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“(…)En el semblante de tus doncellas
Noto   las   huellas   de  su   Hacedor;
Que aquí los ángeles han encarnado
Y te han llamado la Encarnación (…)”

Arcadio Zúñiga y Tejeda (1858-1892)
Poeta Liberal de Atoyac, Jalisco
“La Villa de la Encarnación de Díaz”,  fragmento

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A pesar del  arduo camino  que tuvo que recorrer la Colonial Villa de Nuestra Señora de la Encarnación del Sauz de los Macias,  para transformarse en la moderna Ciudad de Encarnación de Díaz. En los Archivos que resguarda el H. Ayuntamiento local, se tienen grandes lagunas documentales que impiden tener un mayor panorama de los periodos históricos acontecidos durante los siglos XVIII, XIX, y parte del siglo XX, pues por descuido  de los servidores públicos, estos viejos papeles se fueron destruyendo lentamente, arrumbados, expuestos a la humedad, para terminar siendo eliminados por su antigüedad y en muy pocas ocasiones valorados.  Culpándose de la pérdida  de este  valioso legado documental, a las Revoluciones y Movimientos Armados sufridos a lo largo de los siglos pasados.

Ya el 28 de Septiembre de 1903, Don Juan N. Villalobos, en calidad de Sindico encargado de las fincas propiedad del Municipio, al registrarlas ante el C. Empleado en Rentas de Encarnación de Díaz, declaró  de cada una que: “Dicho predio fue adquirido por donación de particulares para la fundación de este lugar en el siglo XVIII, habiendo sido quemados los títulos respectivos en tiempo de la Revolución”(Archivo del Catastro de Encarnación de Díaz, Libro de Manifestaciones Extemporáneas 1899-1907,  Números del 3324 al 3379).

Otro documento que hace referencia al archivo de Encarnación de Díaz, es un oficio fechado el 12 de Febrero de 1947, mediante el cual  el Presidente Municipal Don Ernesto Galván, da contestación a  la “Encuesta de la Oficina Técnica de Cooperación Intelectual, de la Secretaria de Educación Pública”, a la que pertenecía la Dirección de “Archivos Municipales de la Republica Mexicana”, informándole que el archivo había sido fundado “El 6 de Enero de 1860, pero fue destruido en tiempo de la Revolución”. Sin embargo de las distintas respuestas dadas se desprende que la Presidencia Municipal, aún contaba con un archivo correspondiente al “Ramo Administrativo”, compuesto de “372 expedientes”, existiendo documentos desde el día “12 de Enero de 1866”, siendo el documento más antiguo “Un oficio firmado por el Juez Auxiliar de Peñuelas” en esa fecha y el documento mas valioso “Un Decreto del C. Presidente de la Republica Lic. Benito Juárez, dirigido al C. Gobernador del Estado transcribiendo el de la Diputación permanente del Congreso de la Unión paraqué se celebren elecciones primarias en varias poblaciones del Estado y en esta ciudad de fecha 6 de Septiembre de 1871”. (1)

Por entrevista que tuve la oportunidad de hacerle a Don Carlos Cuellar Muñoz, quien fuera Presidente Municipal de Encarnación de Días en el periodo 1965-1967, sabemos que por encontrarse el Acervo documental “disperso y en mal estado”,  durante su Administración Municipal se  “Ordenó y empaqueto el archivo”; pero lamentablemente entre los años de 1968 a 1970, parte del material administrativo que no se creyó de interés público fue destruido, destinándolo como papel del baño para el servicio de los presos. Motivo por el cual debió ser nuevamente clasificado por el empeño de Don Carlos Cuellar, quien era un apasionado del fomento a la Cultura.

En el año de 1979, al remodelarse la Presidencia Municipal construyéndose  las oficinas, los sanitarios y la cárcel en el costado sur del patio, los documentos nuevamente quedaron en desorden, motivo por el cual en 1980 el Ayuntamiento destinó un cuarto para archivo. Fue durante la Administración Municipal 1983-1985, y gracias al interés del Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo por rescatar la historia de este pueblo, que lo que quedaba del archivo Municipal fue reubicado a la Oficina del Secretario y Sindico,  quien se encargó de su estudio y resguardo.

Lamentablemente,  ya para el año de 1992,  las cajas del Archivo Municipal, habían sido sacadas de la oficina del Secretario y Sindico, y vaciado su contenido en el piso de la mazmorra o antigua cárcel, donde también se encontraba “el Archivo del Juez”. Por decisión del Profesor Martin Lozano, quien ha mostrado siempre un interés en rescatar la cultura de Encarnación, se creó por primera vez la “Dirección Municipal de Archivos”, nombrando como director al C. J. Ascensión Lozano  Villalobos, destinando una oficina de la planta alta para concentrar en ella todos los “Archivos Muertos”  que se encontraban dispersos en las oficinas de la Presidencia Municipal; mismos que fueron desempolvados, y colocados en cajas numeradas, propias para archivo, a las cuales se les elaboró su respectivo inventario de contenido.

Del acervo Municipal concentrado por la Dirección de Archivos, se separaron los folder, legajos y expedientes anteriores a la década de 1950, los cuales me fueron entregados en Calidad de Cronista Municipal, para crear  con ellos el “Archivo Histórico Municipal de Encarnación de Díaz”, por tal motivo el 7 de Marzo de 1995, solicité al Cabildo de Encarnación que “parte de lo que es el Acervo Histórico  y que comprende actualmente de los años de 1918 hasta los años de 1959, incluyendo libros administrativos, estadísticas, nombramientos y correspondencias” fuera depositado en la   Sala de Consulta de la Biblioteca Pública Astrónomo Ángel Anguiano, “en la que cualquier interesado, estudiante o no, pueda hacer uso de ella para sus investigaciones; ya que al estar en un lugar exclusivo del Ayuntamiento, se carece de dicha información y se propicia que nuevamente sea saqueado el Archivo como lo prueba la ausencia de información”. Ademas en dicho oficio también solicite a la consideración del Cabildo presidido por el Profesor Martin Lozano Villalobos, “que para poder asegurar la supervivencia, tanto del Archivo Histórico como el de la Biblioteca Pública, sea designado el Edificio de la Antigua Escuela Parroquial de Niñas como Recito Oficial”. Propuestas que fueron aprobadas en la Sesión de Cabildo de ese mes.

Gracias al apoyo recibido por la Lic. Doña María Antonia Duran López Presidenta Municipal del  H. Ayuntamiento 1995-1997. El Archivo Histórico, ubicado en la Biblioteca Pública fue catalogado y clasificado por el archivista Luis Gerardo Cortes Ibarra del Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes, quien estuvo a cargo del acervo a partir del mes de marzo de 1996, hasta el 6 de Diciembre de 1997, fecha en que Oficialmente entregó al Honorable Ayuntamiento de Encarnación de Díaz Jalisco, representado por una comisión encabezada por el Licenciado Armando Amezcua Partida en su carácter de Secretario y Sindico, la Maestra Doña Carmen Esparza Villalobos encargada de dicha Biblioteca y del Arquitecto Rodolfo Humberto Hernández Chávez, Cronista Municipal y Director de la Casa de la Cultura. Durante la “Entrega-Recepción”, el Archivista entregó en este acto: “33 cajas de cartón, 26 de ellas modelo AG12 y las restantes LFS5EW, conteniendo en su conjunto 507 expedientes históricos, además de las correspondientes 507 fichas catalográficas que contienen la información de cada uno de los documentos”, las cuales se recibieron y fueron depositadas provisionalmente en los anaqueles de la Biblioteca, hasta que la Autoridad Municipal decida su resguardo en el lugar que adecúe especialmente para ello. (2)

Es así, que la documentación que ha llegado hasta nuestros días, es producto de las actividades desarrolladas por las dependencias que conforman la Administración Municipal y que de acuerdo a su utilidad para la Institución se conservan en “Fondo Histórico” en resguardo de la Biblioteca Pública,  o en el “Fondo Administrativo”, en resguardo de quienes ocupan el cargo de Secretario del Ayuntamiento.

Gracias al arduo trabajo del Archivista Don Gerardo Cortes, quien catalogó el Archivo Histórico y elaboró las fichas respectivas de cada documento, resultaron los siguientes fondos: a)Gobierno Municipal (1927-1954); b)Tesorería (1915-1965); c)Justicia y Seguridad pública  (1879-1951); d)Registro Civil (1926-1954); e)Instrucción Pública (1942-1947); f)Salud (1947-1956); g)Fomento (1938-1954); h)Rastro Municipal (1965); i)Agua Potable y Alcantarillado (1945-1947); j)Industria y Comercio (1945-1947). Posteriormente, durante el año de 2005 Don José Vázquez de Santos, Director del “Centro de Estudios Cristeros Alfredo Hernández Quesada”, realizó una descripción detallada de cada expediente, incluyendo la minutas llevadas en las oficinas de los Presidentes, llenando el formato sugerido por el Archivo Municipal de Guadalajara.

Respecto al  “Archivo del Juzgado de Primer Instancia de Encarnación”,  en el año de 1992 por disposición del Profesor Don Martin Lozano Villalobos en coordinación con el Juez  Licenciado Tomas Salazar, fue enviado a uno de los almacenes que formaría parte del “Centro Cultural Profesor Edesio Jiménez”, para ser clasificado y puesto a la consulta pública. Con dicho fin  personal del Juzgado clasificó y ordenó por ramos sus documentos, colocándolos en anaqueles dispuestos para su conservación.

Lamentablemente con   los cambios administrativos, en 1995 el Juez en turno, exigió la devolución del Acervo documental a la Licenciada María Antonia Duran, Presidenta Municipal de la administración 1995-1997, argumentando que por ley el “Acervo del Juzgado” estaba bajo su resguardo. Volviendo este Archivo conocido como el  “Archivo del Juez”, a parar dentro del almacén ubicado en la antigua mazmorra, pero colocándose los expedientes dentro de cajas de cartón de productos comerciales. La falta de espacios, para albergar a las diversas Direcciones Municipales que se fueron creando con los gobiernos del cambio, obligó a la construcción de nuevos espacios, motivo por el cual desapareció la “Dirección de Archivos”,  y se desalojó el “Archivo Administrativo Municipal”,   colocándose sus 87 cajas numeradas que contenían documentación inventariada de los años de 1960-1995, otra vez en la “Antigua Cárcel” del Palacio Municipal, quedando los Acervos bajo la responsabilidad del Juez y del Secretario y Sindico, respectivamente.

El poco interés prestado por los siguientes Presidentes Municipales y sus Secretarios, para  inventariar la documentación que se fue generando a partir de 1995 y destinar fondos para poner a la consulta pública el “Fondo Administrativo del Ayuntamiento” y el “Fondo Histórico del Juzgado de  Primera Instancia”, contribuyó que ya para la administración Municipal 2001-2003, algunos anaqueles se desplomaran, ante la acumulación de cajas y cajas, que sin ningún orden se fueron colocando, transformándose aquello nuevamente en un nido de ratas, contiguo a las oficinas y almacén de la Oficial Mayor. (3) Siendo este el motivo por el cual el Oficial Mayor del Ayuntamiento, solicitó al Presidente Municipal Licenciado José Pérez Quezada la  limpieza de la Mazmorra o Almacén. Sometiendo el Licenciado Pérez Quesada el 27 de Agosto del año 2002, ante el pleno de edilicios para aprobación,  la “destrucción del archivo municipal con más de diez años de antigüedad en el Ayuntamiento”, argumentando que en la incineración de documentación, serán quemados papeles como tarjetas que antiguamente se usaban en Catastro Municipal de Registro de Propiedades antes de la utilización de los equipos de computo, pagos del agua de las comunidades, documentación de secretaria y sindicatura como cartas de origen y vecindad, etc. (4)

 En esa misma sesión, el Regidor Carlos Guillermo Hernández Álvarez, en uso de la voz, manifestó que la ley que regula las cuestiones históricas del Estado, y que  prevé la creación de una comisión dictaminadora que sea la encargada de seleccionar la documentación histórica del Municipio; por lo que, solicitó fuera formada la misma y se le incluya a su persona y a la del Arquitecto Rodolfo Hernández, Cronista de la Ciudad. Solicitando además la creación del Archivo Histórico Municipal. Aprobándose en el sistema de mayoría simple por unanimidad de votos de los presentes.

Como por Ley los Archivos Municipales son responsabilidad del Secretario del H. Ayuntamiento, quedó a la cabeza de dicha comisión el Licenciado Francisco Álvarez González, quien se desempeñaba en dicho cargo y en poco tiempo se convirtió en el principal defensor del Acervo, inmiscuyendo en el asunto a la Directora del Archivo Municipal de Guadalajara, de cuyo personal recibimos  una capacitación para su conservación. Sin embargo la repentina renuncia del Secretario, fue aprovechada por el Ayuntamiento para depurar los “Miles de formatos originados por la Tesorería,  Agua Potable y Catastro Municipal”, sin tomar ya en cuenta a la comisión. Depuración  similar fue hecha por segunda ocasión al finalizar la administración 2007-2009, a cargo nuevamente del Licenciado Don José Pérez Quezada, por haberse recibido una exorbitante cantidad de documentos procedentes de la Cuenta Pública, y que fueron enviados en un tráiler desde la Contraloría Mayor del Estado de Jalisco.

Fue hasta el mes de Julio del año 2003, en un viaje a la Ciudad de Guadalajara con motivo de la apertura del “Museo de las Animas de la Encarnación”, cuando  el Señor Presidente Lic. José Pérez Quezada  me platicó que  la Juez Licenciada Adriana Yañez, había mandado trasladar el Archivo del Juzgado a sus oficinas en la planta alta de la Presidencia  Municipal. (5) Por tal motivo durante la siguiente Administración Municipal y con el fin de catalogar y poner a la consulta pública el  fondo de ese “Archivo Judicial de Encarnación de Díaz”, fue que el Sindico del Ayuntamiento 2004-2006,  Lic. Francisco Romo, dio inicio a las gestiones legales pertinentes para que el Ayuntamiento de Encarnación obtuviera en resguardo este valiosísimo fondo, que según fuentes del Archivo Histórico de Jalisco comenzó a funcionar el 14 de Enero de 1867. (6) A efecto, oficialmente en el año 2007, fue entregada una parte del  fondo histórico al Ayuntamiento Constitucional 2007-2009 presidido por el Lic. José Pérez Quesada, quedando desde entonces dicho fondo a cargo de los Secretario del Ayuntamiento.

Afortunadamente el fondo Histórico Municipal, depositado en resguardo en la Biblioteca, se ha conserva en buen estado y para acrecentar el fondo histórico del Juzgado en resguardo del Secretario del Ayuntamiento, el 27 de Agosto de este paradigmático año 2010, dentro del Marco solemne de las Fiestas del 250 Aniversario de la Fundación de Encarnación, el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, hizo al Ayuntamiento Constitucional 2010-2013, la donación solemne  de una parte considerable de documentos, que  pudo rescatar de su destrucción, cuando se realizó el cambio de Administración Municipal y de Partido Político en Diciembre de 1985.

Al igual que los Archivos Municipales, también se ha ido destruyendo parte  del Patrimonio Histórico-Arquitectónico de nuestra ciudad, a consecuencia del poco interés de las Autoridades Municipales, por conservarlo y porque algunos de sus funcionarios, han concedido y siguen concediendo permisos de demolición de las “Antiguas Casonas del Centro Histórico”, según argumentan,  porque “¡hay muchos intereses de por medio!”. Sin embargo, afortunadamente, también han logrado llegar hasta nuestros días testimonios arquitectónicos del pasado glorioso de esta ciudad:

Del periodo Colonial, Los filtros de piedra en los Manantiales de Rancho Viejo, que conocemos como Los Cedazos y el Templo Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación. (7) Del México Independiente el Panteón del Señor de la Misericordia; el Palacio Municipal, el Puente Viejo o de San Pablo y la Presa de San Pedro. Correspondiendo el mayor numero de monumentos arquitectónicos a la Restauración de la Republica  y al Porfiriano, épocas de “Mayor Gloria para Encarnación”, por formar estas,  parte del equipamiento urbano que demandaba la Ciudad, puentes, plazas, parques, jardines, escuelas, asilos, oratorios particulares, escuelas parroquiales, el Templo de Nuestra Señora de Guadalupe, y el Santuario de Jesús, María y José. Además de un sinfín de bellas casonas y establecimientos comerciales, resultado de la bonanza económica alcanzada por los hacendados e industriales, al convertirse la Ciudad de Encarnación en punto estratégico de mercancías con la instalación del Ferrocarril Central Mexicano y de una empresa local de tranvías (Hernández Chávez Rodolfo H., “Inventario de Monumentos Históricos-arquitectónicos del Municipio de Encarnación de Díaz, Jalisco”, en tesis titulada: El Desarrollo de la arquitectura en la ciudad de Encarnación de Díaz, Jalisco, una aproximación a su conocimiento y salva guardia, 1993:373-380).

La Guerra de Independencia, y las posteriores luchas internas por el control político de la Nación Mexicana, fueron los culpables del surgimiento de gavillas de delincuentes que asaltaban en los caminos o que atacaban los poblados. La pobreza imperante y la anarquía, contribuyeron a que en la Villa de la Encarnación las Autoridades Municipales, a pesar de los gobiernos liberales, buscaran el apoyo de  los Señores Curas y sus ministros, quienes finalmente se convirtieron en los principales promotores de las obras públicas, al destinar fondos procedentes de las limosnas o colectas, además de algunos legados o herencias.

La Villa de la Encarnación, había surgido  en el siglo XVIII a la vera del “Camino Real de Tierra Adentro”, y como tal, en la misma plaza tenían su paraje acostumbrado los furlones, como los Arrieros.  Con el fin de dar cobijo y servicio para los viajeros, sus caballos, burros o recuas de mulas, fueron proliferando en nuestra población los Mesones, entre los que se registran  “El Mesón de Nuestra Señora de los Dolores” en la Calle Real, comprado por el Señor Cura Gutiérrez Coronado y sus feligreses; el “Mesón de  Guadalupe”, propiedad del Ayuntamiento y ubicado frente a la plaza en al costado oriente de la Casa Real y otros de propiedad privada como los llamado “Mesón de Anda”, en la Calle Principal;  el “Mesón de Cornejo” , en la “Calle de los Mesones”, y el Mesón del Nuevo Mundo, en la misma calle, pero haciendo esquina con el Camino a Teocaltiche.

A demás de los arrieros y sus recuas, ocasionalmente tenían que llegar a hospedarse en nuestra población viajeros extranjeros, como el norteamericano Albert Guilliam, originario de Lynchburg, Virginia,  quien pasó por aquí en 1843, en un viaje de negocios, efectuado de México a Zacatecas, dejando grabadas sus impresiones obtenidas durante su visita a Encarnación,  en un escrito titulado “Viajes por México”, elaborado a petición de sus amigos. Las observaciones de Albert Guilliam, contrastarán enormemente con las  impresiones de viajeros posteriores como las del Poeta Arcadio Zúñiga y Tejeda,  originario de Atoyac Jalisco y autor de la famosísima  canción “La Barca de Oro”, quien le dedicó el Poema “La Villita de la Encarnación de Díaz”, o el Pintor francés León Trousset, quien pintó una panorámica de la flamante ciudad. Por su parte Alber Guilliam, quien parece se hospedó en el “Mesón del Nuevo Mundo”,  escribió:

“Al llegar a la Villita, que es un pueblo feo y de aspecto triste, que cuenta con dos mil habitantes aproximadamente, nos vimos obligados a detenernos ahí ya que más adelante no encontraríamos casas donde pernoctar esa noche (…) Después de preguntar por un mesón en la Villita escogimos uno que tiene trece cuartos en la parte superior, ya que las habitaciones a nivel del piso las ocupan, sobre todo, los arrieros y otros viajeros mugrosos. Llevaron nuestro equipaje a uno de los trece cuartos, y tuve la impresión de que nos alojábamos en una habitación vacía a la que era necesario arreglar y dar vida; carecía de todo tipo de muebles, a excepción de una mesa grande de madera y una banca larga (…) La Villita es un lugar sin alegría, y ahí me hallaba yo privado de sueño por los soldados de un antiguo fuerte que mira hacia el pueblo, los cuales gritaban y aplaudían a algunos volantines bailadores de cuerda en la cercanía del mesón. A las ocho en punto del día siguiente, empacamos nuestro equipaje y salimos del pueblo” (Guilliam Albert M., Viajes por México). (8)

Este había sido el panorama dejado a raíz de la Insurgencia, donde en todo el territorio de la entidad se encontraban edificios en ruinas o a medio erigir, saturando el ambiente la miseria y la inseguridad, pues las concurrentes dificultades que la “Consumación de la Independencia” aparejó, habían reducido al máximo las fuentes de trabajo, multiplicando el número de desempleados, quienes se vieron en la necesidad de salir por las calles a mendigar el diario sustento o a hurtarlo si era posible. La situación llegó a tal extremo  que surgieron gavillas formadas por grupos de bandoleros más o menos organizados que mantenían en permanente alerta a quienes residían en el medio rural o se aventuraba por los pésimos caminos. Estas Gavillas alcanzaron su máximo esplendor a partir de 1846 a raíz de la desorganización y la anarquía imperante y creciente (Solórzano Federico y otros, Historia de Jalisco, Tomo III, 1980: 20; Hernández Chávez, Rodolfo H., 1993: 298-303).

Gracias al Maestro José de Jesús Martín Flores, entrañable amigo y gran investigador de la historia regional entorno a San Juan de los Lagos, quien me notifico de la presencia de documentos alusivos a Encarnación, en el acervo de la Secretaria de la Defensa Nacional, SEDENA, cuyo archivo fue puesto a la consulta pública con motivo de nuestros Centenarios. Pudimos  localizar documentos relativos a las luchas devastadoras entre conservadores y liberales, pues en el año de 1837, la Comandancia General de Jalisco, envió partes dando cuenta de los movimientos rebeldes ocurridos en diversas poblaciones entre ellas la de Encarnación (SEDENA No. 1 Expediente 1253).

 También en  los Archivos del Juzgado de Lagos, que han sido rescatados literalmente de la “Cárcel”, por el incansable Licenciado en Archivonomia Don Mario Gómez Mata, creador y director del Archivo Municipal de Lagos de Moreno. Podemos saber de algunos de los movimientos turbulentos, previos a que la Villa de la Encarnación obtuviera una relativa autonomía como Ciudad, por ser Lagos durante los gobiernos liberales la cabecera del Cantón y bajo los conservadores la cabecera del Distrito. Así en 1838 el Juez de Paz de Encarnación, Antonio Amador, (9) realizó las averiguaciones pertinentes a la causa criminal seguida contra José Villalobos,  por complicidad en el levantamiento militar en la Villa de la Encarnación, promovido por un grupo de Aguascalientes contra el Gobierno de la Republica (AHML, fJ-RP-MOT-C.1-Exp.1-1838-33fs; AHEJ, Organización Municipal del Estado de Jalisco, 1982:46-49).

Otros documentos se encuentran resguardados en el Archivo General de la Nación, donde en 1848 el Gobernador de Guanajuato, avisa haber salido para la Villa de la Encarnación, en persecución del Padre Jarauta, (10) quien en su unión el General Mariano Paredes (11) proclamó un Plan en contra del Gobierno de la Republica, por haber firmando en Febrero de 1848 el Tratado de Guadalupe Hidalgo aceptando la perdida de los territorios de Texas, Nuevo México y California a cambio de una indemnización de 15 millones de pesos y dar así fin a las Invasiones Norteamericanas. Fue a partir de la pérdida de más de la mitad norte del territorio, que  se comenzó a forjarse lentamente la conciencia nacional, pues la gente se identificaba mas con su región, su ciudad o su religión que con los intereses de la Republica (ARGENA, Gobernación y policía, Vol.358, Exp.7, 1848; González y González Luis, 2009:37; SEP, Arma la Historia, Secundaria, 2010:89).

No obstante, en 1853 al recuperar nuevamente el poder el General Antonio López de Santa Anna, centró en su persona todos los ramos de la administración pública, quitando a los Estados el título de Libres e Independientes, quedando los Gobernadores sujetos a las instrucciones del General Presidente, y las Autoridades Municipales debieron entregar a los Jefes Políticos la totalidad de los caudales, archivos, casas, muebles y cuanto tenían bajo su responsabilidad. Bajo la dictadura de Santa Anna de 1853 a 1855, el gobierno del estado puso empeño en atender la reparación y construcción de caminos. En la ruta Guadalajara-México, se avanzo el Puente de Lagos, se terminó el de la Laja cercano a Jalostotitlán y el puente en el río Encarnación. (12) Algunos de estos puentes quedaron al cuidado de particulares a quienes se les autorizó el cobro del peaje, cuyo producto debían destinar a la construcción de otros y a la apertura de nuevos  (Gutiérrez, Gutiérrez José Antonio, 2006:9, 10, 57 y 58).

Como los enemigos del gobierno y de la dictadura de López de  Santa Anna llamado “Su Alteza Serenísima”,  se aglutinaron en derredor de los liberales, ganando fuerza y simpatía, pues la derrota de México frente a los Estados Unidos,  había causado un profundo impacto en los mexicanos, generando sentimientos de desconfianza tanto en el destino del país como en la capacidad para construir una Patria autónoma y prospera. Por este motivo se exigió la necesidad del cese de cuanto funcionario viejo o inepto subsistiera, y que se abrieran las puertas de la política nacional a la juventud nueva y educada, para que efectuara la transformación a fondo. Cimentándose dicha reacción en el liberalismo como única ideología que podría lograr cambios. Formas concretas de esa lucha entre liberales y conservadores, fueron la Revolución de Ayutla, la Guerra de Reforma, la Intervención Francesa y el Segundo Imperio (Gutiérrez, Gutiérrez José Antonio, 2006:7 y 9).

La proclamación del Plan de Ayutla el 1º de Marzo de 1854 en Ayutla Guerrero, con el fin de derrocar a Santa Anna, ocasionaron la proliferación de grupos armados que colocaron al país al borde de la anarquía, pues los principales Jefes se reunieron en Lagos el 16 de Noviembre de 1855 y firmaron los Acuerdos de Lagos, en los que ratificaron el Plan de Ayutla y reconocieron como General en Jefe de la Revolución a Juan Álvarez, (13) a quien nombraron Presidente Interino  y a Ignacio Comonfort su representante. Siendo uno de los acuerdos del nuevo gobierno el conformar un Congreso Constituyente para elaborar una nueva Constitución. Es por eso que se abrieron sesiones de trabajo en Febrero de 1856, pero a pesar de ser atacados duramente algunos de sus artículos, el Congreso Constituyente presidido por el Jalisciense Don Valentín Gómez Farías, firmó y juró la Constitución el 5 de Febrero de 1857, pidiendo que también  la juramentaran en los Estados, propiciando alzamientos de grupos inconformes a lo largo y ancho del país, quienes tomaron represalias contra los Ayuntamientos, acrecentándose así el numero de bandoleros que asolaron las regiones (Gutiérrez, Gutiérrez José Antonio, 2006:16 y 27).

Con el fin de cumplir con lo estipulado, el Supremo Gobierno del Estado de Jalisco, a cargo del entonces Gobernador sustituto Jesús Camarena, por  medio de un decreto fechado de 24 de Marzo de 1857 se ordenó a los Cabildos Municipales que juraran la Constitución, los empleados y autoridades civiles y militares, conforme a la formula prevista en la Ley General; advirtiendo que quienes se negaran serian despedidos de sus empleos. El acto de Jurar la “Constitución Liberal” en la Encarnación, se realizó el 13 de Abril de 1857, presidido por el Alcalde Paulino Cornejo Díaz, quien fue apoyado por los Regidores Félix Gutiérrez y Celedonio López y el Secretario de la Corporación Manuel Calvillo. Siendo la Villa de la Encarnación la primer población regional que  juró la Constitución Liberal (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 79 y 80).

Como se negaron a jurar la Constitución Miguel Aranda Díaz, quien era el administrador de correos; Julio López, Tesorero Municipal y el Guarda Antonio de Anda. Por lo dispuesto en el artículo diez del Decreto, ya no pudieron continuar desempeñando las funciones públicas que les competían. Sin duda la jura del Ayuntamiento de Encarnación, debió ser motivo de escándalo y represalias, pues el Papa Pio IX, ya había censurado las primeras leyes liberales, motivo por el que siguiendo instrucciones Papales, Lázaro de la Garza y Ballesteros, como Arzobispo de México, declaro el 15 de Marzo, que los católicos no podían jurarla y que quienes lo hicieran se les debía negar la absolución, si no se retractaban públicamente. El descontento generalizado había tenido su origen principalmente por las leyes de desamortización de bienes eclesiásticos, del registro civil y de cementerios (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 32, 71).

Existen constancias de que algunos de los miembros de los Ayuntamientos de Encarnación, para evitar ser “excomulgados”,  luego de hacer el juramento ante el Gobierno, hacían ante la Iglesia la respectiva abjuración de acuerdo con el formato a cargo de las Autoridades Eclesiásticas. Pero a pesar de estos formalismos, debió de ser en este tiempo cuando verdaderamente se consolidó  en la Región un sentimiento de profunda religiosidad. Por su parte Don Victoriano Salado Álvarez, periodista y político originario de Teocaltiche, escribió al referirse a su abuelo como un “Liberal Rojo”, que era como todos los de su tiempo “profundamente religioso y amante de su fe que creía compatible con los derechos del Hombre”. ¿Cuántos encarnacionenses también debieron pensar así?.

Fue con motivo de que los Ayuntamientos, al igual que las Guarniciones de las Plazas de México, debieron jurar la Constitución Política de la Republica, que se propiciaron motines y sublevaciones como los ocurridos en Lagos y San Juan, donde el pueblo al grito de “Viva la Religión y muera le Gobierno”, se lanzó a las calles cometiendo diversos desmanes entre ellos la destrucción de archivos. Como la Feria de San Juan en torno a su milagrosa imagen, contribuía al asenso del comercio regional, al congregarse en ella productos de todos los rincones del país, ordenó el Gobierno del Estado al Jefe Político de San Juan, que se diera de alta una fuerza especial de guardia nacional encargada de conservar el orden, apoyándose en fuerzas de Jalostotitlán, Teocaltiche y Encarnación (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006:58, 85 y 86)

A nivel nacional el 17 de Diciembre de 1857 se proclamó el Plan de Tacubaya, mediante el cual los grupos conservadores desconocieron a la Constitución Liberal, provocando que algunas Guarniciones se pronunciaran por él, ocasionando también desordenes, y muestras de alegría en algunas poblaciones conservadoras, donde hubo hasta repique de campanas, según dejó registrado en sus memorias el Encarnaciones Don Manuel Jacinto Guerra (14) (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006:16; Guerra y Alba Manuel Jacinto, Memorias, Inedia, Copia mecanoescrita, 1858-1904:7).

La derrota sufrida por los liberales el 10 de Marzo de 1858, contribuyó a que la brigada comandada por el General Juan N. Rocha y una sesión del norte que se encontraba en San Juan, viajaran rumbo a Guadalajara para apoyar al General Santos Degollado a recobrar la Capital Tapatía. Dice el Doctor Don José Antonio Gutiérrez que en  auxilio de los conservadores, el General Miguel Miramón (15)  pasó por Jalostotitlán con 4000 veteranos y 14 cañones (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006:87).

La rebelión de los conservadores dirigidos por Félix María Zuluaga, provocó la renuncia de Ignacio Comonfort a la Presidencia de la Republica, siendo sustituido conforme a lo estipulado en la Constitución por el Licenciado Don Benito Juárez, quien era Presidente de la Suprema Corte de Justicia. Pero al apoderarse los Conservadores de la Capital, nombraron a Zuluaga Presidente de la Republica, lo que propicio que al contar México con dos presidentes al mismo tiempo estallara la guerra entre liberales y conservadores, conocida en aquel tiempo como “La Guerra de Tres Años”, la cual es ahora llamada “Guerra de Reforma”, misma que contribuyó al levantamiento de “Guerrillas”  dentro de uno u otro bando, con el fin de fastidiar y desestabilizar  a quienes en su momento tenían el control político. Dice al respecto Don Victoriano Salado Álvarez: (16)

 “Pocos pueblos sufrieron lo que sufrió el mío en tiempo de la Guerra de Tres Años, entraban y salían liberales, conservadores, se tiraban en las calles, robaban las casas, se llevaban las mozas que querían seguirlos, las abandonaban a poco andar; y para diferenciarse entre sí, uno arrambalaba los pocos reales que quedaban en la aduana, otro quemaba el archivo municipal, un tercero daba suelta a la prisión, un cuarto se llevaba en cuerda a media docena de vecinos e via discorrendo”

En cambio, en la Encarnación, fue  muy poco lo dejado escrito sobre esta Guerra, pues Don Alfonso Quesada Cervantes, solo la menciona al referirse a la “Devoción del Señor de la Misericordia”, que es una imagen pintada en 1833 por Pablo Contreras en uno de los muros de la Capilla del Camposanto, la cual pasó muchos años desapercibida sin recibir culto ni veneración especial, hasta que “En los aciagos días de la funesta guerra denominada de Tres años comenzó a producir, si bien paulatinamente, sus bondadosos efectos a favor de los afligidos” (Quesada Cervantes Alfonso, Apuntes Históricos sobre la Ciudad de Encarnación de Díaz, Jalisco, 1922:34).

Como  San Juan de los Lagos estaba convertido en bastión conservador, Don Margarito V. Borrego, quien era el Jefe Político Liberal, para evitar que el poder callera en manos  de los conservadores, pidió al Cantonal de Lagos que interviniera para que el Supremo Gobierno autorizara el traslado de la Cabecera del Departamento a Encarnación, que era una población más fácil de controlar por su cercanía a Aguascalientes dominada por los liberales. Al no poderse sostener, las autoridades determinaron realizar el cambio a la Villa de la Encarnación en Febrero de 1859, quedando San Juan bajo la administración conservadora hasta terminar la Guerra (Archivo Histórico de Jalisco, G. 14-858, comunicado fechado el 23 de enero de 1858, localizado y publicado por Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006:91 y 92; Organización Municipal del Estado de Jalisco, 1982:47).

