acuerdo con la Estadística del Estado Libre de Jalisco, formada de Orden del Supremo Gobierno del mismo Estado, con presencia de las noticias que dieron los pueblos de su compresión en los años de 1821-1822, El Departamento de San Juan, al que pertenecía el Ayuntamiento y el distrito de Villa de la Encarnación, registró que los habitantes de esta demarcación son generalmente dedicados a los trabajos del campo, y muy pocos al tejido de lana y algodón en lienzos ordinarios; abundando en las especies de ganado el vacuno,  pues la caballada solo se criaba en las Haciendas, y las mulas quedaban pocas. Veinte años después, en 1842 en las Noticias Geográficas y Estadísticas que se reunieron sobre el Departamento de Jalisco, se menciona a la Villa de la Encarnación como cabecera de Curato, perteneciente al Primer partido de Lagos en el llamado “Distrito de Lagos”; compuesta por una población de 4386 habitantes, dedicados principalmente a los tejidos de algodón y lana (Roa Victoriano, 1981:43; López Cotilla Manuel, 1983:66).

El 1º de Marzo de 1854 en Ayutla Guerrero, fue proclamado por Florencio Villareal el llamado “Plan de Ayutla”, el cual tenía entre sus fines el desconocer a Antonio López de Santa Anna como presidente de México, quien como dictador se caracterizó por su autoritarismo, la centralización del Régimen, y por limitar la autonomía de las regiones, ocasionando el descontento de gran parte de la población. El Plan de Ayutal fue enarbolado por Juan Álvarez provocando un movimiento armado que obligó a Santa Anna a dejar la presidencia y a uir del país. Tras su derrota, subió al poder una nueva generación de Políticos identificados con las ideas liberales, aquellos que su carrera se creó en medio de la inestabilidad política nacional, la dictadura y el exilio. Destacando prominentes personajes como el Licenciado Benito Juárez, quienes compartían el deseo de acabar con el pasado colonial y poner el país, “a la altura del siglo” (SEP, 2009:90-92).

A pesar de que los Católicos de la Región, preferían cumplir primero con las obligaciones que su fe les imponía y, después, con las Civiles. La injerencia del Gobierno por controlar a la Iglesia, sujetándola al Poder  Político, contribuyó a transformar la composición del Clero Alteño, debido entre otras cosas, porque en los Colegios y Seminarios, a mediados del Siglo XIX se dejó de pedir a los aspirantes, como requisito su “Genealogía, Vida y Costumbres”, por considerarse obsoleta, permitiendo al fin el acceso a gente de toda clase y condición (Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio 1991: 528; De Castaños y Cañedo, Francisco Javier, 1982:5).

Sin embargo la consolidación del Nuevo Orden, no podrá erradicar las  antiguas tradiciones, por que los grupos dominantes seguirán como depositarios de estas; pues “a mayor defensa de las tradiciones, mayor fortalecimiento del dominio político de los grupos”. Escribe al respecto el profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, que cuando los patrióticos legisladores aprobaron en 1857 las reformas a la Constitución, ya desde, por lo menos diez años antes, los congresos de los estados ya habían  realizado sondeos en diversas villas y puntos del país. Siendo este el motivo por el cual el 21 de Julio de 1847 la representación del Ilustre Ayuntamiento de la Encarnación, manifestó su opinión conservadora sobre el Dictamen de la Comisión de Reformas del H. Congreso de Jalisco:

“(…) Uno el pueblo mexicano en su creencias, uno en su religión, uno en su Iglesia; ya que en todo lo demás obra en él de una manera tan espantosa la desunión y la discordia; déjesele al menos el dulce consuelo de abrazarse los unos a los otros como hermanos en un templo; los mismos que en revueltas políticas, en las elecciones y asambleas se despedazan sin piedad. ¿Qué ventajas puede acarrear en lo político la tolerancia que pretende introducirse?. Ninguna Señor: Y en humilde sentir de esta corporación, los males que tal medida causara vendrían a destruir de un golpe nuestra mal formada nacionalidad, y á cegar para siempre las fuentes de nuestra dicha, reservada entera al porvenir, con que esperanza aunque remota lisonjea todavía en medio de nuestros vayvenes, la ya cansada paciencia de este pueblo (…)”

Quienes suscribieron el impreso de 10 páginas, fueron los Ciudadanos Antonio Cornejo Nieto, (130) Mariano de Anda Pérez, (131) Ramón Calvillo Macias, (132) Miguel Aranda, (133) Manuel Calvillo Cuellar, (134) Jesús Calvillo, (135) Ignacio Cornejo, (136) Jesús Ibarra Díaz, (137) J. Félix de Alva (138) y el Secretario, Rafael de Anda. (139) Ni más ni menos, que los hijos de las familias pertenecientes a la  oligarquía en los años previos a la independencia, a los que se les agregaron los Cornejo del Barrio de España, y los Aranda e Ibarra, procedentes de San Miguel de los Alba. ¿En realidad era el pueblo de Encarnación conservador, o solo los miembros de la antigua elite, quienes no querían perder sus privilegios y su poder?.

A principios de 1856 el Gobierno Estatal instruyó a los Jefes Políticos a que conformaran nuevos Cabildos, indicando que los Síndicos de los Ayuntamientos debían saber leer y escribir, ser ciudadano en el ejercicio de sus derechos, no menores de 25 años, vecino del distrito del Ayuntamiento y con residencia en él los tres años anteriores a su elección. Tras mandar las listas para renovar Ayuntamientos y Comisarias, el Gobernador recomendó escogieran adictos al gobierno o al menos pacíficos, realizándose las votaciones en diciembre para iniciar labores los Cabildos renovados en Enero. Un decreto de 24 de Marzo de 1857 del Supremo Gobierno del Estado, a cargo del entonces Gobernador sustituto Jesús Camarena, ordenó a los Cabildos Municipales que juraran la Constitución, los empleados y autoridades civiles y militares, conforme a la formula prevista en la Ley General; advirtiendo que quienes se negaran serian despedidos de sus empleos. ¡Sorprendente!, la Villa de la Encarnación fue la primera población regional que la juró:

El acto de Jurar la “Constitución Liberal” en la Encarnación, se realizó el 13 de Abril de 1857, presidido por el Alcalde Paulino Cornejo Díaz, (140) estando presentes en la Sala de Cabildos, además de los Regidores, Miguel Aranda Díaz, (141) administrador de correos; Julio López, (142) Tesorero Municipal y el Guarda Antonio de Anda. (143) Quienes accedieron a jurarla fueron Paulino Cornejo, los Regidores Félix Gutiérrez (144) y Celedonio López (145) y el Secretario de la Corporación Manuel Calvillo. (146) En su calidad de Alcalde, el Ciudadano Paulino Cornejo, les comunico a los miembros y empleados que se negaron que, por lo dispuesto en el artículo diez del Decreto, ya no podrían continuar desempeñando las funciones públicas que les competían. Meses después nombraría el Jefe del Cantón a los faltantes; quedando constituido por 6 regidores y un sindico, y como presidente municipal Pedro J. González. (147) (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, Los Altos de Jalisco durante la Guerra de Reforma e Imperio de Maximiliano 1850-1870, 2006: 79 y 80).

Tal vez  debió, tocarle a la Villa de la Encarnación el turno por orden alfabético o por sorteo, sin embargo cuando tocó el turno a la población de San Juan de los Lagos, se  amotinó, teniendo que comisionarse al General José Silvestre Muñoz para que con fuerzas de Lagos sofocara el motín. Ser de los primeros en jurarla fue su pase para que años más tarde, siendo nuevamente Gobernador de Jalisco el Ciudadano Jesús Camarena, el Congreso le concediera la elevación al Rango de Ciudad.

 

 

Arquitecto Rodolfo H. Hernández Chávez
Cronista de Encarnación de Díaz, Jalisco.


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1. Era tradición entre las familias de Encarnación el enviar a los hijos a los Seminarios con el fin de despertar en ellos la vocación sacerdotal, convirtiéndose está en la principal forma de salir del pueblo para poder estudiar, pues el quedarse implicaba un panorama poco alentador, al tener que trabajar en las labores del campo, cuidando y ordeñando vacas; de jornalero en una huerta o en un taller artesanal  y en contadas ocasiones de dependiente en alguna tienda o negocio local. ¿Fueron estas, Vocaciones Sacerdotales, o simplemente se dejaron arrastrar los jóvenes ante los intereses familiares?, pues al transcurrir el siglo XIX aparecerán jóvenes profesionistas encarnacionense, ya sean Doctores o Licenciados, quienes primero obtuvieron el grado de Bachiller o iniciaron su formación académica en algún Seminario, quienes al vivir por un tiempo fuera de la Encarnación probaron “Las Mieles del Liberalismo”. Si no se entendiera este contexto, parecería inverosímil que en una población tan conservadora, existan escritos como los dejados por Don Wistano Quesada Calvillo en los que se hace referencia a sus estudios: “(…) Pase, un año después a Zacatecas, en cuyo seminario, cárcel disfrazada para mi, experimenté, en parte, los golpes del destino. Encerrado cual monje, con una multitud de ciento y tantos internos, y, lo que es mas sujeto al miserable sustento de un infeliz presidiario (…)”    Sin duda este joven no tenía vocación sacerdotal, pues no dudó en salirse del Seminario para matricularse en el Instituto de Ciencias de Aguascalientes, de donde fue sacado por su padre según escribió: “(…)    Al casarse mis hermanos mayores, tuve necesidad de regresarme a casa, abandonado por completo mis estudios, después de haber pisado las aulas siete años. Constituido en factótum de mi casa; y al frente de sus pequeños negocios, que no debo desatender, solo puedo sepárame de esta población cuando ellos mismos lo exigen (…)” (Quesada Wistano, Copiador para la correspondencia particular, No. 1, Carta al Señor Ismael L. Martín, en la Soledad, 17 de Enero de 1900, fojas 35 y 36 y Carta a la Señorita María Galván, en Aguascalientes, 13 de Marzo de 1903, foja 103. Agradezco enormemente a mi prima la Señora Rosa Elia Quesada Parada y a su Señora madre, mi tía Doña Elia Parada Jiménez viuda de Quesada, el haberme facilitado mas de mil cartas elaboradas por diversos miembros de la familia, de Encarnación y de lugares circunvecinos).

2. Con el nombre de “Tierra Adentro”, se designaba a una vasta Región del Altiplano, cuyo principal enclave urbano fue la Ciudad de Zacatecas, la cual surgió como un núcleo último de civilización hispánica y el punto a partir del cual se procederá a un avance constante hacia el norte. Esto contribuyó a que por este camino  a menudo se desplazara la población tradicionalmente inestable, caracterizada por deslices religiosos de toda índole y manifestaciones benignas de magia y hechicería, donde los individuos surgidos de sectores sociales diferentes se expresan con extraña soltura, y actúan con el mayor desparpajo. Según datos localizados y publicados por el Contador Don Humberto Chávez Aranda en el Archivo del Arzobispado de Guadalajara, al eregirse en 1778 la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, hubo controversias inclusive en el ámbito judicial entre la feligresía acostumbrada a vivir sin freno moral durante muchos años y la voluntad férrea del Bachiller Don Manuel María Gutiérrez Coronado, con “arraigados valores alteños”, quien como su primer Párroco deseaba ver a su feligresía vivir de acuerdo a la Moral Cristiana  (López Espinoza, 1994:109; Alberro Solange, Inquisición y Sociedad en México 1571-1700, 1993: 379, 381-383; Chávez Aranda, Encarnación-Mito y Realidades, 2004: 142)

3. Don Agustín Manuel Calvillo, por ser el principal fundador obtuvo el cargo honorario de Alférez Real. Debió ser su abuelo Don Juan José Pérez Calvillo, originario de la Villa de Patzcuaro Michoacán, quien se estableció en la Región en 1653, al comprarle tierras en el Soyatal a Doña Beatriz Vázquez de Retamosa, ubicadas al Noroeste del Cerro de los Gallos. Don Agustín contrajo matrimonio el 16 de Abril de 1741 en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de la Aguascalientes, con Doña Juana Crisóstomo Hernández Gamiño y Ramírez Macias-Valadez, propietaria de tierras en el Sauz (Hernández Chávez Rodolfo H., Cronista de la Ciudad, “Datos Biográficos de los fundadores de la Villa de Nuestra Señora de la Encarnación de los Macias”, presentados ante el H. Cabildo de Encarnación de Díaz el 13 de agosto de 2002, con motivo de conmemorar el 242 aniversario de la fundación).

4. Don Salvador Manuel de Carvajal y Villalobos, originario de la “La Labor de los Muñoz”, en la Jurisdiccion Parroquial de Teocaltiche,  era primo segundo del Teniente de Alcalde Mayor Don Andrés Gómez de Carvajal, quien a hacia 1758 fue Teniente Comisario en el Puesto de San Miguel, el Sauz y la Estanzuela por el Señor Alcalde Mayor Don Carlos de San Gil. Salvador de Carvajal era  hijo de Juan Antonio de Carvajal y Mendoza y de su esposa Doña Gertrudis de Villalobos y Romo de Vivar, originaria esta de “La Labor de Muñoses”, perteneciente en aquel tiempo a la jurisdicción de Teocaltiche. Don Juan Antonio de Carvajal era hermano de Doña Gertrudis de Carvajal y Mendoza, hijos de  Don Gregorio de Carvajal Lomelín, y de su esposa Doña María de Valdivia y Gómez de Mendoza.

5. Don Isidro Cayetano Romo de Vivar y Lomelín. Originario de “La Soledad”, fue bautizado el 26 de Enero de 1702, siendo sus padres el Capitán José Romo de Vivar y Ruiz de Esparza y Matiana Lomelín y Pedrosa. Don Isidro contrajo matrimonio con María Gertrudis Moran de Ledesma y se estableció en la Villa de la Encarnación, donde se le registro en el padrón de 1770 ya como viudo. Radicó en  esta Villa hasta el día de su muerte, siendo sepultado  el 24 de Abril de 1786 en la Iglesia Parroquial con Entierro Mayor, Vigilia y Misa de cuerpo presente, en fábrica de quince pesos. Existe constancia de que  en 1782, cuatro años antes de su fallecimiento seguía desempeñando su cargo vitalicio de Regidor (González Leal Mariano, Estudio Histórico-Genealógico sobre la familia Guerra, de las Montañas de Asturias y Santander. Ramas de la Nueva Galicia, con un apéndice sobre la familia Romo de Vivar, 1982; Hernández Chávez Rodolfo H., 2002; Hernández Chávez, El Señor de la Misericordia de Encarnación de Díaz, Un Histórico Panteón y el Ancestral Ritual de la Muerte, 2008: 103).

6. Don Miguel Romo de Vivar y Sánchez de Porras. Nació en 1735 en la Estancia de “La Soledad”, fueron sus padres Don Cristóbal Justo Romo de Vivar y Lomelín y Doña Nicolasa Gallardo Sánchez de Porras. Don Miguel contrajo matrimonio el año de la fundación, con Doña Anna María de Ochoa y Tizcareño. Por un tiempo fue vecino de la Villa, la cual abandonó para radicar en  tierras del Mayorazgo de Cienaga de Mata, donde arrendó el rancho nombrado “Tierra Ajena”, falleciendo en aquella comarca el 28 de Noviembre de 1806 (González Leal Mariano, 1982; Hernández Chávez Rodolfo H., 2002).