Durante los años de la Guerra, el Licenciado Don Benito Juárez, convirtió su gobierno en itinerante  dejando la ciudad de México en poder de los Conservadores, viviendo su momento más dramático al caer preso en Guadalajara, pues estuvo en peligro de ser fusilado por la guardia al mando del Coronel Antonio Landa, siendo salvado por Don Guillermo Prieto quien se interpuso pronunciando su frase célebre: ¡Alto, los valientes no Asesinan!. De la capital tapatía Juárez salió hacia colima para luego instalarse definitivamente en el Puerto de Veracruz, donde publicó el 7 de Julio de 1859, un “Manifiesto a la Nación”, conocido como las “Leyes de Reforma”, con el fin de complementar la labor reformista iniciada en 1855, provocando un alud de nuevas protestas, pues sometía al Clero a la Potestad Civil en los negocios temporales, protegiendo la libertad religiosa como una exigencia de la civilización actual para alcanzar la prosperidad y el engrandecimiento del país. Fue así que la Guerra de Reforma, dio origen a un  nuevo tipo de Mexicano: “El Católico Liberal”, que se caracterizó por su catolicismo fervoroso, que se elevaba sobre los apetitos de la política y los negocios, en actitud resuelta a afrontar a quienes salgan de la esfera de la religiosidad pura, por elevada que sea su jerarquía eclesiástica (Velázquez Chávez Agustín, Don José María Chávez Alonzo, Semblanzas, Iconografía y Documentos, 1984:XII; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 10, 11 y 35).

El Doctor Don Mariano González Leal, al escribir sobre la “Ideología Regional y la Reacción de la Minoría”,  en el Capitulo X, del  Tomo I  de su obra titulada Retoños de España en la Nueva Galicia, menciona que cuando se hace referencia a la Región de los Altos de Jalisco, se suele pensar en “la cuna de los reaccionarios”, pues para la mentalidad oficialista de México, a partir de la época liberal del  siglo XIX,  el término “reaccionario”, que en su más pura acepción semántica quiere decir “el que reacciona”, fue empleado para nombrar al que se empeña en continuar vinculado a estructuras sociales y de pensamiento obsoletas. (17) Caracterizándose la Región por ser conservadores y partidarios del Gobierno Imperial, fieles devotos de la jerarquía eclesiástica y de sus representantes, conservando acendrada veneración por los sacerdotes que han beneficiado a los poblados, a pesar de que, durante la Reforma como en la Guerra de Independencia existieron notables excepciones, siendo más abundantes estas en Lagos, que en el resto de la Región Alteña (González Leal Mariano, 1985: 157 y 158).

Entre los ideólogos regionales del periodo de la Reforma, sobresale la figura del Ilustre Laguense el Presbítero y Doctor Don Agustín Rivera y San Román, (18)   quien fue profundamente antiespañol, y que se transformó en el mentor ideológico del Partido Liberal, en cuya militancia, como en todo los suyo, fue férvido y apasionado, a pesar de que a gran parte de la población les resultaban extrañas sus ideas liberales. Otra de estas excepciones, vinculada a Lagos, fue la notable familia insurgente de la Villita de la Encarnación, formada por el Coronel Insurgente Don Santiago González y Tello, de convicciones firmísimas y de ideología perfectamente definida, al estar plenamente convencido por la causa por la que luchaba. Por su importancia ideológica se recuerdan de entre los hijos procreados por Don Santiago González y su esposa Doña Carmen González y Muñoz de Nava, a Doña Rosa, que fue esposa del Doctor Don Vicente Licea, Médico Legista del Gobierno de Juárez y encargado de embalsamar el cadáver del Archiduque Maximiliano de Hapsburgo; y el General Don Refugio Isidro, notable Político Liberal y Republicano, nacido también en la Encarnación y que llegó a ser diputado y edecán del Presidente Juárez. Para el  Doctor Don Mariano González Leal, estos y otros Liberales Alteños, “fueron radicalmente apasionados de su causa en virtud de proceder de sociedades eminentemente conservadoras, y probablemente como reacción extrema contra una sociedad también extrema” (González Leal Mariano, 1985: 161, 163,164, 167 y 169).

 Gracias a los documentos resguardado en el Archivo Municipal de Lagos, hoy podemos saber que en 1859, por comisión del Supremo Gobierno, el liberal Don Refugio González y González, tenía a su mando la conocida como “Guerrilla González”, la cual fue agredida a balazos al llegar al Rancho de la Soledad por Jesús Lomelín y Mariano Romo, quienes  según informe de la Prefectura y Comandancia Militar del Distrito de Lagos, fechado el 21 de Julio, fueron puestos a disposición del Alcalde de Lagos. Agregándose a este expediente el informe de Don Tomas de Alba, (19)  quien fungía como Alcalde 2º de la Villa de Encarnación, señalando que Martín Lomelí, vecino del mismo rancho denuncia el robo de tres caballos, tres sillas con algunos sudaderos, tres frenos, dos carabinas, un par de pistolas, un sable, una lanza, una espada, una navaja, un estoque con cacha de plata, un jorongo azul de labor, una chaquetita nueva de Constantinopla, un rebozo nuevo, unos zapatos de vaqueta, y dos camisas de imperial para mujer (AHML, PJ-RP-MOT-C. 1-EXP.7-1859- 17 fs).

En su libro titulado “Cronología de Teocaltiche”, el Profesor Don Samuel Contreras Sánchez, menciona que las Guerrillas eran grupos del ejército, que buscaban el control de las diferentes regiones del país, las cuales enviaban emisarios con mensajes donde solicitaban ó imponían prestamos de ciertas cantidades de dinero para sostener su movimiento, creyéndose que al lograr derrocar al enemigo podrían pagar las deudas adquiridas, por lo que dichas Guerrillas, llevaban un meticuloso registro de las personas que proporcionaban cantidades a la causa y saber, además quienes los apoyaban y quiénes no. (20)  Es por esto que en Octubre de 1859, el General Manuel Doblado, Enjefe de la División del Centro, envió parte al Secretario de Guerra de la Republica, dando cuenta de las operaciones desarrolladas en contra de las fuerzas conservadoras en la Villa de la Encarnación (Contreras Sánchez Samuel, 2005:93; SEDENA No. 4 Expediente 6981).

Se sabe que en esta Región,  el General Miramón fue objeto de grandes manifestaciones de alegría y adhesión, que hasta se le invitó en Lagos a inaugurar el Puente Grande en 1860 y durante la estadía de las fuerzas conservadoras en la Villa de la Encarnación, por tradición oral conservada por varias familias, se recuerda el elegante sarao (21) que en honor del General Miramón se organizó. Al respecto el Profesor Don Ezequiel H. Lugo, escribió:

Me comentaba Lupita Villalobos, (22) respetable anciana miembro de una de las principales familias del lugar, que su abuela, en una petaquilla a la que nadie tenía acceso y que su dueña, de vez en cuando abría para presumir lo que en ella guardaba, tenía un elegante vestido verde importado y que guardaba como una reliquia, pues era el que usó para el baile que la sociedad organizó al General Conservador y tuvo la dicha, de haber bailado con él.
Y aun la anciana entrevistada parecía vibrar al recordar las frases de sus mayores referentes al General Imperialista ¡Era muy apuesto!...¡Era muy guapo!...¡Era muy galante!...¡Era todo un caballero! (23)  

El respeto y cariño que se le tuvo a Miramón, perduró en la Encarnación por muchos años, pues las Señoritas Chelita y Elvirita Quesada Guerra, lograron rescatar de las aguas que inundaron nuestra población en 1973, otro vestido de aquel baile, que también se conservaba como un preciado tesoro  dentro de la familia Quesada Calvillo. Por su parte el Canónigo Don Manuel Romo Martín, me comentó que su abuela platicaba con orgullo que ella personalmente le había servido al General Miramón los platos del banquete.

A pesar del apoyo que recibía en la Región, los triunfos contra Miramón en Peñuelas y Silao definieron la lucha a favor de los Liberales y, para fines de Agosto de 1860, la Región de los Altos quedó bajo su control. Tras la derrota decisiva  de los Conservadores en San Miguel Calpulapán los días 22 y 23 de Diciembre, las Autoridades Supremas de la Republica se reinstalaron en la Ciudad de México, el 11 de Enero de 1861, estableciendo el Orden Constitucional por el que habían luchado durante los tres años que duró la guerra. Acatando el precepto constitucional, Juárez en su calidad de Presidente Interino convocó a elecciones, saliendo electo Presidente de la Republica para  el periodo de 1861 a 1865 (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 11, 17, 37 y 94).

Para establecer  el régimen legal, emanado de la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma de 1859, Juárez emprendió un programa de reorganización administrativa. Es sin duda por eso, que en el Ayuntamiento de Encarnación se tenía como fecha de la fundación de su Archivo “El 6 de Enero de 1860 (AHME, Oficio fechado el 12 de Febrero de 1947, mediante el cual  el Presidente Municipal Don Ernesto Galván, da contestación a  la “Encuesta de la Oficina Técnica de Cooperación Intelectual, de la Secretaria de Educación Pública”, a la que pertenecía la Dirección de “Archivos Municipales de la Republica Mexicana”).

Para presionar por el control de la región, Antonio Rojas, con fuerzas liberales propias y de Zacatecas, se presentaron en Encarnación en la segunda quincena del mes de febrero de 1860, según el parte del Comandante de Seguridad dirigido al  Jefe del Departamento de Jalisco, manifestándole la crítica situación en que se encontraban los Conservadores del Catón de Lagos:

Ayer a la una y media de la tarde llegó Rojas a la Villa de la Encarnación, con cerca de mil hombres de infantería y caballería, tres piezas pequeñas de calibre irregular y dos carros de parque. Tales son las noticias que he tenido por cinco de mis exploradores y por el Comandante de la Seguridad Publica del lugar D. Gregorio Mayagoitia, (24)  que con 20 hombres que tiene a sus órdenes se me incorporó anoche a las siete. Como las avanzadas del enemigo lleguen hasta mitad del camino de Encarnación a Lagos, y sea por consiguiente difícil estar al corriente de sus operaciones y haber solo diez leguas de uno a otro punto, creí conveniente abandonar la ciudad de Lagos a las doce (AHEJ, G-15-860, caja 1039, citado por Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006:96 y 97).

Al quedar al frente del Gobierno el Licenciado Juárez y encontrarse con un país exhausto y sin fondos, el Congreso acordó suspender el pago de la deuda externa, lo que motivo a que antes de que finalizara el año Francia, Inglaterra y España,  se presentaran amenazantes en costas Mexicanas exigiendo el pago de sus deudas. Después de llegar a un arreglo por medio de Manuel Doblado, quien era Ministro de Relaciones, conocido como el tratado de la Soledad, Inglaterra y España se retiraron. En cambio Francia aprovecho la ocasión para invadir nuestro país, por eso el Supremo Tribunal de Justicia del Estado hizo un llamado a los Jaliscienses para que manifestaran sus sentimientos patrios contra la felonía de los franceses, Siguiendo el ejemplo de la proclama del Cabildo Catedralicio de Guadalajara, publicada el 13 de Marzo en el periódico El País, todos los Curas y  los Cabildos Municipales incluyendo al de Encarnación hicieron la suya. El 5 de Mayo de 1862 el ejército mexicano al mando del General Ignacio Zaragoza, derrotó en Puebla al ejército Francés, sobresaliendo la figura del Militar Porfirio Díaz al combatir a los franceses en las batallas de Acultzingo y Puebla, quien fue asignado al año siguiente “Jefe del Ejercito de Oriente” por el Licenciado Don Benito Juárez (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 11, 17, 42 y 116; González y González Luis, Viaje por la Historia de México, 2009:45).

Poco tiempo después, a finales del mes de Marzo de 1863, los franceses reiniciaron su intervención en México, instalándose en la capital el 21 de Junio, creando una Junta de Notables, compuesta por los miembros más representativos de la burguesía reaccionaria, quienes se aliaron a Luis Bonaparte, sobrino de Napoleón I, acordando que el país adoptaría como forma de gobierno la monarquía moderada y hereditaria a cargo de un Príncipe Católico, quien tomaría el titulo de Emperador de México, mismo que fue ofrecido al Príncipe Fernando Maximiliano de Habsburgo, Archiduque de Austria, lo cual inclinó la balanza a favor de los franceses y sus aliados conservadores (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 12; González y González Luis, 2009:41).

Una vez que las fuerzas francesas controlaron la región, (25)  durante el primer semestres de 1864 instalaron gobiernos afectos, por lo que el pueblo creyó encontrar la salvación de México en “la bienhechora intervención europea, en los franceses amantes del adelanto y progreso positivo de la sociedad no menos de su común seguridad. Este fue el motivo por el cual se colaboró con el Imperio por conseguirla”. Sin embargo Maximiliano se enemistó con sus colaboradores mexicanos al aplicar su Gobierno Imperial algunas de las ideas propuestas por los liberales, pues aunque concedió protección especial al  culto católico, apostólico, romano, como Religión del Estado ofreció también tolerar todos los cultos (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006:17,18 y 44; González y González Luis, 2009:41).

El Imperio de Maximiliano y la lucha entre conservadores y liberales, en la memoria del pueblo de Encarnación se caracterizó por pertenecer a una época turbulenta, marcada por los continuos asaltos de las Gavillas como la de Juan Chávez, (26)  originario de la Hacienda de Peñuelas, quien se convirtió en un famoso bandido de la región, de quien anteriormente se decía, según datos registrados por el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo: que tenía su guarida en una cueva del “Cerro de los Gallos”, entre Encarnación y Aguascalientes, punto estratégico que conocía como la palma de su mano, y desde ahí salía a recorrer los caminos asaltando viajeros, haciendas, rancherías y sembrando de terror donde quiera que se presentaba, con el solo grito de: “¡Ahí viene Juan Chávez!”, que ponía a temblar a toda la gente. Diligencia que encontraba, diligencia que asaltaba, sumando a sus desmanes el asesinato, la violación de doncellas y el secuestro para celebrar cobrando grandes cantidades de dinero (Hernández Lugo Ezequiel, ¿Quién fue Juan Chávez?, Artículo publicado en el Periódico Ecos de Encarnación, No. 19, 1989:8).

Se desconoce cuándo empezó Juan Chávez sus correrías como bandido profesional. Pero ya en los primeros meses de 1860 aparece cometiendo sonados robos al nororiente del Estado de Aguascalientes, en los limites con los Estados de Zacatecas y San Luis Potosí, en unión del conservador  español  Máximo González, a quien ayuda en la toma de la ciudad de Aguascalientes. A pesar de que en el año de 1862 aceptó la amnistía ofrecida por el gobernador Esteban Ávila, quien lo nombró Comandante y le dio la comisión de “Cazabandidos”, asignándole para su vigilancia la zona de Peñuelas y de Cineguilla. Sin embargo cuando el gobernador Ávila se vió obligado a dejar el gobierno, se deterioraron las relaciones con el Gobernador Ponciano Arriaga, quien asumió temporalmente la administración por instrucciones expresas del Presidente de la Republica Don Benito Juárez, mientras se hacían las elecciones en que las que fue nombrado Don José María Chávez Alonso, (27)   originario de una ranchería de la jurisdicción parroquial de la Encarnación y avecinado desde pequeño en Aguascalientes, quien tomó posesión el 20 de Octubre de 1862, programando inmediatamente una intensa campaña para hacer frente a los franceses que venían dirigidos por Valeriano Larrubíde, al que se le había unido Juan Chávez, volviendo así nuevamente a sus andanzas como bandolero, saqueando salvajemente la ciudad al ser tomada por las fuerzas intervencionistas el 20 de Diciembre de ese año. (28)  

Por investigación del Maestro en Estudios Étnicos Don Gabriel Medrano de Luna, se sabe que en  la Prensa de la época, que se publicaba en la Ciudad de Aguascalientes, primero  identificó a Juan Chávez (29)  como un bandolero, salteador de caminos, y más adelante a partir de 1863 como un personaje que se unió a las tropas conservadoras francesas, quienes le entregaron por órdenes del General Bazaine la Jefatura Política y Militar de Aguascalientes, sin más merito que su habilidad con las armas y una clara filiación católica y conservadora, motivo por el cual fue apodado como el “Idolo de las Beatas” por la prensa liberal. Sin embargo para la memoria colectiva, Juan Chávez es quien asalta y roba a los ricos para ayudar a los pobres; burla al gobierno y al ejercito protegido por las virtudes individuales, concebido directamente como hijo de la marginación y del resentimiento social, como el asesino asesinado con oportunidad de redención. Con el tiempo se convertirá en un personaje de leyenda, incluyéndose en las platicas el tesoro que reunió durante una vida entera de asaltos, invasiones y combates a los ricos de la región, un tesoro que nadie ha visto pero del que todos hablan (30) (Medrano de Luna Gabriel, Juan Chávez, Una Leyenda viva de Aguascalientes, 2004: 14, 15 y 48).

El Encarnacionense Don Esteban Valadez Arciniega, originario de la Hacienda de los Sauces, al ser nieto paterno de Desiderio Valadez, hermano de Higinio Valadez  de quien  dice fue miembro de la Banda de Juan Chávez, narró en su “Breve Historia de los Sauces y Anegdotas de Juan Chávez”, que personas que vivieron en esos tiempos, inclusive de algunos de sus familiares, tanto maternos como paternos, que en alguna forma participaron directa o indirectamente en algunas de las actividades de este famoso personaje le decían que:

Cuando  humildes sirvientes protestaban en defensa de su dignidad de hombres,  los patrones los acusaban con el Gobierno de rebeldes  y se los llevaban presos  los de la Cordada, y que por no querer seguir soportando las injusticias y que se los llevaran en cuerda, (31) dejando a su familia en el desamparo, preferían Alzarse, arriesgando su vida para vengar en alguna forma tantas humillaciones que ellos y sus familias sufrían, arrebatándoles a esos ricos parte de lo que ellos les habían robado a través de su trabajo; viendo el pobre indefenso en esos personajes a sus protectores idealizándolos como adalides de las causas justas. (Valadez Esteban, 1990:3).

Según los “Relatos de familia”,  registrados por Don Esteban Valadez, Juan Chávez era amigo de los ricos que trataban bien a sus sirvientes, por ello  al pasar por la Hacienda de los Sauces, llegaba a saludar y a platicar con Don Manuel Jacinto Guerra, de quien se contaba que era un patrón honrado y justo con sus sirvientes; pues con él los sirvientes no sufrían, porque cuando tenían algún apuro, nunca los desamparaba, ni jamás les rebajaba nada de sueldo (Valadez Arciniega Esteban, 1990: 4 y 9).

Curiosamente, según dice el corrido de Juan Chávez: “El primer asalto que hizo, del que se tiene razón, fue una carreta de mulas bien cargadas de jabón”. Mismo que se ha relacionado con Don Manuel Jacinto Guerra, pues sus propios descendientes comentan que en una ocasión que fue asaltado Don Manuel Jacinto, este le dijo que no traía consigo dinero, que fuera  luego a su Hacienda de los Sauces y que allí se lo daría. Lo que efectivamente cumplió, ganándose la confianza del Bandolero por ser Don Manuel Jacinto “Hombre de Palabra”.

Tampoco  es fantasía que los facinerosos saqueaban e incendiaban al grito de ¡Viva la Religión!. Pues se tiene constancia que así fueron quemados en represalia contra los Gobiernos Liberales, los Archivos del Ayuntamiento de San Juan de los Lagos, el de Teocaltiche y parcialmente el Archivo de Aguascalientes. Aprovechándose de  los incendios como el del “Parián de Aguascalientes” para robar completamente las mercancías de las tiendas, ya que los gobiernos solo podían defender solo las partes de las ciudades encerradas dentro de fortificaciones y ayudados  por algunos vecinos (González R. Agustín, “Historia del Estado de Aguascalientes”, publicada por primera vez en 1881,  cuarta edición 1992:279; Márquez Pedro María, 1944:195; Medrano, 2004:50).

Por tradición de las Familias Oligárquicas, como los de Anda, a la que perteneció el Señor Don Manuel G. Romo Ramírez, (32)  propietario de la antigua Tienda llamada “La Aurora”, se sabe que fue durante este periodo de inseguridad social en que la gente acomodada de Encarnación optó por construir sótanos y almacenes subterráneos con la finalidad de ocultar en ellos, además de los artículos de valor, primordialmente a los miembros de la familia para librarlos del azote de las gavillas. Según las tradiciones orales, también se facilitó el acceso por medio de lumbreras a la serie de túneles o subterráneos construidos años atrás para conducir el agua a la población, creando de esta manera lugares de resguardo temporal, o en algunos casos, de huída, ya que se dice que algunos de estos subterráneos desembocaban en lugares aledaños al rio.  (33)

Durante la Intervención Francesa Juan Chávez ostentando el cargo de Coronel Auxiliar del ejercito intervencionista, unió su gavilla a las huestes acaudilladas por el militar Don Valeriano Larrúbide, quien por orden del General conservador Don Tomas Mejía se estableció en la Villa de San Juan como Jefe de las Guerrillas que operaban en la región,  sumando en noviembre de 1863 aproximadamente 600 hombres, quienes luego de ocupar la ciudad de Aguascalientes, la entregaron el 21 de diciembre al General Francés Aquiles Bazaine, quien dejó Aguascalientes al mando político  y militar de Juan Chávez; y la de San Juan de los Lagos a cargo de Don Juan Zermeño, temiendo los Jaliscienses de que Guadalajara la Segunda Capital del Imperio fuera puesta en manos de Manuel Lozada, siendo este el motivo por el cual numerosas familias acomodadas de la región emigraron a la Ciudad de León en Guanajuato, por recibir del General Don Manuel doblado toda clase de garantías (Márquez Pedro María, Historia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, 1944:199, 201 y 202; Medrano, 2004:52, 55; Velázquez Chávez Agustín, 1984:XIII).

El Comisario Imperial, para controlar las gavillas que merodeaban el camino de Guadalajara a Lagos, ordenó el establecimiento de destacamentos de zuavos en las poblaciones de la ruta, mismos que fueron reforzados al acercarse la Feria de San Juan y para atemorizar a los liberales, se juzgó en una corte marcial a D. Refugio González y sus socios, por conspiradores. Siendo sentenciado González a diez años de expatriación y uno de sus socios a tres de prisión, quedando los demás libres por no ser culpables (AHEJ, G-15-865, caja 1049, comunicado al Comisario Imperial, noviembre 30 de 1865, publicado en Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006:198).

Con el fin de evitar que adquiriera cierta gravedad el movimiento acaudillado por el Licenciado Liberal García de la Cadena, quien intranquilizó la zona norte y oeste de la Región Alteña, se comisionó para combatirlo al Coronel  Juan Chávez, quien se desempeñaba como Jefe de las Guardias Rurales. Pero aunque Chávez, siguió cooperando con el ejército francés durante los años del Imperio de Maximiliano, al poco tiempo se le relegó de todo puesto político, por lo que regresó a la vida de bandolero (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006:200 y 201; Medrano, 2004:55).

Ya para la segunda mitad de 1866, la Región era incontrolable para el Gobierno Imperial, pues estaba plagada de grupos liberales procedentes del Bajío y Michoacán, Norte de Zacatecas y Sur de Jalisco, marchando  exitosamente la Campaña liberal por Jalisco, pues luego de obtener la victoria el General Eulogio Parra en La Coronilla, entró a la Ciudad de Guadalajara el 21 de Diciembre, iniciando los preparativos para recibir al General Ramón Corona, Jefe del Ejercito de Occidente, a quien Juárez había facultado para nombrar cualquier autoridad en su Jurisdicción, asignando como Gobernador Provisional de Jalisco a Antonio Gómez Cuervo. Tras el triunfo liberal en Jalisco, en Enero de 1867 salió Miramón de San Juan de los Lagos, para dirigirse  hacia el Bajío (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006:239, 240 y 253).

Precisamente de ese año de 1866, según el Informe de Don Ernesto Galván, era el  documento más antiguo que se conservaba en el Archivo de Encarnación, y era “Un oficio firmado por el Juez Auxiliar de Peñuelas”  firmado el día “12 de Enero de 1866”, pero lamentablemente, no se encontró entre el material que años después se clasificó. Por documentos que se reguardan en la Secretaria de la Defensa Nacional, sabemos que durante la administración del Segundo Imperio el General Sánchez Rivera, envió un informe al Secretario de Guerra, dando cuenta de la salida de un contingente para Encarnación; además por  los Partes enviados por el General Jesús González Ortega, como Gobernador y comandante Militar del Estado de Zacatecas, sabemos que este también prestó su auxilio a las fuerzas del General Luis Chilardy, (34) en su tránsito para la Encarnación (SEDENA No. 9 Expediente 3 y No. 18, Expediente 8911).

Como la permanencia de tropas francesas resultaba muy costosa para el bolsillo francés, y ante la presión de los Estados Unidos y la amenaza de la Potencia Prusiana en Europa, estas habían comenzado a salir en Otoño de 1866, por lo cual Maximiliano instaló su gobierno y concentró sus tropas en la ciudad de Querétaro, la que fue sitiada el 6 de Marzo de 1867, y tras resistir el asedio durante 75 días, finalmente calló el 15 de Mayo. Por atentar contra la independencia nacional, fueron ejecutados Maximiliano, Miramón y Mejía el 19 de Julio de 1867 en el Cerro de las Campanas (González González Luis, 2009: 41; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 13,14 y 45).

No debemos dejar pasar por alto, la participación de liberales originarios de la Encarnación en la caída de este  “Efímero Segundo Imperio”, pues  el General Don Refugio González y González fungió como Fiscal en el juicio que se les siguió al emperador Maximiliano y a los Generales Miguel Miramón y Tomas Mejía, en lugar del Fiscal Manuel Azpiroz por estar impedido para seguir conociendo la causa. Luego de que se dictó sentencia, el Doctor Don Melesio Calvillo Hoyos, (35)   conjuntamente con el Doctor Breceda, recibió la delicada comisión de certificar la muerte de quienes habrían de ser pasados por la armas en el Cerro de las Campanas el lunes 19 de Junio de 1867. Consumada la ejecución y examinados los cadáveres, fueron entregados los de Miramón y Mejía a sus familias; el de Maximiliano se entregó al C. Coronel Miguel Palacios, para su traslado a Capuchinas, donde fue recibido, para ser embalsamado por el inspector general del Ejercito el Ciudadano Ignacio Rivadeneira. (36)  

Porfirio Díaz, luego de obtener las rendiciones del General Leonardo Márquez y del General Tevera, entró con su ejército a la Ciudad de México el 21 de Junio, regresando a la Capital el Presidente Benito Juárez, el 15 de Julio, consumándose así el triunfo de la Republica. Con el fin de cuidar  de la tranquilidad pública, en enero de 1867 el Gobernador y Comandante Militar del Estado de Jalisco Don Antonio Gómez Cuervo, a quien se debió la conformación de Acordadas Municipales, accedió a la organización en el Ayuntamiento de Jalostotitlán de una Fuerza Municipal custodiada por el vecindario y dedicada exclusivamente a la persecución de  los malhechores, prestando su apoyo en caso necesario el Coronel Donato Guerra, (37) quien era Comandante Militar de estos Cantones. Fue así que se comenzaron a aplicar a estos bandoleros castigos ejemplares, que crearon mayores expectativas de paz y confianza en las poblaciones. También en el año de 1868, Don Jesús Gómez Portugal, quien era entonces Gobernador del Estado de Aguascalientes, ordenó perseguir de nuevo a Juan Chávez (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 13, 14, 45, 242 y 254; Medrano, 2004: 55 y 56).

Una medida precautoria que se tomó fue proteger las poblaciones que celebraban festividades religiosas, siendo este el motivo por el cual el Ayuntamiento de Encarnación, solicitó al Jefe Político de Lagos ubicar en la Villa el 4º Batallón de Caballería durante la celebración de las Fiestas de la Candelaria, para protegerla de Juan Chávez, quien  siguió asaltando en los caminos, comisionando para perseguirlo al Coronel Ugalde con las Acordadas de Encarnación, San Miguel, San Juan, Jalostotitlán y la Unión. Finalmente Juan Chávez murió asesinado el 15 de Febrero de 1869 por dos de sus compañeros (38)  quienes se habían puesto de acuerdo para vengarse de ciertas ofensas; para ello aprovecharon el cansancio que tenía su Jefe después de tres días sin dormir y cuando cayó en profundo sueño, lo traspasaron con dos lanzas (39) y lo clavaron contra el suelo (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 273 y 279; Medrano, 2004:56).

Como  Juan Chávez fue asesinado en el camino del Rancho Arrona, que conducía a San Sebastián, fue llevado su cadáver a la Villa de la Encarnación, donde fue exhibido para escarmiento. Pues según la tradición oral “se colgó su cuerpo con una soga en el arco principal de los portales del palacio Municipal”, donde aún se conserva fijo a una viga el carrillo de donde pendió su cuerpo (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 280; Hernández Chávez, Rodolfo H., entrevista personal con el Señor Don José María de la Paz Córdova Padilla, en el año de 1992).

También durante el Imperio de Maximiliano, fue cuando el Departamento de Aguascalientes se agrandó considerablemente a costa de Jalisco y Zacatecas, incluyéndose en él a la Región de los Altos, de acuerdo con la Ley sobre división territorial del imperio expedida el 3 de Marzo de 1865. Al respecto comenta el Doctor Don Mariano González Leal que al realizar Orozco y Berra, la división del país en Departamentos para su administración, colocó a la Región Alteña como una entidad autónoma con vinculación a Aguascalientes, pero la vigencia de tal división política no subsistió sino durante los años de la efímera Monarquía de 1864 a 1867 (González Leal Mariano, 1985:222). (40)  

 Como, Jalisco ya había propuesto desde 1860 ubicar los poderes Nacionales en el Centro del País, quedando truncado el proyecto durante la intervención francesa.  El proyecto de trasladar los poderes al Centro del País, fue retomado nuevamente en 1867 al aprobar la iniciativa Oaxaca, Nuevo León, San Luis Potosí, Querétaro, Zacatecas, Colima y Aguascalientes, viéndose la conveniencia en que la ciudad de Aguascalientes fuera la sede, iniciativa apoyada por el  Coronel Jesús Gómez Portugal, quien era su Gobernador, ofreció dicha ciudad por tener todos los elementos apetecibles para el caso: “posición geográfica, mediocridad en que están acostumbrados a vivir sus habitantes y benignidad del clima”, pudiéndose regir en distrito federal sin perjuicio de la soberanía del mismo Estado (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 254 y 255). (41)  

Con la Restauración de la Republica, el 24 de Enero de 1868 Aguascalientes solicitó al Congreso de la Unión, que se le anexara el Cantón de Lagos, contando para ello con el apoyo de Guanajuato, Querétaro y Colima. Dos años después, serán los Laguenses quienes harán gala de separatismo de Jalisco, al sumarse al Ayuntamiento de León, para crear juntos el Estado del Centro, solicitando para ello el respaldo de los demás pueblos del Cantón. El proyecto fue realizado por el Doctor Alejandro Martin del Campo, Ilustre Medico y Político Laguense, quién hacia a Lagos de Moreno Capital del Estado del Centro, en el que se agruparían diversas comunidades con puntos sociológicos en común. Pero todos estos proyectos solo quedaron en palabras pues ya no se volvo a tocar el tema (González Leal Mariano, 1985:222).  (42)

Para cuando el Gobierno Constitucional, se había reinstalado en la Ciudad de México, ya se había normalizado el cambio de autoridades en todas las municipalidades, las que renovaron sus cabildos y se prepararon para las elecciones, favoreciendo con su voto al Licenciado Benito Juárez como Presidente de la republica y al General Porfirio Díaz, para Presidente de la Suprema Corte. Para Daniel Cosío Villegas, después de cuarenta y cuatro años de continuos enfrentamientos, se logra el equilibrio con la victoria total de la Republica sobre el Imperio y del Liberalismo sobre la reacción Conservadora. El merito del licenciado Don Benito Juárez radica en plantar las semillas de la modernización, contribuyendo  a que gracias a la Reforma y a la Restauración de la Republica, México alcanzara la personalidad de Estado Moderno y se constituyera en soberano, desapareciendo la estructura social colonial basada en la existencia de castas, para pasar a una sociedad de clases, siendo la Constitución y las Leyes de Reforma el instrumento de la transformación socioeconómica, que originando la descomposición del sistema económico colonial, el cual apenas si había variado, poniendo en los pequeños propietarios la mayor parte de las propiedades comunales y de la Iglesia, quedando también bajo su control la producción agrícola, artesanal y el comercio. Es por eso que en la Región, como en el resto del país  el desarrollo se basó en la producción agrícola de las haciendas, siendo estas una forma de apropiación a costa de la propiedad comunal (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 15, 16, 21, 46, 250 y 255).

Siendo Presidente de la Republica el Licenciado Don Benito Juárez, el  Ciudadano Don Esteban Ávila, como  Gobernador de Aguascalientes,  al desempeñar dicho cargo durante los años de 1860 y 1861,  envió parte dando cuenta con el del Jefe Político de la Villa de la Encarnación, acerca de las vejaciones cometidas por el Coronel Silvestre Aranda (SEDENA No. 5 Expediente 7689). Según otro parte militar, localizado  y publicado por el Dr. Gutiérrez, en el mes de Marzo de 1858, se desprendió de la Sierra de Comanja una Gavilla mandada precisamente por  Silvestre Aranda y José Campos, quien a su paso por la Municipalidad de Unión de San Antonio roban en los ranchos caballada (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006:91).

Por tradiciones orales recogidas por el Maestro Encarnacionense Don Guadalupe Sandoval, sabemos que durante el mandato presidencial del Lic. Don Benito Juárez, el dueño de la Hacienda de Santa Bárbara fue el Señor General Don Silvestre Aranda, de quienes algunos decían: “que la recibió como una donación del gobierno liberal, otros afirman que fue comprada por él a un precio muy barato”. Don Silvestre Aranda era uno de los vecinos notables de Lagos, pues el 4 de septiembre de 1842, en compañía de otros solicitaron al Supremo Gobierno que la administración de los bienes del Padre Miguel Leandro Guerra siguiera confiada a particulares de esta población y se respetara la última voluntad del preclaro donante; también Don Silvestre Aranda, aparece contrayendo matrimonio en Lagos el 18 de abril de 1845 con Doña Velen Torres y Finalmente ve la conveniencia de denunciar ante el gobierno liberal las propiedades del Padre Don Miguel Leandro Guerra a su favor.