7. Don José Sebastián Martin del Campo y Villalobos, hijo de Don Manuel Martin del Campo y de Doña María Villalobos, quien contrajo matrimonio con Doña María Trinidad González de Hermosillo y Moreno, hija de Don Cayetano González de Hermosillo y de Doña Felipa Moreno. Fueron vecinos del “Puesto del Tule”, y se les inscribió en 1782 en la Cofradía del Santísimo Sacramento de la Parroquia de la Encarnación. Entre sus hijos se cuenta al Bachiller Don Manuel Martin del Campo, quien para ser Sacerdote hizo levantar información testimonial de “Limpieza de Sangre” en 1802 en la Villa de la Encarnación (De Castaños y Cañedo, Francisco Javier, 1982:275).
 

8. Don Francisco Martín del Campo y Pérez de Paredes, procedente del Pueblo de San Juan, era hijo de Don Nicolás Martin del Campo y Ramírez de Hermosillo y de Doña Luisa Pérez de Paredes y González de Hermosillo, propietarios en la “Estancia del Duarte”, en aquella jurisdicción. Contrajo matrimonio el 10 de Julio de 1776 en Aguascalientes con Doña María Lucia Muñoz de Nava y Rubio, hija de Don José Joaquín Muñoz de Nava y de Alva-Bocanegra y de Doña Eufracia Rubio de Monroy y Martínez Basurto; Doña Lucia Muñoz era nieta paterna de Don Andrés Muñoz de Nava y Villalobos y de Doña María Teresa de Alva-Bocanegra y Martínez de Soto Mayor; Don Andrés Muñoz, fue uno de los hijos de Don Diego Muños y Catarina de Villalobos, propietarios de tierras en la “Cañada de San Diego”, conocida también como “Cañada de los Muñoz de Hermosillo”, o “Cañada del Morcillo”. Don Francisco Martín del Campo y su esposa eran vecinos del Puesto de San Antonio de los Villalobos, ubicado en dicha Cañada que baja del Cerro de los Gallos y perteneciente a la Jurisdicción de Teocaltiche. Don Francisco fue sepultado el 30 de Septiembre de 1794 en el interior del templo parroquial de la Villa de la Encarnación, por el Bachiller Juan Joseph Gutiérrez quien le dio Sepultura Eclesiástica con Vigilia y Misa de cuerpo presente, en fábrica de quince pesos (Hernández Chávez, 2008:104).
 

9. Don Juan Ignacio Buena Ventura Ramírez y Muñoz de Nava, originario de la “Labor de Don Santiago Esquivel”, ubicada en la “Cañada de San Diego”. Fueron sus padres Don Felix Ramírez y Martínez de Soto Mayor, originario del Sauz de los Macias,  Fundador y Regidor Perpetuo de la Villa de la Encarnación, y Doña María de los Dolores Muñoz de Nava y Villalobos, originaria de “San Diego”, e hija de Don Diego Muñoz de Nava y de Doña Catarina de Villalobos. Don Ventura contrajo matrimonio con Doña Potenciana López de Lara y Lozano, hija de Don Francisco Xavier López de Lara y González de Rubalcaba y de Doña Gertrudis Lozano de Gardea y Alva-Bocanegra. Don  Ignacio Ventura Ramirez fue durante dos periodos Mayordomo de la Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio, del 3 de Mayo de 1784 al 29 de Octubre de 1797 y del 26 de Junio de 1803 al 13 de Julio de 1806, prueba de las buenas relaciones que debieron de existir entre los Ramírez y el Señor Cura Don Manuel Gutiérrez Coronado, quienes se verán inmersos en las luchas contra los intereses del Alférez Real Don Agustín Manuel Calvillo. (Hernández Chávez, 2008:160).

10. Don José Casimiro de Villalobos,  debió ser originario de alguno de los ranchos cercanos a la Cañada de San Diego, pertenecientes a la antigua Estancia de los Villalobos, en la Jurisdicción de Teocaltiche. Solo sabemos que estuvo casado con Doña Juana Martin del Campo, y que  ya residían en la Villa de la Encarnación en Septiembre de 1777, cuando bautizan a su hija Anna Claudia; Don Casimiro y Doña Juana también pertenecieron a la Cofradía del Santísimo Sacramento establecida en esta Iglesia Parroquial, por lo cual el 18 de Diciembre de 1786, se hizo el pago a la correspondiente Cofradía por una misa que se le aplicó por motivo de su fallecimiento (“La Villa de Nuestra Señora de la Encarnación del Sauz de los Macias”, Revista, No. 57, Mayo-Junio 2006: 9; ANPE, Libro de la Cofradía del Santísimo; Libros Sacramentales, primer Legajo de Bautismos).
 

11. Don Lorenzo Mayoral y de Silva, originario de la Ciudad de Guadalajara, donde fue bautizado el 19 de Agosto de 1735, como hijo de Miguel Mayoral y Gertrudis de Silva. Contrajo matrimonio el 22 de Junio de 1756 en el Pueblo de Xalostotitlán con Doña Antonia Pérez-Franco y de la Paz, hija del acaudalado Comerciante Don José Joachín Pérez-Franco, quien en 1777 contaba con un capital de 5,000.00 pesos y de Doña Francisca de la Paz y Cortes, originarios de aquella jurisdicción, residentes que fueron de Guadalajara, para luego establecerse con los demás miembros de su familia en la Villa de la Encarnación (López Espinoza Rogelio, “Padrón Comercial de Lagos, S. XVIII”, publicado en el Boletín Nuestras Raíces; ANPE,  Libro de la Cofradía de las Animas, “Se registro que el Alcalde Don Lorenzo Mayora dió un terciado a la Cofradía de Animas”).

12. Don José Ignacio Calistro Lomelín y Martín del Campo, nacido en el “Rio de los Lomelines” y bautizado el 31 de Octubre de 1750, fue hijo de Jose Nicolas de Lomelin y Guerra y de Doña Anna Martin del Campo; nieto paterno de Nicolás de Lomelín y Pedrosa y de Doña Magdalena Guerra y Rodríguez de Portugal; bisnieto de Don Nicolás de Lomelín y Mendoza, originario de Nochiztlán y radicado en el Rio de los Sauces de Pedrosa, al contraer matrimonio el 5 de Febrero de 1782 en Lagos, con Doña Juana de Pedrosa y Villalobos, hija de Don Marcos de Pedrosa y de Alva y de Doña María Isabel de Villalobos. Se sabe que Don Calistro Lomelín fue vecino de “La Soledad” y contrajo dos matrimonios, el primero con Gertrudis de Cuellar, y el segundo fechado el 2 de Febrero de 1775 en Teocaltiche con Doña María Gabriela Villalobos. Don Calistro en 1784 fue inscrito en la Cofradía de las Benditas Animas del Purgatorio (Aranda, 2004:141 y 153,  “Informe de Francisco Xavier Arriola” y “Acta de las Obras Materiales de la Parroquia”; ANPE,  Libro de la Cofradía de las Animas).

13. Don Manuel María Gutiérrez Coronado, Primer Párroco de la Encarnación. Por su acta de defunción sabemos que fue hijo de Don Manuel Gutierrez Coronado y de Doña Figenia Martinez; y por datos localizados por el Contador Público Don Humberto Chávez Aranda en el Archivo del Arzobispado de Guadalajara, se sabe que nació el 25 de Marzo en la Feligresía de San Nicolás la cual formaba parte de la Parroquia de Tepatitlán, ordenándose a titulo de administrar el Curato de dicha Parroquia, en donde ejerció su  primer ministerio, pasando luego a Nochistlán, a la Hacienda de la Llave en Jalostotitlán; al Pueblo de San Miguel el Alto; y su destino final la Villa de la Encarnación  (Hernández Chávez Rodolfo H., 2008: 105; Chávez Aranda, 2004:218 y 219).

14. Según las investigaciones de Don José  Ignacio Dávila Garibi, el Bachiller Juan José Gutiérrez, era hermano de Doña María Feliciana Antonia Gutiérrez de Laris y González de Hermosillo, quien tomo el habito de Religiosa Capuchina Recoleta el 13 de Noviembre de 1791, tras haberse levantado su  información de “Limpieza de Sangre” el 30 de Septiembre de ese mismo año en la Villa de la Encarnación, lugar en el que se avecinó su familia. Pues sus padres Don José María Gutiérrez de Laris y González Rubio y Doña María González de Hermosillo y de Anda, eran originarios de la “Estanzuela” en la Jurisdicción de Jalostotitlán (Dávila Garibi José Ignacio, El Monasterio de Señor San José, de Pobres Capuchinas de Lagos, 1968:191, asiento LXV. Copia que me fue proporcionada por el Maestro Don José de Jesús Martin Flores, apasionado investigador de la Historia de San Juan de los Lagos y la Región Alteña, quien además de su amistad, ha compartido con migo sus investigaciones y me ha asesorado en mis investigaciones y publicaciones).

15. Bachiller Miguel Leandro Guerra y Gómez de Portugal. Sabemos gracias a los estudios genealógicos del Doctor Don Mariano González Leal, que nació el 22 de Febrero de 1769 en la Hacienda de Santa Barbará, la cual aun no se segregaba de la Jurisdicción de Lagos donde fue bautizado el 1 de Marzo de 1769 con el nombre de Joseph Ignacio Leandro de la Concepción Guerra y Portugal, hijo de Don Manuel Jacinto Guerra Valadez y de su segunda esposa Doña María Josefa Gómez de Portugal y Franco. Al erigirse la Parroquia de la Encarnación en 1778, las propiedades rusticas de la familia Guerra, incluyendo la  Hacienda de Santa Barbará pasaron a formar parte de su  Jurisdicción Parroquial.

16. Conocemos el origen del Bachiller José Joaquín Venancio Muñoz de Nava y Rubio de Monroy, gracias a las Investigaciones de Don Francisco Xavier de Castaños y Cañedo, quien localizó que este sacerdote nació en “La Villita” y fue bautizado en la Capilla del Señor San Miguel de los Alvas el 27 de Mayo de 1770, hijo legitimo de Don Joaquín Muñoz y de Alba, vecino Republicano de la Villa de la Encarnación y de Doña Eufrasia Antonia Rubio y Monroy hija de  Don Miguel Rubio y Monroy y de Doña Beatriz Basurto, españoles originarios de Guadalajara y vecinos que fueron por muchos años de la “Hacienda de San José de los Sauces”.  Por su parte Don Joaquín Muñoz de Nava y de Alba Bocanegra, era hijo de Don Andrés Muñoz de Nava y Villalobos y de Doña Teresa de Alva y Martín de Sotomayor, casados en Aguascalientes el 5 de Junio de 1719; Don Andrés, a su vez fue hijo de Diego Muñoz de Nava y de Doña Catarina de Villalobos; Doña Teresa, fue  hija de Don Antonio de Alva y Estrada Bocanegra y de Doña Magdalena Martin de Sotomayor y López de la Cerda. Entre los hermanos de este Sacerdote originario de la Encarnación, se ha localizado a Don Juan Muñoz de Nava y Rubio, comerciante de esta Villa registrado con un capital de 300 peso y un real, casado con María Anna de Cuellar y Guerra; y a Doña Petra Ignacia Muñoz de Nava y Rubio, casada en 1788 con Don José Vicente González de Hermosillo y Cuellar, hijo Don Andrés González de Hermosillo y de Anda  y de su segunda esposa Doña Eufrasia Cuellar-Monroy y Figueroa. Don Vicente González y Doña Petra Ignacia Muñoz, fueron los padres de Doña Carmen González de Hermosillo y Muñoz de Nava,  originaria y vecina de esta Villa, quien contrajo matrimonio el 28 de Enero de 1807 con Don Santiago González Rubio y Tello de Orozco, quien llegó a ser Coronel Insurgente. Tras la muerte de Moreno ocupo su cargo como Comandante General de la Provincia del Potosí y luego se le nombró Comandante General de la Provincia de Zacateacas. Don Santiago González, era originario del “Rancho de Viborillas”, hijo de  José Juan Antonio González Rubio y Lomelín, originario de “Santa Catarina” y de su segunda esposa María Antonio Tello de Orozco y Carbajal. Lamentablemente para esta familia, su “Tío Padre”, el Bachiller Don Joaquín Muñoz de Nava, había fallecido el 22 de Febrero de 1801 (De Castaños y Cañedo Francisco Javier, 1982: 111 y 112; Hernández Lugo Ezequiel, De Criolla Estirpe, 1989:68, 69 y 79; López Espinoza Rogelio, “Padrón Comercial de Lagos S. XVIII”).

17. Don José Ignacio de Alva Hernández-Gamiño, bautizado el 3 de agosto de 1765 en Aguascalientes, fue hijo de Don Santiago de Alva y Muñoz de la Barba y de Doña Antonia Gertrudis Hernández, vecinos en 1770 del Sauz de los Macias. Don Santiago de Alva, era originario del Puesto de San Miguel de los Alva, hijo de Don Cristoval de Alva y Villalobos y de su primer esposa  Doña Gertrudis Muñoz de la Barba; Nieto de Juan de Alba-Bocanegra y de Doña Juliana de Villalobos y de Santos; bisnieto de Don Cristoval de Alva y Arenas y de Doña Theresa Estrada-Bocanegra. Por su parte Doña Gertrudis, era hija de Don Bartholome Hernández-Gamiño y Domínguez y de Doña María Ramírez y Martínez; nieta de Don José Ramírez y Macias-Valadez y de Doña Antonia Martínez, antiguos propietarios de tierras en el Sauz de los Macias. Don José Ignacio Alva Hernández contrajo matrimonio el 9 de Mayo de 1791 con María Ignacia de Cuellar, española originaria de Santa Gertrudis, hija de Don Ignacio de Cuellar y de Doña Guadalupe Moreno (ANPE,  Libro de la Fábrica material).
 

18. Don Manuel Padilla, por el momento carecemos de más datos que nos permitan conocer su identidad, pues no dejo descendientes en esta Villa (ANPE,  Libro de la Fábrica material).
 

19. Don Antonio de Ortega y de Aguirre, originario de San Vicente de Ancones, en la jurisdicción del Pueblo de Nuestra Señora de San Juan, fue hijo de Ysidro de Ortega y de Fabiana de Aguirre. Habiendo enviudo en 1785 de María Antonia de Avalos, contrajo matrimonio en la Parroquia de la Encarnación el 7 de Junio de 1787 con Doña Rosalía Viramontes, vecina de esta villa y viuda desde 1772 de Don Cristóbal de Villalobos. Ni duda queda que la entrada de Antonio de Ortega a la oligarquía local se debió a su matrimonio con Doña Rosalía, pues ella era hija de Don Juan Manuel de Viramontes y de Doña Juana Muñoz de Nava o López de Nava (ANPE,  Libro de la Fábrica material, foja 6vta).
 

20. Don Luis Antonio de Anda y de Cuellar, originario de Santa Gertrudis, en el antiguo Sauz de los Cuellar, fue hijo de Don José Antonio Macias de Anda, procedente del Sauz de Santa Ynés y de Doña María Gertrudis de Cuellar, la hija del Alcalde Provincial Don José de Cuellar y Macias y de Doña Úrsula Macias-Álvarez. Don Luis se asentó como Cofrade del Santísimo en 1785, donde fue registrado el 14 de Julio de 1807 desempeñando el cargo de Mayordomo. Contrajo matrimonio en esta Villa el 2 de Julio de 1792 con Doña Ana María Franco y Pedrosa, originaria del “Puesto del Xaral”, hija de Don Manuel Antonio Franco y de Doña María Trinidad Pedrosa (ANPE,  Libro de la Fábrica material, foja 8vta; Libro de la Cofradía del Santísimo Sacramento).
 