Como el Bachiller Don Miguel Guerra, había  dejado su cuantiosa fortuna a la protección de los pobres y a la fundación de planteles educativos. (43)  De conformidad con la disposición testamentaria hecha en la ciudad de México el 19 de abril de 1834 y gracias al legado de sus bienes, consistentes principalmente en la Hacienda de Santa Barbará, se fundó el Liceo que lleva su nombre. Dicha Institución funciono con regularidad hasta 1856, año en que fue expedida la “Ley Lerdo” que decretaba la venta de bienes raíces de todas las corporaciones, ya fueran civiles o eclesiásticas. Con base en tal precepto, en noviembre del mismo año, fue denunciada la Hacienda de Santa Bárbara por Juan Crescencio Hermosillo, Silvestre Aranda y José María Amador. El denuncio fue otorgado con cierta celeridad a favor de Silvestre Aranda, José María Amador y en lugar de Hermosillo quien había servido a los conservadores se beneficio a Florentino Velásquez. Dictándose la resolución el 4 de abril de 1861, verificándose el remate el 28 de diciembre de ese año: La Hacienda de Santa Bárbara, fue adjudicada a los Señores Aranda y Amador por la suma de 85,756.30 pesos, capital que produciría un interés del 6 % anual, cuyo rendimiento quedo a favor de la Instrucción Pública en General, y no del fondo especial de Lagos, a pesar de los deseos y reclamos de ese Ayuntamiento (González Leal Mariano, publicado en su libro titulado Estudio Histórico-Genealógico sobre la Familia Guerra, de las Montañas de Asturias y Santander, Ramas de la Nueva Galicia, 1982:24 y 25 y en la nueva edición de Retoños de España en la Nueva Galicia; Núñez Patricia “La Enseñanza Media en Jalisco” y datos publicados en el Boletín del Archivo Histórico Municipal de Lagos de Moreno, No. 32,  Julio del 2002:10 -12).

No obstante, por disposición de autoridades Imperiales de Maximiliano, los adjudicatarios de la Hacienda de Santa Bárbara  fueron despojados del inmueble, por tal motivo entre 1862 y 1867 dejaron de pagarse los intereses acordados. Sin embargo en los archivos del Catastro Municipal de Encarnación de Díaz, Jalisco, se encuentra en los libros de Manifestaciones de 1899-1900 el registro en el cual se menciona que el General Don Juan Pérez Castro, adquirió el 31 de Enero de 1862 el predio rustico denominado Santa Bárbara, por compra que hizo al Gobierno del Estado. (Catastro Municipal: Pérez Castro Juan, Manifestación 2230 del año de 1899-1900).

Se sabe que el General Juan Pérez Castro, lucho por los ideales Liberales y la Restauración de la Republica, a demás se dice que este Señor perdió una pierna en la batalla de Puebla el 5 de Mayo de 1862, estando a las órdenes de Don Porfirio Díaz.  (Eloy Zenén Cuellar Sandoval en “Santa Bárbara en la Historia”, Trabajo Recepcional de Historia Regional. Preparatoria Encarnación, U. de G., 1998: 18).

No fue fortuito el que Don Juan Pérez Castro contrajera matrimonio con Doña Lucrecia Aranda Torres, hija de Don Silvestre Aranda, de quien por tradición también se dice que: “heredaron una tercera parte de la hacienda, adquiriendo la totalidad por compra a los demás herederos”. Lo cierto es que la Hacienda en propiedad de la Familia Pérez Castro contó con una extensión total de 273 caballerías ó sean 11682 hectáreas, 87 aras y 12 centiáreas (Hernández Chávez Rodolfo H. “Hacienda de Santa Barbará”, Inédito, versión digitalizada).

Como la Región de los Altos, ya se encontraba bajo el control liberal desde principios de 1867, las autoridades municipales regresaron al nuevo orden político, civil y social, sellado con la sangre de los hombres libres e independientes, reorganizándose la administración, la instrucción, la agricultura, la industria, el comercio y la salubridad. Ahora, por el derecho establecido en la Constitución, se abriría a cualquier grupo o individuo la educación y el progreso  (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006:18 y 21).

Gracias a los libros y legajos, que se conservan en la Oficina del Registro Civil de Encarnación podemos conocer los nombres de quienes desempeñaron el “Puesto de Munícipe en el Ayuntamiento” o “Alcaldes” a partir de la Restauración de la Republica en 1867. Para elaborar dicha lista, debido a las lagunas por faltar algunos libros y porque los que se conservan del siglo XIX en su mayoría son legajos en mal estado, me fue necesario hacer un vaciado de todos los gobernantes y las fechas en que sus nombres aparecían autorizando los libros y las partidas de nacimiento, matrimonio y defunción. A pesar de que en el Archivo del Registro Civil  local, no se conserva ningún libro del año de 1867, sabemos por documentos del Poder Judicial que se resguardan en el Archivo Municipal de Lagos de Moreno, que en el año de 1867 se nombró como Alcalde 1º  Constitucional al Doctor  Don Jesús Calvillo Ybara, (44) continuando en el cargo durante los tres primeros meses del año de 1868 su hermano Don Crecencio Calvillo Ybarra, (45) descendientes los dos del Alférez Real Don Manuel Agustín Calvillo; luego les siguió del 27 de Marzo al 19 de Septiembre de 1868 el Licenciado Don Ysidoro Jaime Mora, (46) lo que demuestra que en la Villa de la Encarnación,  a pesar de las luchas sociales por las que había atravesado el país seguían teniendo el poder las mismas familias que lo ostentaban antes de finalizar el Virreinato.

Como al restaurase la Republica, se volvió a la división política empleada por los gobiernos liberales. La Municipalidad de Encarnación quedo adscrita al 2º Departamento con cabecera en San Juan de los Lagos y perteneciente al 2º Cantón “Lagos”, puede conocerse el panorama de la Encarnación, gracias a los “Apuntes Estadísticos del Departamento de San Juan de los Lagos”, fechados el 16 de Enero de 1868, que fueron localizados y publicados por el Doctor Don José Antonio Gutiérrez, en los que era considerada como una Villa correspondiente a la administración de San Juan, a la que había quedado adscrita desde 1824; descrita la Encarnación como Cabecera de curato, situada entre varias colinas y atravesada por un arroyo; la cual contaba con Ayuntamiento, dos juzgados locales, sub-receptoría de rentas, mayordomía de propios, administración de correos y escuelas municipales. La población estaba compuesta de 6,000 habitantes en la cabecera y 24,800 en su territorio; la principal actividad de dicha población fue registrada como “dedicada principalmente a los tejidos de lana y fabrica de jabón de muy buena clase, que expende en los departamentos del Norte de la Republica” (AHEJ, Organización Municipal del Estado de Jalisco, 1982:45; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006:328).

Del 21  al 27 de Septiembre de 1868 aparece como autoridad del Ayuntamiento de la Encarnación el Farmacéutico José Conrrado Guerra, (47) de quien no podemos negar que además de pertenecer a la poderosa familia Guerra con orígenes remotos en la Hacienda de los Sauces, también formaba parte de la oligarquía Laguense y Regional, debiendo influir además su parentesco con el Doctor Don Mariano Guerra, quien había sido administrador del Hospital de San Juan de Dios en la Ciudad de Guadalajara. Sabemos que luego  fungió como Autoridad Municipal de Encarnación Don Vidal Cervantes, (48) quien en su informe de 1868 aún manifestaba su seria preocupación en la falta de fuerza pública para hacer frente al bandolerismo y dar la tranquilidad que merecía,  quejándose además de la cortedad de el erario, el cual no le permitía atender con eficiencia las necesidades de la población:

La municipalidad de la Encarnación, Partido del Departamento de San Juan, perteneciente a Lagos, Segundo Cantón del Estado de Jalisco, cuya superficie se calcula aproximadamente en sesenta y cuatro leguas cuadradas, está dividido en veintiún cuarteles; contiene una población de veinticinco mil habitantes, dedicados la mayor parte a la agricultura. La Villa del mismo nombre, es cabecera de curato; tiene Ayuntamiento, dos juzgados de paz, Sub-Receptoría de Rentas, Tesorería Municipal, Oficina del Registro Civil y dos escuelas públicas gratuitas, una para niñas y otra para niños, amas de otras particulares tanto en el lugar como en los ranchos mas considerables. Sus propios y arbitrios ordenados son: los terrenos de su propiedad, el cobro de la plaza, el de degüellos, derechos municipales los que están destinados a la instrucción primaria, el fiel, diversiones públicas, multas y producto de lo mostrenco. Todos no son suficientes para cubrir los gastos más indispensables del Municipio, causa por la que no se atiende como es debido a todos y a cada uno de los ramos que abraza la administración municipal. Este mal tan grave puede remediarse formando el Ayuntamiento el presupuesto de gastos mensuales y proponiendo al mismo tiempo los arbitrios suficientes para cubrirlos, que sujetaría a la aprobación del superior, puesto que no hay fondos, no hacienda en la municipalidad, que como está sujeta y limitada a los cortos y eventuales recursos que le ministran los pequeños ramos con que cuenta.

En cuanto  al movimiento de la población, los años salubres como el del sesenta y siete próximo pasado, el numero de los nacidos es mucho mayor que el de los muertos, no pudiendo por falta de datos calcularse la proporción en que estén; pero en cambio, aquellos en que se desarrolla la peste, que es la enfermedad dominante, esta maligna epidemia diezma sus habitantes, sumergiendo en la desolación y orfandad a innumerables familias. La escases de agua y de arboles que circundan el lugar contribuyen poderosamente, según la opinión de facultativos inteligentes, a que la fiebre se arraigue causando tan lamentables estragos.  A ambas cosas se puede prever suficientemente, promoviendo la continuación y conclusión de una presa, que se está comenzada y se halla a distancia de cuatro leguas de la población, cuya obra de la más vital importancia, desgraciadamente se ha suspendido por falta de recursos y será difícil llevarla a cabo sin la eficaz cooperación del supremo Gobierno del estado, quien para otras obras publicas de igual naturaleza, tales como el puente de esta misma Villa, ha prestado auxilios pecuniarios de consideración.

A consecuencia de la revolución pasada, la industria, la agricultura y el comercio sufrieron en esta Municipalidad tan notables perjuicios que casi llegaron a extinguirse, y aún ahora después de restablecido el orden constitucional, la primera, que consiste principalmente en los tejidos de lana y algodón, no cuenta con protección ninguna, la segunda esta igualmente decaída por la misma razón y el valor insignificante de las semillas; el ultimo por idénticos motivos y el pésimo estado que guardan los caminos públicos, se encuentra sumamente abatido.

Para la seguridad publica sólo tiene disponible la autoridad política diez hombres armados del resguardo de cárceles y veinticuatro individuos entre comisarios, tenientes y auxiliares que componen la policía urbana. Y en caso de que la población sea amagada por alguna gavilla de bandidos, cuenta además con la buena disposición de la mayoría de sus vecinos, quienes están prontos a defenderla y prestar los auxilios que con el expresado objeto se les pidan sean de la clase que fueren. Esto no obstante y a pesar de la tranquilidad pública permanece inalterable, el Supremo Gobierno se servirá dictar las medidas más enérgicas de su resorte, para finalizar aquella más y más cada día, procurando ante todas cosas exterminar esa plaga funesta de ladrones y esa abundante y perniciosa polilla de la sociedad, la vagancia, semillero y origen de todos los males. Lo que tengo el honor de manifestar a Ud. En contestación a nota relativa fecha 20 de diciembre próximo pasado para los fines correspondientes.-Independencia y Libertad, Encarnación, febrero 29 de 1868.-V. Cervantes (AHEJ, G-I-869, caja 24, exp.4202, Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 333-335).

Al año siguiente, el panorama ya es un poco más alentador, pues en el informe que levantó el Jefe Departamental de San Juan el 25 de Agosto de 1869, con motivo de hacer la visita acordada por Ley. Manifestó optimismo por los adelantos logrados en la reestructuración administrativa, considerando que el Cabildo iba por el rumbo correcto y que el desarrollo de la industria permitía un mayor movimiento comercial, como en el caso de la Jabonera establecida en Los Sauces, así como de avances en la educación y atención social apoyada por la Iglesia Local (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 333).

Sin duda alguna, la Iglesia Católica, a pesar de los tiempos difíciles por los que atravesó nuestra nación, fue la principal Institución que fomentó el progreso material, contribuyendo a la consolidación de la Ciudad de Encarnación. Lo cual se comprueba por los datos que fueron registrados en los Libros de Gobierno que se resguardan celosamente en el Archivo de la Notaria Parroquial de la Encarnación, en el que además de las respectivas licencias aprobando proyectos, a partir de 1844 la sagrada Mitra de Guadalajara pidió enviar un informe cuatrimestre de donde se desprenden las obras materiales y morales de quienes estuvieron al frente del  Curato de la Encarnación:

 El Señor Cura Don José Manuel Jáuregui, originario de Yahualica Jalisco, administró la Parroquia del 28 de Noviembre al 19 de Noviembre de 1845, continuó la construcción del Templo Parroquial, construyendo su cúpula o cimborrio entre 1846 y 1847, los altares de cantera y el decorado interior; también dotó a esta población de nuestro famoso Camposanto conocido como “El Panteón del Señor de la Misericordia”, construido a partir de 1826; además  construyó “Las Trojes del Diezmo” en la casa dejada por el Presbítero Don José Antonio Vallejo, a las que se llamó  “La Casa del Diezmo” (Hernández Chávez Rodolfo H., “Condicionantes Culturales” inciso D) Religiosas, publicadas en  El Desarrollo de la Arquitectura en la Ciudad de Encarnación de Díaz, Jal. Una aproximación a su conocimiento y salvaguardia. Tesis para obtener el Titulo de Arquitecto, 1993:259; Hernández Chávez, Bosquejo Parroquial, Fichas de los Señores Curas y Capellanes de la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación. Visitas Pastorales, Obras Espirituales y Materiales. En conmemoración del primer centenario de la Diócesis de Aguascalientes. Impresión Digital, 1999; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, Historia de la Iglesia Católica en Aguascalientes, Volumen III, Anexo IV “Parroquia de Villa de la Encarnación Sauz de los Macias”, 2007:461 y 462).

Según datos localizados por el Dr. Don José Antonio Gutiérrez, por la avanzada edad del Señor Cura Don José Manuel Jauregui, interinamente se hizo cargo de la Parroquia el Señor Cura Don Ramón Camacho, originario de Etzatlán Jalisco, quien a la muerte de este fue nombrado en propiedad, sin poder ejercer dicho cargo por haber sido llamado a desempeñar diversos cargos en la sede episcopal,  teniendo que dejar interinamente a diversos párrocos hasta su renuncia definitiva en 1876, año en que fue nombrado Magistral de la Catedral de Morelia (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, Historia de la Iglesia Católica en Aguascalientes, Volumen III, Anexo IV “Parroquia de Villa de la Encarnación Sauz de los Macias”, 2007:463).

A pesar de su ausencia en la Villa de la Encarnación, el Señor Don Ramón Camacho desde la Ciudad de Morelia se convertirá conjuntamente con su antecesor el Ilustrísimo Obispo Don Juan Cayetano Gómez de Portugal, en promotor de vocaciones sacerdotales al llamar a su lado a jóvenes encarnacioneneses, a quienes impulsó para llegar a las Altas esferas del Clero Nacional. Lamentablemente durante su largo interinato, no se llevó al corriente el Libro de Gobierno, especialmente durante las etapas turbulentas, lo que generó un gran número de lagunas históricas  que impiden conocer lo que hicieron en el Cargo de Párrocos Interinos los Presbíteros Rafael Jaime, Juan N. Ledón, Vicente Araiza y José María Cuellar. Sin embargo gracias a los datos registrados y publicados por Don Alfonso Quesada sabemos que el Pbro. Don Ramón Medina, como Sacristán Menor de la Parroquia inició en 1855 la construcción de “La Casa Cural”, siendo Párroco el Señor Cura Don Juan N. Ledón, del 12 de Febrero de 1855 al 1º de Mayo de 1855 (Quesada Cervantes Alfonso, 1922:25; Hernández Chávez Rodolfo H., “Condicionantes Culturales”, 1993:261; Hernández Chávez, Bosquejo Parroquial, 1999; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2007:463).

Por su parte el Señor Cura Don Florencio Santillán, quien administró la Parroquia del 1º de Mayo de 1856 al 1º de Noviembre de 1864, además de iniciar en 1856 la construcción de la “Torre Derecha” del templo parroquial, también inició la construcción de la “Presa de San Pedro” para dotar de agua a la población. Sin embargo al referirse Don Alfonso Quesada a  dicha Presa, solo menciona que “esta obra la comenzó el Señor Cura Don Florencio Santillán”, sin aportar más datos sobre su construcción, hasta  que fue gracias al Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, quien localizó y ha conservado en su archivo personal documentos que afortunadamente ha dado a conocer en diversas épocas a través de artículos publicados en varias revistas, periódicos y ahora a través de un valioso libro de su autoría titulado “Encarnación y sus Inundaciones”, en el que se refiere a la Presa de San Pedro como “Patrimonio Educativo”, mencionando que:

 El 1º  de marzo de 1864 era autoridad política D. Julián López; Alcalde 1º  Don Mariano Ibarra (49) y Alcalde 2º  D. Antonio Cervantes (50) . Administraba la Parroquia el Sr. Cura Interino D. Florencio Santillán. Una calle de la ciudad lleva su nombre. Todos ellos benéficas personas del lugar, quienes luego de vencer algunas dificultades, lograron reunir un pequeño fondo bajo la comisión de los señores D. Ignacio Alva, D. Francisco Díaz (51) y D. Antonio Aguilera; logrando, con mucha satisfacción y regocijo del vecindario, dar principio a tan esperada obra.

El 18 de abril de 1864, ante el concurso de todos los pobladores, el Sr. Cura Santillán bendice la colocación de la Primera piedra que daría inicio a los cimientos. Aplausos, lágrimas y alabanzas por tan esperada obra que auguraba saciar la sed de los habitantes.

Pero no todo fue felicidad. Pronto se agotaron los recursos y las obras se detuvieron. Hasta hubo quienes se opusieron al proyecto. Nunca faltan tropiezos en la realización de las grandes obras (Hernández Lugo Ezequiel, “Encarnación y sus Inundaciones”, 2010: 35 y 36).

Debieron de ser los ánimos negativos de algunos vecinos de la Encarnación, uno de los motivos por los cuales no continuó la obra de la presa el Señor lo Cura Don Joaquín Barba, quien administró esta parroquia a partir  del 1º de Noviembre de 1864 hasta el día 15 de Junio de 1869,  dedicado a socorrer a los pobres y desamparados, atendiendo a las necesidades morales y espirituales de la población, contribuyendo a la  ampliación de la Capilla del Señor de la Misericordia en el Campo Santo a partir del 17 de Enero de 1865, con la condición de que esta quedara sujeta a la autoridad de la Iglesia; inició la construcción del Santuario de Jesús María y José en el Barrio del Rosario, el 3 de Noviembre de 1865 a cargo del Presbítero Don Juan C. Parga y el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en el Barrio de San Pablo, el 15 de Junio de 1867 a cargo del presbítero Don Jerónimo Olivares, según el proyecto elaborado por Don Heraclio Jiménez. Además construyó en las comunidades rurales, la Iglesia de San Sebastián del Álamo, el 21 de Octubre de 1865; La Iglesia de Nuestra Señora del Refugio en Rangel, el 11 de junio de 1866 (Quesada Cervantes Alfonso, 1922:33 y 34; Hernández Chávez Rodolfo H., “Inventario de Monumentos del Municipio de Encarnación de Díaz, Jalisco”, Ficha No. 003, Capilla del Señor de la Misericordia, 1993:457-459; Hernández Chávez, Bosquejo Parroquial, 1999; Hernández Chávez, El Señor de la Misericordia, 2008:138; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2007:463).

Según lo publicado por el Doctor Don José Antonio Gutiérrez, el Señor Cura Don Joaquín Barba, dejó esta parroquia en Marzo de 1869, para trasladarse como Párroco de la Asunción de Aguascalientes, donde en 1870 una representación de Aguascalientes dió el primer intento de que la capital de ese estado se erigiera en Obispado, al pedir al Arzobispo Don Pedro Loza, que hiciera llegar  a la Santa Sede una solicitud abalada por ochenta y tantos mil habitantes. Sin embargo poco pudo hacer el Señor Cura Barba debido a que ya se encontraba muy enfermo de su penosa y larga enfermedad  por la que falleció el 24 de Mayo de 1872. La Parroquia de la Encarnación estuvo a cargo del Presbítero Don Epifanio de Alba mientras se presentaba el nuevo cura, siendo durante este interinato cuando las Autoridades eclesiásticas ordenaron que la Escuela Secundaria Parroquial se convirtiera en Seminario Auxiliar, iniciando con la cátedra de latín, la que desempeñaron sucesivamente el propio  Don Epifanio y luego el Licenciado Don Isidoro Jaime (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, Historia de la Iglesia Católica en Aguascalientes, Volumen I.- Parroquia de la Asunción de Aguascalientes, 1999:377; Gutiérrez Gutiérrez, 2007:464 y 465).

Fue a pesar de las prohibiciones de la Constitución de 1857 y de las Layes de Reforma, que el Presbítero Don Juan C. Parga, (52) preocupado por darle el mejor lleno posible a la educación de los hijos de este pueblo, no solo en la moralidad y las buenas costumbres, sino que también inclinándolos por el camino de la carrera eclesiástica, solicitó autorización para el establecimiento del Seminario Conciliar de Jesús María y José, en esta Villa de la Encarnación, el que se publicitó a partir del 1º  de Octubre de 1869, convocando para las inscripciones a la juventud desde los doce  hasta los dieciséis años de edad  y a los padres de familia que aspirasen a ver formados a sus hijos, preocupándose principalmente por los jóvenes que viven en las haciendas y ranchos de la Jurisdicción, quienes tropiezan no sólo por los inconvenientes de familia para separas a sus tiernos hijos, sino también con la falta de recursos varios de ellos. Es por eso que se destino la casa del curato para recibir internos, contando además con el ofrecimiento de los Señores Lic. Don Ysidroro Jayme, Don Victoriano Molina (53) y Don Jesús Calvillo  a dar gratuitamente las cátedras de Lógica y Metafísica el primero; Latinidad, Matemáticas, Academia Nocturna de Geografía, Estadística y Astronomía el segundo y física elemental el tercero, además de las cátedras de Francés y Música  según el plan de estudios anunciado (Chávez Aranda José Humberto, Seminario de la Parroquia de Encarnación, 2006:29-33).

Con el fin de que la enseñanza fuera gratuita para los alumnos externos que pertenecieran a la “Clase pobre”, se fundó de cada tres internos una beca gratis, la que obtendrían los aspirantes por oposición, nombrándose como Administrador al Señor Don José María Guerra; (54) Tesorero a Don Ausencio Quesada (55)  y Secretario a Don Vidal Cervantes. Los primeros exámenes del Nuevo Seminario  se efectuaron del 7 al 12 de Abril de 1870, ayudando a examinar las cátedras, el licenciado Don Ysidoro Jayme, Don Ramón Aranda (56) y el Señor Don Julián López. Siendo de primor dial interés para esta historia el destacar los nombres de las personalidades de la Villa de la Encarnación, que fueron invitadas como padrinos de los alumnos que fueron examinados en esos primeros exámenes públicos contándose entre ellos, a las autoridades eclesiásticas encabezadas por el Señor Cura Don Pedro Rodríguez, quien era el Rector, el Presbítero Juan Crisóstomo Parga, el Presbítero Don Gerónimo M. Olivares y el Presbítero Don Pedro Pérez;  a los catedráticos el Lic. Don Ysidro Jayme, el Lic. Don José María Lozano, (57) Don Victoriano Molina, Don Juan Antonio Lozano; (58)   además un selecto grupo perteneciente a la oligarquía local integrado por Don Tomas Alva, Don Manuel Y. Alva, (59)   Don Mariano de Anda, Don Ramón Aranda, el Licenciado Don Vicente Calvillo, Don Vidal Cervantes, Don Luis Hernández, (60) Don Lázaro Mora, (61) Don Julio Quesada, (62) Don Prospero Quesada, (63) Don Marcos Rodríguez, (64) y Don Vicente Villalobos (65) (Chávez Aranda, 2006:33 y 47-58). (66)  

A  pesar de contar el proyecto inicial con el apoyo de las Autoridades Eclesiásticas, las municipales y de toda la sociedad, Dice Chávez Aranda que comenzaron los problemas por las decisiones que tomaba el padre Juan C. Parga sin tomar en cuenta lo establecido en el reglamento, (67)   pues consideraba a la institución como algo personal, siendo esta la causa por la cual se quedo sin apoyos, además de que el Lic. Jayme y Don Victoriano Molina abandonaron sus cátedras, teniendo que contratar en su lugar a Don Martin Moran (68) a partir del ciclo de 1870-1871.Devido a los “modales ríspidos que usa con los que no son de su agrado”, ya para 1872 el Padre Parga se fue quedando sin alumnos, ni apoyo económico del Arzobispado de Guadalajara y de la oligarquía local (Chávez Aranda, 2006:81, 83 y 99).

Fue gracias a este Colegio-Seminario que se elevó el nivel cultural en la población, caracterizando  a la Villa, luego Ciudad de Encarnación de Díaz. Pero, para poder entender esta profunda reforma es necesario tomar en cuenta además de la labor de los párrocos y capellanes, la influencia de algunas familias oligárquicas de la Encarnación con el Alto Clero, siendo uno de los primeros en pretender extender a todas las clases sociales los beneficios de la instrucción el Bachiller Don Miguel Leandro Guerra, de quien ya se ha dicho que el 19 de abril de 1834 al otorgar su disposición testamentaria, dejó ordenado que sus bienes fueran destinados a la protección de los pobres y a la fundación de planteles educativos, tanto para la enseñanza de las primeras letras, como para la de todos los ramos de la agricultura teórica y práctica. La teórica se seguiría en Lagos y la práctica en la hacienda de Santa Bárbara, cuyo plan de estudios estaría basado en el método del Abate Rossieu (González Leal Mariano, Capitulo Guerra-Valadez de su obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de impresión).

El Bachiller Presbítero Don Miguel Joseph Ignacio Leandro de la Concepción Guerra y Gómez de Portugal, quien nació en Santa Bárbara el 22 de febrero y bautizado en Lagos el 1 de marzo de 1769, fue hijo del Alférez Real de Lagos Don Manuel Jacinto Guerra-Valadez y Díaz del Castillo y de su segunda esposa doña María Josefa Gómez de Portugal y Franco de Paredes, de quien se decía ser familiar del Ilustrísimo Don Juan Cayetano Gómez de Portugal y Solís, (69)   Obispo de Michoacán (González Leal Mariano, Capitulo Guerra-Valadez de su obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de impresión).

Hermano del Padre Miguel Leandro Guerra fue Don Joseph Francisco Xavier Guerra y Gómez de Portugal,  considerado fundador de la hacienda del Coaquixtle, quien a pesar de ser sordomudo  se casó dos veces, la primera en la Encarnación, el 15 de agosto de 1803, con Doña María Gertrudis de Alba y Verdín; hija de Don Joseph Ignacio Tiburcio de Alba y Moreno y de Doña María Ignacia Verdín y Romo de Vivar; y la segunda, también en la Encarnación, el 26 de noviembre de 1826, con doña María Josefa de Alba y Verdín, hermana de la primera esposa.  Tras morir don francisco víctima del cólera morbus la noche del 3 al 4 de agosto de 1833, el “Tío Padre” auxilió a la madre viuda en la educación con talento y cariño la formación de la numerosa familia huérfana (González Leal Mariano, Capitulo Guerra-Valadez de su magna obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de impresión).

Don Francisco procreó durante su primer matrimonio al Excmo. Sr. Doctor don José Ignacio Mateo, primer Obispo de Zacatecas de 1863 a 1871, bautizado en la Encarnación el 27 de septiembre de 1804, quien desempeño diversos cargos en la Catedral de Guadalajara a partir de 1846, y desde 1855 a 1860 tuvo a su cargo varias veces el Gobierno de la Mitra. “Sus virtudes eminentes y notorias, lo hicieron acreedor a la estimación y respeto general aun entre los enemigos de la Iglesia y del sacerdocio”, en reconocimiento de sus meritos, en 1854 fue condecorado por el General Don Antonio López de Santa Anna, Benemerito de la Patria, con la Cruz de Caballero de la Orden de Guadalupe y en 1865, bajo el segundo imperio fue nombrado Comendador de la Orden Imperial. (70)   Fruto del segundo matrimonio de Don Francisco, fue Don José María del Refugio Guerra Alba, (71) y su hermano Don Manuel Jacinto, (72)   quienes hicieron sus estudios en el Seminario de Guadalajara, lo que les brindó una sólida cultura humanística. Don Jacinto Guerra y Alba abandonó el Seminario pero Don José María del Refugio, con el tiempo llegó a ser el segundo  Obispo de Zacatecas de 1872 a 1888. Al respecto de Don José Maria del Refugio, escribió Don Juan B. Iguniz que: “Aprendió las primeras letras en la hacienda de los Sauces, y en 1839 fue inscrito en el Seminario Conciliar de Guadalajara contra su voluntad, pues más le atraía la vida campestre; no obstante, hizo una carrera muy brillante hasta lograr una beca de honor y recibir la unción sacerdotal de manos del Ilustrísimo Señor Aranda el 16 de marzo de 1851” (Agradezco profundamente al Maestro Don Alfonso Reyes  M., Originario de Tuxpan Jalisco y radicado en la Ciudad de Aguascalientes, donde es  propietario de la librería “Termopolis”, quien además de conseguirme libros antiguos y de reciente publicación sobre temas de la Region, me ha  proporcionado copias fotostáticas  de obras difíciles de conseguir como el libro de Don Juan Iguiniz Juan B., titulado  Catálogo Biobibliográfico de los Doctores, Licenciados y Maestros de la Antigua Universidad de Guadalajara, 1963:174-182; González Leal Mariano, Capitulo Guerra-Valadez de su obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de impresión).

Otro hermano del Padre Don Miguel Leandro Guerra, fue Don Joseph Rafael Antonio Guerra y Gómez de Portugal, nacido el 12 de mayo de 1776 y fallecido en el Coaquixtle el 18 de noviembre de 1828. Casó en Lagos el 19 de febrero de 1805 con Doña María Gertrudis Hurtado de Mendoza y Muñoz de Nava, originaria del Carrizo de los Hurtados; hija de  Don Luis Lorenzo y de doña Rosalía. De este matrimonio nació el Ilmo. Señor don José Mariano Petronilo, (73)  nacido en Nostanejo y bautizado en la Unión de San Antonio el 20 de febrero de 1808. Pasó su niñez en Lagos, donde aprendió las primeras letras, y pasó luego a Guadalajara, en cuyo Seminario Conciliar se inscribió en 1822. Don Juan B. Iguiniz, escribió respecto de su persona que al entrar al Seminario, “refiérese que su catedrático el Presbítero don José Guadalupe Espinosa al verlo por vez primera con aspecto timido, vestido de cuero al uso del campo y harto descuidado en su porte, dijo con gesto de admiración y meneando la cabeza: este no es para el caso; más bien pronto desmintió el joven estudiante la errónea impresión que había producido en el ánimo de su maestro”. Después de una carrera brillantísima obtuvo una beca de honor por oposición, y en 1833 se ordenó en Morelia, de manos de su tío el Obispo don Juan Cayetano Gómez de Portugal y Solís (Iguiniz Juan B., 1963:183 y 184; González Leal Mariano, Capitulo Guerra-Valadez de su obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de impresión).

También estuvo emparentado con los Obispos Guerra de los Sauces, Don Herculano López y de la Mora, (74) Obispo de Sonora de 1887 a 1902. Ordenado Sacerdote el 29 de Marzo de 1863, fue catedrático en los Seminarios de Celaya y Morelia de 1863 a 1883; Cura en San Jerónimo Purunchecuaro y en Charo de 1863 a 1868, para luego desempeñar el cargo de Secretario del Obispo de Querétaro Don Ramón Camacho de 1868 a 1872, continuando como Canónigo Provisor, Vicario General y Gobernador de la Arquidiócesis de Morelia de 1883 a 1887 (Enciclopedia de México, Tomo VIII, “López y de la Mora Herculano”, 1977:290).

Debido a la generosa protección del Doctor Don Mariano Guerra y Hurtado, el Encarnacionense Jacinto López y Romo, (75) primer Arzobispo de Linares, Monterrey y tercer Arzobispo de Guadalajara, pudo ingresar como alumno externo en la escuela del Hospicio Cabañas, y de ahí iniciar sus estudios en el Seminario Conciliar Diocesano el 18 de octubre de 1846, recibiendo el 10 de Abril de 1855 el presbiterado. Don Jacinto nació en la Villa de la Encarnación el día 10 de septiembre de 1832 en el hogar de sus padres el Señor Antonio López de Nava y Trillo y su Señora esposa Doña Francisca Romo Hernández. (76) A tierna edad quedo huérfano de madre, trasladándose a la Ciudad de Guadalajara al poco tiempo después, donde su padre creyó que podría dedicarse con mayor provecho al comercio, pero una grave enfermedad lo llevó al sepulcro. Aunque permaneció tan solo nueve meses en el Cargo de Arzobispo de Guadalajara, se preocupó por la enseñanza primaria en las escuelas parroquiales, sobresaliendo en su tolerancia que mostró para con otras religiones (Enciclopedia de México, Tomo VIII, “López y Romo Jacinto”,  1977: 156 y Datos tomados de Historia de Jalisco, Tomo IV, 70 a 72, citados por Hernández Chávez Rodolfo H., en la “Casa del Arz. Jacinto López”, Ficha No. 027, del Inventario de Monumentos del Municipio de Encarnación de Díaz, Jalisco, El Desarrollo de la Arquitectura en la Ciudad de Encarnación de Díaz, Jalisco, 1993: 541-544).

Sin duda alguna es gracias a la labor de los padres Guerra que la Villa de la Encarnación, comenzó a ocupar un lugar preponderante, siendo su época de oro, precisamente durante la Restauración de la Republica y el Porfiriato, al ser impulsada la ciudad con diversas obras materiales y espirituales apoyadas por Don Jacinto López y Romo quien  durante  treinta y dos años desempeñó cargos en la Curia Eclesiástica del Arzobispado de Guadalajara, pues al respecto el Historiador Don Alberto Santoscoy escribió:

“Una de las pueblas más recientes en el territorio de Jalisco es la del lugar que al principio llevó el nombre de la Encarnación de Nuestra Señora de los Macias, con el titulo de villa: apenas si data la  licencia que dio para erigirla el Capitán General y Gobernador de la Nueva Galicia, D. José de Basarte, del año de 1760; y con todo, en ese breve espacio de tiempo, aparece ya ilustrada con gloriosos timbres en la Historia Eclesiástica Mexicana, que ninguna de su edad puede competir con ella en todo nuestro patrio suelo: en predios rústicos de su jurisdicción nacieron los dos primeros obispos de Zacatecas, Don Ignacio Mateo Guerra Alba y su medio hermano D. J. Refugio Guerra Alba, uno de sus párrocos fue el segundo Mitrado de Querétaro, D. Ramón Camacho; y en su recinto vieron la luz primera otros príncipes de la iglesia, uno de ellos el que dignamente gobierna la diócesis de Sonora, el ilustre Obispo D. Herculano López y Mora; y el otro, aquel cuya ejemplar memorable vida va a ser noble objeto de los trazos de mi pluma, quien fuera el primer Arzobispo de linares, Monterrey y luego tercer Arzobispo de Guadalajara Don Jacinto López y Romo” (Datos tomados de Santoscoy Alberto, “Biografía del Ilmo. y Rmo. Señor Don Jacinto López y Romo 3er. Arzobispo de Guadalajara”, publicados por Chávez Aranda Humberto en “Jacinto López y Romo, Humilde Pastor”, 2005:15).

En cuanto a la Administración pública de la Encarnación, poco podían hacer la Autoridades Políticas, pues a pesar de haber sido fundada  la Villa de la Encarnación a cargo de un Ayuntamiento Local, y eregida tiempo después en Parroquia, a la que se le asigno una jurisdicción parroquial para su administración, en el aspecto político prácticamente hasta la Revolución Mexicana seguimos dependiendo de los Jefes Políticos  que radicaban en las principales ciudades que eran las cabeceras de Cantón, estando por esto adscritos, primero al Cantón de Lagos y luego al de Teocaltiche. En el  periodo comprendido entre el 1º de Enero al 9 de Julio de 1869, fungió como Autoridad  Política el Practico en Medicina Don José Casimiro Susarrey, originario de Tuxpan,  Jalisco, quien se integró a la Oligarquía Local al contraer matrimonio con Doña Mercedes Calvillo Hoyos, hermana del Doctor Melesio Calvillo Hoyos, e hija del Licenciado Don Vicente Calvillo de Anda (Hernández Chávez Rodolfo H., Las Autoridades Políticas de la Encarnación. Inédito Versión digitalizada; Hernández Chávez, 2008: 269; Hernández Chávez, Esquemas Genealógicos de las familia oligárquicas de Encarnación de Díaz, Jalisco. Inédito, Versión digitalizada).

Gracias  al informe levantado por el Jefe Departamental de San Juan el 25 de Agosto de 1869,  podemos saber cuáles eran las obras principales, que caracterizaban a la Municipalidad de la Encarnación, diez años antes de obtener el título de Ciudad, y al tiempo  en que iniciaba sus gestiones el Señor Cura Don Pedro Rodríguez quien administró esta Parroquia del 31 de Julio de 1869 al 20 de Agosto de 1876  (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 336):

Establecimientos de Instrucción Primaria,  (77)  los que vio bien servido y aunque por cuenta del municipio sólo se pasaban al preceptor diez pesos, y por orden del gobierno eclesiástico se pasaban del curato mensualmente veinticinco pesos al preceptor y diez a la preceptora.

 Colegio de Instrucción Secundaria, (78)  a cargo del Señor Presbítero Don Juan C. Parga al que ocurren más de dieciocho alumnos.

Imprenta,  (79)  a cargo del Señor Presbítero Don Juan C. Parga, aunque en pequeño y a proporción de sus recursos, le ofreció mejorar el General Estanislao Cañedo mandándole un surtido de letras de la capital de la Republica.

Sociedades de Misericordia,  (80)  que hacia 1865 a fuerza de trabajos penosos había logrado establecer el Señor Cura Don Joaquín Barba

Un asilo,  (81)  donde encuentran remedio a sus necesidades y el alivio a sus males, pues se sostienen de ordinario más de veinte familias pobres que pertenecen a la clase media y vergonzante de dicha población. Las señoras auxilian a los enfermos de la localidad y a los transeúntes con medicinas, ropa y todo lo necesario a su curación, y los señores por su parte imitan su ejemplo, por cuya razón se puede decir que se ha conseguido erigir una verdadera casa de caridad.

Fabrica de Jabón en la Hacienda de los Sauces,  (82)  de suma importancia, pues hace frecuentes remisiones para zacatecas, emprendiéndose por ello el ramo de engordas de cerdos en un gran número, careciendo las rentas de todos los fondos que puede producir esta empresa, lo que exige el establecimiento de una oficina de rentas subalterna, por que en dicha hacienda tiene ya lugar un comercio de consideración, haciéndose el consumo de efectos que se introducen de San Luis y de otras plazas (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 336).

Para terminar su informe, el Jefe del Departamento, ponderó la labor con que los habitantes de la Encarnación, hicieron frente a los problemas emanados de la crisis y a la vez, solicitaba al Gobierno del Estado el apoyar las obras propuestas por sus pobladores:

Aunque es verdad que en dicha población se hallan los fondos sumamente escasos, como en todos los demás pueblos del Departamento, se procura sin embargo el adelanto de las mejoras materiales con un entusiasmo digno de todo elogio, y esta circunstancia hace abrigar al que suscribe el deseo positivo de que nuestro paternal Gobierno se desprendiera de una parte de sus fondos en cualquiera cantidad, para que las autoridades de la población de que me he ocupado llevaran hasta su ultimo termino la construcción de una presa que se han propuesto construir para facilitar en la temporada de secas el agua necesaria para el baño animal, el regadío de plantas en las márgenes del rio y limpieza de ropa, pues la falta de agua en el río se siente desde octubre hasta que vuelve la estación de lluvias (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006:336 y 337).

Es Don Alfonso Quesada, quien escribió en 1822 que Don Pedro Rodríguez fue el gran benefactor de esta ciudad, quien durante los años de 1869 a 1876 llevó a término la presa que actualmente abastece de agua a la población, la que llamamos “Presa de San Pedro”. Siendo el Ayuntamiento de 1887 el que dispuso se le pusiera a la calle que conduce a dicha presa el nombre de “Calle Rodríguez” para perpetuar su memoria. Dicha calle era conocida anteriormente como la “Calle Real”, sin embargo años más tarde le fue cambiado el nombre por “Calle Cinco de Mayo”, para quedar finalmente como “Calle Ayuntamiento” (Quesada Cervantes, 1922:38).

Respecto a la Presa de San Pedro, el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, también escribió que el Señor Cura Don Pedro Rodríguez, venciendo los ánimos negativos, prosiguió la obra a sus expensas, auxiliado por los vecinos, y que entre los años de 1871 a 1876 destinó de su propio peculio la entonces enorme cantidad de ochocientos pesos, por esta magna obra de este benefactor fue que al dejar la parroquia el 20 de agosto, el pueblo lloró su partida y para un mejor aprovechamiento de la obra:

 El 11 de abril de 1877, a las cinco de la tarde, treinta de los más importantes vecinos del lugar se reunieron en la casa del ya finado D. Antonio Cornejo y acordaron la formación de una junta o Comisión permanente que vigilara el usufructo de la Presa; la cual quedo integrada de la siguiente manera: Presidente, D. José María Lozano;  Vicepresidente, D. Tomas de Alba; Secretario, D. Vidal Cervantes; Tesorero, D. José Ángel Díaz (83) y Sindico, D. Gregorio Cornejo, (84) quienes tenían la comisión de continuación y conclusión de la Presa, construcción y compostura de acequias, canales y acueductos; repartimiento de aguas; y a su debido tiempo, vigilar sobre la exacta inversión de sus productos.

Y para que nunca se abrigase la duda sobre quienes construyeron la Presa de San Pedro, en el Articulo Segundo del Acta levantada y que tomo de referencia dice: Esa importantísima mejora de la Presa, se ha hecho a expensas de los vecinos, acosta de inmensos sacrificios, sin gravamen alguno para el Erario del Estado, ni del Municipio.

Más delante, este importantísimo documento señala la intención y voluntad de los constructores, sobre el destino que habría de darse a los productos y beneficios económicos de la obra. Todo habría de invertirse exclusivamente en algún objeto de beneficencia pública local; por lo tanto, los mismos vecinos declaran formalmente y hacen constar ahora: que reservándose a perpetuidad la propiedad particular de la presa y sus rendimientos se consideran siempre como dueños absolutos y legítimos de ella destinando sus productos líquidos, terminada la obra a favor de la Instrucción primaria Gratuita de esta población y su Municipio, sin que el gobierno, las Autoridades locales, ni el mismo Ayuntamiento, puedan apropiárselos, ni darles distinta inversión en tiempo alguno; y si alguna vez lo hiciere bajo cualquier pretexto, este vecindario desde hoy protesta de nulidad contra semejantes atentados, dejando a salvo sus derechos para hacerlos valer ante quien, cuando y de la manera que mejor convenga (Hernández Lugo Ezequiel, “Encarnación y sus Inundaciones”, 2010: 36-38).

 

Terminada la construcción de la Presa de San Pedro, el Señor Cura Don Pedro Rodríguez  inicio el 19 de Octubre de 1872 la construcción de la Iglesia del Rancho de La Soledad, aparentemente sin importarle las constantes expropiaciones de que era objeto la Iglesia Católica por parte de los Gobiernos Juaristas, pues al convocarse a elecciones generales, por su firme trayectoria política, administrativa y judicial, diversos grupos liberales propusieron nuevamente como candidato al Licenciado Benito Juárez en las que resultó otra vez triunfador  como Presidente Constitucional para el periodo de 1867 a 1871(Hernández Chávez Rodolfo H., Bosquejo Parroquial, 1999; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 46).

Es durante este periodo presidencial del Licenciado Don Benito Juárez que, con la finalidad de crear en Teocaltiche el 11º Cantón del Estado de Jalisco, el 3 de Noviembre de 1869 la Villa de la Encarnación, fue desprendida del Departamento de San Juan, y del 2º  Cantón “Lagos” para integrarse junto con Jalostotitlán al Cantón “Teocaltiche”. (Archivo Histórico del Estado de Jalisco, Organización Municipal del Estado de Jalisco, 1982:41 y 47).

En el libro del Registro Civil, correspondiente a 1869, al finalizar el año aparece como Alcalde de Encarnación Don Alexo Cornejo;  (85) luego la inestabilidad se presentara al ocupar el cargo durante el año de 1870, los ciudadanos Don Vicente Villalobos, del 8 de Enero al 10 de Mayo y del 5 de Julio al 6 de Agosto; Don Ausencio Quesada Dávalos, del 10 de Mayo al 11 de Mayo; y  nuevamente el Practico en Medicina Don Casimiro Susarrey, del 15 de Julio al 6 de Agosto; Don Alexo Quesada, (86) del 6 de Agosto al 21 de Agosto; para terminar el año y continuar parte del siguiente Don Vicente Villalobos, del 21 de Agosto de 1870 al 21 de Mayo de 1871; continuaran supliendo a Don Vicente por el resto del año Don Genaro Moreno, (87) del 22 de Mayo al 24 de Mayo; Don Victoriano Molina del 24 de Mayo al 1º de Junio de 1871 y del 14 de Junio al 17 de Octubre; Don Francisco Calvillo, (88) del 3 de Junio al 5 de Junio; para nuevamente terminar el año Don Vicente Villalobos, del 5 de Junio al 13 de Junio y del 17 de Octubre al 14 de noviembre de 1871 (Hernández Chávez Rodolfo H., Las Autoridades Políticas de la Encarnación. Inédito Versión digitalizada; Hernández Chávez, Esquemas Genealógicos de las familia oligárquicas de Encarnación de Díaz, Jalisco. Inédito, Versión digitalizada).

Como terminaba en 1871 el periodo presidencial del Licenciado Benito Juárez, nuevamente fue propuesto candidato a la Presidencia de la Republica para el siguiente periodo, compitiendo contra él, Sebastián Lerdo de Tejada y el General Porfirio Díaz quien postulaba como preceptos principales la observancia inviolable de la Constitución. Es por estas elecciones, que en el Ayuntamiento de Encarnación de Díaz, se consideraba como el documento más valioso de su archivo “Un Decreto del C. Presidente de la Republica Lic. Benito Juárez, dirigido al C. Gobernador del Estado transcribiendo el de la Diputación permanente del Congreso de la Unión paraqué se celebren elecciones primarias en varias poblaciones del Estado y en esta ciudad de fecha 6 de Septiembre de 1871” (AHME, Fondo Histórico, Gobierno Municipal, 1947; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 48).

En lugar del voto pacifico, el General Don Porfirio Díaz se inclinó por las armas enarbolando la bandera del Plan de la Noria, pero fracasó el alzamiento, pues a pesar de la popularidad de Díaz en el ejército y en algunos sectores, Juárez lo superó en las elecciones. Sin embargo no pudo seguir desempeñando el cargo de Presidente de la Republica por fallecer el día 19 de Julio de 1872, quedando como presidente interino Sebastián Lerdo de Tejada (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 48 y 49).

 El 21 de Mayo de 1872, por decreto No.291, se erige en Departamento la Villa de la Encarnación, la cual conservará por el resto del siglo XIX y los primeros años del siglo XX su calidad de cabecera del 3er Departamento del 11º Cantón “Teocaltiche”, quedando a cargo de un Director Político que administraba y residía en la Municipalidad de Encarnación. Lamentablemente en el Archivo del Registro Civil no se conserva ningún libro correspondiente al año de 1872,  y por el momento desconocemos quienes se desempeñaron en la Administración Política de ese año y quien fue su primer Director Político (Archivo Histórico del Estado de Jalisco, Organización Municipal del Estado de Jalisco, 1982:47).

Es a Don Victoriano Molina a quien se le registra como Director Político durante los tres años comprendidos entre 1873 y 1876, administrando desde el 1º de Enero al 31 de diciembre de 1873, debiendo de continuar durante el año de 1874, aunque tampoco se conservan libros de ese año, pues sigue ejerciendo del 1º de Enero de 1875 al 31 de Diciembre de 1876, en que solo es sustituido  por Don José Centeno,  (89) del 5 de Marzo al 30 de Abril de 1876.

El Doctor en Historia Don José Antonio Gutiérrez Gutiérrez observó que en el Estado de Jalisco,  con el fin de que nuestro país se convirtiera en un estado moderno y civilizado como los europeos,  grupos de jóvenes liberales  habían conformado sociedades y círculos literarios, donde discutían sobre todo asuntos políticos, fijándose como objetivos el derribar las arcaicas estructuras económicas y sociales, por considerarlas que obstaculizaban el progreso y desarrollo de nuevas fuerzas productivas. A pesar de ser la región de los Altos, una región de profunda religiosidad y conservadora, el triunfo liberal se debió al espíritu de conciliación y de repudio a la lucha armada, dependiendo la aplicación de la Constitución y de las Leyes de Reforma, más bien del criterio y la forma personal de gobernar de las autoridades en turno; y que ya desde tiempos Don Antonio Gómez Cuervo como Gobernador Constitucional de 1867 a 1871, este se había declarado partidario de la descentralización administrativa, considerando facultad de los Ayuntamientos el decretar sin limitación cuantas obras morales y materiales desearan y pudieran pagar los vecinos, quienes tenían la obligación de pagar sus contribuciones. Sin embargo el Congreso Estatal no estuvo de acuerdo, por lo cual Gómez Cuervo lo recrimino por creer que la libre acción del poder legislativo, multiplicaba la del pueblo de cada municipio, al crearse dentro de él verdaderos cuerpos oligárquicos (Mata Torres Ramón, Personajes Ilustres de Jalisco, 1981:39; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 52, 53, 326, 256, 257 y 327).

Por su parte el Profesor Don Ezequiel H. Lugo, señala que por rechazo al régimen liberal la población de Encarnación, propuso sus propios candidatos para la integración del Congreso Local de Jalisco en 1874, apareciendo publicados sus nombres en las listas electorales del Periódico Oficial del Estado de Jalisco, fechado el sábado 10 de enero de 1874, entre los que sobresalen de la  amplia lista que compitió  por los comicios: Jesús Alva,  (90) Manuel I. Alva, Tomas  de Alva, Mariano de Anda, Alejandro Calvillo, Crescencio Calvillo, Francisco Calvillo, Cruz Cervantes,  (91) Fabián Cervantes,  (92) Marcelino Cervantes, Vidal Cervantes, Alejo Cornejo, Ángel Díaz, Gerónimo Díaz,  (93)  Antonio Gallardo, (94) Juan Guzmán, (95) Manuel Jacinto Guerra, Luis Hernández,  Luis Ibarra, (96) Julián López, José María Lozano, Fermín Macías, (97) Ancelmo Macías, (98) Mariano Martín, (99) Nicolás Mayagoitia, (100) Victoriano Molina, Lázaro Mora,  Nicolás Moreno, (101) Alejo Muñoz, (102)  Manuel Pérez, Ángel Ortuño, (103) Miguel Ortuño, (104) Ramón Ortuño, José María Quesada, Julio Quesada, Prospero Quesada, Andrés Romo, (105) Amado Romo, (106) Rafael Romo, (107) Luis Villalobos, (108)  y  Rómulo Zermeño. (109) La aparición de nuevos personajes dentro de la vida Política de Encarnación, nos permite afirmar la existencia de un proceso de apertura del grupo oligárquico, debido al renacimiento cultural durante la época de la Republica Restaurada y como resultado de la aplicación de la Constitución de 1857 y de las Leyes de Reforma, pues a pesar de que algunas familias intensificaron la práctica de los matrimonios endogámicos para conservar el poder, otras en cambio buscaron  nuevos aliados entre las familias que habían logrado en las últimas décadas  alcanzar una posición económica y cultural, notándose en dichas elecciones políticas, el tratar de integrar también algunas personalidades radicadas en el medio rural de Encarnación (Hernández Chávez Rodolfo H., Las Autoridades Políticas de la Encarnación. Inédito Versión digitalizada; Hernández Chávez, Esquemas Genealógicos de las familias oligárquicas de Encarnación de Díaz, Jalisco. Inédito, Versión digitalizada). (110)

A pesar de la consolidación de la Republica, como el General Trinidad García de la Cadena ya  había dado inicio a un movimiento sedicioso desde el 8 de Enero de 1870,  que estallo en Zacatecas y San Luis Potosí, este fue aprovechado por las gavillas para continuar asaltando la región. Al respecto Don Manuel Jacinto Guerra escribió en sus memorias el 19 de Julio de 1875 que “Salvador Cuellar murió a manos de los soldados del Gobierno en el Cerro del Palenque, pues andaba de pronunciado”. Un mes después escribió que el 29 de Agosto de 1875, atacó la Plaza de Zacatecas García de la Cadena y el 25 la tomó habiendo un sin número de muertos y desgracias, siendo recuperada esa noche por el Gobierno, muriendo en la acción uno de sus cuñados de nombre Joaquín.  Al empeorar las cosas Don Manuel Jacinto escribió el 20 de Noviembre: “la Tormenta de la Revolución arrecia y no sé qué pensar, porque ni ventas de jabón tengo pendientes”, y  el día 24 anotó “hoy he sabido de la Encarnación y Lagos que el 20 entregó el presidente Lerdo al General Mier y Terán la Plaza de México y que el 21 a las dos de la mañana salió Lerdo de México, concluyendo con esto la revolución…Bendito sea Dios que nos manda este consuelo. ¡¡Hoy celebraré con serenata tan plausible noticia, por que el gusto no cabe en mi pecho!! (Guerra y Alba Manuel Jacinto, Memorias de, 13, 18, y 19).

Según el escritor Don Manuel Payno, (111) “Teocaltiche y algún otro lugar de Oaxaca fueron los primeros que dieron señal de adhesión al Plan de Tuxtepec”. (112) Iniciándose el levantamiento en la Región de los Altos de Jalisco cuando en 1875 Lerdo de Tejada preparaba su segunda reelección y el General Porfirio Díaz, ya contaba con el apoyo de importantes Militares y Gobernadores.  Por su parte el Historiador Don Manuel J. Aguirre, (113) menciona que el Jalostotitlense Rosendo Márquez llegó al pueblo de Teocaltiche, tal vez mandado desde Guadalajara por el Gobierno Porfirista de Don Jesús Leandro Camarena y secundado el levantamiento Donato Guerra, (114) quien residía desde unas semanas antes en esa población, integrando un ejército con algunos amigos que pertenecían a las principales familias de Teocaltiche, organizando motines dentro de las cárcel de ese lugar, de Encarnación y de Jalostotitlán, presentándose a liberar a los detenidos.

El profesor Don Ezequiel H. Lugo, en su obra “Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori”, da a conocer que en la Encarnación fueron 22 los presos liberados y que entre ellos estaban Sixto Arias, Esteban López, Pedro y Juan Quezada, Nicolás Gutiérrez, Máximo Landeros, Tranquilino Velázquez y su hijo del mismo nombre, José González y Antonio Romo apodado “El Pichón”, quienes el 11 de febrero se unieron a las fuerzas de Donato Guerra, a quien también se le unió las Guarniciones de las tres plazas formando un considerable ejercito, el cual cayó el 7 de Febrero de 1876 sobre la Ciudad de Lagos, que era defendida por el Coronel Don Juan Pérez Castro. Comenta además que así fue como el Ejercito de Voluntarios iba en aumento, pues si Donato Guerra y Rosendo Márquez eran muy populares en la Región, el solo nombre de Porfirio Díaz bastaba para tener muchos adictos a la cusa. (115)  

A pesar de que el estado de Jalisco fue declarado el 9 de Febrero de 1876 “Estado de Sitio” con motivo del pronunciamiento de Donato Guerra en Lagos, Lerdo de Tejada nuevamente llegó a la presidencia de la Republica en medio de los levantamientos que lo desconocían y como resultado de las elecciones del mes de Julio que resultaron ser una verdadera farsa. Aprovechando el Plan de Tuxtepec reformado en Palo Blanco, Don José María Iglesias asumió provisionalmente la Presidencia de la Republica hasta que fue obligado a dejar el país.  Sobre estos acontecimientos Don Manuel Jacinto Guerra anotó: el 7 de Diciembre de 1876:

(7 de Diciembre de 1876) He sabido que hay diferencias entre Don Porfirio e Iglesias. Dios nos perdone si la revolución no termina; (8 de Diciembre) Hoy he recibido correspondencia de México y veo que la cosa pública se pone muy fea, Don Porfirio quiere ser presidente y no es posible que Iglesias lo sea al mismo tiempo… volveremos a la Guerra Civil, y solo Dios sabe cuando termine esto. (Ese mismo día volvió a escribir) por la tarde llegó una fuerza del G. Rosendo Márquez pidiendo un préstamo. Pretendiendo hacer una junta de vecinos y sacarles 600 friolera para estos pobres. Como los vecinos huyen, el Jefe se vuelve para San Matías y no sabemos qué hacer. Yo encargo a Tomas de Alba arregle mi negocio con el General y en la noche contestación de que bajan $ 100 del préstamo. (Un mes después, el Señor Guerra escribió el 25 de Enero de 1877) “Un año nuevo se presenta…tal vez será abundante de desgracias como el pasado que nos ha dejado muchos recuerdos. Tal vez el nuevo Gobierno del General Díaz nos de Paz y nos remedie nuestras necesidades sociales…Dios lo quiera” (Guerra y Alba Manuel Jacinto, Memorias, copia mecanoescrita, 1858-1904:20).

Fue el 11 de Febrero cuando Don Porfirio Díaz se hace cargo provisionalmente del Poder Ejecutivo, y tras verificarse las elecciones, es declarado Presidente Constitucional de la Republica, tomando posesión el 5 de Mayo de 1877, como recuerdo del triunfo de las armas nacionales en 1862 en Puebla. A pesar de que su primer mandato termino el 30 de Noviembre de 1880, y al ser fiel aun al lema de no reelección, dejó la Presidencia de la Republica durante los años de 1880 a 1884 a su compadre Don Manuel González, originario del Municipio de Matamoros en el Estado de Tamaulipas. Terminado el periodo de González, el único candidato viable para la silla presidencial era, de nuevo, Porfirio Díaz, quien se reeligió con una votación casi unánime, quedándose en el poder durante los siguientes 27 años (González y González Luis, 2009:45). (116)

El Gobierno de Díaz, se distinguió por ser años de relativa paz, pues comenzó una política de conciliación entre los sectores más favorecidos del país, permitiendo a los caciques regionales mantener el poder local a cambio de lealtad. Se reconcilió con la Iglesia Católica y sus antiguos enemigos conservadores. Con la paz, la economía se recuperó, desarrollándose rápidamente la industria, la minería y los ferrocarriles, importando para ello capital extranjero procedente de Estados Unidos, Francia e Inglaterra quienes crearon empresas poderosas, convirtiéndose México en exportador de productos agrícolas y ganaderos, logrando resolver el problema de la deuda externa que había  tenido al país en bancarrota. El régimen Porfirista fomentó el desarrollo artístico y científico, al pensar que sólo la ciencia y la modernización  lo sacarían de su atraso. Sin embargo el progreso de México se logró a costa de los más débiles, aumentando los latifundios y del numero de peones, al ser despojados los campesinos de sus tierras por las compañías deslindadoras y por ambiciosos hacendados (González y González Luis, 2009:45 y 47). 

Es una lástima que tampoco se conservaron los libros del Registro Civil para el año de 1877, que nos permitan saber que autoridades políticas subieron al poder conjuntamente con el Presidente Don Porfirio Díaz. Pero afortunadamente podemos constatar que fue Don José María Zuñiga, quien estuvo al frente por lo menos del 1º de Enero de 1878 al 8 de Febrero de 1882, en cuyo periodo el 26 de Febrero de 1879,  la Villa de la Encarnación fue elevada al rango de Ciudad, disponiéndose que en lo sucesivo se llamará Encarnación de Díaz (Archivo Histórico del Estado de Jalisco, Organización Municipal del Estado de Jalisco, 1982:47).

Con el arribo del General Porfirio Díaz a la Presidencia de la Republica, se inició una nueva época en la que los mexicanos experimentaban más que nunca repugnancia por la violencia, por la crueldad y por la sangre de tantos años de Guerra Civil. Sin duda alguna la Guerra de Reforma y la Restauración de la Republica, contribuyeron a que en la Encarnación fueran mayores los frutos espirituales, pues por renuncia del Doctor Don Ramón Camacho, las autoridades eclesiásticas sacaron el curato de la Encarnación a concurso, ganándolo el Señor Cura Don Crescencio González, quien lo administró del 1º de Octubre de 1876 al 9 de Abril de 1888, lapso de tiempo en el que terminó y bendijo la iglesia de Rangel, el 1º de Agosto de 1877; de La Soledad el 17 de Septiembre de 1877; la de Santa María de En medio, el 10 de Octubre de 1877 y de la Capilla en la Hacienda de San Matías, el 6 de Octubre de 1878. Iniciándose además la construcción de la capilla de la Hacienda del Tequesquite y el 5 de Julio de 1884 le es encargada a Don Casimiro Cervantes la construcción de los Corredores del Panteón del Señor de la Misericordia. A un año de iniciada la administración del Señor Cura González,  en su informe el Vicario Foráneo hiso la siguiente anotación: “El estado religioso de esta feligresía, sus costumbres, la frecuencia de los Sacramentos es notable; merece una especial mención, lo mismo que la armonía y buena inteligencia de los eclesiásticos que la rigen” (Historia de Jalisco, Tomo IV:391; Hernández Chávez Rodolfo H., “Condicionantes Culturales, Inciso b. Religiosas,1993:261 y 262; Hernández Chávez, Bosquejo Parroquial, 1999; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2007:465).

Los tiempos de desolación habían quedado atrás, pues la Paz Porfiriana facilitó el Desarrollo Agrícola-Comercial, que naturalmente tuvo repercusiones visibles en la prosperidad de los habitantes, quienes al hacer gala de ostentación a través de nuevas construcciones contribuyeron a la transformación del  perfil de la Encarnación, auge que se acrecentó al ser elevada del rango de Villa al rango de  Ciudad, agregándosele el complemento “de Díaz”. El primer gran paso asía el progreso había sido  la construcción de la Presa de san Pedro, pues al abundar ahora el vital liquido se crearon Jardines Públicos, floreciendo la Plaza de Armas, la Plazuela, el Parque Nicolás Moreno y su alameda. También  las lomas antes estériles que circundaban al núcleo de población  se cubrieron con huertas de aromáticos frutos. Fue por esta nueva imagen que tras conocer Encarnación el escritor liberal Don Arcadio Zuñiga le compuso el  siguiente poema titulado “La Villa de la Encarnación de Díaz”:

Patria risueña de los amores,
Donde las flores hijas de Abril,
Bellas se mecen aun en invierno,
Al beso tierno del colibrí.

La primavera, rica de galas,
Sus blancas alas al despegar,
Vió que aquí nadie la calma trunca;
Por eso nunca de aquí se vá.

Siempre las brisas juegan inquietas
Con las violetas color de azul;
Y el sol, que en ellas vé su delicia,
Las acaricia con blanda luz.

Lluvia de perlas brota en las fuentes
De aguas gimientes que dora el sol,
Y en los vergeles Dios hacer quiso
Del paraíso la imitación.

Si en este sitio siempre se alcanza
Fe y esperanza del porvenir,
¡Yo te saludo, bendito suelo,
Jirón de cielo que hoy conocí.

En el semblante de tus doncellas
Noto las huellas de su Hacedor;
Que aquí los ángeles han encarnado
Y te han llamado la Encarnación.

Aquí las flores color de grana
Que en la mañana suelen nacer
No se marchitan la misma tarde
Cuando el sol arde sobre tu sien.

Bajo la sombra de tus jardines
Lindos verdines oigo trinar,
Y entre los cedros, ricos de aromas,
Van las palomas á sollozar.

Si un desengaño turba mi calma,
La paz del alma buscaré aquí;
Llegaré á solas á consolarme
Y á imaginarme que soy feliz.

Hoy sonriente sigo un camino
Y un torbellino me arrastra en él
A donde espero, libre de escoria,
La última gloria que imaginé.
¡Adiós en tanto, querido suelo,
Si aquí el consuelo me acarició,
Para el cariño que yo te deba,
Un altar lleva mi corazón.

También el  célebre escritor Don Victoriano Salado Álvarez, nacido en 1867 en Teocaltiche, dejo asentado en sus memorias: “Y nada digo de Encarnación de Díaz (La Villita), que ansiaba yo ver porque, según una señora que de ella era originaria, (117) CORRIA EL AGUA POR LAS CALLES. Encarnación tuvo el privilegio de ser abuela de grandes hombres, porque (Si hemos de creer a los cronistas locales) de allí salieron el padre de Edison (118) y el padre de Don Porfirio Díaz… No sé si faltaran otros próceres en la lista, pero esos nombres ya dan cartel a cualquier pueblo.” (Memorias de Victoriano Salado Álvarez, Tomo I, subtitulado “Tiempo Viejo”, 1946:18).

Es de extrañar que en sus breves apuntes Don Alfonso Quesada, nada menciona del origen Encarnacionense del padre del General Porfirio Díaz, pues en la página 37, tan solo se limita a decir: “Por Bando Solemne se hizo saber a los habitantes de esta población, que por decreto del Congreso del estado, de fecha 26 de marzo de 1876, se le daba el nombre de Encarnación de Díaz y el titulo de Ciudad, para celebrar el triunfo que había obtenido la revolución encabezada por el General Porfirio Díaz”. Curiosamente la fecha está equivocada, pues dicho bando fue promulgado por el congreso de Jalisco el 26 de Febrero de 1879, según se puede constatar en la siguiente publicación oficial:

 

 JESUS L. CAMARENA, GOBERNADOR
Constitucional del Estado de Jalisco,
Á los habitantes del mismo, sabed:

Que por la Secretaria de la Legislatura, se me
ha comunicado el decreto siguiente:

“Núm. 557.-El pueblo de Jalisco, representado
por su Congreso, decreta:

Artículo único. Se concede el título de ciudad
Á la Villa de la Encarnación, que en lo sucesivo
Se denominará “Encarnación de Díaz.”

Salón de sesiones del Congreso del estado.
Guadalajara, Febrero 24 de 1879.-Jose G. González,
Diputado presidente.-  P. G. Bustamante, diputado
Secretario.-Antonio E. Naredo, diputado secretario.”

Por tanto, mando se imprima, publique, circule y
Se le dé el debido cumplimiento. Palacio del
Gobierno del Estado. Guadalajara, Febrero 26 de
1879.-Jesus L. Camarena.-Ignacio Aguirre,
Secretario interino. (119)

 

El Licenciado Don Pedro Vargas Avalos,  Fundador y Presidente de la Asociación de Cronistas Municipales del Estado de Jalisco, quien me  aseguró haber visto casualmente en los Archivos del Congreso “la solicitud de los vecinos de la Villa de la Encarnación para obtener el rango de ciudad, agregándole el apelativo de Díaz no en homenaje al Caudillo-Presidente, si no para perpetuar que este General-Estadista era hijo de un Encarnacionense, incidente histórico que vale la pena entresacar”. Fue quien  mencionó este incidente al hacerme elhonor de elaborar el prologo de mi estudio monográfico de Encarnación,  el cual publicamos en el año 2000.Sin embargo tiempo después, cuando quiso revisar dicha solicitud, ya no la pudo encontrar (Hernández Chávez Rodolfo H., Encarnación de Díaz Jalisco, 2000:10).

En este tiempo que nos toco vivir, uno  de los principales investigadores que ha enfocado sus esfuerzos a desentrañar el ¿Porqué del Díaz de Encarnación?, es el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, a quien tanto debemos, por rescatar y difundir las historias de nuestro pueblo. En el año de 1997 publicó su ensayo Histórico, titulado “Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori”, en la Edición especial de la Revista Jalisco y sus Municipios, Año 28, Segunda Época, año 7, Revista No. 56, Abril-Junio de 1997. En esta polémica publicación, el Profesor H. Lugo, narra que cuando llegó a nuestra población en 1965, muy pronto se cuestiono ¿Por qué de Díaz?.

 Con sorpresa la mayoría de los habitantes no le supo responder a la pregunta, hasta que se fue relacionando con los habitantes más antiguos y de las mejores familias del lugar, Fueron ellos quienes le transmitieron una interesante versión oral; tradición que guardaban de familia en familia. Las primeras personas de quienes oyó que lo “de Díaz” en el nombre de la población se debía a que el “Padre del General Porfirio Díaz era originario de este lugar”, fueron las señoritas Lupita y Paulita Villalobos, Ya después se lo escucho a Don Ausencia Quesada Guerra (Don Chencho Quesada), a Don Pelagio y Da Pudenciana Villalobos Mayagoitia, a Don Pancho García y a sus hijos Don Salvador y Don Francisco García, al Doctor Ramón Aranda Villalobos, a Don Antonio Gutiérrez (El Toñiquin) y a Don Leobardo Jiménez (El Pálido) y a otros más. Pero lo que se le hizo más raro al Profesor, era, que la seguridad mostrada por sus informantes, se estrellaba con su falta de pruebas y documentos para poder testificar tan importante versión que él juzgaba, vendría a cambiar la versión oficial relativa al origen del General Díaz. Eso motivo su curiosidad para investigar en tan importante tema. Y en el transcurso de varios años logró conjuntar una serie de evidencias, hechos históricos y anécdotas. (120)

Al hablar de sus entrevistados, el Profesor Ezequiel Hernández Lugo menciona que todos coincidían en lo que habían escuchado de labios de sus padres y abuelos: “Que el padre del General Porfirio Díaz había sido de este lugar, donde había casado y dejado familia. Algunos señalaban como medias hermanas a las señoritas Díaz, quienes tuvieron una tienda contra-esquina de la plaza de armas, conocida como La Aurora, cuyo nombre aun se conserva”.  (121)

Entre el material publicado por Hernández Lugo, se da a conocer una gran recopilación de obras y biografías sobre el general Díaz, en las cuales se demuestra que su origen era turbio y que el mismo Díaz mintió en diversas ocasiones a su biógrafos. ¿Por qué?. En la introducción  de este polémico ensayo, agrego:

“Aunque tengo que ser honesto: nunca he encontrado el documento para probar tal aseveración. Me anima sostenerla el que en la variada bibliografía que investigué, no se ha publicado documento alguno que pruebe lo contrario a mi posición. Antes mas, por donde quiera encontré diversidad de opiniones que apuntalan mi versión”. (122)

Fueron estas declaraciones, las que ocasionaron que inmediatamente aparecieran en respuesta en diversos medios escritos, artículos publicados por el Investigador Don Gabriel Agraz García de Alba, quien se caracterizó por su pasión al desentrañar el origen de personajes polémicos, iniciándose así una lucha campal, en la que el maestro Agraz hacía público su descontento, manifestando no estar de acuerdo con su falsa afirmación de que ningún autor ha publicado documentos que comprueben el origen del padre del general Díaz; mucho menos con su hipótesis de que nació en la Encarnación.