21. Don Francisco Martín del Campo y Romo de Vivar, originario de “La Cañada del Gigante”, fueron sus padres Don Salvador Martín del Campo y Pérez-Maldonado, originario de la Estancia del Sauz en la jurisdicción del Pueblo de San Juan, y casado el 16 de Enero de 1731 con Doña María Magdalena Romo de Vivar y de Lomelín, originaria del “Puesto de Santa Catarina”, hija de Don Baltasar Romo de Vivar y Ruiz Esparza, originario de “Rincón de Romos”, jurisdicción de Aguascalientes y de su segunda esposa Doña Francisca de Lomelín, originaria del “Rio de los Sauces”, hija de Don Nicolás de Lomelín y Mendoza y de Doña Juana de Pedroza y Villalobos. Don Francisco Martín contrajo dos matrimonios, el primero con su familiar Doña Guadalupe Romo de Vivar y el segundo el 21 de Mayo de 1794 en la Parroquia de la Encarnación con su pariente Doña María de Jesús Martin del Campo y González de Rubalcaba, hija de Don Francisco Xavier Martin del Campo y Paredes y de su segunda esposa Doña María Manuela González de Rubalcaba (ANPE,  Libro de la Fábrica material, foja 12vta).
 

22. Don José Ygnacio Muñoz, debió nacer en la Villa de la Encarnación, pues sus padres ya eran vecinos de ella según el padrón de 1770. Fueron sus padres Don José Joachín Muñoz de Nava y de Alba-Bocanegra y Doña Eufracia Rubio de Monroy y Martínez Basurto. Gracias al padrón de 1823 que me fue proporcionada una copia por el Doctor Don Mariano González Leal, sabemos que Don Ignacio estuvo casado con Doña María de San Carlos de Cuellar y González, hija de Don Antonio de San Buenaventura de la Santísima Trinidad de Cuellar y de Figueroa y de Doña Josefa González de Hermosillo. Don Ventura de Cuellar, era  originario de “Los Magueyes”, hijo de Don Cristóbal de la Santísima Trinidad de Cuéllar y González de Rubalcava, de quien nos dice el Doctor González Leal en su Magna Obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, que hizo levantar información en Lagos el 20 de enero de 1740 para  casar con doña María Anna Ignacia de Figueroa y de Orozco, de donde se desprende que fue nacido en 1720,  e hijo Don Cristóbal de Cuéllar y Macías-Valadez y su esposa doña Anna González de Rubalcava y de Issasi (Chávez Aranda, 2010: 80; González Leal Mariano, Retoños de España en la Nueva Galicia, Capitulo Cuellar, en proceso de impresión).
 

23. Don José Antonio Cervantes y Macias, quien desempeño por dos largos periodos el cargo de Mayordomo de la Cofradía de las Animas, durante la administraciones de los Señores Curas Don Victoriano Ortega y Don José Manuel Jáuregui. Nació  en esta Villa en 1783, fue hijo de Don Ignacio Francisco Cervantes Carrillo y de Doña Ignacia Macias; fueron sus abuelos paterno de Don Juan Manuel Cervantes González, originario de “La Laja” en la Jurisdicción del Pueblo de San Juan y de Doña Ana Vicente Carrillo de Sandi, originaria de “Cieneguilla”. La familia Cervantes Macias por sus obras logró la confianza de los Señores Curas, pues su hermano Don  Jose Ricardo Cervantes y Macias, nacido ya en esta Villa, fue contratado por el propio Señor Cura Don Manuel María Gutiérrez Coronado como “Cantero” en las obras de construcción del Templo Parroquial, donde ya laboraba el 9 de Julio de 1792; por su parte el  Ilustrísimo Señor Obispo de Guadalajara nombró a Don Ricardo  “Mayordomo de la Fabrica Material”, desempeñándose como tal a partir del 1º de Marzo de 1823, durante la administración Parroquial del Señor Cura Don José Manuel Jáuregui, quien también lo encarga de la construcción del “Panteón del Señor de la Misericordia”, cuya obra continuó hasta su terminación su hijo Don Casimiro Cervantes Lomelín ( Hernández Chávez Rodolfo H., 2008: 106).
 

24. Bachiller Don  José Manuel Jauregui y Mercado, Tercer Párroco de la Encarnación. Por su partida de defunción conocemos sus datos biográficos: Fue hijo Don José Manuel Jáuregui y de Doña Ynes Mercado, nació en Yahualica el 5 de diciembre de 1768, y se ordenó en Durango el 20 de Abril de 1794. “Murió de inflamación y que mal de piedra” en esta Villa donde fue sepultado en el Panteón del Señor de la Misericordia el 21 de Noviembre de 1846. Por su parte el Doctor en Historia Don José Antonio Gutiérrez Gutiérrez, al respecto de este Señor Cura escribió, que se retiró por avanzada edad a fines de 1846, se encargo interinamente de la Parroquia el Doctor Don Ramón Camacho, quien la recibió en propiedad el 11 de Enero de 1847 (Hernández Chávez Rodolfo H., 2008: 135; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, Historia de la Iglesia Católica en Aguascalientes, Anexo IV, “Parroquia de Villa de la Encarnación Sauz de los Macias”, 2007:463).

25. Durante la fundación, quien respondió a nombre de los propietarios de Santa Catarina, era Don Nicolás Romo de Vivar y Lomelín, esposo de Doña Beatriz Martín del Campo, e hijo de Don Baltasar Romo y de Francisca de Lomelín. Algunos de los hermanos y de las hermanas de Nicolás Romo casaron principalmente con miembros de la familia Martín del Campo de san Juan-Jalostotitlán: En 1731 Doña María Magdalena Romo de Vivar con Don Salvador Martín del Campo, hijo de Don Juan de Dios Martín del Campo y de Doña Antonia Pérez-Maldonado; en 1741 Doña Ana María con Don Manuel Martín del Campo y Pérez-Maldonado, también hijo de Juan de Dios; y en 1742 Don Esteban Manuel con Doña Catarina Martín del Campo y Paredes, hija de Don Nicolás Martín del Campo y de Doña Luisa de Paredes. Los Romo de Santa Catarina, estaban emparentados con los Romo de la Soledad, pues don Baltasar Romo y Ruiz Esparza, era hermano de Don José Romo de Vivar y Ruiz esparza, por ser ambos  hijos del Capitán  Don Pedro Romo de Vivar y Rangel Peguero y de Doña  Lorenza Ruiz de Espara y Tizcareño, dueños de Rincón de Romos, de donde procedieron los dos hermanos para casar con dos hermanas, Don Baltasar con Francisca  y José con  Doña Martiana de Lomelín y Pedrosa. Los Romo de la Soledad descendientes de Don José Romo, participaron en la fundación y recibieron cargos en el cabildo, en cambio los Romo de Santa Catarina fueron excluidos, de ahí que se refugiara con ellos el Alcalde Mayor de Santa María de los Lagos. Es de interés comentar que en una ocasión la Señora Doña Indelisa Romo Vázquez, hija de Don Elías Romo, escuchó contar a una de sus tías, que: “Los Romo de Aguascalientes, los Romo de la Chona y los Romo de San Juan, eran los mismos, pues procedían de tres hermanos que vinieron de España, llamados Melchor, Gaspar y Baltasar Romo”. Sin duda a primera vista esta tradición oral seria descartada, pero es interesantísimo los mecanismo en que se preservan o distorsionan los acontecimientos  a través de la historia oral, pues por estudios de Don Ignacio Dávila Garibi y continuados por el Gran Genealogista Alteño el Doctor Don Mariano González, se sabe que quien vino de España fue el Capitán Don Diego Romo de Vivar y Pérez, bautizado el 12 de Marzo de 1598 en Rielves, Toledo, quien contrajo matrimonio con María Rangel- Peguero y Rosales, originaria de Zacatecas, de quien proceden las Ramas de “Rincón de Romos” en Aguascalientes, los Romo de la “Hacienda de Guadalupe” en las Jurisdicciones de Teocaltiche-San Juan y los  “Romo de la Soledad y Santa Catarina” en Encarnación,  de Donde radicó el mentado “Baltasar Romo”, de cuyo nombre debió suponerse los nombres de sus otros hermanos, que en realidad serian sus parientes (González Leal Mariano, 1982; ANPL, Libros de Matrimonios).
 

26. A pesar de que Don Salvador de Carvajal, desempeñaba el cargo de Alcalde Ordinario, solo por un año, debió permanecer por más tiempo inmiscuido en los asunto políticos de la Villa de la Encarnación, debiendo de apoyar en la promoción de sus familiares procedentes de la Cañada de San Diego, pues en el libro de la Cofradía del Santísimo Sacramento el Mayordomo registró que el 22 de julio de 1795 pagó “al Señor Cura un peso de una misa resada por el alma de Don Salvador de Carvajal”, conjuntamente con otras, “las que por haberse olvidado, no se pagaron hasta ahora” (ANPE, Libro de la Cofradía del Santísimo).
 

27. Don Félix Ramírez, obtiene el cargo vitalicio de Alguacil Mayor. Nacido en el Sauz de los Macias, hijo de Don José Ramírez Macias y de Doña Antonia Martínez de Soto Mayor, fue bautizado el 28 de Septiembre de 1698 en Aguascalientes, y contrajo matrimonio con María de los Dolores Muñoz de Nava y Villalobos. Participó como uno de los principales fundadores pues era propietario de tierras en el Sauz y primo hermano de Doña Isidora Ramírez y Ramírez (Hernández Chávez Rodolfo H., 2002).

28. Don Alexandro Macias-Valadez y Gutiérrez de Hermosillo,  a quien  asesoró el Abogado de Teocaltiche, sobre los asuntos de la fundación. Nació en 1713 en el “Rio de Santa María”, en el punto conocido como “La Troje”, jurisdicción de San Juan, fueron sus padres Juan Macias y Ruiz de Ulloa y María Gertrudis Gutiérrez de Hermosillo; Nieto paterno de Don Marcos Macias de Oran y Vega y de Doña María Luisa Ruiz de Ulloa; y biznieto paterno de Don José Macias-Valadez y Alvares y de Doña Catalina de Oran y Vega, antiguos propietarios del Sauz de los Macias. Don Alejandro Macias-Valadez, se avecindo desde chico en la heredad de El Sauz, en el punto conocido como “Tecolote”, contrajo matrimonio el 22 de febrero de 1735 en Lagos con Doña Leonor Ynfante, originaria de “Mololoa” (Según padrón de 1770, localizado y publicado por el Dr. José Antonio Gutiérrez; Los Libros sacramentales de las Parroquias de Aguascalientes, Lagos y San Juan; además de la correspondencia particular con el Dr. Don Mariano González Leal).

29. Don Juan Manuel de Cervantes González, era español nacido en La Laja, jurisdicción de San Juan, hijo de Don Lorenzo de Cervantes y Cárdenas y de Doña Lucia Luna González y Ramírez. Su madre Doña Lucia era originaria del Sauz de los Macias, hija de Don Nicolás González casado el 23 de abril de 1679 con Doña María Ramírez y Macías-Valadez, hija de Don Diego Ramírez y de Catalina Macías-Valadez y Álvarez, antiguos propietarios del Puesto del Sauz de los Macias. Don Nicolás González de Hermosillo, nació en 1658 en Xalostotitlán, como hijo de Juan González de Hermosillo y de Doña Ana González-Rubio y Florida. Sin duda las rivalidades con el grupo de los recién llegados que controlaban el Cabildo Local contribuirá a que los Cervantes desempeñen un papel importante por la lucha de la Independencia y sus primeros intentos en la búsqueda de la democracia, pues Don Juan Manuel de Cervantes contrajo matrimonio el 21 de Febrero de 1745 en Aguascalientes con Doña Ana Vicenta Carrillo de Sandi, española originaria de la Cieneguilla en la jurisdicción de Aguascalientes; Don Ignacio y Doña Vicenta, procrearon entre otros hijos a Don Ignacio Francisco Cervantes Carrillo esposo de Doña Micaela Macias, quienes fueron los Padres de Don José Ricardo Cervantes y Macias, quien participó en la guerra por la Independencia y fue nombrado  “Capitán de la 2ª Compañía de Milicia Nacional”.

30. Francisco Xavier de Espinosa y su esposa Juana López, fueron registrados en la Cofradía del Santísimo de la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación; como pobladores se les debió de otorgar un solar en la traza de la nueva villa, pues en el padrón de 1770 aparece su casa y familia formando parte de la Villa del Sauz. Respecto a los Espinosa de Encarnación solo pudimos localizar el matrimonio de Nicolás Antonio de Espinosa, probablemente hermano de Francisco, a quien se le menciona como “hijo de padres no conocidos” al contraer matrimonio el 23 de Abril de 1753 en Aguascalientes con María Dolores Macias y Ruiz Esparza, hija de José Macias y de Juana Ruiz Esparza, vecinos que fueron de “El Sauz”.
 

31. Don  Luis  Miguel de Alva y Beltrán de la Cueva,  fue hijo de Don Miguel de Alva y Estrada-Bocanegra y de Doña María Nicolasa Beltrán de la Cueva y de Cobos. Don Miguel a su vez fue hijo de Don Cristoval de Alva, y albacea de este, como tal tenía en su  poder  los títulos de las tierras, que en realidad pertenecían a sus hermanos, primos y demás familiares. Como cabeza de la familia, Don Miguel también trato de acrecentar nuevamente la propiedad con realengos cercanos al Sauz de los Macias. Es por eso que se identifica como principal propietario a su hijo Don Luis Miguel de Alva, quien fue bautizado  en  Lagos el  2  de  diciembre de 1718 y contrajo matrimonio a los 54 años de edad, el  11 de enero de 1772, en  Aguascalientes,  con su consanguínea Doña María Francisca de Alba. En cambio, su hermano menor Don Cristóbal, nacido hacia 1728 contrajo matrimonio en Lagos el 4 de febrero de 1754  con Doña María de los Dolores Martín del Campo y Ro­mo de Vivar, de “el Gigante”, hija de Don Salvador Martín del Campo y Pérez-Maldonado y de Doña Magdalena Romo de Vivar y de Lomelín (AHJ, Tierras y Aguas, Instrumentos de la Hacienda de San Miguel; González-Leal Mariano, Retoños de España en la Nueva Galicia, Capitulo “Alba, de”. En proceso de Impresión).

32. Por el momento se carece de más datos para poder identificar a Don José del Rio, pues acabada su gestión debió abandonar la Villa de la Encarnación y no dejar descendientes. Por lo general los Teniente se iban de aquí sin haber echado raíces en la población. La familia Ríos de Encarnación son descendientes de Don Santiago de las Cuevas y Ríos, originario de la Villa de Argueza, en Burgos, quien se avecino en la Villa de Aguascalientes, y tras contraer matrimonio en 1771 con Doña Ana Rita de Alva se estableció en el Puesto de San Miguel de los Alba, procediendo de él la familia Ríos de Peñuelas y los Cuevas de San Miguel y el Saucillo  (ANPE, Libro de la Cofradía del Santísimo Sacramento, “Acta de fundación de la Cofradía”).

33. Don Mariano del Árbol-Bonilla y Enríquez del Castillo, era criollo o español de la Villa de Lagos, hijo de Don Francisco Manuel del Árbol-Bonilla y Gallardo, Alguacil Mayor de Lagos y nieto de Don Francisco del Árbol y Bonilla, quien fue Alcalde Mayor de Aguascalientes entre 1707 y 1712. Gracias al estudio del Doctor Don Jesús Gómez Serrano, se sabemos que Don Francisco del Árbol y Bonilla, era natural de la Villa de Ferán Núñez, cerca de la Ciudad de Córdoba, hijo de Alonso Bonilla y de Juana de la Hermosa, quien casó tres veces la primera en España, con Dominga de Soto y Figueroa; la segunda con Josefa de Arce y Castilla, y la tercera con Gertrudis Gallardo. Don Mariano del Árbol llegó a Encarnación en Enero de 1777 para fungir como Teniente del Alcalde Mayor.  Al morir Doña Anna González su primera esposa en 1778, siete meses después  el 25 de Enero de 1779 Don Mariano contrajo un segundo matrimonio en la Iglesia Parroquial de la Encarnación con Doña María de la Asumpción Pérez Franco, española originaria del Pueblo de Xalostotitlán, quien radicó desde pequeña en la Ciudad de Guadalajara, y se avecindo en esta villa desde junio de 1777 en compañía de su padre el rico comerciante Don Joachín Pérez Franco y de su madre Doña María Thomasa de Mendoza. Ya para el año de 1791 Don Mariano del Árbol y su familia radicaban en San Juan de los Lagos.  (AHLM, Boletín  No. 57, 2006:9, “Entrega de un solar”; Gómez Mata  Carlos, Los Archirectos Constructores de la Parrochia de la Asumpcion 1621-1813, 2003:114; Becerra,  2008: 380 y 381; Serrano, 2002: 247; ANPE, Primer libro de Matrimonios).

34. Don Agustín Manuel Calvillo, a pesar de desempeñar el cargo vitalicio de Alférez Real, es citado como “Theniente de esta Villa”  en la defunción de Juan José de Cuellar, fechada el 26 de Enero de 1783 (ANPE, Libro de Defunciones; Hernández Chávez Rodolfo, 2008:103).

35. Muriá José María, “La Jurisdicción de Lagos”, en Estudios Jaliscienses, No. 43, Febrero de 2001:7.

36. El Notario Don José Antonio Amador y Villaseñor, procedía del pueblo de Jalostotitlán, y se instaló en la Villa de la Encarnación en compañía de su suegro Don José Joachin Pérez Franco. Contrajo un primer matrimonio el 14 de Febrero de 1763 en Jalostotitlán con Doña Agustina Pérez Franco y de la Paz y Cortez, al enviudar de esta casó en Aguascalientes el 4 de Noviembre de 1776 con Doña Juana María de Anda. Don José Antonio Amador, fue hijo de Don José Amador y Doña Gertrudis de Villaseñor, contaba con un capital de 300 pesos y un real. Según datos de 1844, fue dueño de una casa en esquina de la Plaza de la Villa, sobre la que impuso 50 pesos a favor del Santísimo Sacramento. Dicha casa que incluía una tienda, es la que ha funcionado como el Hotel Palacio (Chávez Aranda, 2004:144, “levantó ante él un testimonio el Maestro Gregorio de los Reyes”; ANPE, Libro de la Cofradía del Santísimo y Libro de Fabrica Material).

37. Debido a la carencia de datos, no podemos saber si  Don Manuel Fernández pertenece a la familia Fernández de Palos,  enlazada con los Macías Valadez y establecida en torno al Cerro de los Gallos o procede del algún otro lugar y de otra familia (Aranda, 2004:153, “Alcalde sustituto en el Acta de las Obras Materiales de la Parroquia”).

38. Don José Gerónimo Carlos Montes y Muñoz de Nava, fue bautizado el 13 de Diciembre de 1749 en Teocaltiche, fue hijo de Juan Manuel Viramontes y de Doña Juana Muñoz de Nava, la hija de Diego Muñoz de Nava y de Doña Catalina de Villalobos, dueños de la “Hacienda nombrada San Diego”. Doña Catalina era hija de Thomas de Villalobos y Macias-Valadez y de Doña Josefa López de la Cruz y Martin del Campo; Don Thomas a su vez fue hijo de Thomas de Villalobos y Pérez de Nava,  fundador de la Estancia de los Villalobos e hijo de Cristóbal de Villalobos y de María Pérez de Nava; la esposa de Thomas de Villalobos y Pérez de Nava, fue Doña Catalina Macias Villegas, hija de Don Pedro Macias y de Doña Luisa Villegas, vecinos de los Charcos de Santana; siendo Don Pedro Macias, hijo de Felipe Macias Valadez y Vazquez de Retamosa y de María Tavera; nieto paterno de Don Alonso Macias Valadez, colonizador y antiguo propietario de tierras en el Rio de los Sauces. A pesar de que las tierras de las familias Villalobos y Muñoz, pertenecían a la jurisdicción de Teocaltiche, la familia Viramontes Muñoz se estableció en el Sauz de los Macias. Don Gerónimo Viramontes fue casado dos veces, la primera con María del Carmen Merced Chávez y la segunda el 5 de Marzo de 1791 en la Parroquia de la Encarnación con María Cipriana de Chávez López, originaria de esta Villa (ANPE, Libro de Fabrica Material, foja 7vta).

39. ANPE, Libro de la Fabrica Material

40. Don Joseph de Villalobos y Villalobos, era originario del Puesto de San Antonio en la Cañada de San Diego, fueron sus padres José Antonio de Villalobos y María Anna de Villalobos, quienes  en 1823 aun vivían en San Antonio. Don José de Villalobos contrajo un  primer matrimonio el 12 de Noviembre de 1783 con María de San Juan  de Cervantes y Guzmán, vecina de San Diego e hija de Andrés Cervantes y de Carmen Guzmán; al enviudar contrajo un segundo matrimonio el 19 de Octubre de 1791 con Doña Antonia Velasco, vecina de la Labor y viuda de Don Juan José de Villalobos, principales ramas de los Villalobos pertenecientes a la oligarquía local (ANPE, Libro de Fábrica Material, foja 6fte).

41. Don José Antonio Xaime y de Trillo, se convirtió en el representante de los Realistas locales, desempeñando el cargo de Teniente de la Villa,  además durante la rebelión insurgente fungió como “Capitán Comandante y  Justicia de la Villa de la Encarnación”. Era originario de “San Rafael del Salto”, una ranchería al pie del “Cerro de los Gallos”, surgida dentro de las tierras de la Hacienda de San Miguel de los Alva; fue hijo de Don Francisco Xaimes y de Alva y de Doña Anna Maria de Trillo y Pérez Gallo; fueron sus abuelos paternos Don Florentino Xaimes Delgado y Doña Elena de Alva. Gracias al Investigador México-Estadounidense Don Luis Jaime, sabemos que fueron sus bisabuelos paternos Don Jorge Jaime y María Delgado López. Sus abuelos maternos fueron Don Juan Manuel de Trillo y Villalpando, originario de la Villa de Aguascalientes y casado el 12 de Abril de 1723 con Doña Juana Pérez Gallo, originaria y vecina del Sauz de los Macias. Don José Antonio Xaime y de Trillo contrajo matrimonio en la Parroquia de la Encarnación el 14 de Julio de 1796 con Doña Asunción de Cuellar y González de Hermosillo, otra de las hija de Don Antonio Buenaventura de Cuellar y de Doña Josefa González de Hermosillo. La familia Xaime, representaba sin duda los intereses de las familias de San Miguel de los Alba, pues nuevos vecinos procedentes de aquel paraje se establecieron en la Villa; pero al representar “El Poder Real”, también debió de ser motivo de ostentación y poder familiar: al inicio de la independencia en 1810, se levantó la “Información de Genealogía, Vida y Costumbres” para que su hijo Don Rafael Jayme y Cuellar, bautizado el 16 de Junio de 1798, ingresara al Seminario de Guadalajara donde se ordenó de sacerdote, regresando a la Encarnación donde fue Teniente de Cura del Bachiller Don José Manuel Jáuregui; Su hijo Don Ygnacio Jayme y Cuellar, bautizado el 4 de Marzo de 1808 hizo sus estudios egresando de licenciado; otra prueba de esta ostentación  familiar es la Pintura al Oleo de una “Monja Coronada”, que aún se conserva en la Sacristía de la Capilla de la Hacienda de San Miguel, la cual fue mandada pintar para recordar la profesión Religiosa de su sobrina Doña María Cesárea Xaymes y Aranda, bautizada el 28 de Agosto de 1798 e hija de su Hermano Don Florentino Xaymes y de Trillo y de Doña María de la Cruz Aranda Moreno, quien tomó el habito de Monja Capuchina en el Convento de Lagos el 21 de Diciembre de 1818, profesando el 29 de Diciembre de 1819 con el nombre de “Sor María Josefa Micaela”. Gracias a los datos localizados y publicados por Don Ignacio Dávila Garibi, sabemos que para recabar la información testimonial que se requería para esta religiosa, ante el Bachiller Don José Manuel Jáuregui, se presentaron por testigos a Don Francisco Martin del Campo, de 72 años; Don Luis Antonio de Anda, de 62; Don Manuel Salvador López, de 78; Don José Policarpo Jiménez, de 58 y Don Marcial López, de 66, todos españoles, agricultores y vecinos de esta villa, de cuyas declaraciones se desprende la opinión que se tenía de sus antepasados: “Todos sus demás ascendientes personas de reconocida Limpieza de Sangre y notoria Cristiandad”  (ANPE,  Libro de la Cofradía de las Animas y Libro de Defunciones: “Defunción del Señor Cura Don Manuel Gutiérrez Coronado”; De Castaños y Cañedo Francisco Javier, 1982: 172; Dávila Garibi, 1968:219, Asiento LXXXVII).

42. ARGENA, Operaciones de Guerra, 1811, Caja 4369, Expediente 011, “Comunicado dirigido a Félix María Calleja, pidiendo que le participe si su tránsito con el Regimiento a su mando se hará por esta villa para acopiar los víveres necesarios”

43. Don Damacio Macias López, fue hijo de Don Alexandro Macias y Gutiérrez de Hermosillo y de Doña Leonor López-Infante y Valdez, vecinos que eran en 1770 en “El Tecolote”. Don Damacio, contrajo matrimonio  con María Guadalupe Cristiano, quienes habitaron el llamado “Barrio del Teco”, según el padrón de 1823, y dueños de tierras contiguas al norte del “Panteón del Señor de la Misericordia”, pertenecientes al Rancho “El Tecolote”, donde sus descendientes contaron con huertas plantadas de magueyes, nopales y mezquites. Por una sucesión de escrituras que llegaron a poder de mi abuelo Don Antonio Hernández Dávalos como propietario del inmueble que ocupó “La Gran Barata”, sabemos que uno de sus antiguos dueños fue precisamente Don Damacio Macias, quien tuvo en él su casa con acceso por la Calle Real, y haciendo esquina la “Calle Principal”, se encontraba su tienda frente a la Plaza (ARGENA, Instituciones Coloniales/Indiferente Virreinal, caja 6361, Exp. 048 de 1813, 4fojas y Caja 6286, Expediente 013 de 1814, 2 fojas; Hernández Chávez Rodolfo H., 2008:36 y37).

 

44. Se tenía por Gachupin a los españoles recién llegados de Europa, siendo sinónimo de “explotador que venía a hacer riqueza en América”.

45. Los Criollos eran los “nacidos y criados en América”, identificándose como tales a los hijos o descendientes de españoles. Siendo los criollos de los sectores más preparados quienes tenían mayor aspiraciones en la vida política de su país.

46. Infidencia, es falta a la confianza, entendiéndose como delito el poner en grave peligro el orden interior.

  47. López Espinosa Rogelio, “Los colaboradores de Moreno”, publicado en el Boletín Nuestras Raíces, del Archivo Municipal de Lagos de Moreno, No. 61 Enero-Febrero 2007: 9.

  48. López Espinosa Rogelio, No. 61 Enero-Febrero 2007: 9.

49. Por su parte el Maestro Don Rogelio López Espinoza, menciona respecto a Don Santiago González, que “el padre Agustín Rivera afirma, y hay documentos que así lo prueban, que militó un breve tiempo en el Sur a las ordenes de Vicente Guerrero”(López Espinoza Rogelio, 1994: 71).

50. El Líder Insurgente Rafael de Iriarte, era un Criollo originario de San Luis Potosí, con poco más de cuarenta años de edad, había hecho algunos estudios en el Seminario de Guadalajara, prestó servicio militar bajo las ordenes de Félix María Calleja, el Comandante de la Brigada Real de San Luis. Siendo militar adquirió el apodo de “Cabo Leyton” con el que se le conoció en las filas Insurgentes. Probablemente estuvo involucrado en la Conspiración de Querétaro, siendo uno de los primeros “Cabecillas” en recibir órdenes de Hidalgo. A finales de 1810 se convirtió en la principal figura insurgente que actuaba en el área de Zacatecas-Aguascalientes-San Luis Potosí (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 95).

51. El Mariscal Iriarte a pesar de disponer de dos mil hombres bajo su mando, cuatro cañones y un buen acopio de pólvora, hizo caso omiso de las llamadas del Cura Hidalgo para que acudiera con su gente a la Batalla en el Puente de Calderón. Por órdenes de Allende fue aprendido y decapitado por el General Rayón en Saltillo. Según los datos publicados por Héctor Sánchez Tagle, Iriarte no asistió por que se encontraba ocupado en Fresnillo preparando el enfrentamiento con las Tropas de Provincias Internas, pero la Batalla de Fresnillo tres semanas antes de la Batalla del Puente de Calderón solo mermó la capacidad de su ejército por lo cual no debió de estar en condiciones de acudir a auxiliar a Hidalgo (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 1991: 437-440; Sánchez Tagle Héctor, 2008: 119-121).

52. El primer Conde de Santiago de la Laguna fue el Peninsular Don Juan José de Urquiola y Echemendi, nacido en 1666 en Mondrejón, Guipúzcoa, España, hijo de Domingo de Urquiola  Medrano y de Doña María de Echimendi; casó en 1687 con Doña  María de Mendoza y por deudas  que tenia con él Don Pedro Arias Pardo, vecino de la Villa de Lagos, recibió en pago unas tierras cercanas al “Rio de Santa María”,  conocidas posteriormente como  “Las Trojes de Urquiola”. Su hijo el Coronel de Infantería Española Don José de Urquiola, ostentó desde 1727 el titulo de II Conde de Santiago de la Laguna. Hacia 1776 se registra como III Conde a José de Urquiola o de  Rivera Bernardes, quien contrajo matrimonio en 1735 con Doña María Efigenia de Carvajal, padres del Criollo Minero de Zacatecas Don Miguel de Rivera Bernardes IV Conde de Santiago de la Laguna a partir de 1781 (Ladd Doris M., La nobleza mexicana en la época de la Independencia 1780-1826, 2006:287).
 