En sus Artículos periodísticos, el Maestro Agraz dio a conocer las actas respectivas a Don Porfirio y su antepasados,  en las que consta: en la del bautismo del infante José de la Cruz Porfirio, fechada el 15 de septiembre de 1830 en el Sagrario Metropolitano de Oxaca, que fue hijo legitimo de José de la Cruz Díaz y Petrona Mori y nieto de Manuel Orozco; en la de matrimonio de Don José  Faustino Díaz y de doña Petrona Mori, efectuada en la parroquia de San Pedro Etla, Oxaca, el 4 de mayo de 1809, ambos declaran ser españoles; el contrayente manifestó ser soltero de 29 años de edad, originario del pueblo de Guadalupe, que queda a inmediaciones de la villa de Etla, hijo legitimo de don Manuel Díaz y de María Catarina Orozco; y en el acta de defunción de Don José de la Cruz Díaz, consta que falleció el 18 de octubre de 1833 en la ciudad de Oaxaca, Oaxaca y que estaba casado con doña Petrona Mori, “por lo que no hay duda se trata del padre de Don Porfirio”. (123)

Como culminación de los enfrentamientos en contra del ensayo publicado por el profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, el Maestro Don Gabriel Agraz de Alba escribió su artículo titulado “Falso que el Padre de Don Porfirio nació en Encarnación de Díaz, Jalisco”, el cual fue publicado por el Licenciado en Archivonomia Don Mario Gómez Mata, en el Boletín del Archivo Histórico de Lagos de Moreno, No. 48, correspondiente a los meses de Noviembre-Diciembre del año 2004,  afirmando que:

La tradición de que el padre de Don Porfirio Díaz nació en La Encarnación, se originó por un ocurso que los vecinos de la referida villa con el apoyo de la autoridad política dirigieron al Congreso del Estado, por medio de su paisano el entonces diputado Vicente M. Amador, (124) quien en la sesión de la cámara del día 22 de febrero de 1879, en nombre de sus coterráneos, solicitó se elevara a la categoría de ciudad con el nombre de Encarnación de Díaz; para lograr la resolución de su pretensión, expone que desde que fue regida villa, sólo data de cien años, habiendo adquirido en tan corto tiempo un desarrollo armonioso en todos sus elementos de tal consideración que ahora la colocan en aptitud para obtener el rango de ciudad; que el Ayuntamiento nombró una comisión para levantar un censo que dio 43,213 y que en la actualidad había ascendido a la de 49 o 50 mil habitantes y que solo la villa contaba con doce mil; luego hace una descripción de la misma, las mejoras que tiene; que cuenta con una magnifica presa que riega más de cien huertas y que la riqueza principal consiste en la agricultura por sus feraces tierras que pueden admitir dos mil fanegas de maíz en sembraduras; menciona que es notable en las artes y muy particularmente la alfarería y, por último, expone que la riqueza tanto urbana como agrícola, en términos muy bajos, asciende a más de cuatrocientos mil pesos.

Agrega a su exposición otras razones que deben tenerse presentes para acceder a su justa pretensión: que los habitantes han sido respetuosos a la ley y a sus autoridades, (125) que no han puesto trabas a la marcha política y administrativa del Estado con levantamientos ni secundando revoluciones injustas, sino que , consagrados a una vida laboriosa y pacífica, han obtenido con el trabajo y el orden, el progreso de su comunidad. Manifiesta también que los pueblos, como los hombres, se vigorizan con el estimulo y que los esfuerzos que un pueblo hace por mejorar su situación, elevándose en rango, deben ser premiados y que el pueblo despierta en los demás el deseo de adelanto y conduce a una competencia justificable. Finaliza y somete a la deliberación de la Cámara el siguiente proyecto de ley: Articulo único. Se concede a la Villa de la Encarnación, perteneciente al 11º Cantón del Estado, el título de ciudad titulada “Ciudad Encarnación de Díaz”.- Sala de comisiones del Congreso del Estado. Guadalajara, febrero 22 de 1879. Vicente M. Amador.- A moción de su autor se le dispensaron los tramites, votando en contra el C. Hernández y se discutirá el 24 del actual, previo aviso al Gobierno.

El Maestro Agraz, puntualiza que en la exposición del Diputado Amador, no expresa absolutamente nada respecto al padre de don Porfirio Díaz, pues este asunto será tocado en la sesión de la Cámara del día 24 del mismo mes y año, en la que consta:

En seguida se leyó y aprobó en lo general el del C. Amador referente a la solicitud de los vecinos de La Encarnación y se sujetó a debate el artículo con que termina, que dice:

“Artículo Único. Se concede á la villa de la Encarnación perteneciente al 11º Cantón el titulo de ciudad, titulada Ciudad Encarnación de Díaz.”

El C. Morán pregunta por qué se le concede un titulo de “Díaz”.

El C. Amador explica que por petición expresa de los mismos vecinos, petición que se funda en que residen en dicha villa los padres del actual presidente de la republica, de donde son originarios. Por lo demás, en cuanto a la redacción del artículo, pide permiso de cambiarlo en los siguientes términos:

“Artículo único. Se concede el título de ciudad a la villa de La Encarnación, que en lo sucesivo se denominará Encarnación de Díaz”.

Sin debate se aprobó por unanimidad en los términos últimamente expresados.= Que se redacte la minuta.

Luego se aprobó lo siguiente:

No.557.= El pueblo de Jalisco representando por su Congreso, decreta:

Artículo único. Se concede  el titulo de ciudad á la Villa de la Encarnación  que en lo sucesivo se denominará Encarnación de Díaz.

Salón de sesiones del Congreso del Estado.-Guadalajara, febrero 24 de 1879”. (126)

 

Es de llamar la atención, la observación hecha por el Maestro Agraz, “que ni los vecinos de la Encarnación, ni el Diputado Amador, presentaron alguna prueba que respaldara su dicho”. Sin embargo, dos días después, el Licenciado Jesús Leandro Camarena, como Gobernador del Estado de Jalisco público dicho decreto. Nos dice Don Gabriel que “Vino a reforzar la falsa tradición de los vecinos de la Encarnación, tanto la publicación del decreto anterior, como también que años después la difundió el Doctor Agustín Rivera y Sanromán, (127) ya que fue el primero en afirmar en su obra: Anales Mexicanos: La Reforma y el Segundo Imperio, que tuvo varias ediciones, la 1ª , editada en Lagos en la Tipografía de Vicente Veloz, a cargo de Ausencio López Arce; en 1890, en la que asevera que todas las biografías que había leído del entonces presidente de la Republica, General Porfirio Díaz, estaban erradas en cuanto al padre del mismo señor. Luego afirma:”.

Por informes de nativos y vecinos de la antes villa y hoy ciudad de la Encarnación en nuestro estado de Jalisco, entre ellos personas tan fidedignas como el actual obispo de Sonora  y mi discípulo el presbítero José María Díaz de León, primo de Don Porfirio Díaz, he sabido que su padre se llamaba don Rafael Díaz de León,  nativo y vecino de la Encarnación, criollo, como todos los vecinos de la misma ciudad, y en consecuencia descendiente de español, y de familia decente; que por esto y en virtud de un decreto de la legislatura de Jalisco, dicha población se llama Encarnación Díaz. Mas si el padre de don Porfirio no nació en la Encarnación, ni en esta población tiene relación alguna con la familia del presidente, el nombre oficial Encarnación Díaz no tendría razón de ser. Muy probablemente, con motivo de la independencia don Rafael Díaz de León emigró de su villa natal, militó en las filas de los insurgentes en diversos territorios y últimamente en Oaxaca. Es cierto lo que dice Brancroft que, en la ciudad del mismo nombre, don Rafael se casó con doña Petrona Mory, señora de las principales familias, nieta de asturiano y que de ella tuvo siete hijos, de los cuales los que llegaron a la mayor edad fueron los siguientes por orden de edades: doña Desideria, doña Manuela, doña Nicolasa, don Porfirio y don Félix. Tampoco es exacto que don Rafael Díaz de León murió en Oaxaca, como dice el mencionado historiador, sino que, como refieren los vecinos de la Encarnación, en sus últimos años dejó a sus hijos en Oaxaca, se volvió a La Encarnación y allí murió. Ningún oaxaqueño podrá señalar a algún pariente de don Porfirio Díaz por parte de padre existente en Oaxaca y al contrario, en La Encarnación viven muchos parientes del presidente, que son los Díaz de León. (128)

 

Años después, en 1908 el Doctor Rivera y Sanromán al  publicar en “El Imparcial”, un periódico de la capital de México sus “Pinceladas sobre la vida y gobierno del C. Gral. Porfirio Díaz, Presidente de la Republica Mexicana”, ya  omitió aseverar que el padre de Don Porfirio no era de Oaxaca y si de la Encarnación y que no se llamaba José Faustino, si no Rafael Díaz de León, concretándose a mencionar que el Ilustrísimo Don Herculano López, (129)  Obispo de Sonora, le dio el informe que el padre del Señor Presidente era descendiente de español, blanco y muy robusto, y su señora madre era nativa del pueblo de Yodocono, en la Mixteca.

Para el Maestro Agraz, a quien le tocó en suerte poseer el Archivo personal del Doctor Agustín Rivera y San Román, conociendo como pocos su personalidad y trayectoria, cree que este cambio se debió a que no estaba tan seguro de los que le habían informado, que se valió de su amigo Don Carlos María Guerra (130)  para que le indagara sobre Don Rafael Díaz de León, según la carta que desde La Encarnación de Díaz le dirigiera el Señor Guerra el 17 de Agosto de 1908. Cuyo original  se conservaba en su  archivo epistolar del Doctor Agustín Rivera y Sanromán, cuya trascripción es como sigue:

 

Encarnación de Díaz. Agosto 17 de 1909
Sr. D. Agustín Rivera.
Lagos.

Sr. de mi mayor respeto:

Cumpliendo con el apreciable encargo que verbalmente se sirvió Ud. Hacerme con fecha 26 del mes próximo pasado tengo el placer de informarle que los datos adquiridos por mi mamá política son los siguientes:-El abuelo de dicha Señora que llevó por nombre Rafael Díaz, falleció en esta ciudad el mes de Agosto del año de 1862 y fue sepultado en este panteón.

La esposa del mismo Sr. llamada Ygnacia Alba falleció en este mismo punto y fue sepultada el mes de Noviembre de 1861.-En caso de que Ud. Necesite las fechas precisas, me será satisfactorio adquirirlas de la Notaria Parroquial de esta Ciudad, para lo cual se servirá mandar significarme á la 3ª Calle Real de Guanajuato numero 72. En la Ciudad de León; donde tiene Ud. Su humilde casa y servidor á sus apreciables ordenes.

Por este mismo correo me permito remitir un paquetito que para Ud. Envía mi hermano, el Sr. Presbítero D. Daniel J. Guerra, quien cordialmente lo manda saludar.

Tanto mi familia como yó hacemos sinceros votos por su conservación, y deseándole satisfacciones, me es grato ofrecerme nueva y respetuosamente su más adicto, humilde servidor Q.B.S.M.

Carlos Ma. Guerra
(Rúbrica)  (131)

 

Fue así, que lo asentado por el Dr. Rivera, motivó al Subdirector de la Biblioteca Nacional de México, Don Juan Bautista Iguiniz, (132) Nacido en Guadalajara 1881 y muerto en la misma ciudad en el año de 1972 a la edad de 91 años, a realizar especial investigación en Encarnación de Díaz, surgiendo así la nota siguiente:

“En confirmación a lo asentado por el Doctor Rivera, están las noticias que nos han suministrado los vecinos honorables y de reconocida veracidad, de la Encarnación, donde es voz común que el progenitor del General Díaz fue don Rafael del propio apellido, originario de dicha población. Entre otros, el señor Don Francisco Calvillo nos ha asegurado que en su juventud oyó referir que dicho Don Rafael ejercía el oficio de arriero o conductor de carga en el centro y sur de la republica, y que hallándose con deudas en su villa natal, en uno de sus viajes a Oaxaca se quedo radicado en esa ciudad, donde tuvo de una india mixteca varios hijos naturales, entre los que se cuenta el que andando el tiempo llegó a regir los destinos del país. Que transcurridos los años regresó a la Encarnación en compañía de uno de dichos hijos, que, según cuentan, estaba enfermo del cerebro, y como ignoraba el fin que había tenido su familia legitima, llegó por la noche a la casa de Don Vicente Calvillo Anda, tío de nuestro informante, quien le condujo a la casa de su hija Doña Cesárea Díaz, en la cual permaneció por varios días. Después se dirigió a un rancho inmediato, perteneciente a la hacienda de Cieneguilla en la jurisdicción de Aguascalientes, donde le sobrecogió la muerte a consecuencia del cólera morbos. Su hijo, pasado este acontecimiento, regreso a Oaxaca. El Señor Luis Aranda, nieto de la mencionada Doña Cesárea, nos refirió la relación casi en los mismos términos, agregando que su bisabuelo no llegó a abandonar a su familia legitima, sino que en sus correrías por el sur tuvo a los hijos naturales antes mencionados, y que con frecuencia llevaba consigo a uno de sus hijos legítimos, al cual llamaba la atención que su padre acogiera con muestras de gran cariño a varios niños de tierna edad, los que más tarde llegó a saber que eran sus hermanos” (Prologo de Moisés González Navarro, publicado en “Memorias de Porfirio Díaz”, Tomo I,  1994: 33-34, en la Colección de Memorias Mexicanas, en el que se incluyó las ediciones de 1892 y  la de 1922 del Diario el Universal, dentro de su colección Biblioteca Histórica con la inclusión de las notas que preparó Guillermo Vigil y Robles).

 

El Historiador Tapatío Licenciado Don Moisés González Navarro, al igual que el  Profesor H. Lugo y otros investigadores, notaron que  cuando se publicaron por primera vez las memorias de Don Porfirio, en 1892, en el libro llamado “Vida de Porfirio Díaz”, del Historiador Norteamericano Humberto Howe Bancrofft, fue el propio General Díaz quien comete una serie de inexactitudes principalmente al referirse a la familia de su padre, por lo cual en una edición posterior se agregaran los documentos respectivos en un Apéndice para fijar con exactitud las fechas que se citan, que “si se hubieran dictado estas teniéndolos a la vista se hubieran evitado esas ligeras discrepancias”. La publicación de ese primer libro fue lo que motivó a  que en ese mismo año al Periodista Láguense Don Ausencio López Arce, publicara un articulo donde se citan los comentarios del Historiador y Polígrafo Rivera y San Román, refutando la versión del origen del Padre del Presidente publicada por Bancrofft, según consta en una copia que el Gran Genealogista e historiador, Don Mariano González Leal, le obsequió al profesor Ezequiel Hernández Lugo (Prologo de Moisés González Navarro, publicado en “Memorias de Porfirio Díaz”, Tomo I,  1994: 33-34; Hernández Lugo, 1997:31).

Don Gabriel Agraz García de Alva, como conclusión a su artículo escribió que la tradición  oral de los vecinos de la Encarnación que el padre de Don Porfirio nació en dicha población fue falsa, y responsabilidad de haberla decretado a la ligera que se le agregara el nombre de Díaz, por haber nacido el padre de Don Porfirio, fue del diputado Amador y de los diputados que la aprobaron, y de haberla hecho suya y divulgarla, sin antes comprobar la información, fue del Doctor Agustín Rivera quien se concretó a solo trasmitirla.  ¿Cómo es posible que los vecinos de La Encarnación y el propio diputado Amador haya mentido al hacer la solicitud al Congreso del Estado, de que vivían aún los padres de Don Porfirio, si el que se hizo pasar como tal, había fallecido 18 años antes? Y el verdadero padre tenía 46 años de haber muerto en Oaxaca? ¿Lo habrán hecho para obtener la elevación de ciudad a la Encarnación? ¿O por congraciarse con el nuevo presidente de la Republica? ¿Y los diputados, por quedar bien con el Presidente, lo aprobaron?. (133)

Como el Dr. Agustín Rivera dejó asentado en 1892: “Mas si el padre de don Porfirio no nació en la Encarnación, ni esta población tiene relación alguna con la familia del ciudadano presidente, el nombre oficial Encarnación de Díaz no tendría razón de ser”. El Maestro Don Gabriel Agraz al respecto respondió “y como no nació allí nosotros reafirmamos que efectivamente no; y ninguna razón para que se perpetué el apellido el apellido Díaz, por ello, deberían los actuales vecinos y su ayuntamiento solicitar de la legislatura de Jalisco decretar por lo expuesto anteriormente que dejara de llevar ese apellido y en su lugar darle el de alguno de sus hombres esclarecidos nacidos en la mencionada villa, ya que puede gloriarse de ser cuna de muchos de ellos”. (134)

Por mi parte creo que es importante recordar el desprestigio que sufrió el General Don Porfirio Díaz y su familia tras los cambios sociales y políticos que convulsionaron a nuestro país de 1910 a 1917 con la revolución Mexicana y sus consiguientes secuelas. Pues a pesar que “El Porfirato”, guste o no, fue  la época de Oro de la Ciudad de Encarnación de Díaz. En una ocasión la Madre María Dilecta, religiosa de la Congregación de Hijas Mínimas de María Inmaculada, llamada en el mundo María del Consuelo Parada, me comentó, al igual que me lo hizo saber la madre Jaramillo: que en sus cuadernos de primaria en el Colegio de La Purísima y Señor San José, en la segunda década del siglo XX, en vez de poner el nombre de la Ciudad “Encarnación de Díaz”, ponían “Encarnación de Dios”, pues decían que nuestra ciudad era en honor al “Misterio de la Encarnación del Divino Verbo en María Santísima” y que Porfirio Díaz poco o nada había hecho por nuestro pueblo. Esta situación repercutirá años mas tarde en que un grupo de “Señorones” de Encarnación, realizaran sin conseguirlo una campaña para quitar “el complemento de Díaz”, por considerarlo vergonzoso, de acuerdo con la historia y la política oficial de los gobiernos posrevolucionarios. Algo similar ocurre hoy en día con una escuela primaria de nuestra localidad, la cual a pesar de las críticas en contra del expresidente “Gustavo Díaz Ordaz”, aun ostenta su nombre, por haberse construido bajo su mandato.

Al investigar sobre los  familiares Encarnacionenses de Don Porfirio, el Maestro Don Gabriel Agraz, localizó que el Presbítero Don José María Díaz de León, quien se hacía pasar como primo de Don Porfirio, no era originario de La Encarnación sino de Ojuelos, donde nació el 15 de diciembre de 1832, fue hijo de Francisco Díaz de León y María Concepción Dávila. Fue Vicario de Matanzas y falleció en Lagos el 7 de octubre de 1885. Para haber sido primo del Presidente de la Republica el padre Díaz de León, sus abuelos paternos serian los mismos que tuvo Don Porfirio y los nombres de los suyos son diferentes, por lo tanto no lo fue, quiso hacerse pasar como tal, que es otra cosa, y al haber informado al Doctor Rivera que sí lo era, le mintió.

Por su apasionamiento, el Maestro Agraz, pasó por alto que el abuelo de Doña Cesárea Díaz y el Abuelo del General Porfirio Díaz, ¡Sí tenían el mismo nombre “Manuel Díaz”, aunque diferente esposa!. ¿Tal vez la tradición oral de Encarnación no estaba del todo equivocada?, pues el error debió consistir probablemente en un desfasamiento  generacional, y tal vez al referirse Doña Cesárea Díaz, la hija de Don Rafael Díaz de León a que “su Padre había sido el Padre de Don Porfirio Díaz,” debió de hacer alusión a su “Padre Grande”, que es como se le decía al abuelo “Mi Padre” o “Mi Padre Grande”, como aun hay gentes que así los nombran. Por esto Doña Valeriana Muñoz Díaz, hija de Doña Cesárea y nieta de Don Rafael, debió trasmitir entre otras personas a su esposo Don Ramón Aranda, la versión de que Don Rafael Díaz fue el padre de Don Porfirio Díaz, de aquí el interés del Doctor Rivera y Sanromán por que Don Carlos María Guerra le indagara sobre “El abuelo de dicha Señora que llevó por nombre Rafael Díaz”. (135)

Cuando tuve la oportunidad de hacerle notar al Maestro Agraz las observaciones sobre el Abuelo Manuel de Don Porfirio, como originario de Encarnación, también lo vió como una posibilidad, siendo tajante en decirme: “pero es falso que  el padre de Don Porfirio nació en Encarnación de Díaz”, lo cual los dos estuvimos de acuerdo.

Por su parte Don Carlos Tello Díaz descendientes del Expresidente Don Porfirio Díaz Mori. Quien nació en 1962, y  estudio Filosofía y Letras en la Universidad de Oxford, en su Obra Titulada “El exilio, Un relato de familia”, publicado por primera vez en 1993, escribió: “Los primeros Díaz, es cierto, no llegaron a Oaxaca: arribaron a mediados del siglo XVI, procedentes del sur de España, para asentar sus reales en Encarnación, un pueblito de los Altos de Jalisco. Allí al parecer, vivieron aún los bisabuelos del general. Sus abuelos, en cambio, Manuel Díaz y María Catarina Orozco, fincaron a su vez en la hacienda de Clavichico, al sur del estado de Oaxaca. Vivieron sin apuros, y en el año remoto de 1784 tuvieron un hijo, José de la Cruz, el padre de Don Porfirio”  (Tello Díaz Carlos, El exilio, Un relato de familia,  Editorial Cal y Arena, 6ª Edición Enero de 1994: 46),

Desconozco, si para estos datos existen pruebas en los archivos de la familia Díaz-Mori, si así lo fuera, Encarnación de Díaz seguiría siendo en cierta forma la “Cuna de la Familia Díaz, de los Díaz antepasados del Expresidente y General Don Porfirio Díaz”,  pero en caso contrario solo sería “un Mito que forma parte de esta vieja historia Familiar”.

Al comenzarse a  consolidar el Estado Libre Mexicano, teniendo acceso a una economía básicamente capitalista, trajo  como resultado una verdadera  metamorfosis, pues la nueva economía impulsada por el General Don Porfirio Díaz, propició el surgimiento de una burguesía con pretensiones aristocratizantes y compuesta por unos cuantos, para quienes era “prioridad fundamental la formación de sus hijos: para educarlos no repararon en viajes, colegios e institutos nacionales y extranjeros” (Historia de Jalisco, Tomo III: 273; Hernández Chávez Rodolfo H., 1993:304, 306; González Leal Mariano, Biografía de Don Manuel Jacinto Guerra, en el Capitulo Guerra-Valadez, de su obra de Retoños de España en la Nueva Galicia).

Para los estudios Secundarios o de Bachillerato se enviaban a Planteles de Internos a ciudades como Lagos, Aguascalientes, León, San Luis Potosí y Zacatecas, siempre bajo la tutela de un “Padrino Sacerdote”, ya fuera familiar, originario de nuestro pueblo, o de aquienes como Vicarios o Señores Curas hubiera residido en él; Los Estudios Universitarios se realizaban de preferencia en la Ciudad de Guadalajara, o en la Ciudad de México. Por las informaciones matrimoniales de los profesionistas de esta época, se sabe que en Guadalajara estaban adscritos a la Parroquia del Sagrario.

La preferencia por la Ciudad de Aguascalientes, se dio a raíz de la apertura del Instituto de Ciencias de Aguascalientes. El modo de vivir de algunos de estos jóvenes alejados de sus padres, quedo registrado en la correspondencia particular de Don Wistano Quesada, (136) quien escribió: “allí abrí los ojos y conocí el mundo, ahí conocí a la Sociedad, visite sus Salones y asistí á sus tertulias”. Sin embargo este mundo festivo de las Grandes Ciudades Porfirianas, acababa siendo contrastante con la apacible vida en la pequeña Ciudad de Encarnación de Díaz, por eso Don Wistano al referirse a la Encarnación también escribió: “porque si bien es cierto que me veo favorecido por la amistad de las familias que forman la mejor sociedad de esta, sin embargo, no encuentro perfecta concordancia entre mi estilo y sus costumbres”. De aquí el tratar de poner en práctica lo aprendido en las ciudades cosmopolitas del país, bailando o escuchando nuevas piezas musicales de Vals, Mazurca, Danza o Schottis,  que era de primordial importancia adquirir las últimas publicaciones de piezas para piano en la Casa Wagner en México; vistiendo a la moda con ropas y telas importadas de Paris o de Londres  (Quesada Calvillo Wistano, Copiador para la correspondencia particular, No. 1, fojas 35, 36, 42 y 106).

Es también durante el Porfiriato cuando se consolida como un gran Científico el Astrónomo Don Ángel Anguiano Limón, (137) uno de los más importantes “Hijos de Nuestro Pueblo, que se han distinguido por su inteligencia los unos y los otros por sus virtudes”, pues fue Ingeniero, nombrado Inspector de Caminos;  Astrónomo y encargado desde 1876 del Observatorio de Tacubaya, el cual mejoró notablemente y fundó el Anuario que publica el Observatorio Nacional; fue miembro de la Comisión Internacional encargada de medir el arco meridiano 98º de Greenwich y escribió numerosos trabajos científicos de su especialidad. Por su cultura en general y vastos conocimientos como hombre de ciencia, fue reputado como sabio y perteneció a muchas sociedades científicas, tanto del país como del extranjero. Gracias a su labor científica, México fue tomado en cuenta. (Quesada Cervantes Alfonso, 1922:45; Enciclopedia de México, Tomo I, “Anguiano Ángel”, 1977: 309;  Hernández Lugo Ezequiel, “Biografía de Don Ángel Anguiano Limón, Ingeniero y Astrónomo”, 1990, Inédita, Versión Mecanoescrita).

Como resultado de los viajes de los grandes terratenientes llegó el Romanticismo a Encarnación, retornando  a los estilos del pasado, proliferando así la Arquitectura Ecléctica que la caracteriza. De acuerdo con lo observado en la construcción de casas y haciendas, todo parece indicar que ejercía una gran atracción España, con la Mezquita de Córdoba,  la Alhambra de Granada,  y las Casonas Sevillanas con sus patios de naranjos y sus muros cubiertos de artesanales azulejos; Italia, los  seducía con el Coliseo Romano ó las casas veraniegas de la Villa de Pompeya, que lentamente estaban emergiendo de las ruinas dejadas por la erupción del Volcán “El Vesubio”; además de  Francia e Inglaterra con sus Catedrales Góticas y Castillos Medievales. Es por eso que inmersos en el “Romanticismo de la Época”, a partir de 1880 cobra impulso la construcción de la “Nueva Ciudad de Encarnación de Díaz” (Hernández Chávez Rodolfo H., 1993:309 y 313):

Como ha quedado dicho, al haber sido elevada al título de Ciudad, el gobierno de la Encarnación quedó a cargo del Director Político Don José María Zúñiga, descrito por Don Alfonso Quesada  como “una de las mejores autoridades que ha tenido nuestro pueblo”, pues en 1879 se había comenzado a construir  el Puente Nuevo, proyectado por Ramón Martín, el cual fue terminado en 1883, bajo el gobierno de este mandatario por eso lleva el nombre de “Puente de Zuñiga”, ubicado por la calle Hidalgo; también en 1880 inicia la remodelación la Plaza de Principal, construyendo “El Jardín” e instalando su kiosco, concluyéndose la obra material el 16 de Septiembre de 1885. Desde su remodelación, “El Paseo a la Plaza”, se convirtió el preferido para ir a dar la vuelta en la noche, hacer bromas, contar chistes, escuchar la banda de Música o solo para disfrutar en las tardes calurosas de la frescura y el aroma de sus jardines. (138) (Quesada Cervantes Alfonso, 1922:37, 38,39; Quesada Calvillo Wistano, 19 y 34).

Fue durante el Porfiriato, cuando se instituyeron las llamadas “Serenatas”, pues la plaza, desde su remodelación  había sido dividida en dos corredores delimitados por  una línea de bancas elaboradas de hierro fundido y madera, y entre ellas arbolitos de naranjas en arriates de cantera, para crear los llamados el “Paseo de los Ricos” y el “Paseo de los Pobres”, donde los habitantes de Encarnación, paseaban “juntos pero no revueltos”. Contaba Doña María Alejandra Córdova Silvestre, que a ella le gustaba ir al paseo para ver los vestidos de las “Curras y encopetadas”. Por su parte Apolinar Castañeda, el Viejo Polina, quien fue Tranvillero, recordaba:

Las serenatas de antes eran casi igual a las de ahora. Allí el jardincito, el pavimento y, alrededor, muchos arbolitos bajitos, eran naranjitos. Nosotros, la muchachada, andábamos dando vueltas en el paseo, cortábamos una naranja y nos la comíamos. Cuando llegaban los gendarmes, nos agarraban a varejonazo. Las Muchachas caminaban para allá y nosotros al revés. Pero entonces estaba más duro el asunto, porque había discriminación, ¿Verdad? Todos los señores ricos, tanto señoritas como hombres, daban la vuelta por dentro, y todos los de sombrero ancho dábamos la vuelta por fuera. Si nos brincábamos pa´llá algunos de nosotros, los pobres, nos echaban pa´fuera, a nuestro lugar, no dejaban que nos revolviéramos. Ora ya no es así, porque todos somos iguales, ¿verdad? (Castañeda Apolinar, “Las serenatas de antes y de ahora”, publicado por CONAFE en Así cuentan y juegan en Los Altos de Jalisco, 1986: 104 y 105).

Como la Plaza de Armas y su Jardín Principal, pronto se convirtió en tarjeta de presentación de la Ciudad, hubo necesidad de que la Iglesia local se echara acuestas el concluir la torre izquierda de la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, que aún se encontraba inconclusa. Dicha obra ya estaba en construcción en el año de 1882, según se aprecian los andamios en la panorámica pintada por el Francés León Trouset en ese año. Después de haberse  encomendado la obra al Presbítero Don Felipe Ramírez, se había terminado el primer cuerpo en 1884, siendo concluidos los trabajos hasta el año de 1887; además a este activo Presbítero se le encargó el enladrillado y remodelación del Atrio Parroquial, que anteriormente  había servido de Cementerio. Pero como había crecido el número de pobladores también fue necesario ampliar el Panteón del Señor de la Misericordia, anexándole los terrenos de la parte posterior, el 27 de Febrero de 1883; y por haberse concluido todas las gavetas que lo circundan, Don Casimiro Cervantes inicia el 5 de Julio de 1884 la construcción de los corredores (González Lucio,1914:5; Quesada Cervantes Alfonso, 1922:22; Hernández Chávez Rodolfo H., “Condicionantes Culturales, Inciso b. Religiosas”, 1993:262 y de esta Tesis Profesional el “Inventario de Monumentos del Municipio de Encarnación de Díaz, Jalisco”, Ficha No. 001, Parroquia de la Encarnación, 1993:446 y 447; Hernández Chávez, Bosquejo Parroquial, 1999; Hernández Chávez, El Señor de la Misericordia, 2008:144; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2007:465 a 467).

También es gracias a la panorámica de León Trousset que sabemos, que en el año de 1882 ya existía en el Barrio del Rosario la Plaza de Toros de Don Mariano de Anda, (139) quien debido a la usurería se convirtió en uno de los grandes capitales de la Ciudad de Encarnación, pues además fue el iniciador de varias empresas entre ellas el sistema de tranvías de mulitas, que circulaban desde la Plaza Principal, hasta la Estación del Ferrocarril Central Mexicano, ubicada sobre un loma al oriente de la ciudad. Con la llegada del Ferrocarril en 1883, Encarnación se convirtió en centro de acopio y distribución de mercancías para la Región. Como el primer tren de pasajeros, que era mixto, llegó por primera vez el 1º de Octubre a las 11 de la mañana y regresaba a las 3pm. Algunos encarnacionenes que querían ser de los primeros en contemplar el tren, no se esperaron a que este llegara a la Encarnación, sino que tiempo antes se trasladaron a la ciudad de Lagos, para conocerlo el día que llegó por primera vez. La Señora Conchita Villalobos Villalobos, (140) recordaba haber escuchado que una de las personas más impactadas al conocer el tren de pasajeros, era el Panadero “Marquitos Quesada”,  (141) a quien le pedían, sus clientes que no asistieron a Lagos, que les describiera como era el ferrocarril. Y él  lleno de una emoción desbordante les decía entre otras cosas que “al estar en movimiento el tren, se puede tomar una taza de chocolate sin que se derrame el chocolate”; y que luego terminaba su descripción diciendo: “¡As de cuenta, que es tan bello como el Santuario de Jesús, María y José!” (Guerra Alba Jacinto, Memorias de, 1858-1904:57 y 58; Hernández Chávez Rodolfo H., 2008:212, 767 y 768, ficha No. 131, “Estación del Ferrocarril”; y entrevista personal a la Señora Doña Raquel de la Concepción Villalobos Villalobos en 1995).

Ligado a la llegada del Ferrocarril, fue la construcción de una obra de ingeniería colosal, que se convirtió en otro de los atractivos dignos de admirar en nuestra ciudad, pues Don Alfonso Quesada escribió: “a inmediaciones de la Presa de San Pedro, la Compañía del Ferrocarril Central Mexicano, colocó sobre las márgenes del rio un gran puente de hierro, el cual por su bello aspecto, magnifica construcción y acabado perfecto admiraba a todos cuantos lo conocían y era uno de los mejores ornatos que poseía nuestro pueblo. Su centro se elevaba a la considerable altura de 43 metros al nivel del rio y tenía 201 metros de largo, Fue quitado en el año de 1911 y sustituido por un gran terraplén que hoy existe en la misma vía del Ferrocarril”. Aunque Don Alfonso señala como fecha de su colocación el año de 1883, por información localizada y publicada recientemente por el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, se sabe que fue durante el mes de Enero de 1884 cuando se trabajó en armarlo, quedando terminado el 12 de Febrero de 1884  (Quesada Cervantes Alfonso, 1922:38; Hernández Chávez Rodolfo H., 1993: 309; Hernández Lugo Ezequiel, 2010: 48 y 49).