53. El Conde de Santiago de la Laguna, fue nombrado Intendente de Zacatecas el 9 de octubre de 1810, asumiendo el cargo interinamente.  Era el hombre más influyente del momento, miembro de la Nobleza Americana,  representaba a la perfección la posición ambigua del Criollismo moderado frente a la insurrección de las masas comandadas por Hidalgo, representante del Criollismo radical y exaltado. El Conde de Santiago logró ser reconocido por la “plebe”, restableciendo el orden y facilitando la salida de españoles rumbo a Durango o a San Luis Potosí, donde se encontraba el General Calleja, evitando que estallara la violencia, pero ante la imposibilidad de defender la ciudad ante el creciente embate Insurgente, decidió pactar con ellos, comisionando al Doctor José María Cos para buscar el reconocimiento de Hidalgo a las nuevas autoridades encargadas del Ayuntamiento y la Intendencia de Zacatecas. El Conde de Santiago fue nombrado por Hidalgo “Teniente General de los Ejércitos Americanos”, cargo al que luego renunció. El no mantener definida su postura fue lo que marco el destino del Conde, el cual resultó perseguido y hecho prisionero tanto por insurgentes como por los contrainsurgentes (Sánchez Tagle Héctor, 2008:82, 84, 86-88, 96, 100 y 116).

54. En el Diario e Informe elaborado por Calleja al realizar la visita y revista a los pueblos y milicias de la frontera de Colotlán y provincia del Nayarit, registró que el día 24 de Mayo de 1790, de la villa de Lagos caminó 16 leguas al norte hasta la villa de Aguascalientes y que “a ocho leguas de Lagos de camino desigual se encuentra la venta, y Hazienda del Sáus, abundante de mais, y pastos; pasa un rio a sus inmediaciones que corre por temporadas; a cuatro leguas del Sáus, en el mismo rumbo está la Hazienda de San Bartolomé escasísima de aguas, y a cuatro leguas de está Hazienda la Villa de Aguascalientes…” (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2009: 55).

55. Víctor Rosales, era un operario minero y pequeño comerciante, quien se había desempeñado como administrador de la Alhóndiga de la Ciudad de Zacatecas, donde se le acuso de un faltante de dos mil pesos. Al escuchar las primeras noticias de la Insurrección del Pueblo de Dolores, se dirigió a Guanajuato,y se unió a Iriarte en Aguascalientes. Formó parte de la Junta Gubernativa establecida en el Fuerte de los Remedios y presidida por el Padre José Antonio Torres (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 81 y 101; López Espinoza Rogelio, 1994:4).

56. José Agustín Marroquín, había fungido como torero en el Bajío Guanajuatense en los años previos a la Independencia de México, durante los cuales conoció el Libertador Don Miguel Hidalgo en su faceta como aficionado a los Toros de Lidia. Se encontraba preso por diversos delitos en la cárcel de Guadalajara cuando fue liberado por las tropas de Hidalgo, quien lo nombró como uno de sus capitanes de confianza y escolta personal. El Torero y Capitán Agustín Marroquín sirvió de instrumento en la degollación de unos 200 españoles; después de la derrota en el puente de calderón huyó junto con Hidalgo y fue apresado en Acatita de Bajan, siendo fusilado y degollado, exhibiéndose su cabeza el 10 de Mayo de 1811 en la Plaza Pública como escarmiento.
 

57. Don Pedro Moreno “Héroe de la Patria”, descendiente de Don Diego Moreno de Ortega y Villegas, es “primo cuarto”, y en 5º de consanguinidad de las  familias Moreno establecidas en la Encarnación y su Jurisdicción, por ser estas descendentes de Don Nicolás Moreno de Ortega y Villegas, uno de los hermanos de Don Diego (Sánchez Tagle Héctor, 2008: 81 y 101; López Espinoza Rogelio, 2005: 37; ANPE y ANPL, Libros Sacramentales).

58. García Órnelas Profesor José Luis en colaboración con el Lic. Mario Gómez Mata, “Derrotero, tránsito o itinerario que siguieron las cabezas de Don Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, Juan Aldama y José Mariano Ximénez”, Revista El Terruño de Encarnación de Díaz, Sentimiento y Expresiones: ¿En cuál casa estuvieron las cabezas de Don Miguel Hidalgo, Allende, Aldama y Ximénez cuando pasaron por Encarnación de Díaz?, No. 77, Junio 2010: 8).

60. García Órnelas Profesor José Luis, No. 77, Junio 2010: 8.

61. García Órnelas Profesor José Luis, No. 77, Junio 2010: 8.

62. Algunos de los informantes del Profesor  Don Ezequiel H. Lugo, fueron el Doctor Don Ramón Aranda Villalobos, miembro asiduo a las reuniones del Club Rotario,  y Don Pelagio Villalobos, hermano de la Señora Doña Prudenciana Villalobos Mayagoitia, quien se especializaba en hacer banquetes en su casa, donde cada viernes de la semana se daban cita los Rotarios. El Dr. Ramón Aranda, al igual que los hermanos Villalobos, pertenecían a la antigua elite local. Además el Dr. Ramón Aranda Villalobos era dueño de una fracción de esta vieja casona, que desde el siglo XIX era propiedad de su familia, parte de estos aposentos y sus historias, las heredo de su tío el Doctor Don Ramón Villalobos Ibarra, quien a su vez las escucho y heredo de sus mayores.

63. En una de las entrevistas que le realice a Don José María de la Paz Córdova Padilla, para elaborar mi tesis profesional en 1993, al preguntarle sobre las casas con valor histórico, resaltó la importancia de la casona de la calle Felipe Ramírez, en la que pasó la noche la cabeza del Cura Hidalgo. Comentándome además que las habitaciones de la casa de sus padres por la acera oriente de la misma manzana, formaron parte de un antiguo Mesón. Por información resguardada en el Archivo General de la Nación, sabemos que el 11 de enero de 1821, ante don Francisco Calvillo como Alcalde Constitucional de 1ª nominación, se registro la compra de “una finca de Mesón”, que Don Luis Antonio de Anda y Cuellar vendió a Don José de Anda. Por los libros de la Notaria Parroquial de la Encarnación se sabe que Don Luis y Don José eran hermanos, hijos los dos del primer matrimonio de Don José Antonio Macias de Anda, español originario del Sauz de Santa Inés y de Doña María Gertrudis de Cuellar y Macias-Valadez, española de Santa Gertrudis. Don José Antonio de Anda, desempeño el cargo de Mayordomo de la Cofradía de Nuestro Amo, cargo que debió transmitir a su hijo Luis Antonio, a quien se le mención como tal en 1807; Don Luis de Anda o Don Luis Macias, que es también como se le conocía, el primero de febrero de 1819, ante el Señor Alcalde Don José Antonio Xaime, había hipotecado a favor de la Cofradía de las Animas, “Una Casa situada en esta Villa”. Por su parte Don José de Anda, llamado en realidad Don Juan José Ignacio de Anda, fue Alcalde de la Villa de la Encarnación en 1825 y debió de heredar la propiedad familiar a su hijo Don Mariano de Anda Pérez, Por los registros del catastro municipal sabemos que la propiedad se fracciono para dar origen a las casas de la familias Romo, Córdova y Aranda, conservándose al norte de la manzana una amplia propiedad que Don Mariano de Anda registro  a nombre de su esposa Doña Petra Villalobos, la cual era conocida como “La Casa denominada Mesón de Anda”, siendo la ultima propietaria de esta familia su hija Doña Juana de Anda Villalobos viuda de Gómez, quien la heredó de su madre en agosto de 1887 y  aparentemente la vende el 7 de Julio de 1902 a Don Toribio Córdova, otro de los prestanombres de la Iglesia,  pues el inmueble del Mesón de Anda continuó siendo transmitido a través de una sucesión de testaferros, incluidos entre ellos Don Pablo Martín Magdaleno, de quien se dice dejo en 1971 sus bienes a la Iglesia, por lo cual además de la Sucesión Testamentaria,  debió de realizarse una “Prescripción Positiva de Diligencia de Información Adperpetuam”, por ser la propiedad  de Don Pablo una acción equivalente a siete octavas partes de dicha casa, la cual estuvo registrada a nombre de los herederos de Doña Victoriana Alba viuda de Romo,  quien había sido una de las propietarias al finalizar el siglo XIX (ARGENA, Indiferente Virreinal, caja 4131, Tierras, Expediente 006, 1820-1821, 18 fojas; AMCE, Archivo Municipal del Catastro de Encarnación, registros de manifestaciones y avisos sobre los inmueble que ocupan la Refaccionaria Gutiérrez, las familia Romo Mora, Córdova Padilla, Pedrosa Aguilera y la Agencia de Viajes VIMOR en la Calle Anguiano).

64. El Mesón de Cornejo, debe su nombre a Don Antonio Cornejo Nieto, hijo de Don  José Cipriano Cornejo y Gutiérrez Coronado y de su esposa Doña Anna María Gertrudis Nieto Macias, vecinos que fueron del Sauz de los Macias, quienes habían contraído matrimonio el 7 de Mayo de 1760, unos meses antes de la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Encarnación. Don Antonio Cornejo contrajo matrimonio el 30 de Julio de 1806 con Doña Estefanía de Cuellar, y al enviudar de esta, se casó el 16 de Octubre de 1823 con Doña Rosalía González Díaz; según el padrón levantado ese año Don Antonio y su familia fueron registrados como vecinos del Barrio de España, de lo que se intuye que su casa formaba parte del conjunto de casas por el rumbo de “Rancho Viejo”. Tras la consumación de la independencia a Don Antonio se le comisionó como funcionario del Ayuntamiento, la construcción del Atrio del Camposanto del Señor de la Misericordia, obra realizada a partir del año de 1826 y hasta su terminación el 12 de Enero de 1828. Por datos localizados y publicados por el profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, sabemos que Don Antonio Cornejo, aún era de los principales políticos de la Villa en 1847, sin embargo el “Mesón de Cornejo”, pasó a formar parte de las propiedades de Don Mariano de Anda Pérez, quien se convirtió a través del Agiotismo o préstamo de dinero con altos intereses, en uno de los grandes capitales de Encarnación durante el siglo XIX. Don Mariano de Anda, quien ya era propietario del Mesón de Anda en la misma manzana y colindante a este, heredó a su hija Doña Mariana de Anda viuda de Molina “Una Casa denominada Mesón de Cornejo” el 30 de Julio de 1891, la cual funcionó durante la primera década del Siglo XX como una sala de espectáculos o auditorio, conocido como el “Salón Morelos”, donde además de efectuarse reuniones sociales, políticas o religiosas, se proyectaban películas cinematográficas, pues Doña Mariana de Anda vendió la propiedad el 19 de Julio de 1813 a Don José María Martin, quien conjuntamente con sus hermanos, en esta amplia casona compuesta de 17 piezas y un patio, instalan una “Planta de Luz”, motivo por el cual el 28 de Diciembre de 1920 se registra la propiedad a nombre de la “Compañía de Luz y Fuerza de Encarnación, S. A”, compuesta por los Accionistas: Anastasia Contreras, Jesús Pedrosa, Antonio Zermeño, Teodosio Jiménez, Ramón I. Hernández, Carlos Villalobos, Darío Mora, Leovigildo Romo, Antonio Hernández, María del Refugio López viuda de Alba, J. Matilde de Alba, Crescenciano Alba, J. Refugio Morones, José Martin y Hermanos, Francisco Díaz, Sabino Martínez, José María Muñoz y María Luisa Díaz. Fue a consecuencia de haberse incendiado la planta y destruido toda la maquinaria, que el 29 de Septiembre de 1941 adquirió el inmueble el Comerciante Don José de Jesús Hernández González, quien además adquirió la totalidad de las acciones de la Compañía de Luz y fuerza, disolviéndola en 1951 (AMCE, Archivo Municipal del Catastro de Encarnación, registros de manifestaciones y avisos sobre el inmueble que ocupa “Forrajes la Planta” en la Calle Morelos).

65. La casa donde se dice estuvieron “Las cabezas de los caudillos de la Independencia”, por un plano de la Villa de la Encarnación elaborado en 1778, sabemos que formaba parte del solar ubicado en la esquina de las actuales calles de Morelos y Felipe Ramírez. En el cual al finalizar el siglo XVIII debió de construirse estas dependencias como casa de la servidumbre, misma que fue dividida en dos propiedades al transcurrir el Mexico Independiente al construir un muro por el centro del patio. Gracias a los registros del Catastro Municipal se ha podido identificar que la parte ubicada al oriente, estuvo registrada a nombre del Licenciado Heliodoro Alba, de quien recibieron la propiedad el 30 de Diciembre de 1889 las Señoritas Estefanía y Teresa González, hermanas del Presbítero Don Lucio González, a quien se menciona como encargado de dicho inmueble, el cual probablemente llegó a ser extrajudicialmente propiedad de la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, lo cierto es que en 1893 pasa a poder de Don Toribio Córdova, quien la vende el 4 de Enero de 1895 a Don Ausencio Quesada Dávalos, ocupándola como rentero su yerno el Señor Francisco Alba, esposo de Carmen Quesada Aranda hija de Don Ausencio y de Doña Merced Aranda Villalobos su primer esposa; Don Francisco Alba en el año de 1900 pagaban 30 pesos mensuales por esta casa ubicada en la Calle de Belén y compuesta de 6 piezas, que eran zaguán, sala, recamara, cocina, pasillo y caballeriza. A la muerte de Don Ausencio fue su heredera su segunda esposa Doña María de la Paz Calvillo Ibarra viuda de Quesada, hija de Don Ramón Calvillo Macias y de Doña María de San Juan Ibarra Díaz. Doña Paz Calvillo pasó la propiedad a su familiar Doña Altagracia Ibarra Calvillo, viuda de Don Celestino Villalobos e hija de Don Juan María Ibarra San Román y de Doña Maximina del Refugio Calvillo Hoyos; Don Celestino Villalobos y Doña Altagracia Ibarra, fueron los padres del Doctor Don Ramón Villalobos Ibarra, gran conversador que logró legar hasta nuestros días diversas historias y recuerdos familiares que le fueron trasmitidos oralmente por sus mayores. Hermana del Doctor Ramón Villalobos, fue Doña María del Refugio Villalobos Ibarra, quien fue esposa de Don Luis R. Aranda Muñoz, hijo de Don Ramón Aranda Villalobos y de Doña Valeriana Muñoz Díaz, la  hija de Don José Máximo Muñoz Romo y de Doña Cesárea Díaz.  Este fue el motivo por el cual paso la propiedad a ser posesión del Doctor Don Eduardo Aranda Villalobos, uno de los nietos de Doña Altagracia Ibarra, quien la vende en el año de 1955 al Señor Don Fausto Atilano Martínez, quien en la década de 1980 demuele esta fracción del antiguo inmueble para construir una moderna casa que hasta hoy en día es propiedad de la familia Atilano Limón, principales dueños y administradores del “Hotel Casa Blanca”. Afortunadamente a logrado llegar hasta nuestros días la parte poniente de esta Histórica Casona. El propietario más antiguo del que por el momento se ha podido tener noticia, es Don José María Martín, quien años más tarde también fue propietario de la Casa que ocupó el Antiguo Mesón de Cornejo. Don José María Martín vendió la fracción de la casa compuesta por 5 piezas, patio y corral, el 29 de Marzo de 1897 a Don Eliseo Muñoz Alba, hijo de Don José María Muñoz y de Doña Basilia Alba, casado el 19 de Agosto de 1887 con Doña Delfina Franco Alba, originaria del “Rancho Arroyo Grande”, hija de Don José del Refugio Franco Villalobos y de Doña Petra Alba de Anda. Como  Don Eliseo Muñoz y Doña Delfina, engendraron un hijo muy enfermizo conocido como “Maximito”, Doña Delfina Franco viuda de Muñoz, heredó la propiedad el 12 de Marzo de 1944 a sus sobrinos Javier y Ofelia Franco Martin, hijos de su hermano Don José Antonio Franco Alba y de su esposa Doña Margarita Martin Montoya, quienes por ser menores de edad se registró el inmueble en copropiedad de las Señoras y Señoritas Mayagoitia Franco, primas segundas de Doña Delfina, por ser hijas de Don Víctor Mayagoitia Alba y de Doña Isabel Franco Viramontes, pues esta ultima era prima hermana de su padre Don Refugio Franco. Tras el fallecimiento de Doña Delfina y de su hijo Maximito, con quien se tenía el compromiso de su sostenimiento, Don Javier Franco Martín, como comerciante y dueño de la conocidísima tienda  “El Surtidor”, consolidó el usufructo con la nuda propiedad el 13 de Septiembre de 1949, al adquirir  aparentemente los derechos de copropiedad. Agradezco a mi tío el Señor Don Rogelio Hernández Quesada, el haberme contado sus recuerdos de cuando en compañía de su madre Doña María del Pilara Quesada Ibarra, visitaban a su tío el Doctor Don Ramón Villalobos Ibarra, ocasión que aprovechaba junto con otros niños, para subirse por el enrejado de una de las ventanas de la vieja casona donde en otro tiempo estuvo la Cabeza de Hidalgo, para contemplar dentro de la habitación al apacible “Maximito” en una mecedora (AMCE, Archivo Municipal del Catastro de Encarnación, registros de manifestaciones y avisos sobre los inmuebles que ocupa la familia Atilano Limón y Franco Chávez; García Órnelas Profesor José Luis, No. 77, Junio 2010: 9).