Décadas después de la muerte de Don Marquitos Quesada, entre las familias  que fueron clientes asiduos a su panadería, recordaban la anécdota de la llegada del Ferrocarril, por la chusca comparación. Pues las Fiesta de la Consagración del Templo de Jesús, María y José, ocurridas en 1881, dos años antes de su llegada, por su belleza y majestuosidad, quedaron grabadas en el corazón de los Encarnacionenses, marcando el apogeo del progreso y la Paz Porfiriana. Pues según el sermón pronunciado el 8 de Septiembre de 1881 por el Canónigo Don Florencio Parga, durante la Colocación de este  Solemne Santuario: atrás había quedado los tiempos de la barbarie, en que los hombres que se decían ilustrados y progresistas, con la Pica de la Revolución  habían convertido en un cumuló de ruinas los más gloriosos monumentos levantados con tantos afanes por la Iglesia Católica, madre de la civilización. Considerando dichoso mil veces al pueblo levítico de la Encarnación, porque supo conservar sus tradiciones y vivir en la fe de sus mayores, que por sus morigeradas costumbres y por su adhesión a todo lo santo, se vio que por nada se mueve, por nada se agita con mas ahincó, que cuando se trata de algo que afecta a sus inveteradas creencias. Ahora en ese memorable año de 1881, durante la dedicación del Santuario, pudo ostentarse la religión, manifestándose grande en sus augustas ceremonias, en sus pompas esplendidas y en los ricos atavíos con que ha engalanándose, concurriendo a tributarle su homenaje la elocuencia, la arquitectura, la escultura, la pintura y la música, para ofrecerle al Señor los frutos del trabajo y de la constancia del humilde Sacerdote Don Juan Crisóstomo Parga, quien emprendió la edificación del mismo templo, y que con inexplicable jubilo vio coronado sus esfuerzos (Cervantes Vidal, Una Fiesta Religiosa, Dedicación del Santuario de Jesús María y José, que construyó en la Ciudad de Encarnación el Sr. Presb. D. Juan C. Parga, 1881:7,8, 15,23. Este valioso libro perteneció a la Señora Doña Socorro Martin Mayagoitia y me fue obsequiado por la Reverenda Madre Doña Rebeca Cervantes Martín, Religiosa Mercedaria y sobrina de “Cocoy”).

Fue así, que según Don Vidal Cervantes  a la población de Encarnación “su catolicidad nunca jamás desmentida, la movió a acoger la idea de construir un templo: su constancia religiosa la puso en condición de pasar duras fatigas y no pocos costosos sacrificios; su fervor la condujo en alas del mas legitimo entusiasmo a manifestar las creencias que profesa, a solemnizar como lo hizo sin dejar que desear, el termino dilatado de su empresa, pregonando en público según le fue permitido, su fe y su adhesión a la Iglesia”, al Celebrar la fiesta de la Colocación  (Cervantes Vidal, 1881:19).

Con este acto trascendental para la Encarnación  se generalizaron  los sentimientos piadosos de todo un pueblo al anunciar previamente  la “Fiesta de la Colocación”, con avisos que se mandaron circular profusamente en distintos lugares. Adornando el exterior de sus casas é iluminándolas por la noche con tal profusión, que toda la población se veía envuelta en un raudal de luz. Dando mayor solemnidad a la colocación las armonías de la música, las salvas de cohetes y los fuegos artificiales. La emoción desbordante dio inicio  el día 7 de Septiembre, víspera de la celebración, en que participaron 23 eclesiásticos; estando la Misa de Rito a cargo de los miembros de la familia Parga, el Señor Canónigo Don Florencio Parga, el Presbítero Don Juan C. Parga y el Presbítero Don Agustín López y Parga. La aurora del 8 de Septiembre, fue el día designado para la gran fiesta, que vino por fin a llenar las aspiraciones de esta población, al ser cantada la misa solemnísima por el Señor Canónigo Don Jacinto López y Romo, hijo predilecto de este pueblo, quien en ese tiempo se desempeñaba como Secretario del Señor Arzobispo Don Pedro Loza; ocupando la Cátedra Sagrada el conocido Orador, el Señor Canónigo de  Guadalajara Don Florencio Parga, tío del Padre Juan C. Parga, quien además era amigo y colaborador de Don Jacinto. Tocando el ejercicio vespertino al Licenciado Don Francisco Correa Díaz (Cervantes Vidal, 1881:16-19).

La solemnidad fue apadrinada por el propio Señor Canónigo Don Jacinto López y Romo, y los Señores Don Manuel Jacinto Guerra, (142) Don Eleuterio González y la Señora Doña Josefa Villalobos.  Quienes en su calidad de padrinos debieron regalar de bolo para el nuevo templo, alguna donación en efectivo, o algún objeto para el culto o el ornato, como los candiles que fueron obsequio de Doña Josefita (Cervantes Vidal, 1881:19; Hernández Lugo Ezequiel, El Santuario de Jesús María y José, Encarnación de Díaz, Jal., 1981:41).

Siete años después, del magno evento del Santuario, en el que la Ciudad de Encarnación demostró ¡temblar por lo más importante que hay para el hombre en esta tierra, que es la salvación eterna!. El 5 de Diciembre de 1888 el Padre Parga con la finalidad de reabrir su Escuela de Latinidad o Secundaria,  solicitó al Señor Arzobispo Don José de Jesús Ortiz el traslado del Presbítero Don Abraham Cervantes a la Parroquia de la Encarnación, para desempeñar el cargo de Capellán y su colaboración en las cátedras de la escuela que volvió a funcionar con gran dificultad por la  poca asistencia de alumnos y la pobreza de la mayoría de los padres de familia, por lo cual en Octubre de 1892 era ya imposible sostener “El Colegito” y la mesada del Padre Cervantes. Finalmente en Septiembre de 1893 el Padre Parga fue destinado como Párroco del Pueblo de Jesús María, en el Estado de Aguascalientes, dejando como fruto de su labor entre otras vocaciones sacerdotales a los Padres Timoteo López,  Esteban Macias y Pedro Martin del Campo (Chávez Aranda, 2006: 103-105, 108 y 109).

Como esta Parroquia y esta Ciudad no contaban con alguna finca para hospital, Don Jesús Alba Pérez, tuvo la caridad de dar una casa para fundar el Hospital, que estaba, según dejo registrado en Noviembre de 1880 el Vicario Foráneo Don Manuel Escobedo durante su visita: “compuesto de cinco piezas para enfermos y cuatro corrales que faciliten dar amplitud, ventilación y buena organización a un establecimiento de su clase”. Pero a pesar de que Don Jesús también le dedicó al Hospital “un fondo de dos mil pesos para sus gastos, pero como este fondo era tan limitado, no se pudo con él atender a otra cosa que alimentar y medicinar los enfermos el reducido periodo de cuatro años, y mantener su finca y hacer las reducidas mejoras que la escasez de recursos podían facilitar, y que el destino a que se dedicó  su defectuosa finca y su insaludable situación exigía”. Este fue el motivo por el cual enel año de 1884, al realizar su Visita Pastoral el Señor Arzobispo Don Pedro Loza,  se comprometió a dar 15 pesos mensuales para el sostenimiento del hospital (Hernández Chávez Rodolfo H., Ficha No. 014 “Hospital Felipe Ramírez”, 1993:501-503; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2007:466 y 468).

Este primer Hospital ubicado en el Barrio del Arenal,  (143) quedo destruido con la inundación que sufrió nuestra ciudad de Encarnación de Díaz el 9 de Junio de 1887, que según los datos publicados por Don Alfonso Quesada, “destruyó pocas casas inmediatas al cauce del rio y al barrio llamado El Arenal, que entonces era de poca importancia”. Sin embargo en la publicación del nombrado  “El Pueblo Católico” de León Guanajuato, dada a conocer por el Profesor Don Ezequiel H. Lugo,  (144) fechada el Domingo 26 de Junio, esta inundación fue calificada de “Terrible”, pues la altura exacta a que subió el nivel del agua sobre el lecho ordinario del rio fue cinco metros y cinco centímetros; o sea, unos diez y ocho pies. Las aguas invadieron por completo todas las calles y todas las manzanas contiguas al cause actual y al antiguo río que atraviesa la población. En esa área fueron destruidas cincuenta y dos casas, con 196 piezas entre todas. Otras muchas que no cayeron inmediatamente, fueron inhabitables de todo punto. De estas habitaciones, solamente cuatro o cinco serán de gente acomodada. Las restantes pertenecían todas a familias destituidas de todo recurso y que por lo mismo han quedado sin hogares. Luego que supo de la inundación el General Don Ramón Corona, Gobernador del Estado de Jalisco, cedió fondos y dispuso que se ampliara la parte del rio llamada El Tajo; que fue lo que motivo el siniestro, pues dicho tajo originalmente había sido realizado para desviar el cauce del rio, el cual comenzó a funcionar como la llamada “Calle del Arenal”, hoy en día nombrada “Calle Zaragoza” (Quesada Cervantes Alfonso, 1922:38; Hernández Chávez Rodolfo H., 1993:316; Hernández Lugo Ezequiel, Encarnación y sus inundaciones, 2010:51).

Como el viejo hospital se ubicaba, en la esquina de la Calle de Curtidores, para mayor higiene, se optó finalmente construir un Nuevo Hospital en un lugar más alto, por la Calle del Arenal, pero ahora cercano al “Puente de Muñoz”, (145) donde se encontraba un Mesón a la salida del camino a Teocaltiche. Este mesón, que sirvió de Hospital, según los registros del libro de Gobierno de nuestra Parroquia, fue Donado por Don José Cuellar,  (146) realizándose en Mayo de 1887 las obras necesarias para que  pudiera funcionar como  el nuevo Hospital, encargándole al Señor Cura Crescencio González, el que fijara su atención hasta que se terminara y pusiera en corriente dicho Hospital, pues este tenía intenciones de encargarle al Presbítero Don Felipe Ramírez  el recabar fondos para continuar los trabajos en el templo de San Pablo, “por su disposición y celo, por su ascendiente de que disfruta en toda la feligresía”. Según lo manifestado en 1900, en la oficina del Catastro, el Hospital constaba de cinco piezas, todo en construcción y estaba registrado a nombre del Licenciado Esteban Parga, quien supuestamente lo había adquirido el 27 de Febrero de 1888 de Don Refugio Cuellar. Gracias a Don Humberto Chávez Aranda se sabe que el Hospital ubicado en la Calle del Arenal, conocida también como Calle del Hospital, estuvo durante el año de 1888 a cargo de Doña Catarina Villalobos, y en 1889 de Doña María de los Ángeles Villalobos.  Al consultar los libros Sacramentales de la Parroquia, pudimos constatar que ambas damas era Hijas de Don Luis Villalobos  y sobrinas de Doña Sacramento Villalobos Franco, quien había dado inicio a esta Institución Hospitalaria en su Casa de Misericordia o “Asilo de Pobres” (Hernández Chávez Rodolfo H., El Desarrollo de la Arquitectura en la Ciudad de Encarnación de Díaz, Jalisco. Inventario de Monumentos del Municipio de Encarnación de Díaz, Jalisco. Ficha No. 14, Hospital Felipe Ramírez, 1993: 502-503; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2007:470; Chávez Aranda José Humberto, 2009:253).

Con la finalidad de brindar una mejor administración en la jurisdicción parroquial, el 5 de Julio de 1884 se erige en Vicaria, la Iglesia del rancho de Rangel; en Enero y Marzo de 1887 se remodelan y amplían las capillas de los Ranchos  “La Soledad” y “Mariquita”. Pero debido a que  en Febrero de 1888 el Señor Cura Don Crescencio González, fue favorecido con una Prebenda en la Catedral Metropolitana, el Señor Arzobispo Loza le pidió que arreglara todo para su traslado y que encargara la parroquia en quien más confiase, el 16 de Abril se la entregó oficialmente al Señor Cura Don Felipe Ramírez, quien ya estaba a cargo de ella desde el 9 de Abril de 1888, desempeñándose como Párroco de Encarnación hasta el 9 de Enero de 1914. Fue así, que el Señor Cura Don Felipe Ramírez, a partir del año de 1889 se dedico a embellecer el templo Parroquial, estucándolo, dorándolo y pintándolo, además de colocar el piso de mezquite, unas puertas nuevas y campanas en 1892; construyendo  además en el cuarto del tesoro la Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe a partir de 1899.  Preocupado por los peones de la Haciendas, bendice la iglesia del Mesón de los Sauces, 3 de octubre de 1892 y la de Mariquita el 2 de Noviembre de 1900. Iniciando la construcción de capillas rurales en el Caquixtle en 1894 y en 1899 en El Terrero y El Bajío de San José (González Lucio, Breves  Apuntes del Nunca bien llorado Virtuosísimo Señor Cura de esta Parroquia, Pbro. Don Felipe Ramírez, 1914; Quesada Cervantes, 1922:43 y 44; Hernández Lugo Ezequiel,  Felipe Ramírez, Toda una Época, 1990:6 y 7; Hernández Chávez Rodolfo H., “Condicionantes Culturales, Inciso D. Religiosas”, en  El desarrollo de la Arquitectura en la Ciudad de Encarnación de Díaz, Jalisco, 1993:262; Hernández Chávez, Bosquejo Parroquial, 1999; Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, Anexo IV,  “Parroquia de Villa de la Encarnación Sauz de los Macías”, en Historia de la Iglesia Católica en Aguascalientes, Volumen III, 2007:471; Chávez Aranda José Humberto, Felipe Ramírez Sacerdote Ejemplar, 2009).

Como Doña Sacramento Villalobos Franco, viuda de Don Hipólito Romo, falleció el 2 de Marzo de 1888, a la edad de 65 años y sin haber dejado descendencia, legó su casa para los enfermos pobres, pues dicho inmueble desde la administración del Señor Cura Barba, había comenzado a funcionar como Casa de Misericordia, donde ya se socorrían algunos de estos enfermos. Según los Registros Catastrales, en el año de 1900 este inmueble era conocido como “Asilo de Pobres”; se sabe por las Crónicas de la Congregación de la Hijas Mínimas de María Inmaculada, que debido a las dificultades que en nuestro país había para las Instituciones Religiosas a causa de la hostilidad de las leyes no fue posible fundar inmediatamente el asilo, pues a efecto Doña Sacramento había dejado “la casa de mi morada, la nombrada cochera y la esquina de enfrente”. Tocó al Señor Cura Don Felipe Ramírez el dar vida formal a esta institución, pues según los datos publicados en 1914 por su biógrafo el Presbítero Don Lucio González, se asentó: “en una casa donada por persona piadosa, ampliándola suficientemente, (147) dispuso un buen local para asilo de niñas huérfanas (…) y en el interior de ese establecimiento, para facilitar la práctica de los actos religiosos a las educandas y asiladas, construyó una bonita capilla con carácter de oratorio público” (Hernández Lugo Ezequiel, “La Capilla de la Purísima”, artículo publicado en el Periódico Ecos de Encarnación, No.7, Abril-Mayo de 1989:1; Hernández Chávez Rodolfo H., El Desarrollo de la Arquitectura en la Ciudad de Encarnación de Díaz, Jalisco. Inventario de Monumentos del Municipio de Encarnación de Díaz, Jalisco. Fichas No. 2, Oratorio de la Purísima y No. 5, La Purísima, 1993: 451-156 y 463-467; Hernández Chávez, “Antecedentes”, Primer Centenario, Colegio Pablo de Anda, 1903-2003, Documental Digital, 2003).

Fue el 8 de Diciembre de 1900, cuando se  bendijo la Capilla del Asilo  bajo la advocación de la Purísima, la cual, conjuntamente con el resto del inmueble que funcionaba como “Asilo de Pobres” siguió a cargo de la Asociación Parroquial de las Hijas de María, hasta que debido al interés porque el Hospital y el Asilo estuvieran atendidos por las Religiosas Hijas Mínimas de María Inmaculada, solicita el Señor Cura Felipe Ramírez el 2 de Diciembre de 1902 al Señor Arzobispo Don José Ortiz, su autorización para que las Señoras Doña Juana de Anda Viuda de Gómez y su hermana Doña Mariana de Anda Viuda de Molina, hijas de Don Mariano de Anda, en compañía de la Señora Nicolasa López, puedan traer de León a las Religiosas. Al concederse la licencia el 27 de Enero de 1903, las Señoras de Anda  se hicieron valer de su parentesco con el Canónigo Don Pablo de Anda y Padilla, originario de San Juan de los Lagos y  fundador de esta congregación en la Ciudad de León, a quien cariñosamente llamaban “Primo”, para traer las Religiosas al Hospital, quedando  oficialmente fundado el tan esperado “Asilo de Niñas Huérfanas” el 4 de Marzo de 1903. Ante la novedad,  un mes después, el 2 de Abril ocurrieron a él los vecinos para observar el funcionamiento de esta nueva institución y con la finalidad de que se inscribieran como alumnas externas a las hijas de las principales familias para sostener con las colegiaturas al Asilo. Es por esto que el 11 de Abril del mismo año, dio inicio el “Colegio de la Purísima y Señor San José” (Hernández Lugo Ezequiel, 1990:8; Hernández Chávez Rodolfo H., 1993:465 y 503; Hernández Chávez, “Fundación”, Primer Centenario, Colegio Pablo de Anda, 1903-2003, Documental Digital, 2003; Chávez Aranda José Humberto, 2009:259).

Para conmemorar el inicio del Siglo XX, en el imafronte del templo parroquial, colocó el Señor Cura Don Felipe Ramírez  una cruz de hierro sobre un globo terráqueo, como tributo a Cristo Rey. El nuevo siglo se caracterizó por la bonanza, que se manifestaba en obras a cargo de sus colaboradores, pues el Presbítero Don Juan Magdaleno González, continuó con las obras de construcción del Templo de Nuestra Señora de Guadalupe, según el proyecto encomendado a Don Refugio Reyes; El Presbítero Don Lucio González, amplia nuevamente la capilla del Señor de la Misericordia; el Presbítero Don Crescencio Esparza, construye una torre del Santuario de Jesús María y José y se hace cargo de la Dirección del Colegio del Sagrado Corazón; y el Presbítero Don Quirino Pérez, reconstruye el Hospital de San José, concediéndose el 27 de Enero de 1903 la licencia para construir su capilla (González Lucio, 1914:5; Hernández Chávez Rodolfo H., 1993:318; Hernández Chávez, Bosquejo Parroquial, 1999).

Es de interés dejar aquí  mencionado, que la idea de un Orfanato, surgió durante las Guerras de Reforma para atender a las familias que quedaron en la orfandad como consecuencia de las epidemias que asolaron nuestra población de Encarnación, pero a la vez para hacerse cargo de la educación de un alto índice de hijos naturales que había en la ciudad, pues seguía practicándose la antigua costumbre de que “los Señorones procrearan hijos en las Mujeres del Pueblo”. Es por esta práctica, que los apellidos característicos de las “Familias Oligárquicas”, también los encontramos entre las “Familias del Pueblo”, consideradas anteriormente como “de Fierro Volteado”, en alusión a los fierros para herrar el  ganado que eran de la propiedad de los Hacendados. Comentaban las Madres Mínimas, que una vez que se instalaron las primeras religiosas en la Casa del Asilo de la Purísima, por las noches les tocaba escuchar como los hombres se llevaban las mujeres al Arroyo, siendo estas objeto de violación, prostitución y maltrato. Fue por dichos acontecimientos que a la Madre Luisa de San José Marmolejo Rodarte Religiosa Mínima, (148) le nació la idea de fundar una institución encargada de atender a las mujeres desvalidas.

Como a la muerte del Canónigo Don Pablo de Anda y Padilla, se hizo cargo de la Dirección de la Congregación de las Hijas Mínimas de María Inmaculada, su sobrino el  Presbítero Don Eugenio Oláez Anda,  “quien en Junio de 1918 tuvo noticias del estado que guardaban unas jóvenes que fueron en busca de alivio al hospital, estás se encontraban en la desgracia de volver a su desordenada vida por no tener donde vivir”.  Fundó el 27 de Junio de 1919 en la Ciudad de León Guanajuato la “Casa-Escuela de Jesús”, y  con la finalidad de atender dicha casa Monseñor Oláez decide fundar la Congregación de “Hijas del Sagrado Corazón de Jesús I.F.C.J.”, pidiendo su ayuda a la Madre Luisa de San José, quien el 2 de abril de 1920, se separa de la Comunidad de las Mínimas y el 2 de Septiembre del mismo año toman el habito religioso las primeras Hermanas. Siendo su carisma el “reproducir en la Iglesia el Amor y el Sacrificio del Corazón de Cristo, con los fines de Reparacion, Expiación y Desagravio, mediante la rehabilitación, orientación y preservación de la mujer, joven, adolescente y niña con carencias morales o en situaciones de riesgo, como una expresión practica de amor al prójimo”, trabajando con la convicción de que la “Sociedad será lo que sea la mujer” (http://mujerfuerte.org ).

Por su parte el Padre Lucio González, al referirse a la obra Espiritual del Señor Cura Don Felipe Ramírez, escribió que fundó las Asociaciones Piadosas de:

 “Hijas de María Inmaculada”, del “Apostolado de Oración”, de los “Santos Ángeles” y con su cooperación se estableció el Consejo Local de “La Obra de la Propagación de la Fe”, la de “Damas de Honor de María Santísima de Guadalupe” y por último la del “Circulo de Obreros Católicos”, dirigiéndolas él mismo con eficaz empeño y comunicando á todos sus miembros el amor y ardiente celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas, de que estaba animado su corazón bondadoso (González Lucio, 1914:7).

Afortunadamente al finalizar la década de 1980 tuve la oportunidad de entrevistar a un gran número de exalumnos del Colegio de la Purísima, (149) quienes recordaban la estricta moral que en dicha institución se  promovía, también recordaban con cariño el haber escuchado que sus padres habían sido educados por el Profesor Don Edesio Jiménez (150) y sus madres por Doña Carlotita Gómez, (151) ambos Preceptores de las Escuelas Parroquiales de Niños y de Niñas respectivamente. Fue con la finalidad de fomentar nuevamente las Vocaciones Sacerdotales como en las dos épocas que tuvo su colegio el Padre Parga, y evitar que los jóvenes ingresaran a Seminarios de otras Diócesis, que el Señor Cura Don Felipe Ramírez le comentó en 1903 al Señor Arzobispo Don José de Jesús Ortiz su inquietud de que la Parroquia de la Encarnación tuviera un Seminario Auxiliar. Por datos registrados en el libro de Gobierno de la Parroquia, sabemos que el 25 de Mayo de 1909 se otorgó la licencia para construir los anexos al Templo de Guadalupe en los que se incluía la construcción de un edificio propio para Seminario, pero debido a la revolución el inmueble solo quedo en proyecto. Sin embargo el Seminario fue refundado años después, iniciando actividades en 1912 a cargo del Presbítero Don Severo Pérez Valle  quien estuvo al frente hasta el año de 1917, en que continuó la labor de Rector el Presbítero Don Amando López, quien fue auxiliado por el Presbítero Don Ygnacio Escoto. El Profesor Don Ezequiel H. Lugo, consignó que en este establecimiento iniciaron sus estudios sacerdotes que brillaron en su ministerio y estudiantes que fueron brillantes en la vida. Entre ellos podemos anotar el que fuera Gobernador del Estado, Lic. Jesús González Gallo (Hernández Lugo Ezequiel, Felipe Ramírez Toda una Época, 1990:11; Chávez Aranda, Felipe Ramírez Sacerdote Ejemplar, 2006: 115 y 116).

Respecto a la “Moralidad Regional” durante el Profiriato, fue Don Pedro María Márquez, quien escribió en su libro titulado Historia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, que con motivo de las Fiestas de la Consagración del Santuario de Nuestra Señora de San Juan en Noviembre de 1884, durante su permanencia en dicha ciudad el Obispo Diez de Sollano se dio cuenta de que “el vicio y la inmoralidad más refinados se habían infiltrado por decirlo así en la feria de San Juan, causando estragos terribles en las costumbres”. Es una constante de la historia, que a mayor libertinaje entre la población, mayor deben ser las penitencias impuestas por los “Curas de Almas” y por lo tanto  mayores serán  las muestras de  los “pecadores arrepentidos”. Pues  después, al referirse Don Pedro Márquez  a la coronación litúrgica de Nuestra Señora de San Juan, hace mención de la peregrinación de nuestra población al Santuario el 11 de Agosto de 1904,  dejando asentado: “se hizo notable la romería de la Encarnación, compuesta de setecientos peregrinos, que recorrieron el camino hasta San Juan-como treinta Kilómetros-a pie y descalzos, llevando coronas de espinas en la cabeza” (Márquez Pedro María, 1944: 219 y 247).

Para el Profesor Don Ezequiel H. Lugo, la vida de Encarnación de Díaz, con mucha justicia puede distribuirse en dos épocas; antes y después del Señor Cura Felipe Ramírez. Porque este varón, no solamente fue el entusiasta emprendedor de la vida material de su parroquia; también fue el pastor cuyas virtudes fructificaron en la benéfica vida espiritual de las ovejas que a él le fueron encomendadas (Hernández Lugo, 1990:3).

Yo por mi parte creo que el apogeo espiritual y material durante la administración del Señor Cura Felipe Ramírez, corresponde al ambiente progresista que se dio durante el Porfiriato, comenzándose a consolidar la espiritualidad de Encarnación, años atrás a consecuencia de la lucha entre conservadores y liberales, pero principalmente, gracias al incasable trabajo de los hijos de este pueblo que lograron por sus virtudes y nexos familiares colocarse en las altas esferas del Clero Mexicano, y especialmente en el Arzobispado de Guadalajara, lo que influyó para que los Párrocos y Capellanes residentes en esta Ciudad contaran siempre con su apoyo espiritual, pero también con la asignación de recursos económicos para emprender las Obras Materiales que aun hoy en día la caracterizan. Esta época de bonanza lentamente disminuyó a partir de la Muerte del Ilustrísimo Doctor Don Jacinto López y Romo, tercer Arzobispo de Guadalajara, fallecido el 31 de Diciembre de 1900. (152) A pesar de la preferencia del Arzobispado de Guadalajara por la Levítica Ciudad de Encarnación de Díaz, su apoyó mermará considerablemente durante los años de la Revolución Mexicana, viniendo a ser el tiro de gracia, la aún lamentable separación de la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación y su integración a la Diócesis de Aguascalientes.

A pesar de que debe considerarse al Porfiriato como la Época de Oro de la Ciudad de Encarnación de Díaz, poco se sabe de la labor desempeñada por las Autoridades Políticas, ya fueran estas Alcaldes, Presidentes, Directores Políticos o Jefes Políticos. Pues Don Alfonso Quesada, además de ponderar la labor de Don José María Zúñiga, también registró para la posteridad el nombre de Don Nicolás Moreno al hacer mención que “en 1887, se construyó el Parque Corona por el Sr. D. Nicolás Moreno, quien fungía en el puesto de Presidente Municipal, y el Ayuntamiento de ese año dispuso que se le llamara Parque Rodríguez, en memoria del gran benefactor de esta ciudad, el Sr. Cura D. Pedro Rodríguez, que llevó a término la presa” (Quesada Cervantes Alfonso, 1922:38).

 Años antes de finalizar  la llamada “Paz Porfiriana”, el 23 de Febrero de 1896 una publicación Hidrocálida titulada “El Fandango”, ya criticaba fuertemente el mal desempeñó del Director Político de Encarnación de Díaz y ensalzaba la labor del Señor Cura Don Felipe Ramírez:

“(…) con mucha justicia el vecindario de la Encarnación, en su mayor parte, está indispuesto contra el Sr. Riestra; pues la clase proletaria es tratada por él, de úna manera inconveniente y digna de la mayor censura; pues las mejoras materiales y los edificios notables que hay en dicha ciudad, son debidas no á las autoridades políticas, sino á un sacerdote que es respetado y querido justamente en esa población, por los sentimientos de nobleza que lo animan a favor de ella (…). (153)

Era una realidad el que entre  las autoridades políticas que se hicieron cargo de la administración de la Ciudad de Encarnación,  llegaron a ella algunos Directores Políticos  provenientes de lejanos lugares e impuestos por el Gobierno Porfirista. Sin embargo estos, al igual que los pertenecientes a la oligarquía local, tenían limitaciones políticas y seguían careciendo de recursos que les permitiera esforzarse en construir obras públicas relevantes. Sera hasta el 2 de Julio de 1914, en plena Revolución Mexicana, cuando Manuel M. Diéguez, a cargo del Gobierno Carrancista del Estado de Jalisco abolió las Jefaturas y Directorías Políticas, eliminando así la división de  Cantones, para quedar solamente dividido por Municipios, gobernados por sus respectivos Ayuntamientos, con el ánimo de que existiera “una racional independencia de los ayuntamientos”, tachando a las Jefaturas y Directorías como odiosas y repulsivas, por “haber sido la encarnación nata del cacique y los incondicionales sostenedores de los gobiernos dictatoriales”. (154)

 

Arquitecto Rodolfo H. Hernández Chávez

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1. A pesar de los disturbios sufridos durante la “Guerra de Reforma”, a la que se citaba como “Revolución” caracterizada por haberse quemado algunos archivos municipales de la región, como una manifestación en contra del Gobierno. En el informe del Jefe de Departamento relativo a su visita del 25 de Agosto de 1869 a la Municipalidad de la Encarnación, escribió: “después pasé revista a los archivos de las oficinas públicas que encontré en buen estado” (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, Los Altos de Jalisco durante la Guerra de Reforma e Imperio de Maximiliano 1850-1870, 2006: 335 y 336).

2. Secretaria y Sindicatura del H. Ayuntamiento de Encarnación de Díaz, Acta  de Entrega-Recepción del Archivo Histórico de Encarnación de Díaz, Jalisco, Administración 1995-1997.

3. Contaduría Mayor de Hacienda, Departamento de Patrimonio Público, Patrimonio Municipal, Acta de Entrega-Recepción de la Administración Municipal, periodo 2001-2003. Bienes Patrimoniales, Municipio: Encarnación de Díaz, Dependencia: Archivo Municipal, Genero: Acervo Documental. Diciembre 2003. A pesar del traslado del Fondo Histórico del Juzgado y la depuración al Fondo Administrativo del Ayuntamiento, el 7 de Enero del 2004, el Profesor Rubén Cardona Rivera, en su carácter de Secretario General al verificar físicamente la Entrega-Recepción del Archivo Municipal, levanto un acta en la que declaró a la Contaduría Mayor de Hacienda lo observado en el fondo administrativo, ubicado en la mazmorra: “El colapso de algunos anaqueles, cajas volteadas, material disperso en el piso y apilamiento de cajas sin identificar, que dijeron corresponder a las Administraciones Municipales de los Años de 1995 al 2000, indicándose que los archivos de  la administración saliente 2001-2003, se encuentran aún en las respectivas dependencias”. Esta situación ha sido una constante en los cambios de administración, pues por lo general son pocos los directores que se preocupan por entregar un inventario del contenido documental de sus respectivas dependencias, como es el proceso que se sigue en los llamados “Archivos de Concentración”, donde ingresa, se depura y se procesa la información conforme a las normas establecidas, en espera del tiempo necesario para convertirse en documentación clasificada como “Documentación Histórica”. No obstante, que algunas Administraciones Municipales, han tratado de poner orden al “almacén”, tarde o temprano  por no ser  anaqueles especiales para resistir el peso de las cajas que contienen los archivos, acaban desplomándose ante la acumulación de documentación.

4. Secretaria del H. Ayuntamiento de Encarnación de Díaz, Libro de Cabildo, Acta No.42, Sesión Ordinaria No.42, Administración 2001-2003.

5. Después me di cuenta que ya desde el año 2001, se había comenzado a trasladar el Acervo a la oficina del  Juzgado, empleando para ello a “Prestadores de Servicio Social de la Escuela  Preparatoria Ángel Anguiano”, según me informó la Maestra en Biología María Teresa de Alba Cervantes, Directora de dicha Institución Educativa.

6. Quienes publicaron por  primera vez algunas referencias históricas referentes al Archivo de Encarnación, fueron  Brígida del Carmen Botello Aceves, Magdalena Heredia Mendoza y Raquel Moreno Pérez,  en su libro titulado Memoria del Municipio en Jalisco, editado por la Unidad Editorial del Gobierno de Jalisco en el año de 1987, en el que hacen mención que: “Su archivo municipal empezó a funcionar el 14 de enero de 1867, pero en 1914 durante la Revolución fue destruido parcialmente, en la actualidad se conservan datos de 1915 a la fecha” (Botello Aceves, 1987:194).

7. Con el cambio de la administración 2004-2006 a la 2007-2009, se demolieron 7 construcciones del Centro Histórico, entre ellas tres de los antiguos Mesones de los siglos XVIII y XIX que formaron parte del Camino Real de Tierra Adentro, el cual hoy en día ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad, en cuya declaratoria afortunadamente se ha incluido el Panteón del Señor de la Misericordia, pues es una vergüenza el despojo y la mutilación, que día a día sufre el patrimonio de la Ciudad de Encarnación, la que antes era digna de visitar.

8. Impresiones dadas a conocer  por el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, en su artículo titulado “Hospitalidad Femenina”, publicado en el Periódico ECOS de Encarnación, No. 38, Noviembre de 1990:7; el cual sirvió para elaborar la ficha del Inmueble del “Hotel del Nuevo Mundo”, perteneciente al Catálogo de Monumentos Históricos-Arquitectónicos de mi tesis profesional, 1993: 507 y 508.

9. No se han encontrado más elementos que permitan identificar al Juez de Paz Don Antonio Amador, como hijo o nieto de Don José Antonio Amador y Villaseñor, quien fue Teniente de la Villa de la Encarnación en 1795.