66. La familia Aranda desempeñó un papel importante en la vida política de la Villa de la Encarnación del Siglo XIX, especialmente en la época del México Independiente. Don Francisco Aranda y Xaime, fue Alcalde de la Encarnación cuando inició la construcción del Panteón del Señor de la Misericordia en 1826. Gracias a los datos registrados por Don Alfonso Quesada, ha perdurado en la memoria, que Don Francisco Aranda y Don Patricio Lozano fueron los encargados de la fábrica de la “Casa Municipal”, a la cual se le techo su Portal el 12 de Agosto de 1834; también se le atribuye la construcción del “Puente Viejo” o de San Pablo, comenzado el 13 de Marzo de 1843 y concluido el 20 de Septiembre de 1850; a sus expensas fue hecho el pulpito de nuestra Parroquia; finalmente Don Francisco Aranda mandó construir el Mausoleo que se encuentra al lado oriente de la Capilla del Panteón, en el que fue sepultado en el año de 1861. Parte de la casa ocupada por la familia Aranda en la esquina de las calles de Anguiano y Felipe Ramírez, ya existían cuando se elaboró el plano de 1778, sin embargo la familia debió de ampliar la vivienda mucho tiempo después, debido a que Don Felipe de Aranda Moreno, padre de Don Francisco, radicaba en  la Hacienda de San Miguel de los Alba, y se avecinó en la Villa de la Encarnación hasta después de contraer matrimonio el 10 de Septiembre de 1791 con Doña Juana María Xaime de Trillo, española del Rancho “El Salto”, hija de Don Francisco Xaime y de Doña Ana de Trillo. Doña Juana era hermana de Don  José Antonio de Xaime y Trillo, quien en 1806 ya desempeñaba el Cargo de Teniente de Alcalde de la Villa de la Encarnación y durante la Guerra de Independencia fue Comandante de las Fuerzas Realistas, además se le nombró “Alcalde Constitucional”, cargos que aun desempeñaba en 1819. La casa de Don Antonio Xaime ubicada en la esquina poniente de esta manzana por la Calle de Belén, fue habitada en los siglos XIX y XX por sus descendientes, siendo la última en habitarla, las Señoritas Elodia y Jsusita Mora Jaime. Volviendo a Don José Francisco Aranda y Xaime,  el al igual que sus hermanos mayores ya nació en esta Villa, donde fue bautizado el 22 de Abril de 1799 y contrajo matrimonio con Doña Juana María Villalobos el 16 de Mayo de 1821, unos meses  antes de consumarse la independencia de nuestro país. Sin embargo es de su hijo Don Miguel Aranda Villalobos, de quien ya se tiene constancia de que fue propietario de esta casa, ubicada enfrente de las casas del Templo Parroquial. Don Miguel Aranda Villalobos fue de los políticos citados por el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo como formando parte del Honorable Ayuntamiento de 1847, contrajo matrimonio el 19 de Enero de 1844 con Doña Gumersinda Villalobos  Franco, hija de Don Juan José Villalobos y de Doña Isabel Franco. Don Miguel fue el padre de Don Ramón Aranda Villalobos y abuelo de Don Luis R. Aranda Muñoz, este último esposo de Doña María del Refugio Villalobos Ibarra, una de las herederas de la casa contigua a la casa de la familia Aranda, donde por tradición se ha señalado como el lugar en que estuvieron “Las cabezas de los caudillos de la Independencia” (Quesada Cervantes, 1922: 34 y 35; NPE, Notaria Parroquial de Encarnación, Libros Sacramentales; AMCE, Archivo Municipal del Catastro de Encarnación, registros de manifestaciones y avisos sobre los  inmuebles que ocupa la familia Guerrero Aguilera).

67. García Órnelas Profesor José Luis, No. 77, Junio 2010: 8.

69. Gómez Mata Mario, “uno de los primeros Insurgentes laguenses: Ignacio Franco y la muerte de Hermosillo”, publicado en el Boletín Nuestras Raíces, del Archivo Municipal de Lagos de Moreno, No. 77 Marzo-Abril 2010: 16 y 17.

 

70. AGN, Operaciones de Guerra, Caja 4369, 1811, Expediente 011.

71. General José de la Cruz, nació en Arapiles, Salamanca, España. Su carrera Militar la inició con motivo de la Invasión Napoleónica a su patria, llegando a la Nueva España acompañando al Virrey Francisco Javier Benegas (López Espinoza Rogelio, 1999: 43).

72. Brigadier Pedro Celestino Negrete, nació en San Esteban de Carranza, Vizcaya, España el 19 de Mayo de 1777. Fue uno de los innumerables marinos españoles que estando sus barcos en los puertos mexicanos se convirtieron en Soldados de Línea para combatir la Insurgencia. Con motivo de una corta estancia en México del General José de la Cruz, quedó al frente de los Reales Ejércitos de la Nueva Galicia (López Espinoza Rogelio, 1999:2).

73. Gómez Mata Mario, “uno de los primeros Insurgentes Laguenses: Ignacio Franco y la muerte de Hermosillo”, publicado en el Boletín Nuestras Raíces, del Archivo Municipal de Lagos de Moreno, No. 77 Marzo-Abril 2010: 16.

74. José María Felipe González de Hermosillo, varias poblaciones entre ellas Jalostotitlán , Teocaltiche y Mexticacán se disputaban su paternidad, hasta que el Historiador Don Gabriel Agráz García de Alba localizó documentos que probaron que nació el 2 de Febrero de 1774 en  Zapotlán  el Grande, siendo sus padres Don Andrés González de Hermosillo y de Doña Rosalía Romero de Chávez (López Espinoza Rogelio, “Los Colaboradores de Moreno”, publicado en el Boletín Nuestras Raíces, del Archivo Municipal de Lagos de Moreno, No. 61 Enero-Febrero 2007: 8).

75. Don Manuel J. Aguirre, en su libro titulado Ensayo Histórico de Teocaltiche, consignó que el Guerrillero Albino García, estuvo en Aguascalientes y Encarnación (Aguirre, 1971:166).

76. Gómez Mata Mario, No. 77 Marzo-Abril 2010: 16.

 77. Don José Antonio Xaime y Trillo, quien era “Teniente de la Villa” hacia 1806, durante la Guerra de Independencia se desempeñó como “Comandante de las Fuerzas Realistas” y también se le nombró “Alcalde Constitucional”, cargos que aun desempeñaba en 1819.

78. El Capitán Realista José Bernardino Díaz de Cossío era natural de los Reinos de Castilla, Valle de Riosana, lugar de Zarceda, Obispado de Santander; hijo legitimo de Francisco Díaz  y de Josefa González Cossío. En Agosto de 1796 su hermano Juan Francisco, quien era comerciante y Capitán en el Regimiento de Dragones de la Nueva Galicia, le otorgó un poder para testar, nombrándolo su único heredero. En Febrero de 1805 contrajo matrimonio con Inés Gutiérrez de Velasco, originaria y vecina de la Villa de Aguascalientes. Ocupó en varias ocasiones empleos en el Ayuntamiento, en 1810 es Alcalde de Primer Voto de la Villa y Subdelegado Provisional por carencia. En 1814 fue Diputado del Comercio por Aguascalientes, pues fue un activo comerciante entre los años de 1792 y 1823. Tuvo una importante participación dentro del Campo Realista. Aún en 1820 aconsejaba mano dura contra los Insurgentes y en 1821 era Teniente Coronel (Rojas, ; 157, 173, 184-286, 221 y 290; Serrano, :252).

79. Encarnación Ortiz fue un legendario Cabecilla Insurgente en el Bajío. Conocido como “El Pachón”, al igual que sus hermanos Matías, Francisco y Manuel, los “Ortices”, por ser originarios del Rancho “Las Pachonas” en la Jurisdicción de Pinos Zacatecas. Javier Mina lo hace uno de sus Oficiales, depositando en él su confianza. El Pachón, logró escapar durante la toma del fuerte del Sombrero, incomodando al gobierno Virreinal hasta que se acogió al indulto, pero volvió a seguir luchando por la libertad, tras haberse adherido al Plan de Iguala. Murió el 19 de Agosto de 1821 en la Batalla de Atzcapotzalco, ostentando el titulo de Jefe de Dragones de la Sierra de Guanajuato (López Espinoza Rogelio, 1994: 62 y 63).

80. Don Pedro José Miguel Ignacio Moreno y González, nació en la Hacienda de la Daga, Jurisdiccion de la Villa de Lagos el 18 de Enero de 1775, hijo de Don José Manuel Moreno y Verdín y de Doña María del Rosario González de Hermosillo y Márquez; Nieto Paterno de Don Ignacio Moreno de Ortega y Gómez de Portugal y de Doña Águeda Micaela Verdín de Villavicencio; Biznieto de de Don José Moreno de Ortega y Araujo, casado en 1701 con Doña María Gertrudis Gómez de Portugal y Lozano de Gardea, y Tataranieto del Capitán Don Diego Moreno de Ortega y Villegas, casado en 1670 con Doña Leonarda de Araujo y Guerrero (López Espinoza Rogelio, 2005: 39-41).

81. AGN, Indiferente de guerra, caja 4790, Expediente 072, 1 foja; Caja 4796, Expediente 058, 5 fojas.

82. ANPE, Archivo de la Notaria Parroquial  de la Encarnación, libro segundo de defunciones, pagina 195vta. ; Hernández Lugo Ezequiel, “Participación de los vecinos de Encarnación en la Guerra de Independencia, publicada en “Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori”, edición especial de la Revista Jalisco y sus Municipios, No.56, 1997:40.

  83. Fecha citada por Don Mario Gómez Mata, No. 77 Marzo-Abril 2010: 18.

  84. López Espinosa Rogelio, “Los colaboradores de Moreno”, publicado en el Boletín Nuestras Raíces, del Archivo Municipal de Lagos de Moreno, No. 61 Enero-Febrero 2007: 8.

  85. Gómez Mata Mario, No. 77 Marzo-Abril 2010: 18.

86. Hernández Lugo Ezequiel, No.56, 1997: 41.

87. Gómez Mata Mario, No. 77 Marzo-Abril 2010: 18.

88. El Cura Francisco Alvares, fue uno de los muchos Clerigos que apoyaron a la Causa Realista tomando las armas a favor de la causa del Rey, por su cruel practica de quemar vivo a cuanto Insurgente caía en sus feroces manos fue conocido como “El Cura Chicharrronero”. Era Cura de Matehuala y fue ascendido a Canónigo de Durango (López Espinoza Rogelio, 1994: 7 y 8).

89. Este destacamento aun seguía acantonado en 1816, pues José Brilanti desde la Villa de la Encarnación dio razón de las prendas que se necesitaba para los individuos de su tropa (AGN, Indiferente de Guerra, Caja 5220, Expediente 013).

90. Hernández Lugo Ezequiel, No. 56, 1997:41.

91. En 1812 Don Hermenegildo Rebuelta pertenecía al Cuerpo de Dragones de San Luis Potosí (López Espinoza Rogelio, 1994: V ).

92. Batalla publicada por el Profesor Don José Luis García Órnelas en  “La Guerra de Independencia en Encarnación”, Revista El Terruño, No. 9, Septiembre 2004: 6.

93. Don José Trinidad Díaz, originario de la Villa de la Encarnación, hijo de Carmen Díaz de Palos y de Rafaela Macias Rubio, casado el 3 de Febrero de 1814 con Doña Eduarda Escalera Villalobos, hija de Don Vicente Escalera y de Doña Luz Villalobos. Al enviudar, Doña Eduarda contrajo un segundo matrimonio con Don Vicente Viramontes.

94. Don José Antonio de Villalobos, era español de “San Diego”, hijo de Don Martin Narciso de Villalobos y de Doña Lorenza de Alba; había contraído matrimonio el 14 de Enero de 1795 con Doña María Teresa Muñoz de Nava, hija de Don Joaquín Muñoz y de Doña Eufrasia Rubio. Lo cual es prueba de que Antonio de Villalobos y su mujer  formaban parte de la oligarquía de la Villa de la Encarnación al finalizar la Época Virreinal.

95. Hernández Lugo Ezequiel, No. 56, 1997: 41.

96. Gómez Mata Mario, “Los Insurgentes fusilados en Santa María de los Lagos”, Boletín del Archivo Histórico Municipal,  No.75, Agosto-Octubre, 2009: 11.

97. José Agustín Marroquín, homónimo del “Torero” y  Capitán del Cura Hidalgo, era un Insurgente originario de la Villita de la Encarnación, hijo de Cirilo Marroquín Orsua y de María Trinidad Valdez, está registrada en el acta de defunción de su hijo como Díaz, sin embargo en las partidas de bautismo de sus otros hijos en la  Notaria Parroquial de la Encarnación, se le registra como hija Natural de María Josefa Valdez. Fueron sus abuelos paternos José Antonio Marroquín y Jacinta de Orsua, quienes casaron el 25 de Febrero de 1754 en Teocaltiche.  Los Marroquín de la Villa de la Encarnación eran de origen mestizos, por ser hijos naturales de Antonia Marroquín, quien procedente del Rancho la Joya, se estableció en el Sauz de los Macias, donde continuó teniendo más hijos.

98. Hernández Lugo Ezequiel “Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori”, Revista Jalisco y sus Municipios, No.56, 1997: 41.