10. El Presbítero Don José Celedonio Dómeco de Jarauta y Ortiz, nació el 3 de Marzo de 1813 en Zaragoza, Provincia de Aragón en España. En su país natal estaba estudiando humanidades y filosofía, cuando se puso al frente de una Guerrilla, motivo por el cual fue exiliado a la Habana, lugar en el que deja las armas y se convirtió  en Sacerdote. En el año de 1847 se encontraba sirviendo en el Curato de Veracruz cuando tomó nuevamente las armas para combatir a la Invasión Norteamericana, logrando  vencer a las tropas Yanqui en Enero de 1848 en San Juan Teotihuacán. Tras la derrota final de nuestro país y la consiguiente firma de los tratados de Guadalupe-Hidalgo. El Padre Jarauta se volvió en contra del Gobierno de la Republica, entrando el 1º de Junio de 1848 en la Ciudad de Lagos y luego en la de Guanajuato. Siendo este el motivo por el cual el General Anastasio Bustamante salió de la Ciudad de Silao el 2 de Julio de 1848  a combatir a los sublevados; después de grandes batallas fue capturado el Padre Jarauta y fusilado en el costado izquierdo del Templo de San Cayetano en la Valenciana, lugar en que el 18 de Julio de 1891 se levantó un obelisco en su memoria (García Gerardo P., Monumento al Padre Jarauta en la Valenciana, www.travel-leon.net ).

11. El General Mariano Paredes y Arrillaga, nació en la Ciudad de México el año de 1797; ingresó como Cadete en el Regimiento Fijo de México; se adhirió al Plan de Iguala y formó parte del Ejercito Trigarante. En un principio fue Santanista, tomando parte en contra de los Federalistas; tuvo varios mandos militares en Jalisco y fue nombrado Comandante del Ejército del Norte para combatir a los Norteamericanos. Hizo que el Congreso lo nombrara Presidente el 3 de Enero de 1846, declarándose partidario del Clero y de una Monarquía, pues aseguraba que la Nación no estaba madura para ser Republica, por lo cual era su intención el traer  un Príncipe Extranjero como Monarca de México; esto ocasionó que en Guadalajara se pronunciara en su contra el General José María Yáñez quien lo desconoció, seguido por la Guarnición de México, la que el 4 de Agosto proclamó el restablecimiento del General Antonio López de Santa Anna. A pesar de haber sido desterrado, Mariano Paredes regresó durante la  Ocupación Norteamericana,  oponiéndose a los Tratados de Paz, levantándose en armas contra el Gobierno encabezando el llamado “Movimiento de Guanajuato”. Tras la derrota de sus guerrillas en el mes de Julio de 1848 por el General A. Bustamante, permaneció oculto hasta la amnistía de Abril de 1849, muriendo libre de todo cargo en Septiembre de ese año en la Ciudad de México.

12. Respecto a la construcción del puente en el Rio Encarnación, Don Alfonso Quesada Cervantes escribió: “El Puente Viejo se comenzó el 13 de marzo de 1843, y se concluyó el 20 de septiembre de 1850. Fue construido por el Señor Francisco Aranda”. Según Don José María de la Paz Córdova Padilla, al puente de San Pablo, lo caracterizaba sus “Columnas Pompeyanas”, pues según se decía estaban inspiradas en columnas localizadas en las ruinas de la Ciudad de Pompeya en Italia. Desgraciadamente, los elementos ornamentales se dañaron con la inundación de 1973, pero a pesar de que recientemente fue bellamente restaurado, quedo sin terminarse el tallado de sus columnas, para devolverles su estriado y su proporción característica (Quesada Cervantes Alfonso, Apuntes Históricos sobre la Ciudad de Encarnación de Díaz, Jalisco, 1922:34; Hernández Chávez Rodolfo H., “Inventario de Monumentos del Municipio de Encarnación de Díaz, Jal”, Ficha No. 022, Puente de San Pablo, 1993:529 y 530).

13. El General Juan Álvarez, nació en 1790 en Atoyac, Guerrero. A los 20 años se incorporó al movimiento insurgente, fue el primer gobernador del Estado de Guerrero y estableció un enorme cacicazgo en el sur del país (González y González Luis, 2009:39).

14. El Doctor Don Mariano González Leal, describe a su bisabuelo Don Manuel Jacinto Guerra y Alba como “Hombre de profunda fe, empresario exitoso, viajero incansable, hombre de cultura; caballero de gran mundo y padre ejemplar que amó a Dios y a su prójimo con inteligencia y amplitud de miras”. Yo por mi cuenta lo considero además una pieza clave para el progreso de la Ciudad de Encarnación de Díaz, quien al escribir sus memorias, nos legó una valiosa fuente de información para entender el transcurrir del siglo XIX en nuestra región (González Leal Mariano, capitulo Guerra-Valadez, de su magna obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de impresión).

15. El General Miguel Miramón, nació en 1832 en la Ciudad de México. Siendo apenas un alumno del Colegio Militar participó en la defensa del Castillo de Chapultepec durante la Intervención Norteamericana. Se distinguió por ser enemigo acérrimo de los Liberales; asumir en 1858 el mando del Ejército del Norte como General de División; proclamado Presidente de la Republica en 1859 por el bando Conservador; sitiar a Benito Juárez en el Puerto de Veracruz y derrotar a Santos Degollado en Guadalajara. Al ser él derrotado por los liberales huyó a Cuba, y a su regreso reconoció el Imperio pero por diferencias con el Emperador Maximiliano este lo mandó fuera del país.  En 1866, devuelta en México se integró al Ejército Imperial, porque Maximiliano al verse indefenso tuvo que recurrir a sus antiguos aliados conservadores. Finalmente Miramón  atacó Zacatecas y estuvo presente en la defensa de Querétaro, donde fue derrotado, hecho prisionero, para terminar fusilado en el Cerro de las Campanas (González y González Luis, 2009:41).

16. Don Jerónimo Victoriano Salado Álvarez, nació el 30 de Septiembre de 1867 en Teocaltiche, Jalisco. Hijo de Don Epifanio Salado Orozco y de Doña Elena Álvarez Moran; fueron sus abuelos paternos el Escribano Publico Licenciado Don Victoriano Salado Aguirre y su Señora esposa Doña Mercedes Orozco Gutiérrez. Don Victoriano Salado Álvarez se caracterizó por ser un notable narrador, critico, humanista y, por eso, polemista, historiador, diplomático y político. Falleció 13 de Octubre de 1931 en la Ciudad de México (De Anda Sánchez Nicolás, Teocaltiche de Nueva Galicia, 2007: 465 y 466; Vital Alberto, Un Porfirista de Siempre, Victoriano Salado Álvarez, 2002:5).

17. El Antropólogo Doctor Don Andrés Fábregas, en su obra La formación histórica de una región: los Altos de Jalisco,  puntualiza que no es difícil, dadas las circunstancias, que el rechazo a la penetración de los planes del Estado Nacional sea uno de los rasgos característicos de los Altos. Pues el Nacionalismo local, manejado a través de la ideología religiosa, tiene sus bases en la defensa de los intereses creados por la oligarquía en su conjunto, siendo la ideología religiosa parte del uso político de la tradición cultural que la oligarquía emplea para desarrollar su propia legitimidad. Considera además que entre los alteños el mundo es un orden moral que pasa por natural en su conciencia, sancionado por lo “sagrado” que incluye las diferencias sociales como parte de sus características y que en una concepción así, la oligarquía aparece como la depositaria de la tradición cultural y por consiguiente el papel concreto del poder es mantener inalterado el sistema. Es por eso que en la Región Alteña las familias oligárquicas son las promotoras principales del ciclo de festividades asociadas a la religión y en el momento en que el poder político intenta alterar el orden establecido pierde su legitimidad por que entra en contradicción con lo “sagrado”. Considera  además que en realidad el conflicto entre el Estado y la Iglesia ha sido entre una oligarquía orientada al desarrollo de un espacio nacional y otra orientada hacia las tradiciones locales (Fábregas Puig Andrés, 1986:192-194 y 208).

18. El reconocido Escritor e Historiador Laguense, Presbítero Don Agustín Rivera y Sanromán, era primo de la familia Ibarra Sanromán, establecida en la Villa, luego Ciudad de Encarnación de Díaz, pues Don Agustín Rivera era hijo de Don Pedro Rivera y de Doña Eufrasia Sanromán y Padilla, siendo Doña Eufrasia hermana de Doña María Paula Sanromán y Padilla, quien contrajo matrimonio el 16 de Noviembre de 1826 en Lagos con Don Luis Ibarra Díaz, originario de la Hacienda de San Miguel de los Alva. Por un tiempo la familia Ibarra Sanromán, vivió en la Ciudad de Lagos, disfrutando de sus propiedades rusticas en el rancho conocido como “La Cofradía de los Sanromán” (Hernández Chávez Rodolfo H., Antepasados del Arq. Rodolfo Humberto Hernández Chávez, Cronista de Encarnación de Díaz Jalisco. Siglos XVI al XX. Inédito, versión digitalizada).

19. Don Tomas María de Victoria de Alba Verdín, bautizado el 23 de Diciembre de 1833, fue hijo de Don Juan Antonio Agatón de Jesús de Alva Pérez y de Doña Atanacia Verdín López, quienes fueron vecinos del Rancho “Santa Catarina” en “El Rio de los Lomelines”. Don Juan Antonio de Alva, era originario del Rio de los Lomelines, hijo de Don Domingo de Alva y Moreno y de Doña María teresa Pérez-Franco y Cuellar; nieto paterno de Don José Ignacio de Alva y Lomelín y de Doña María de San José Moreno de Ortega y Guerra; biznieto de Don Juan Antonio de Alva y Martín de Soto Mayor, originario de la “Hacienda de San Miguel de los Alvas” y establecido en “El Rio de los Sauces” donde contrajo matrimonio con Doña Polonia de Lomelín y Guerra. Don Tomas de Alba y Verdín, además de ocupar la Alcaldía de Encarnación, durante varios lustros, ocupo el cargo de Tesorero Municipal, ganándose por su honestidad y rectitud la confianza de las principales familias quienes no dudaban en encargarle sus asuntos legales y nombrarlo “Albacea Testamentario”. El rancio abolengo y poder de la familia Alba, debió acrecentarse a través de los nexos matrimoniales con la prominente familia Guerra, siendo la inclusión de Don Tomas a la política local por medio de su unión matrimonial con Doña Petra Franco Villalobos, hija de Don José Luis Franco Gallardo y de Doña Marcelina Villalobos Esparza, pertenecientes a la oligarquía que se consolidó durante las últimas décadas del Virreinato y las primeras del México Independiente. Don Tomas de Alba y Doña Petra Franco, fueron padres del Presbítero y Canónigo Don Amando Juventino de Alba Franco (1881-1942), famoso Poeta, nombrado como “El Cantor de las Cosas Pequeñas”, considerado uno de los “Hijos Ilustres de Nuestro Pueblo”. Don Tomas María de Victoria de Alba Verdín, heredó de sus padres una fracción de Santa Catarina, compuesta por los potreros “Arroyo Grande y Tepozán”, sin embargo al preferir desempeñarse como Servidor Público se quedo a radicar en la Ciudad de la Encarnación, por lo cual vendió en 1883 “El Arroyo Grande” a su cuñado Don José del Refugio Franco Villalobos y “El Tepozán” el 2 de enero de 1885 a Don Antonio Moreno Ochoa, originario de “San José del Sitio” (Quesada Cervantes Alfonso, 1922:45; González Leal Mariano, Retoños de España en la Nueva Galicia, 1983: 50 y 51 y “Capitulo Alba de”, de su magna obra en proceso de impresión; Hernández Lugo Ezequiel, De Criolla Estirpe, 1989: 64 y 65; Hernández Chávez Rodolfo H., Encarnación de Díaz, Jalisco, 2000:44; Hernández Chávez, El Señor de la Misericordia de Encarnación de Díaz, 2008:37, 177; Hernández Chávez, Esquemas Genealógicos de las familias oligárquicas de Encarnación de Díaz, Inédito, versión digitalizada; Hernández Chávez, San José del Tepozán, Inédito, versión digitalizada).

20. La imposición de préstamos por parte de las Guerrillas, debió de ser una práctica común desde las primeras décadas del siglo XIX, pues en la última entrevista que tuve la oportunidad de realizarle a Don José María de la Paz Córdova Padilla el 4 de Julio del 2001, ya en su casa de la Ciudad de Aguascalientes. Al hablar del origen de la familia Córdova, me comentó que “por tradición familiar se sabía que Don Pedro Antonio de Córdova, fue el fundador del Rancho los Córdova”, y abriendo un cajón de su antiguo escritorio, me mostró un “Recibo de 3 centavos de contribución a las Milicias”, fechado en 1838, en el que además se indicaban las señas particulares de Pedro Antonio, para que este le sirviera de salvo conducto.

21. Sarao, era el nombre que se le daba a una reunión o fiesta nocturna con baile y música. Respecto al sarao organizado en honor de Miramón, tanto en la versión del Canónigo Don Manuel Romo Martin como  en la de la familia Quesada, se me indicó que este  “fue muy elegante y organizado en los Altos del Palacio Municipal”. Sin embargo la versión publicada por el Profesor Don Ezequiel H. Lugo, registra que fue realizado en uno de los salones contiguos a la tienda “La Aurora”, propiedad de las Señoritas Díaz,  señaladas como medias hermanas del General Porfirio Díaz (Hernández Lugo Ezequiel, “Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori, Encarnación de Díaz, Jalisco”, publicado en la Revista Jalisco y sus Municipios, No. 57, Abril-Junio de 1997:29).

22. Las Señoritas María Guadalupe y Paula Villalobos Alba, conocidas cariñosamente como “Lupiche y Pauliche”, forman parte de los benefactores de Encarnación, pues el 23 de Diciembre de 1964, donaron  frente al Panteón del Señor de la Misericordia,  un terreno que comprendía toda una manzana, para hacer en él un Parque Infantil. Dicho terreno fue adquirido por sus padres Don José B. Villalobos y su esposa Doña Josefa Alba, por remate que hizo el H. Ayuntamiento al finalizar el siglo XIX de los terrenos pertenecientes al fundo de la población y que servían de huertas de labor de temporal. Don José Villalobos, fue un rico terrateniente, dedicado al comercio, contando entre sus múltiples propiedades con la antigua “Casona Virreinal”, originalmente de una sola planta, que se ubicaba a un costado del Palacio Municipal, misma que adquirió en 1887 por compra a varios propietarios, para luego construirle el segundo piso conocido como “Los Altos Colorados”. Don José, era hijo de Don Eligio Villalobos y López de Nava y de Doña Francisca de Anda o Aldana originaria de la comunidad de “Santa Maria”. Don Eligio Villalobos era hijo del influyente matrimonio de Don José María Villalobos y Velasco y su primer esposa Doña María Salome López de Nava y Cuellar, descendiente de los donadores y fundadores de la Villa de la Encarnación; Don José Villalobos contrajo matrimonio el 27 de Agosto de 1877 con Doña Josefa Alba Díaz, hija de Don Rafael Alva Ibarra casado hacia 1860 con Doña Paula Díaz Padilla. Don Rafael Alva era hijo de Don Buenaventura de Alva Jiménez y de Doña Alvina Ibarra; Don José Ventura de Alva Ximenez, bautizado el 27 de julio de 1785 y muerto en 1870 en su propiedad del Tigre, contrajo matrimonio el 15 de noviembre de 1824 en la Parroquia de la Encarnación con Doña María Albina Ybarra Díaz, Hija de Don Clemente Ybarra Martín del Campo y de Doña María de los Dolores Díaz Alba, heredera de tierras en la “Hacienda de San Miguel de los Alvas”.  Por su parte Doña Paula Díaz, era hija de Don José María Díaz de Sandi y Chávez y de Doña María Padilla Cornejo, vecinos del Rio de San Marcos, en tierras de la “Hacienda de Ajojucar” y sin ningún nexo con las familias Díaz-Tizcareño y Díaz de León, vecinas de la “Hacienda de La Maxada” y tradicionalmente relacionadas como familiares de Don Porfirio Díaz. Como la familia Alba Ybarra, por su enlace matrimonial llegó a poseer los ranchos del Tigre y San Miguel, se le heredo a Don Rafael Alba, la casa, la capilla y las tierras de la Ex-Hacienda de San Miguel, quien a su vez el 20 de agosto de 1896 le heredo a su hija  Doña María Merced Alba Díaz, esposa de Don José Villalobos, dos fracciones, la primera de ellas incluía la Casa Grande con seis piezas, patio, caballerizas y dos corrales en un terreno de 69 hectáreas y la segunda fracción incluía la Histórica Capilla de San Miguel Arcángel o de Nuestra Señora de la Encarnación  (Hernández Chávez Rodolfo H., 2008:35; Hernández Chávez, Esquemas Genealógicos de las familias oligárquicas de Encarnación de Díaz; Hernández Chávez, Las Tierras de los Alba, Inédito, versión digitalizada).

23. Hernández Lugo Ezequiel, 1997:43.

24. En la ciudad de Encarnación de Díaz, el pertenecer a la familia Mayagoitia,  durante décadas se ha considerado símbolo de prestigio y posición social, pues además del poder político que Don Gregorio Mayagoitia ostentó durante la Intervención Francesa, por su tardía presencia en la región al finalizar el Virreinato y por su origen del norte de España, limítrofe con Francia, los Mayagoitia,  fueron tenidos por “limpios de toda mezcla racial”,  y codiciados prospectos para un exitoso matrimonio. Don Nicolás de Anda Sánchez en su libro titulado Teocaltiche de Nueva Galicia, Lugar rico de mosaico de linajes, de mercaderes y frecuentes migraciones,  sita como primer personaje de este apellido vasco que llegó a Teocaltiche  antes de 1792 a Don José María Mayagoitia, quien en ese año, “con el carácter de Teniente Subdelegado de Justicia, interviene para el nuevo nombramiento y selección del encargado de la receptoría de alcabalas y el Fielato de Rentas del Tabaco”. Es gracias a los trabajos de investigación genealógica realizados por Don Luis Carlos Mayagoitia Hernández,  que se supo del origen de Don José María Mayagoitia, quien también desempeñó el cargo de Alcalde, avecinándose en el Real de Comanja, donde estuvo casado con Doña Mariana Isabel de Rocha, siendo los padres de Don Bernardo  Mayagoitia y de la Rocha, originario de dicho Real, casado el 14 de Junio de 1792 en “Los Sauces” con Doña María Clara Gertrudis Servín de la Mora y Guerra, originaria de San Nicolás en Sierra de Pinos, Zacatecas, e hija de Don Vicente Servín de la Mora y de Doña Gertrudis Guerra, llegados a los Sauces hacia 1783. Entre los hijos de Don Bernardo, se recuerdan a Don Ignacio Mayagoitia y Servín de la Mora, casado en primeras nupcias el 16 de Octubre de 1817 con Doña Rafaela Martín Martín, hija de Don Francisco Martín y de Doña María de Jesús Martín, familia Oligárquica perteneciente al periodo Virreinal de la Villa de Nuestra Señora de la Encarnación; Don Gregorio Mayagoitia y Sevín de la Mora, contrajo matrimonio el 29 de Octubre de 1825 con Doña Anastasia Viramontes Franco, hija de Don José Viramontes Lozano, vecino de esta Villa y de Doña María Rita Victoriana Franco, originaria de Santa Rosa, al pie del Cerro de los Gallos. Al enviudar de Doña Anastacia, Don Gregorio decidió contraer un segundo matrimonio el 24 de Marzo de 1844 con su sobrina Doña María Emiliana Mayagoitia, hija de su hermano Don Ignacio. Gracias a la tesis de la Maestra Carmen Paulina Torres Franco, en la que aborda el tema de Matrimonio entre consanguíneos en la Villa de la Encarnación, sabemos que para conseguir del Obispo Diego Aranda y Carpinteiro la respectiva dispensa de consanguinidad Don Gregorio “declaró que quería casarse con su sobrina en primer lugar porque como ella es de edad considerable y carece de atractivo de hermosura, no es fácil se le presente otro matrimonio, por ello, está expuesta a quedar indotada y sin casarse; segundo porque debido la cercanía de sus habitaciones están en peligro a abandonarse a una vida criminal; y tercero para que ella cuide a dos niñas y cuatro varones que le quedaron de su anterior matrimonio”. Para una mayor agilidad de los tramites  agregó “no cuento con capital alguno y mis cortos arbitrios en la agricultura me proporcionan con mucho afán mi subsistencia siéndome imposible erogar los gastos necesarios, aunque no sean considerables, para hacer mi ocurso en la Villa de Roma”. Don Gregorio Mayagoitia falleció el 17 de Mayo de 1876, perteneciendo a la Orden Terciaria de San Francisco, dejando una gran descendencia después de haber contraído un tercer matrimonio con Doña Trinidad Macias y hasta un cuarto con Doña Francisca Gallo. La extensa descendencia de la familia Mayagoitia puede consultarse en la Pagina Web www.mayagoitia.com elaborada magistralmente por Don Luis Carlos Mayagoitia  (De Anda Sánchez Nicolás, 2007: 326; Torres Franco Carmen Paulina, 2006:32 y 33; Hernández Chávez Rodolfo H., 2008:271).

25. Una versión muy difundida en la actualidad, asegura que las familias integradas por gente rubia  y de ojos azules, son descendientes de soldados franceses que desertaron del ejército para formar un hogar en las poblaciones de los Altos de Jalisco. Sin embargo, se sabe que por estas tierras estuvieron además del 5º Cuerpo de Artillería Francesa, el  3er Batallón de Cazadores de África, y el 2º Batallón de Zuavos. El Doctor Don Mariano González Leal en el primer tomo de su obra titulada Retoños de España en la Nueva Galicia, hace referencia a que el “Mito del Alteño de Origen Francés”, fue abordado en 1978 en el simposium de Historia Regional en Guanajuato, en el que el Doctor Don Jesús González Martín pronunció que no es verdad que las características raciales  eran así por que allí se había perdido un Regimiento Frances, argumentando que los franceses estuvieron en los altos solo ocho meses, y únicamente estuvieron allí los Zuavos Argelinos, que eran polacos, alemanes, etc., todo, menos franceses; pues únicamente los oficiales eran franceses. Por su parte el propio Don Mariano González Leal, puntualizó en su obra que en Lagos hubo, en la segunda mitad del siglo XIX contadas familias francesas que se establecieron sin dejar numerosa descendencia, como los Soinè y los Arnaud (Velázquez Chávez Agustín, Don José María Chávez Alonzo, Semblanzas, Iconografía y Documentos, 1984:14; González Leal, 1985: 204 y 205).

26. Según datos publicados por el Archivo del Estado de Aguascalientes, el Bandolero Juan Chávez, fue hijo natural de Juan Dávalos, el rico dueño de la Hacienda de Peñuelas, y de Ignacia Chávez, una pobre mujer del servicio de la hacienda (AHEA, “Juan Chávez, Hombre de Leyenda y Salteador de Caminos”, publicado en el Boletín Archivalia, Año I, No.2, Octubre de 1994:4).

27. Don José María  Nestor Chávez Alonso, nació el 26 de Febrero de 1812 en el Rancho “El Palomito”, al pie del Cerro de los Gallos y cercano al Arroyo de San Marcos, cuna de la familia Chávez en la jurisdicción de Encarnación. Hijo de Don José Chávez Chávez y Doña Juana Alonso Díaz, fueron sus abuelos paternos Don Cristóbal de Chávez y Doña Ana de Chávez, y los Maternos Don Francisco Alonso y Doña Juana Díaz. Al ser bautizado en la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación llevó por padrinos a Don Rafael Villalobos y Doña Merced Alba. La familia Chávez Alonso en el año de 1818 se fue a radicar a la Ciudad de Aguascalientes. En esta Ciudad Don José María Chávez fundó en la Calle del Obrador un gran taller al que nombró “El Esfuerzo”, el que permitía ocupar a numeroso personal al hacerse trabajos de imprenta, herrería, fundición, carpintería, litografía, carrocería y fotografía. Como buen liberal creía en la eficacia formativa de la escuela, por lo cual como artesano genuino estimuló al Instituto de Ciencias de Aguascalientes. Por su capacidad de trabajo, de simple obrero fue nombrado diputado por el 2º Distrito el 5 de Julio de 1857, para luego elevarse hasta la gubernatura de Aguascalientes al ser electo el 19 de Octubre de 1862.  Por falta de dinero y armamento se vió obligado el 18 de Octubre de 1863 a evacuar la ciudad, saliendo hacia el noreste del Estado para combatir a los franceses en compañía de otros patriotas. Sin embargo Juan Chávez “El Bandido de Peñuelas” y su viejo amigo el Bandolero Dionisio Pérez, fueron piezas importantes en la derrota y captura de estos Republicanos de Aguascalientes en Jerez, quienes capturan al gobernador Don José María Chávez y lo conducen a prisión a la Ciudad de Zacatecas, siendo fusilado el 5 de Abril de 1864 en Malpaso (Velázquez Chávez Agustín, Don José María Chávez Alonzo, Semblanzas, Iconografía y Documentos, 1984:XI, XII, 2, 4, 9, 15 y 39; AHEA, Boletín Archivalia, Año I, No.2, Octubre de 1994:9 y 10).

28. AHEA, Boletín Archivalia, Año I, No.2, Octubre de 1994:5-7.

29. En el “Museo de las Animas de la Encarnación”, se conserva en exhibición un exvoto del Señor de la Misericordia, el cual fue realizado durante esta época convulsiva y es un testimonio de las fechorías del célebre Bandido Juan Chávez, pues en él quedó registrado el siguiente texto: “Por el mes de mayo de 1860 fue preso D. Eusebio Chávez por J. Chávez y la guerrilla que este mandaba llebandoselo de soldado raso. Su afligida Da. Guadalupe Chávez ocurrió al Señor de la Misericordia pidiéndole le diera (ilegible) a su hermano, como en efecto le hizo, proporcionándole modo de que (Ilegible). Agradecida a tal beneficio, dedica el presente a 18 (Ilegible)”. (Hernández Chávez Rodolfo H., El Señor de la Misericordia de Encarnación de Díaz, Un Histórico Panteón y el Ancestral Ritual de la Muerte, 2008:226).

30. En una ocasión, alrededor de 1992 tuve la oportunidad de conversar con Don Agusto Pérez Ramírez,  quien me comentó que: su bisabuelo Don Leonardo Pérez Lomelín, esposo de Doña Wenceslada Romo de Alba, estuvo emparentado políticamente con Juan Chávez, pues platicaban que una de las hermanas de Doña Wenceslada fue una de las mujeres de este celebre bandido, y que por dicho parentesco Juan Chávez le daba a guardar a Don Leonardo parte de su fortuna; pero al ser asesinado el bandolero, con dicho tesoro su bisabuelo compró el Rancho “La Cantera”,  y que en cambio se decía que Don Manuel Jacinto Guerra en vez de gastar la parte que Juan Chávez le dió a guardar, aprovechó su viaje a Roma para preguntarle al Papa, que ¿qué hacía con ese dinero mal habido?, a lo que el Papa le respondió que construyera un templo.  Parte de esta versión trasmitida por Don Agusto Pérez, ya antes la había escuchado yo a diversas personas, pues comenzó a tomar forma de conseja popular  a raíz de que Don Manuel Jacinto Guerra construyó el Templo del Señor San José en  el casco de su hacienda, siendo este el motivo por el cual en algunas leyendas de Juan Chávez que han llegado a nuestros días se asegura que su “Tesoro” no está en la cueva del Cerro de los Gallos, si no que está enterrado en terrenos de la Hacienda de los Sauces. Por su cuenta el Canónigo Don Manuel Romo Martin, me platicó que contaban en su familia, que una de las mujeres de Juan Chávez era de apellido Romo, y que cuando el Bandido se la llevaba con él a sus guaridas, le vendaba los ojos para que no pudiera delatar los escondites. También recientemente el Señor Don Gerardo Romo Romo, quien por años se desempeñó como Transito Municipal me comentó que una cuchara de plata que conserva en su casa, fue propiedad de Juan Chávez, y como esta fue encontrada en el lugar donde lo mataron, se la obsequiaron a su abuelita María Romo.

31. Según la memoria popular, registrada por Don Esteban Valadez, “cuando un rico Hacendado acusaba a un sirviente de Rebelde, se lo llevaban en cuerda amarrado de los brazos uno detrás de otro y así hacían largas cuerdas para llevárselos a pelear contra los Yaquis en Sonora dejando a sus familias en el desamparo” (Valadez A. Esteban, 1990:1)

32. Don Manuel G. Romo Ramírez, fue hijo de don Manuel Romo de Anda, quien desempeñó el cargo de Presidente Municipal en 1918 y de la profesora Doña Refugio Ramírez; fueron su abuelos paternos Don Martin Romo Viramontes, originario de Tepatitlán y Doña Petra de Anda Aguilera, perteneciente esta a la elite local por ser hija de Don Francisco de Anda Pérez, hermano del rico prestamista Don Mariano de Anda Pérez, hijos los dos de Don José Ignacio Manuel de Anda Cuellar y de Doña María de Jesús Pérez Pérez.

33. Ya hemos señalado en otra ocasión, que Don Alfonso Quesada al mencionar en 1922 la importancia que tuvieron para la fundación de la Villa de la Encarnación los manantiales de “Los Cedazos”, señaló que sólo se sabe que datan desde la época colonial, refiriéndose al sistema hidráulico en los siguientes términos: “La canalización o caño que es de mampostería, es una obra maestra y de gran costo, sirve para conducir por su pie el agua y abastecer en parte a la población”. Afortunadamente, en el Fondo Histórico del Archivo Municipal de Encarnación se resguardan “Libros de Cabildo” a partir de 1927,  en los que se hace mención del proceso seguido en la Plazuela para la construcción del Mercado Allende, quedando registrado que para dar desalojo a las aguas negras procedentes de los despachos de las carnicerías y demás establecimientos, donde se instaló una toma de agua, era necesario conectar la tubería al “Caño que pasa por la casa de los Señores Quesada”. Por tradición sabemos que dicho “Caño”, venia de los cedazos, atravesaba el “Cerro del Baluarte” y surtía del vital liquido a la fuente con su pila ubicada al centro de la colonial Plaza Principal, pues para abastecer a la población al transcurrir el siglo XIX fue sustituido este sistema por el de “canalejas” o tuberías de barro, cancelándose la antigua fuente para colocar en su lugar un Kiosco a raíz de las obras de  remodelación iniciadas en 1881. Instalándose una nueva fuente en la esquina sureste de la plaza, la cual era surtida con el agua de la Presa de San Pedro. Restos de la antigua fuente se pueden observar ocultos en el interior de la base del Kiosco, quedando así relegado el “Caño de mampostería” para verter en el siglo XX las aguas del drenaje (Quesada Cervantes Alfonso, 1922:33, AHME,  Fondo: Gobierno Municipal).

34. El General Luis Ghilardi, nació el 2 de Agosto de 1810 en la Ciudad de Lucca, en la Toscana Italiana. Como Militar y Activista Republicano se traslado a México a fines del año de 1853; al lado de los liberales combatió durante la Guerra de Reforma, alcanzando el grado de General, pues participó en la campaña contra Tomas Mejía y en el Asalto a la Ciudad de Puebla el 11 de Marzo, donde resultó herido de gravedad, siendo este el motivo por el que solicitó licencia para irse a curar a Europa. A su regreso combatió en contra de la Intervención Francesa, logrando para ello formar una Guerrilla con un escaso número de soldados que luchaban por el Estado de Jalisco y el de Zacatecas hostigando a las tropas enemigas. Fue sorprendido en Colotlán  la madrugada del 17 de Enero de 1864 por las fuerzas del Comandante francés Lepage, quien lo hace prisionero conjuntamente con el Coronel Encarnacionense Don Refugio I. González, el Teniente Coronel Don Pedro Landázurri, 40 Oficiales mas y 70 Soldados de Infantería, los que fueron llevados a la Ciudad de Aguascalientes. En dicha Ciudad González y Landázuri fueron puestos en libertad, pero en cambio el General Luis Ghilardi fue sometido a un Consejo de Guerra y llevado al patíbulo en la “Plazuela del Burro”, donde se le fusilo el 16 de Marzo de 1864 (González Agustín R., Historia del Estado de Aguascalientes, Cuarta Edición 1992: 292).

35. Respecto al fusilamiento de los líderes del Segundo Imperio, el Doctor Don Melesio Calvillo escribió en sus memorias: “íbamos casi corriendo, pero por más que nos apresuramos, no pudimos alcanzar en su trayecto al fúnebre cortejo. Cuando yo traspase las filas del gran cuadro, los sentenciados descendían de los coches: Maximiliano bajó con desembarazo y marchó firme al sitio designado; noté que Miramón flanqueó de pronto, al echar a andar, pero se rehízo y se dirigió al punto con paso apresurado; solo Mejía, abatido caminaba lentamente a su lugar. El Archiduque empezó a perorar, yo me detuve para tomar aliento y escuchar; pero como hablaba en voz baja, no logré oír lo que decía; enseguida habló Miramón, que aunque se expresó más alto, con voz violenta y nerviosamente forzada, sólo llegaron a mis oídos distintamente estas palabras finales: Viva México. Mejía no pronunció palabra alguna, para qué, él nunca había sido otra cosa que un soldado y como soldado supo morir. Maximiliano: que ocupaba el lugar de en medio, se separó de ahí, lo cedió a Miramón y se fue a colocar a su izquierda; los sacerdotes se retiraron y alguna gente que estaba a la espalda de ellos, empezó a correr para uno y otro lado, quedando aisladas las tres figuras negras, cuyas siluetas se destacaban del fondo pardusco de las rocas. Yo me detuve otra vez, dando tiempo a que pasara aquello; reinó un silencio solemne y angustioso, pero luego sonó una descarga y una nube de humo cubrió aquellas tres figuras. Cuando el humo se disipó, me aproximé a cumplir con mi deber y al primero que tuve cerca fue a Mejía, le tomé el pulso, mas sin duda mi aturdimiento no me permitió percibir los latidos de la arteria, pues al auscultarlo, oi que el corazón estaba latiendo tumulosamente. Tomé mi sombrero y me levanté. ¿Qué está vivo? Me preguntó el oficial; nada contesté y sólo me retiré algunos pasos. El Oficial comprendió y mandó avanzar un soldado, indicándole con la punta de la espada, la región del corazón; el soldado apuntó ahí; yo volví la cara al otro lado; al tiro atendí y vi que Mejía se llevaba la mano a la herida que acababa de recibir, la mano izquierda, que luego volvió a caer” (Hernández Lugo Ezequiel, “Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori, Encarnación de Díaz, Jalisco”, publicado en la Revista Jalisco y sus Municipios, No. 57, Abril-Junio de 1997:55 y 56).

36. Hernández Lugo Ezequiel, “Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori, Encarnación de Díaz, Jalisco”, publicado en la Revista Jalisco y sus Municipios, No. 57, Abril-Junio de 1997:53, 55 y 56.