  99. Probablemente se trate de Don José María Alva y Cuellar, bautizado el 27 de Septiembre de 1794 en la Villa de la Encarnación, hijo de Don José Ignacio Alva Hernández y de Doña María Ignacia de Cuellar; Nieto paterno de Don Santiago de Alva y Muñoz de la Barba, originario de la Hacienda de San Miguel de los Alva, y avecinado en el lugar que ocupa “El Barrio de San Pablo”, al contraer matrimonio el 30 de Mayo de 1756 con Doña Antonia Gertrudis Hernández y Ramírez, propietaria de tierras en “El Sauz de los Macias”. Don José María Alva había contraído matrimonio el 25 de Mayo de 1814 con María Antonia Pérez Espinosa.

100.   ARGENA, Reales Ordenes, Vol.7, Expediente 79, fojas: 69.

101. Hernández Lugo Ezequiel, No.56, 1997: 41.

  102. AGN, Operaciones de Guerra, Vol. 129, Expediente 77, fojas: 302-312.

103.   AGN, Indiferente Virreinal, Caja 4381, Expediente 069,  2 fojas.

104. Hernández Lugo Ezequiel, No.56, 1997: 41; ANPE, Libro de Entierros, No. 3, foja 24 fte.

  105. Don José Ignacio Vicente Romo y del Portillo, era hijo de Don José Antonio Romo y Martín del Campo y de Doña Juana Vicenta del Portillo y Gallardo, vecinos de San Juan. Don Ignacio contrajo matrimonio el 4 de Febrero de 1797 en la Parroquia de Jalostotitlán con Doña Rafaela Gómez y Macias, originaria de “La Parada” en aquella jurisdicción, e hija de Don Vicente Gómez y de Doña María Cayetana Macias  (ANPE, Libro de la Cofradía de las Animas, “Escritura de Hipoteca a favor de la Cofradía de las Animas elaborada ante el Señor Alcalde Ignacio Romo Portillo”; ARGENA, Indiferente Virreinal, Caja 4131, Juzgado de Tierras, Exp. 006, 1820-1821, “Certificaciones de otorgamiento de escrituras públicas ante el Juzgado, por venta de fincas entre particulares”, Villa de la Encarnación,  18 fojas. Agradezco enormemente al Maestro Don José de Jesús Martin Flores, el haberme asesorado para consultar, los acervos digitales de este archivo).

  106. Sobre el destino que tuvo la cabeza de Don Pedro Moreno, escribió el Licenciado Mario Gómez Mata que el Padre Don Agustín Rivera y Sanromán en su libro  titulado “Viaje a las Ruinas del Sombrero”, publicado por primera vez en 1875, registró que “por orden superior colocó Rebuelta la cabeza de Moreno en la extremidad de una elevada asta, en la orilla de Lagos, donde comienza el camino de esta ciudad al pueblo de Buenavista. Allí duró como tres meses, hasta que al pasar por allí D. Fr. Bernardo del Espíritu Santo, a tomar posesión de su obispado de Sonora, en medio del gentío se perdió la cabeza. Dícese que D. Pedro José Moreno Guerra, aprovechó la oportunidad para pagar a dos hombres para que la quitasen y que la sepultó en la Iglesia de la Merced (…) sobre los restos de su hijo D. Juan (…)”; Respecto al cuerpo de Don Pedro, ha documentado Don Mario Gómez Mata, que este fue sepultado en el cementerio anexo a la capilla de la Hacienda de la Tlachiquera, donde permaneció hasta poco tiempo después de la consumación de la Independencia, pues el Congreso Federal aprobó el 19 de Julio de 1823 el decreto en el que se le reconocía junto con otros caudillos insurgentes  como “Beneméritos de la Patria en Grado Heroico”, ordenándose además “que el honor mismo de la Patria reclama el desagravio de las cenizas de los héroes consagrados a su defensa”,  por lo cual fueran exhumados sus restos, depositados en una caja y trasladados con toda publicidad y pompa, dignas de un acto tan solemne que se efectuó el 17 de Septiembre en la Catedral de la Ciudad de México, donde se celebró un oficio de difuntos con oración fúnebre (Gómez Mata Mario, “La cabeza de don Pedro Moreno González Hermosillo Márquez” y “El Traslado de los restos de don Pedro Moreno González de Hermosillo Márquez al Ángel de la independencia”, artículos publicados en el Boletín Nuestras Raíces, del Archivo Municipal de Lagos de Moreno, No. 78 Mayo-Junio 2010: 6 y 10).

  107. López Espinosa Rogelio, No. 61 Enero-Febrero 2007: 8.

  108. López Espinosa Rogelio, No. 61 Enero-Febrero 2007: 8.

109.   Es de suponer, que los hijos del Coronel Don Santiago González y Tello, debieron estar como prisioneros de guerra, en la casa de Don José Antonio Xaime, quien además de tener la obligación de resguardarlos, estaba emparentado con ellos, lo que debió servir de aliciente para que González y Tello se indultara, y luego sirviera a la Causa Realista o Contrainsurgente. Esta Histórica casa se conserva parcialmente,  y como ya hemos dicho se ubicaba en la calle de  los Mesones, donde tenía su acceso principal y hacia esquina con la Calle de Belén donde contaba con dependencias que servían de tienda y trastienda, además de la Casa de la Servidumbre que es donde se dice estuvo la “Cabeza del Cura Hidalgo”. La Casa de José Antonio Jaime, paso a su hijo el Licenciado Don Ignacio Jayme y de Cuellar, casado con Doña María Josefa Mora Verdín, hija de Don Santiago de la Mora y de Doña Rosalía Verdín; padres del Licenciado Don Ysidoro Jaime Mora, quien aparentemente la vende a Doña Marciana Gómez, quedando de encargado Don Toribio Mora Franco, para luego pasar a sus sobrinas, María, Altagracia y Soledad Mora Villalobos, hijas de Ambrosio Mora Franco y de María Refugio Villalobos. Finalmente el 8 de Febrero de 1967, se registró el inmueble a Nombre de las Señoritas Elodia y María de Jesús  Mora Jaime, por haberlo heredado de las Mora Villalobos. Doña Jesusita Mora Jaime, fue la última descendiente del Capitán Realista  Don José Antonio Xaime, ella y su hermana nacieron en la primera década del siglo XX en Calvillo Aguascalientes, hijas de Don Eusebio Mora Padilla y de Doña Merced Jaime Viramontes, fueron sus abuelos paternos el Licenciado Don Toribio Mora Franco y Doña Isabel Padilla Lozano; y  los maternos el Licenciado Don Ysidoro Jaime Mora y Doña María Inés Viramontes, quienes radicaron en diversas poblaciones desempeñando cargos de su profesión. El Licenciado Don Ysidro Jaime en 1868 fue Jefe Político de la Villa de la Encarnación. Otra gran casona, donde se ubica el Auditorio Doctor Pedro de Alba y sus anexos, también fue propiedad de Don José Antonio Xayme, la que dejó grabada a favor de las Cofradías de las Animas y del Santísimo Sacramento, para heredarla por medio de una Capellanía a su hijo el Presbítero Don Rafael Jayme y de Cuellar,  pasando la propiedad a manos de la parroquia, tras la muerte de este Sacerdote, construyéndose en ella la “Escuela Parroquial de Niños”.

110. Hernández Lugo Ezequiel, No. 56, 1997: 41.

111. Hernández Lugo Ezequiel, No. 56, 1997: 41.

  112. López Espinosa Rogelio, No. 61 Enero-Febrero 2007: 8.

  113. Don Juan José de Villalobos, era originario de la Villa de la Encarnación, hijo de Don Francisco Solano Villalobos de Carvajal y de Doña María Gama, nieto paterno de Don Bartolomé de Villalobos y Espinosa y de Doña Juana Rita de Carvajal y Obalde, vecinos  y propietarios de tierras en la “Cañada de San Diego”. Don Juan José había estado casado con Doña Ignacia de Lomelín pero al enviudar de esta contrajo matrimonio el 27 de Octubre de 1820 con Doña María Isabel Franco Ibarra, padres de Doña Gumercinda Villalobos Franco, esposa de Don Miguel Aranda Villalobos y de Don Luis Villalobos Franco, esposo en segundas nupcias de Doña Lorenza Martín, todos personajes prominentes de la Elite de la Villita. Tras la muerte de Don Juan José de Villalobos, su viuda Doña Isabel Franco contrajo matrimonio el 12 de Agosto de 1829 con Don Luis de la Mora y Verdín, hijo de Don Santiago de la Mora y Romo de Vivar, propietario de tierras en Ciénega de Mora y vecino de la Villa de la Encarnación,  y de su tercer esposa Doña María Rosalía Verdín y Romo de Vivar, originaria de “El Horno”. Don Luis y Doña Isabel fueron los Padres del Licenciado Don Toribio Mora Franco, quien desempeñó el Cargo de Notario Público de Encarnación (ANPE, Libro de la Cofradía de las Animas, “Escritura de Hipoteca a favor de la Cofradía de las Animas elaborada ante el Señor Alcalde Juan José Villalobos el 17 de Mayo de 1820”).

 114. Agustín de Iturbide, Militar Realista, nacido en 1783 en la Ciudad de Valladolid, lugar en el que derroto a Morelos en 1813, lo que le dio fama. Formó parte de la conjura de la Profesa, se alió a Vicente Guerrero, proclamando las tres garantías en el Plan de Iguala; entro triunfante en la capital el 27 de Septiembre de 1821, proclamándose al año siguiente emperador con el nombre de Agustín I, pero fue obligado a renunciar y, proscrito del país, se exilio en Italia. A su regreso fue fusilado en Padilla, Tamaulipas en el año de 1824(González y González Luis, Viaje por la Historia de México, 2009:32).

115.   Doctor Valentín Gómez Farías, nació en 1781 en la Ciudad de Guadalajara, donde estudio Medicina y fue Profesor de la Universidad de Guadalajara, posteriormente se avecino en la Villa de Aguascalientes donde ejerció su profesión. Fue elegido Diputado a las Cortes de Cádiz en 1812; tras la consumación de la Independencia de México apoyó el Plan de Casa Mata en contra de Iturbide; entre 1825 y 1830 fue Senador por Jalisco y Ministro de Hacienda en el Gabinete de Manuel Gómez Pedraza, luego ocupó el cargo de Vicepresidente y sustituyó en cuatro ocasiones al Presidente Antonio López de Santa Anna entre 1833 y 1834 y también en 1847 a su regreso del exilio, en que fue presidente por tres meses. Durante sus gobiernos intentó apoyar firmemente la educación y atacar los privilegios de la Iglesia Católica. Con los liberales en el poder, presidió el Congreso Constituyente de 1857 el día de la jura solemne de la Constitución (González y González Luis, Viaje por la Historia de México, 2009: 35).

116.   Don José Francisco Calvillo, originario de la Villa de la Encarnación, era hijo del Comerciante Don Manuel Calvillo Hernández, registrado con un capital de 1, 500 pesos y de Doña Rosalía Martin del Campo; Nieto paterno de Don Agustín Manuel Calvillo quien como fundador había desempeñado el cargo de Alférez Real de esta Villa por un largo periodo de 30 años. Don Francisco contrajo matrimonio el 6 de Septiembre de 1796 con Doña Ignacia Macias Arévalo, hija de Don Antonio Macias y Doña María de Jesús Arévalo. Don Francisco y Doña Ignacia fueron los padres de Doña María Guadalupe Calvillo Macias, casada el 23 de Agosto de 1823 con su tío José María Calvillo, quien era primo hermano de su padre; también fueron padres de Don José Ramón de San Luis Calvillo Macias, casado el 24 de Octubre de 1827 con Magdalena María de San Juan Ibarra Díaz, originaria de San Miguel de los Alva, e hija de Don Clemente Ybarra y Martin del Campo, originario del rancho Vaquería en la Jurisdicción de San Juan y de Doña María Dolores Díaz Alva, originaria y heredera de tierras en la antigua Hacienda de San Miguel (ARGENA, Indiferente Virreinal, Caja 4131, Juzgado de Tierras, Exp. 006, 1820-1821, “Certificaciones de otorgamiento de escrituras públicas ante el Juzgado, por venta de fincas entre particulares”, Villa de la Encarnación,  18 fojas).

  117. Don Josef Joachín López de Nava y Carrillo, originario de esta Villa, hijo de Don Manuel Salvador López de Nava y Carrillo y de Doña Culumbina Macias; nieto paterno de Don José Antonio López y de Doña María Ana Carrillo; Bisnieto de Don Juan López de Nava y de Doña Ysidora Ramírez Ramírez,  antiguos propietarios de tierras en “El Sauz de los Macias”, mismas que donaron para la fundación. Don Josef López contrajo matrimonio el 10 de Mayo de 1786 con Doña Juana María de Cuellar y Navarro, hija de Don Felix Román de Cuellar y Romo de Vivar y de Doña Gertrudis Navarro y Macias, vecinos que fueron del “Sauz de Macias”, en la fracción conocida también como “Sauz de los Cuellar” (ARGENA, Indiferente Virreinal, Caja 4131, Juzgado de Tierras, Exp. 006, 1820-1821, 18 fojas).

 

118.   Don José Ricardo Cervantes Macias, bautizado en la Parroquia de la Encarnación el 4 de Abril de 1778, fue hijo de Don Ignacio Cervantes Carrillo y de Doña Micaela Macias; estuvo casado con Doña Josefa Lomelín Montes. El propio Señor Cura Don Manuel Gutiérrez Coronado lo contrato como “Cantero” en las obras de construcción del Templo Parroquial, donde ya laboraba el 9 de Julio de 1792; por su parte el Ilustrísimo Señor Obispo de Guadalajara lo nombró “Mayordomo de la fabrica Material”, cargo que desempeño a partir del primero de Marzo de 1823, además de las cuentas de la Parroquia también se le encargaron las de la construcción del Campo Santo, continuando con dicha labor su hijo Don Casimiro Cervantes Lomelín, quien era “Cerero” y tenía su “Velería” en la antigua casona familiar ubicada por la Calle Real, antes de llegar al Puente de San Pablo. El 30 de Junio de 1821 Don Ricardo adquirió una caballería y 22 solares en el “Sitio de Mendoza” por compra a su pariente Don José Santiago Cervantes y Ruiz de Ayala. En la Notaria Parroquial existen registros en los que se asentó en 1838 la hipoteca de una caballería de tierra en “La Cañada nombrada del Jaguey” por nueve años y de la venta para la Cofradía de las Animas, de un potrero con 97 solares, ubicado en el Sitio del Sauz y puesto que nombran Cañada del Frasco. Finalmente en la visita Episcopal del 31 de Octubre de 1844 entre las propiedades parroquiales se citó el “Legado de Don Ricardo Cervantes en los Sitios de Mendoza y Magueyes”. Uno de los hijos de Don Ricardo, que participó en la política local, fué Don José Cruz  Cervantes Lomelín, encargado del Rastro Municipal, dedicado a la matanza  y quien tenía una tocinería a media cuadra de la plaza (Hernández Chávez, 2008:106; NPE, Libro 2º de la cofradía de la Animas y Libro de Gobierno; Hernández Lugo Ezequiel, “Provincia Corazón de México”, publicado en el Boletín Encarnación Rotario, No.25, 10 de Julio de 1975: 6; ARGENA, Indiferente Virreinal, Caja 4131, Juzgado de Tierras, Exp. 006, 1820-1821, 18 fojas).

  119. Don José María Calvillo y Cuellar, hijo de Don Ygnacio Calvillo Hernández y Doña María Ignacia Cuellar Moreno; casado el 23 de Agosto de 1823 casado con su sobrina Doña María Guadalupe Calvillo Macias, hija de su primo hermano Don José Francisco Calvillo y Martín del Campo y Doña María Ignacia Macias Arévalo. Don José María Calvillo, en Marzo de 1846 era el “Fiel de Tabaco y mas Rentas Estancadas”, por ser empleado en Rentas Estancadas (AMSC, Archivo Marques de San Clemente, “Padrón de la Villa de la Encarnación, 1823”, el cual me fue proporcionado por el Doctor Don Mariano González Leal; ANPE, libro de Matrimonios, No. 6, foja 45 fte.).

  120. Don José Pánfilo de la Mora y Pérez, era hijo de Don Santiago de la Mora, dueño de “Ciénega de Mora” y de  Doña María Gertrudis Pérez, una de sus esposas; estuvo  casado  con Doña Petra Gallegos (AMSC, “Padrón de la Villa de la Encarnación, 1823”).

  121. Don Juan José Gregorio Ygnacio de Anda y Cuellar, hijo de Don José Antonio Macias de Anda, propietario de tierras en Santa Gertrudis y de Doña María Gertrudis de Cuellar y Macias-Valadez; casado el 3 de Junio de 1782 con María de Jesús Pérez Pérez, originaria del Pueblo de Nuestra Señora de San Juan, vecina que fue de Ciénega de Mora y residente en esta Villa, hija de Don Joseph Pérez y Doña María Josepha Pérez (ANPE, Libro de la Cofradía de las Animas, “Escrituras de Hipotecas a favor de la Cofradía de las Animas, elaborada ente el Señor Alcalde Ygnacio de Anda”).

  122. Don Tomas Macias-Valadez y Ruiz de Esparza, fue hijo de Don Antonio Macias-Valadez y de Doña Manuela Ruiz de Esparza; casado en primeras nupcias con Doña Lucia Martin y en segundas el 23 de Septiembre de 1817 con Doña Anna de Mayagoitia,  originaria de “Los Sauces” y avecinada en la Villa de la Encarnación, hija de Don Bernardo Mayagoitia y de la Rocha  y de Doña Gertrudis Serin de la Mora y Guerra; Don Bernardo Mayagoitia, era originario del Real de Comanja, hijo de Don José María Mayagoitia y de Doña Anna Ysabel de Rocha, casado el 14 de Junio de 1792 en los sauces, con Doña María Clara Gertrudis Servín de la Mora y Guerra, originaria de San Nicolas, en Pinos Zacatecas, y residente en Los Sauces desde 1783, hija de Don Vicente Servin de la Mora y de Doña Gertrudis Guerra. El Alcalde Don José María Mayagoitia, abuelo de Doña Anna Ysabel, era español de origen Vazco (ANPE, Libro de la Cofradía de las Ánimas, “Escrituras de Hipotecas a favor de la Cofradía de las Ánimas, elaborada ente el Señor Alcalde Tomas Macias”; Hernández Lugo Ezequiel, Crónica Chonense, No. 53 Julio de 1993; Mayagoitia Hernández Luis Carlos, “Apuntes sobre la Genealogía de la Familia Mayagoitia”, en www.mayagoitias.com ).

  123. Muriá José María, “La Jurisdicción de Lagos”, en Estudios Jaliscienses, No. 43, Febrero de 2001: 7 y 8.

  124. Muriá José María, “Los Altos y su división política”, en Estudios Jaliscienses, No. 37, Agosto de 1999:6

  125. El General Refugio Indalecio González y González, pasó parte de su infancia en el Fuerte del Sombrero, o como prisionero de guerra en esta Villa, donde permaneció después de la consumación de la Independencia dedicado a la agricultura y la ganadería en compañía de su padre hasta el año de 1830, acompañándolo nuevamente en la carrera de las armas. Don Refugio I. González se educó en Guadalajara, donde fundó en 1868 el primer periódico espírita, llamado “La Ilustración Espirita”, teniendo gran actividad y presencia en la escena pública, mudándose posteriormente a la Ciudad de México, donde constituyó en Agosto de 1872 la “Sociedad Espirita Central de la Republica Mexicana”, traduciendo las obras que codificó Allan Kardec, libros publicados con el título de “El Evangelio según el Espiritismo”, en 1872 y el “Libro de los Espíritus”, en 1875. Para José María Leyva, autor del libro “El Ocaso de los Espíritus”, Don Refugio González y González “creía en la libertad humana, era un adepto de las ideas positivas y progresistas, por eso se adentro en el liberalismo y en el espiritismo, porque veían al progreso como la meta del hombre”. Su carrera militar la desarrolló figurando en el ejercito liberal, en las Guerras de Reforma e Intervención Francesa hasta alcanzar el grado de General de Brigada, participando como fiscal en el juicio que se les siguió al Emperador Maximiliano y a los Generales Miguel Miramón y Tomas Mejía; además fue diputado en las administraciones de los Generales Manuel González y Porfirio Díaz, murió en la Ciudad de México el 17 de Agosto de 1892 (Hernández Lugo Ezequiel, 1997: 44-53; Gracias al Doctor Don Marino González Leal, supimos que el General Refugio González había introducido el Espíritismo en México; www.espiritismoenmexico.org ).

126.   El Doctor Melesio Calvillo Hoyos, fue bautizado en la Ciudad de Lagos de Moreno por ser el lugar de residencia de su padre el Licenciado Don Vicente Calvillo de Anda. Luego de haber estudiado medicina, se enlistó en las Filas Republicanas, recibiendo la delicada comisión de certificar la muerte del Emperador Maximiliano y sus Generales, quienes fueron pasados por las armas el 19 de Junio de 1867 en el Cerro de las Campanas (Hernández Lugo Ezequiel, 1997: 55-53).

127.   ARGENA, Instituciones Gubernamentales/ Expulsión de Españoles, 130 Vol. 17 Exp. 31, fojas 392-420; Vol. 42, Exp.29, fojas 336-342.

 

  128. Don Antonio Cornejo Nieto, fue Alcalde Constitucional en 1848; era hijo de Don José Cipriano Cornejo y Gutiérrez Coronado, originario de la Jurisdicción de Jalostotitlán y de Da Anna María Gertrudis Nieto y Macias-Valadez; Don Antonio contrajo primeras nupcias con Doña Estefanía Díaz-Tizcareño, originaria de la Maxada, hija de Don Miguel Díaz-Tizcareño y de Doña María de Cuellar; y en segundas nupcias con Doña Rosalía González, originaria de esta Villa, hija de Don Rafael González y de Doña Guadalupe Díaz

129.   Don Mariano de Anda y Pérez, uno de los grandes capitales de la Villa, pues se dedicó al comerció y al préstamo de dinero con altos intereses; fue hijo de Don Juan Ygnacio de Anda y Cuellar y de Doña María de Jesús Pérez Pérez; casado con Doña Petra Villalobos Villalobos, hija de Don José de Jesús Villalobos y de Doña Aniceta Villalobos.

130.   Don Ramón Calvillo Macias, hijo de Don José Francisco Calvillo y Martin del Campo y de Doña Ygnacia Macias Arévalo, casado el 24 de Octubre de 1827 con Doña María de San Juan Ybarra Díaz, originaria de San Miguel de los Alva, hija de Don Clemente Ybarra y Martín del Campo y de Doña María Dolores Díaz-Tizcareño y de Alva.

 131. Don Miguel Aranda Villalobos, hijo de Don Francisco Aranda y Xayme y de Doña Juana María de Villalobos, casado el 19 de Enero de 1844 con Doña Gumercinda Villalobos Franco.

132. Don José Manuel Calvillo Cuellar, Alcalde Constitucional en 1845; hijo de Don Ygnacio Calvillo Hernández y de Doña Ygnacia Cuellar Moreno; contrajo matrimonio el 9 de Enero de 1813 con Doña Margarita de Anda Pérez, originaria de Santa Gertrudis, hija de Don Juan Ygnacio de Anda y Cuellar y de Doña María de Jesús Pérez Pérez

133. Doctor Jesús Calvillo Ybarra, hijo de Don Ramón Calvillo y Macias-Valadez y de Doña María de San Juan Ybarra y Díaz-Tizcareño; falleció el Doctor Calvillo el 31 de Mayo de 1873.

  134. Don Ygnacio Cornejo Díaz, hijo de Don Antonio Cornejo Nieto y de Doña Estefanía Díaz-Tizcareño y Cuellar;  casado el 20 de Diciembre de 1839 con su prima hermana Doña Jacinta Cornejo Muñoz, hija de Don José Basilio Cornejo Nieto y de su segunda esposa Doña Tomasa Muñoz Narvaes.

135. Don Jesús Ybarra Díaz,  cuñado de Don Ramón Calvillo y originario de San Miguel de los Alva, hijo de Don Clemente Ybarra y Martín del Campo y de Doña María Dolores Díaz-Tizcareño y de Alva; contrajo matrimonio con Doña Mariana Aranda

136.   Don J. Félix Alba Pérez, nació en el “Rio de los Lomelines” el 10 de julio de 1816 y se estableció en la Villa de la Encarnación, fue hijo de Don Domingo de Alba y Moreno y Doña  María Teresa Pérez-Franco y Cuéllar fueron vecinos de “Los Lomelines”; nieto de Don Joseph Ignacio de Alba y Lomelín y su esposa Doña María de San Joseph Moreno de Ortega y Guerra; y biznieto de Don Juan Antonio de Alba-Bocanegra y Martín de Sotomayor, originario de la Hacienda de San Miguel de los Alvas y avecinado en el Rio de los Lomelines al contraer matrimonio con Doña Josefa Polonia de Lomelín y  Guerra. Don Félix Alba se casó  el 23 de Enero de 1845 con Doña Luisa López Arreaga, hija de Don Juan López y de Doña Encarnación Arreaga (González Leal Mariano,  Capitulo “Alba de”, de su Magna Obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de edición).

  137. Don Rafael Anda Pérez, hermano de Don Mariano de Anda, e hijo de Don Juan José de Anda y de Doña María de Jesús Pérez-Franco; casado el 9 de Octubre de 1832 con Doña María de la Encarnación Pedroza, hija de Don Guadalupe Pedroza y de Doña Victoriana Hernández.

138. Don Paulino Cornejo Díaz, era originario del Barrio de España y avecinado posteriormente en la llamada Calle de Cornejo, hoy Calle Isabel la Católica, era hijo de Don Antonio Cornejo Nieto y de su primera esposa Doña Estefanía Díaz-Tizcareño y Cuellar; Don Paulino contrajo matrimonio el 8 de Septiembre de 1829 con Doña María Guadalupe Villalobos López, hija de Don José María de Villalobos y Velazco y de Doña María Salome López de Nava y de Cuellar, vecinos de la Villa de la Encarnación y propietarios de tierras en “La Labor”.

  139. Don Miguel Aranda Díaz, primo hermano de Don Francisco Aranda y Xayme; era hijo de Don Ysidro de Aranda y Moreno y de Doña Andrea Díaz; Don Miguel contrajo matrimonio el 5 de Julio de 1848 con Doña Teodora Villalobos López, originaria de esta Villa, hija de Don Francisco Villalobos y de Doña Lucia López.

140.   Don Julio López Villalobos, hijo de Antonio López y Gertrudis Villalobos; nieto paterno de Don Manuel López de Nava y de Doña Lumbina Macias-Valadez; casado el 10 de Enero de 1844 con Doña Petra Mayagoitia y Martin del Campo, originaria de la Villa, quien residió un tiempo considerable en Fresnillo y en la Labor, Jurisdicción de Paso de Sotos, hija de Don Ygnacio Mayagoitia y Servín de la Mora y de Doña Rafaela Martín del Campo; nieta materna de Don Francisco Martin del Campo y de Doña María de Jesús Martín del Campo. Don Julio López, era sobrino de Don Josef Joachín López de Nava y Macias-Valadez, quien había sido Alcalde Constitucional de 2ª Nominación en 1821.

  141. Don Antonio de Anda y Díaz-Tizcareño,  originario de “Santa Gertrudis”, hijo de Don José María de Anda y Romo de Vivar y de Doña María Loreta Díaz-Tizcareño; fueron sus abuelos paternos Don José Antonio de Anda, casado en segundas nupcias con Doña Antonia Romo propietarios de tierras en Santa Gertrudis; y los abuelos maternos Don Fernando Díaz-Tizcareño y Doña Juana Magaña, vecinos de “La Maxada”, rancho perteneciente el Mayorazgo de Ciénega de Mata, y cuyas tierras eran arrendadas a la familia Díaz desde el Siglo XVII. Don Antonio de Anda contrajo matrimonio el 5 de septiembre de 1827 con su prima hermana Doña María Antonia González de Anda, originaria también de Santa Gertrudis, e hija de Don Antonio González y de Doña María de Anda.

142. Don Félix Gutiérrez, hijo de Don José del Refugio Gutiérrez Pedroza y de Doña Micaela López Villalobos, vecinos de la Villa; fueron sus abuelos paternos Don Miguel Gutiérrez y Doña Victoriana Pedroza, y los maternos Don Antonio López y Doña Gertrudis Villalobos; Don Félix Gutiérrez contrajo matrimonio el 28 de Junio de 1854 con Doña Tranquilina Villalobos Díaz, hija de Don José María Villalobos romo, originario de “La Mesa de los Villalobos” en la Jurisdicción de Lagos y de Doña María de Jesús Díaz, originaria de este Villa, hija de Don Miguel Díaz y de Doña Valentina Cornejo.

143. Don Celedonio López Villalobos, bautizado el 5 de Mayo de 1818; hermano de Don Julio López Villalobos.

144.   Don  José Manuel Calvillo y Cuellar, es el mismo que ya había sido Alcalde Constitucional en 1845 y que diez años antes en 1847, había manifestado una opinión conservadora en contra del Dictamen de la Comisión de Reformas. Ahora, sin duda alguna se manifestaba por conservar su cargo en el Ayuntamiento. Lo que es prueba de la adaptación  “tarde o temprano”, de la Elite local ante los cambios.

145. Don Pedro J. González y González, bautizado el 21 de Octubre de 1828 en la Villa de la Encarnación, hijo de  los Insurgentes Don Santiago González y Tello y de Doña Carmen González y Muñoz; fue vecino 3 años en Valle de San Bartolo, Obispado de Durango, contrajo matrimonio en esta Villa el 5 de Febrero de 1840 con Doña María Josefa Lozano Calvillo, hija de Don Francisco Lozano  y Flores, Alcalde Constitucional en 1831 y de Doña Anna María Calvillo y de Cuellar. Don Pedro González y su familia, llevaron una vida azarosa pues a pesar que en Diciembre de 1840 aún vivían en la Encarnación, ya  en 1842 radicaban en la Ciudad de México; en 1847 nuevamente están en Encarnación y en 1848 en San Luis Potosí, según se desprende de las partidas de bautismo de sus hijos que pueden consultarse en la pagina www.familysearch.org . Curiosamente, este enlace matrimonial parece haber dado fin a las antiguas rencillas familiares  por obtener el poder, uniéndose posteriormente  la Villa de la Encarnación a “La Paz Porfiriana”.