37. El General Donato Guerra, era originario de Teocuitatlan, Jalisco y a los treinta años se dio de alta como Capitán de Caballería en el ejercito Republicano, a las órdenes del General Ramón Corona participando tanto en la Intervención Francesa como en el Imperio. Fue ascendido a Coronel incorporándose al Ejército de Oriente en 1867 y en 1871 a General de Brigada. Se adhiere al movimiento del Plan de la Noria y en 1876 al del Plan de Tuxtepec, siendo ascendido a Divisionario (Mata Torres Ramón, Personajes Ilustres de Jalisco, 1981:37).

38. Según la versión consultada en documentos y publicada por el Doctor José Antonio Gutiérrez, al Famoso bandido de Juan Chávez, lo asesinaron Viviano Nieves, Agatón Chávez, y Cenobio (Gutiérrez Gutiérrez José Antonio, 2006: 280).

39. La Señora Doña Eva Franco, esposa de Don Agusto Pérez, fue la primera en comentarme que en la familia de su marido se conservó una de las puntas de lanza, con las que fue asesinado Juan Chávez, pero que en una ocasión se la pidieron prestada, y ya nunca se la devolvieron.

40. Muriá José María, “Los Altos y su división política”, artículo publicado en la revista Estudios Jaliscienses, No.37, Agosto de 1999:7.

41. Muriá José María, Estudios Jaliscienses, No. 37, Agosto de 1999:7.

42. Muriá José María, Estudios Jaliscienses, No.37, Agosto de 1999:7.

43. El Bachiller Don Miguel Leandro Guerra y Gómez de Portugal, otorgó su testamento el sábado 19 de abril de 1834, en la ciudad de México ante el escribano publico Francisco de Madariaga, nombrando como albaceas al Lic. Don Vicente Calvillo, al  Señor Cura de Lagos el Padre Don Mariano Cuellar y a Don Ignacio Ochoa a quienes les encomienda el velar por el integro cumplimiento de todas sus disposiciones, además por la administración de los bienes legados, los cuales se componían: Hacienda de Santa Bárbara, conocida también como “La Laborcilla” y seis caballerías comprendidas dentro de sus linderos; Santa Inés, Un sitio de Ganado Mayor con dos caballerías y  tres cuartos, cuyo nombre era “El Tabaco”; San Nicolás, medio sitio de Ganado mayor y dos caballerías; La Iglesia,  Cinco y media caballerías en dicho sitio; La Mololoa, con tres caballerías pertenecientes a dicho sitio; y un pedazo de tierra con un buen ojo de Agua, al noroeste de Santa Bárbara, lindando con el Potrero de Mendoza. En la cláusula décima, dejo asentado: “Es mi voluntad que…todos, absolutamente todos mis bienes sean destinados a la obra siguiente: Se fundara dentro de la Villa de Lagos, una escuela ó establecimiento que comprenda la enseñanza gratuita de primeras letras y la de los ramos de agricultura teórica y práctica y de las artes más usuales y comunes entre la gente pobre”. El Padre Guerra falleció el 10 de Octubre de 1835 dando inicio el plazo de cinco años después de su muerte para el cumplimiento de sus disposiciones testamentarias, las cuales aun no se habían cumplido en el año de 1842, los vecinos notables de Lagos, solicitaron al Supremo Gobierno que la administración de dichos bienes siguiera confiada a particulares de esta población y se respetara la última voluntad del preclaro donante. Esta misiva fue firmada en la sala capitular el 4 de septiembre de 1842 por : Cástulo Sanromán, alcalde 1º; Tiburcio Anaya, Alcalde 2º; Agapito Galván, prefecto; Clemente de Sanromán, Silvestre Aranda, Buena ventura de Anaya, Mariano Torres; Espiridion Moreno y Anaya; Ignacio Rosas y Mariano Huelga. Se encargo la administración del establecimiento y su organización al párroco de Lagos Don Rafael Larios, al Licenciado Vicente Calvillo y a Ignacio Ochoa, quienes podrían nombrar a una o dos personas más para que los auxiliaran en su trabajo  (Datos Localizados por el Maestro Don Rogelio López Espinosa, Catedrático e Investigador de la UNAM y Publicados en el Boletín del Archivo Histórico Municipal de Lagos de Moreno, No. 30, Mayo del 2002: 8 -16 y No. 31, Junio del 2002: 9).

 

44. El Doctor Don Jesús Calvillo Ybarra, quien fungió como Alcalde en 1867 al restaurarse la Republica pertenecía a la oligarquía que desde la fundación controlaban la vida política de la Villa de la Encarnación, pues Don Jesús fue: hijo de Don Ramón Calvillo Macías y de Doña María de San Juan Ybarra Díaz originaria de la “Hacienda de San Miguel de los Alvas”; nieto  paterno de Don José Francisco Calvillo y Martin del Campo y Doña Ignacia Macías Arevalo; biznieto de Don Manuel Antonio Calvillo Hernández y de Doña Rosalía Martin del Campo y tataranieto de Don Agustín Manuel Calvillo, quien desempeñó el cargo de Alférez Real vitalicio. El Doctor Don Jesús Calvillo, quien ya había fungido en el H. Ayuntamiento de 1847, falleció el 3 de Mayo de 1873.

45. Don Crescencio Calvillo Ybarra, quien estuvo a cargo del gobierno municipal en 1868, era hermano del Doctor Don Jesús Calvillo. Contrajo matrimonio el 12 de Mayo de 1870 con Doña Catarina Villalobos Villalobos, hija de Don Luis Villalobos Franco y de su primer esposa Doña Eugenia Villalobos. Tras la muerte de Don Crescencio,  su viuda Doña Catarina como sobrina de Doña Sacramento Villalobos Franco, se hizo cargo por un corto tiempo del Hospital que se fundó en esta población, pero luego contrajo un segundo matrimonio con Don Anastacio Padilla Lozano, hijo de Don Justo Padilla y Doña Cecilia Lozano.

46. Respecto al Licenciado Don Ysidoro Jaime, ya se ha escrito de la importancia que adquirió su familia al finalizar el periodo Virreinal, pues su abuelo Don Antonio Xayme y de Trillo, quien fue Teniente de la Villa, fungió durante la Guerra de Independencia como Comandante  a cargo de las Fuerzas Realistas de la Villa de la Encarnación; su padre Don Ygnacio Jayme y de Cuellar  bautizado el 4 de Marzo de 1808 hizo sus estudios egresando como uno de los primeros licenciados Encarnaciones tras consumarse la Independencia de México, contrayendo matrimonio con Doña María Josefa Mora Verdín, hija de Don Santiago de la Mora y de Doña Rosalía Verdín. Por su parte el Licenciado Don Ysidoro Jaime Mora, se casó con Doña María Inés Viramontes, radicando en diversas poblaciones desempeñando cargos de su profesión.

47. El Doctor don José Conrrado Guerra, fue bautizado el 8 de Diciembre de 1838, siendo sus padres Don Feliciano Guerra y de Cuellar, originario del Rancho Ojo de Agua en la Hacienda de Santa Barbará y Doña Petra Muñoz Romo, originaria del Rio de los Lomelínes, quienes habían contraído matrimonio el 26 de Abril de 1830, previa dispensa matrimonial del 4º  de consanguinidad. Fueron sus abuelos, los paternos Don José Ángel Guerra y Doña Margarita de Cuellar; y los Maternos Don José Muñoz y Doña Petra Romo. Eran sus bisabuelos paternos Don Jose Antonio Guerra y Doña Luisa Moreno, y Don Damián de Cuellar y Doña Joaquina Moreno.

48. A pesar de que la familia Cervantes en El Sauz de los Macias remonta sus orígenes al Siglo XVII cuando Don Francisco Cervantes Villaseñor contrajo matrimonio con Doña María de Alba Retamosa, su hijo José Cervantes Alva se estableció en la conocida después como “La Laja de Cervantes”, al contraer matrimonio el 18 de Abril de 1668 en Jalostotitlán con Doña Josefa de Cárdenas, con quien procreó entre otros hijos Don Lorenzo Cervantes Cárdenas, quien dio origen a la rama de la familia Cervantes de la Villa de la Encarnación al casar el 10 de Abril de 1699 con Doña Lucia Luna González hija de Don Nicolás González, uno de los propietarios de tierras en “El Sauz de los Macias”, de quien desciende su biznieto Don José Ricardo Cervantes Macias quien al finalizar la Guerra de Independencia  fungió como Capitán de la 2ª Compañía de Milicia Nacional y desempeñó el cargo de Regidor 1º del Ylustre Ayuntamiento y Alcalde en turno del 20 de septiembre al 18 de Octubre de 1821 al Consumarse la Independencia; en cambio su hijo Antonio Cervantes Cárdenas contrajo matrimonio con Doña Andrea Ramírez,  quien permaneciendo en “La Laja”, fue el tataranieto de Don Vidal Cervantes Sánchez, quien fue bautizado en esta Villa el  17 de Mayo de 1836, luego que sus padres Don Antonio Cervantes Guzmán,  y Doña María de Jesús Sánchez se establecieron en ella, pues Don Antonio a su vez fue hijo de  Don José Miguel de Cervantes Macias  y de Doña María de la Merced Guzmán, originaria del rancho de “Trujillo” en la Jurisdicción de San Juan; José Miguel era hijo de Don José Vicente Cervantes Ramírez y de Doña Manuel Brígida Macias Villalobos. Se sabe que Don Vidal desempeño varios cargos de confianza, pues solía fungir como albacea testamentario como en el caso de Doña Valeriana Muñoz Díaz, esposa que fue de Don Ramón Aranda Villalobos, y albacea del Licenciado Don Vicente Calvillo de Anda, albaceazgos que fueron citados por el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo en su obra de Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori. También Don Vidal se desempeñó como editor de algunos pequeños libros como las memorias de la consagración del Santuario de Jesús María y José en 1881. Hermano de Don Vidal, fue Don Regino Cervantes, quien contrajo matrimonio con Doña Juana López de la Serna y Romo, hermana de la mama del Presbítero Don Joaquín Martin López; Don Regino fue padre de Don José María Cervantes López, originario de esta ciudad y casado con Doña María del Refugio Martin del Campo, padres que fueron de Doña Juanita Cervantes Martin del Campo y abuelos de la Maestra en Biología Doña María Teresa de Alba Cervantes, quien además de sus meritos y premios académicos obtenidos como la Prese Ignacio Manuel Altamirano que le fue otorgada en el año 2007, se ha distinguido por ser durante varias décadas la Directora de la “Escuela Preparatoria Ángel Anguiano” y desempeñar actualmente el cargo de Regidora de Cultura del H. Ayuntamiento 2010-2013.

49. Don Mariano Ibarra Díaz, quien tenía el cargo de Alcalde 1º  en 1864, era hijo de Don Clemente Ybarra Martín y de Doña María Dolores Díaz Alba. Don Mariano Ibarra se unió a la familia Mayagoitia al contraer matrimonio el 26 de Octubre de 1864 con Doña Epigmenia Mayagoitia, hija de Ignacio Mayagoitia y Servín de la Mora y de Doña Trinidad Torres.  Algunos de los hermanos de Don Marino, continuado gobernando la Encarnación aún después de Restaurada la Republica, debiendo ser importantes los nexos regionales, como el haber contraído matrimonio su hermano Don Luis Ibarra Díaz con la Laguense Doña María Paula Sanromán Padilla, tía del célebre Liberal Don Agustín Rivera y Sanromán.

50. Probablemente Don Antonio Cervantes, quien fungía de Alcalde 2º en 1864, sea el padre de Don Vidal y Don Regino Cervantes Sánchez, pues Don Antonio Cervantes Guzmán procedía del Rancho “La Laja”, ubicado en la misma zona en que se encontraban “La Cofradía de los Sanromán” y “El Sauz de los Ybarra”, donde se establecieron algunos de los miembros de la familia “Ybarra Díaz”.

51. Don Francisco Díaz, una de las personas encargada de reunir fondos para terminar la presa y gozar así de los benéficos del vital liquido pues  además de contar con huertos en el Barrio de San Pablo, tenia terrenos en “La Noria” y “La Tiza”, mismos que heredo en 1888 a sus descendientes. Contrajo matrimonio el 26 de Junio de 1837 con Doña Faustina Cuellar, padres entre otros de Don José Ángel Díaz Cuellar.

52. En 1981 el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo publicó el libro titulado El Santuario de Jesús María y José, con motivo del Centenario de su Consagración. En él, además de conocer los datos publicados cien años antes por Don Vidal Cervantes, saca a la luz pública interesantes documentos relacionados con la construcción de este interesante Monumento Histórico-arquitectónico que ha embellecido a nuestra ciudad y desentraña la biografía de un gran número  de personajes que contribuyeron a su engrandecimiento al transcurrir el siglo XIX. Uno de ellos es precisamente el Presbítero Don Juan Crisóstomo Parga Lozano,  originario de la Región de Bernalejo, hijo de Don Ignacio Parga y de Doña María de Jesús Lozano.  El Padre Don Juan C. Parga se hecho acuestas la construcción de este Santuario, en pago de una promesa pues cuando viajaba en compañía de otros dos sacerdotes rumbo a San Francisco en la Alta California a recibir la ordenación sacerdotal, por encontrarse desterrados de la Republica Mexicana los Señores Obispos. En este viaje, cerca de los arrecifes de Navidad, el 27 de Julio de 1862 se incendio el Buque Puerta de oro en el que viajaban,  tras haberse encomendado a los dulces nombres de Jesús María y José,  haciendo votos de construirles un santuario. Así después de haber naufragado por barios días en los arrecifes fueron rescatados por el Vapor llamado San Luis, siendo este el motivo por el cual a su llegada a la Villa de la Encarnación inició la construcción en testimonio de de la más grande y justa gratitud, dejando plasmado el milagro en unos retablos o exvotos pintados, que se conservaban en uno de los cubos de las torres hasta  la década de 1970, pues se dice que fueron llevados a la Ciudad de Guadalajara por el Padre Jorge Brito, Misionero del Espíritu Santo quien era un  admirador de esta magna obra (Cervantes Vidal, 1881: ; Quesada Cervantes 1922:29 y 30; Hernández Lugo Ezequiel, 1981: 22, 23 y 90; Hernández Chávez Rodolfo H., Inventario de Monumentos del Municipio de Encarnación de Díaz Jalisco, Ficha No. 156, Parroquia de Jesús María y José, 1993:823-830).

53. Don Victoriano Molina García, era originario de la Ciudad de León Guanajuato, hijo de Don Miguel Molina y de Doña Mariana García. Luego de establecerse en la Villa de la Encarnación contrajo matrimonio el 25 de Marzo de 1868 con Doña María de la Encarnación Quesada Dávalos, hija de Don José María Quesada Romo y de Doña María San Juana Dávalos.  La familia Quesada era una familia dedicada  al comercio y se le relacionaba originalmente con el Barrio de San Pablo, antiguo Sauz de los Macias.  Los Quesada a pesar de haberse establecido en el Sauz desde el Siglo XVII no tuvieron en 1760 la calidad de fundadores de la Villa de Nuestra Señora de la Encarnación, motivo por el que en un inicio debieron de ser excluidos de la vida política, al igual que las demás familias que se continuaron radicando en el Barrio de San Pablo, pues según el padrón levantado en 1823 en dicho Barrio vivía el Párvulo Don José María Quesada Romo, en casa de sus padres Don Juan Ignacio de Quesada y Doña María de Jesús Romo Gómez, quienes contrajeron matrimonio el 27 de Enero de de 1821. Siendo Doña María de Jesús una de las hijas de Don José Ignacio Vicente Romo Portillo quien en 1817 se desempeñó como Alcalde Constitucional de la Villa de la Encarnación. Además de sus nexos con la familia Romo-Portillo, Don José María de Quesada era primo segundo del Arzobispo Don Jacinto López y Romo, pues Don Juan de Quesada  y López de Nava, padre Don José María, era hijo de Don José Ignacio de Quesada y Carrión y de Doña María Casilda de San José López de Nava y Romo de Vivar, hermana de Don Vicente Adauto López de Nava y Romo de Vivar, quien fue el abuelo del Arzobispo López y Romo, siendo ambos bisnietos de Don Juan López y de Doña Ysidora Ramírez. Por esta razón la familia Quesada Lopez debió de heredar  su primer propiedad en el “Centro de la Villa”, en terrenos  que fueron donados para la fundación por Doña Ysidora Ramírez. Como parte de la tradición familiar se sabe que Don Juan de Quesada participó durante la Guerra de Independencia y se dedicó al comercio, probablemente la tienda de la familia Quesada López es la que aún se ubica pasando el Puente de San Pablo en la esquina de las calles “Ayuntamiento y Calvillo”, pues dicha tienda llegó a ser propiedad de la familia Ortuño Quesada, hijos de Doña Modesta Quesada López, hermana de Don Juan de Quesada y esposa de Don Ramón Ortuño; casi toda esa manzana del Barrio de San Pablo, que colindaba con el Rio, fue  de la familia Quesada desde el Virreinato, y estaba compuesta por una casa con huerta y tierras de labor. Respecto de la participación de los miembros de la familia Quesada dentro del Ayuntamiento, Don Alfonso Quesada Cervantes fue quien escribió que “Las calzadas que existen en el camino que conduce a Aguascalientes y que se encuentran en los puntos llamados El Tecolote y El Tigre, fueron hechas en el año de 1834, siendo construidas con fondos de la Federación, y quien se encargó de dirigirlas fue el Señor Don José María de Quesada Romo, quien fungía el Puesto de Munícipe en el Ayuntamiento de entonces”. Por su parte, mi primo Don José Luis Quesada Morán en su exquisito libro titulado De Ollas y Cazuelas,  Cocina, vida y milagros en la Villita de la Encarnación, hace mención que su tatarabuelo Don José María de Quesada y Romo de Vivar fundó una gran tienda de abarrotes a mediados de los años treinta del antepasado siglo, pero por documentos que posé de su hijo Don Ausencio Quesada Dávalos, su bisabuelo, este cita su antigüedad en 1859, teniendo el giro de abarrotes, importaciones y Sucursal del Banco de México, distribuyendo también el “muy famoso jabón en pan Aurora” que ellos mismos fabricaban. Por los impresos que publicitaban al Seminario Conciliar de Jesús María y José,  y que fueron dados a conocer por Don Humberto Chávez Aranda, sabemos que en esta “Casa de comercio del Señor Don José María Quezada”, suegro del Maestro Molina, se vendían los libros para la enseñanza y que sirvieron de texto en el Seminario. Fue debido al enlace matrimonial con Doña Encarnación Quesada Dávalos, que Don Victoriano vivió por la hoy “Calle de Bravo”, a espaldas de la casa de sus suegros, siendo este el motivo por el que a dicha calle se le conoció por muchos años con el nombre de “Calle de Molina”.  Pero como Doña Encarnación, falleció dejando una hija pequeña, Don Victoriano contrajo un segundo matrimonio el 7 de Agosto de 1872 con Doña Mariana de Anda Villalobos, rica heredera de los negocios de su padre Don Mariano de Anda Pérez, con quien procreo a Carlos Roberto Molina de Anda, bautizado el 28 de Julio de 1873, quien fue el constructor de la elegante casa porfiriana conocida como “Casa del León de Oro”, ubicada en la Calle 5 de Mayo en el costado oriente de “La Casa Municipal”. Don Carlos Molina de Anda adquirió la casa el 17 de Octubre de 1900 por compra a la Señora María del Refugio Aranda Villalobos, quien la había heredado el 29 de Noviembre de 1894 de Doña Rita Villalobos, pues la propiedad originalmente incluía la tienda de la  esquina que fue de Don Luis Villalobos Franco. Luego de reformada la propiedad Don Carlos R. Molina vendió el 28 de Octubre de 1908  la finca “Denominada El León de Oro” a su Madre la Señora Mariana de Anda Villalobos Viuda de Molina (Quesada Cervantes Alfonso, 1922:34; Quesada Moran José Luis, 2010:47 ; Hernández Chávez Rodolfo H,  “La Casa con Huerta de la familia Quesada” y “La Casa del León de Oro”, en Las Casas de Encarnación de Díaz, Inédito, versión digital).

54. Don José María Guerra y de Alba, era hermano de Don Manuel Jacinto Guerra y de los Señores obispos Guerra y Alba, pues era el decimo de los hijos de Don Francisco Guerra y Gómez de Portugal y de su primera esposa Doña Gertrudis de Alba y Verdín, propietarios del Rancho El Caquixtle. Don José María Guerra contrajo matrimonio el 5 de Agosto de 1839 con Doña Francisca de Chávez, originaria de la comunidad de San Marcos, e hija de Don José de Chávez y de Doña María Trinidad Aguilera. Don José y su esposa fueron dueños del Rancho “San Carlos”, y procrearon entre sus hijos a Doña Clemencia Guerra y Chávez, quien fue la primer esposa de Don Manuel Jacinto Guerra; y a Don Eugenio Guerra y Chávez, casado en 1881 con Doña Juana Romo Pérez, padres a su vez de Doña Elvira Guerra Romo, quien fue la esposa de Don Wistano Quesada Calvillo (González Leal Mariano, La Familia Guerra, 1983: 53-55).

55. Don José Ausencio Quesada Dávalos, cuñado del Maestro Don Victoriano Molina,  nació el 18 de Diciembre de 1841 era hijo de  Don José María de Quesada Romo y de su primer esposa Doña María San Juana Dávalos, quienes habían contraído matrimonio el 22 de Febrero de 1841. Una de las casas más antiguas donde vivió Don José María con su familia se ubicaba en la “Calle de la Industria”, hoy “Calle Pedro Rodríguez”, haciendo esquina con la “Calle de Guerrero”, esta casa la vendió Don José María el 1º de Enero de 1858 a su pariente Don Lorenzo López, padre de Don Sixto López distinguido industrial en el ramo de los Zarapes; la venta de su casa coincide con la partida de Don José María y su familia en busca de fortuna, pues se trasladan un año a la Ciudad de Aguascalientes,  tal vez regresan en 1859 y fundan la Casa de Comercio llamada “La Gran Tenochtitlán”, para luego hacia finales de 1863 trasladarse a vivir  por un año en el Venado, San Luis Potosí, lugar en el que fallece y es sepultada  Doña Juana Dávalos. También durante su estancia en el Venado, Don José María de Quesada conoce a la joven María del Pilar Pérez Pérez, originaria de Las Piedras de Amolar en la Jurisdicción de San Juan de los Lagos pero avecinada por esas fechas en el Venado. La familias Quesada Dávalos y Pérez Pérez regresan a la Villa de la Encarnación en 1864 y el 14 de Marzo de 1865 Don José María de Quesada contrae un segundo matrimonio con Doña María del Pilar Pérez Pérez. Según los papeles que conservan sus descendientes, a su regreso Don José María alterna la venta de los más variados productos, con el préstamo hipotecario y la compraventa de propiedades urbanas y rusticas, teniendo que entablar para ello diversos pleitos legales con sus acreedores. Por platicas que he tenido en diversas ocasiones con mis primos Don Godofredo Quesada Guerra, Don Enrique Payan Quesada y más recientemente con Don José Luis Quesada Moran, se que el Tatarabuelo Don José María Quesada acrecentó la Vieja Estancita, propiedad de la familia desde el Siglo XVII para transformarla en un gran empresa agrícola, ganadera y comercial, agregándole entre otras propiedades la Antiquísima Hacienda de San Rafael de los Charcos, conocida como “Charcos de Quesada”. Tras la Muerte de Don José María de Quesada el 2 de Febrero de 1878, su fortuna fue dividida  el 19 de Noviembre de 1879 entre sus hijos y nietos. Tocándole a Don Ausencio la Casa de Molina, la casa en la esquina de Guerrero y Molina la cual se sabe fue su primera casa nupcial  y la tienda “La Mexicana” en la esquina de La Industria y Allende,  a un costado del Templo Parroquial. Don Prospero Quesada Dávalos heredó entre otras propiedades “La Gran Tenochtitlán” y la casa contigua a la tienda de de su hermano por la Calle de la Industria, propiedades que poco tiempo después adquirió Don Ausencio para su hijo Baudelio Quesada Calvillo.  Mis primos también me han comentado que por tradición familiar saben que su bisabuelo Don Ausencio adquirió la Hacienda de San Antonio por herencia de su primera esposa Doña Merced Aranda Villalobos con quien contrajo matrimonio en la Parroquia de la Encarnación el 1º de Agosto de 1861. Sin embargo el propio Don Ausencio declara en 1900 en el Registro del  Catastro haber conformado la “Hacienda de San Antonio y anexas”,  por varias compras de ranchos en “La Cañada de los Charcos” a partir de 1869, entre ellos adquirió fracciones de la “Hacienda de San Antonio el Teopán” antigua heredad de la familia Villalobos, como la realizada el 12 de Mayo de 1890 en que adquiere parte de las tierras propiedad de Don Luis Villalobos Franco, además terminó por comprar a sus hermanos, a su madrasta Doña Pilar  Pérez Viuda de Quesada y a sus medios hermanos las tierras de  “La Estancita”, logrando consolidar un gran emporio característico de los tiempos del Porfiriato, al que nombro “Negociación Agrícola San Antonio y Anexos”. siendo este el motivo por el cual Don José Gallardo Alba, lo hace el principal protagonista de su Novela de la Revolución, titulada “Los Humillados” y publicada por la Editorial Querétaro en 1945, en la cual le asigna a Don Ausencio Quesada el seudónimo de “Don Andrés Quintana” y lo describe como: “(…) dueño de las haciendas de San Jacinto y anexas y uno de los más ricos de la localidad, aparte de terrateniente es buen comerciante, tiene una tienda donde vende todo lo mas que se puede vender (…) pero su clientela al contado es escasa, y por lo mimo, opera al fiado con los que están en mala situación o tienen apuro de momento, siempre que sean poseedores de algunos bienes con que garantizar lo que les facilita (…)” Don Ausencio falleció el 8 de Enero de 1917 en la Ciudad de Guadalajara, Jalisco, lugar al que se trasladó a consecuencia de la Revolución Mexicana (Gallardo Alba José,  Los Humillados, 1945:12; Hernández Lugo Ezequiel, “La Calle Rodríguez”, artículo publicado en su sección “Provincia Corazón de México” del Boletín Encarnación Rotario,  Año VI No. 68, 10 de Marzo de 1979:7; Hernández Lugo “De Criolla Estirpe”, 1989:30-32; Hernández Chávez Rodolfo H., Los Quesada, un Familia Milenaria, 2006, Inédito, Versión digitalizada; Hernández Chávez, “El Origen de la Ganadería y la formación de las Haciendas y los Ranchos en la comarca de Encarnación”, Capitulo que me fue publicado por la Licenciada en Comunicación Doña Lucila Martin Parga en el Libro  Asociación Ganadera Local de Encarnación de Díaz, Jal. 1959-2009, Esquema No 4, 2009:82). 

56. Don Ramón Aranda Villalobos, fue hijo de Don Miguel Aranda Villalobos y de Doña Gumersinda Villalobos Franco, contrajo matrimonio con Doña Valeriana Muñoz Díaz, hija de Don Máximo Muñoz y de Doña Cesaría Díaz Aba. Algunas de las personas más antiguas que le toco entrevistar al Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, le aseguraban, que esta Doña Cesárea y su hermana Doña María Díaz “eran medias hermanas del General Don Porfirio Díaz”. La familia Aranda se integró a la Oligarquía local al finalizar el Virreinato gracias a sus nexos con la familia Xaymes, siendo por sus obras materiales Don Francisco Aranda y Xayme una de las Autoridades de Encarnación que  mas debe de ser recordada; la familia Aranda logró conservar un papel protagónico en la política, la economía y la cultura al transcurrir los Siglos XIX y XX gracias a sus alianzas matrimoniales con la familia Villalobos Franco, durante la Independencia y con la familia Ybarra San Román, durante la Restauración de la Republica, emparentando con la familia Calvillo durante el Porfiriato. Hermanas de Don Ramón fueron Doña María Francisca Aranda, nacida en 1842, quien ingresó al convento de Religiosas Capuchinas de Lagos, teniendo que regresar a Encarnación a vivir en exclaustración a consecuencia de las Leyes de Reforma, falleciendo el 15 de Febrero de 1884, siendo sepultada en el interior del Santuario de Jesús María y José; también fue su hermana Doña Ángela Aranda, quien dejo un legado de sus bienes, el cual fue destinado en 1903 para la construcción de la capilla de la Santísima Virgen de Guadalupe en el interior del templo parroquial (Hernández Lugo Ezequiel, “De Criolla Estirpe”, 1989:92-95; Chávez Aranda Humberto, Felipe Ramírez, Sacerdote Ejemplar, 2010:131).

57. El Licenciado Don José María Lozano, era hijo de Don José Santiago Lozano Jiménez y de Doña Mariana Mora Verdín. Aunque los Lozano se habían mantenido en sus propiedades rusticas al margen de la vida política de la Villa, comenzaron a participar en el México Independiente al enlazar con la familia integrada por los hijos de Don Santiago de la  Mora habidos en sus diferentes matrimonios, pues Don José Pánfilo Mora Pérez fungió en 1823 como Alcalde 2º Constitucional; Don Luis de la Mora y Verdín, fue el segundo esposo de Doña María Isabel Franco Viuda de Don Juan José Villalobos Gama  y madre de la familia Villalobos Franco quienes además de participar en la vida política y cultural fueron grandes benefactores de Encarnación como sus hijos Don Luis y Doña Sacramento Villalobos Franco, por su parte,  su hijo el Licenciado Don Toribio Mora Franco, casado el 8 de Julio de 1868 con Doña María Isabel Padilla Lozano, se desempeñó de 1867 a 1911 como “Notario de Numero”, cargo que este compartió con su primo hermano el Licenciado Don José María Lozano Mora, quien tubo de 1879 a 1892 la otra  Notaria Publica que había en la Encarnación. Don José María Lozano también fue Alcalde en los años de 1876 y 1885, contrajo matrimonio con Doña Eleuteria Cuellar, y falleció el 13 de Diciembre de 1892 a los 56 años de edad (AHEJ, Protocolos Notariales de Encarnación de Díaz, Jalisco; Hernández Chávez Rodolfo H., 2008:165 y 327-329; Hernández Chávez, Esquemas genealógicos de las familias oligárquicas de Encarnación de Díaz Jalisco, Inédito, Versión digitalizada).

58. Don Juan Antonio Lozano, era originario de la comunidad de “San Sebastián”, hijo de Rafael Lozano y de Rafela Villalobos, nieto paterno de Don Ygnacio Lozano y Doña Ygnacia López y nieto materno de Don José María Villalobos y de Doña Rita de Alva. Contrajo matrimonio el 2 de Agosto de 1834 con su prima hermana  María del Refugio Alba Lozano, originaria de la Villa de la Encarnación, e hija de Juan Alba y de Juana Lozano, nieta paterna de Don Santiago de Alva y de Doña Gertrudis Hernández, y materna de Don Ygnacio Lozano y de Doña Ygnacia López.

59. Don Manuel Y. Alba González, fue hijo de Don José María de Alva  y Verdín y de Doña María Josefa González,  originarios y vecinos  del Rancho “El Caquixtle”, quienes contrajeron matrimonio el 5 de Marzo de 1821. Don José María de Alva y Verdín, era hijo de Don José Ignacio Tiburcio de Alva y Moreno, originario del Rio de los Lomelines  y de Doña María Ignacia Verdín Romo hermanos de Don José Antonio Patricio de Alva y Moreno y de su esposa Doña Guadalupe Verdín Romo, quien fueron vecinos de Santa Catarina y antepasados de Don Tomas María de Victoria de Alba, quien fuera por muchos lustros Tesorero del Ayuntamiento de Encarnación. Hermanas de Don José María fueron Doña María Gertrudis y Doña María Josefa de Alba y Verdín, quienes fueron la primera y la segunda esposa de Don Francisco Xavier Guerra y Gómez de Portugal, dueño de El Caquixtle y padre entre otros de los Obispos Guerra y de Don Manuel Jacinto Guerra Alba, quien era primo hermano de Don Manuel  Y. Alba. Don Manuel contrajo  matrimonio el 4 de Julio de 1864 con Doña María Antonia Díaz Alba, hija de Don José Demetrio Díaz de Sandi y Hernández y de Doña María de los Ángeles de Alva López. Don Manuel Ygnacio Alba logró consolidar la Hacienda de Media Luna, misma que heredo a su hijo el Presbítero Don Manuel R. Alba quien finalmente la fraccionó y terminó por vender la Casa Grande en 1911 a la familia Álvarez. Tal vez no debemos olvidar que una hijita de este Rico Hacendado, llamada Apolonia Josefa de Alva y Díaz, fue el primer cadáver que se sepultó oficialmente en las Gavetas del Panteón del Señor de la Misericordia el 17 de Abril de 1873.  Don Manuel Y. Alba falleció en 1896 (González Leal Mariano,  Capitulo “Alba de”, del Tomo II de Retoños de España en la Nueva Galicia, 1983:51; Hernández Lugo Ezequiel, De Criolla Estirpe, 1989:64 y 65; Hernández Chávez Rodolfo H., 2008:142; Hernández Chávez, “El Origen de la Ganadería y la formación de las Haciendas y los Ranchos en la comarca de Encarnación”, Esquema No. 6, 2009:13 y 84).

60. Don Luis Hernández Muñoz, era originario de “Los Sauces”, hijo de Don Marcial Hernández Cuellar y de Doña Guadalupe Muñoz, eran sus abuelos paternos Don José Ygnacio Hernández de Alva y Doña María Asunción Cuellar, vecinos que fueron  del “Rio de los Sauces”; en cambio su bisabuelos Miguel Antonio Hernández Ramírez, fue originario y vecino del Sauz de los Macias, casado en 1754 con Doña María José de Alva y Barba originaria de la Hacienda de San Miguel de los Alvas. La familia Hernández de los Sauces se convirtieron en los principales dueños de tierras contiguas a la  “Hacienda del Mesón de los Sauces” y con el paso del tiempo participaron de la vida comercial de la Villa de la Encarnación. Don Luis Hernández contrajo matrimonio el 30 de Enero de 1860 con su pariente Doña Desideria Hernández Salado, hija de Orulo Hernández y de Doña María del Refugio Salado.

61. Don Lázaro Mora Verdín, fue contemporáneo de Don Mariano de Anda, pues fue bautizado en la Parroquia de la Encarnación el 24 de Diciembre de 1800 como hijo de Don José Santiago de la Mora y de su tercer esposa Doña María Rosalía Verdín. Don Lázaro, quien era hermano de Don Luis Mora Verdin, el segundo esposo de Doña Isabel Franco Viuda de Villalobos, contrajo matrimonio el 30 de Mayo de 1825 con Doña María López Chávez, hija de Don Manuel López y de Doña Rafaela Chávez.

62. Don Julio Quesada Romo, fue hermano menor de Don José María de Quesada, contrajo matrimonio el 2 de Agosto de 1866 con Doña María Merced Viramontes Órnelas, hija de Don Ignacio Viramontes y Doña María de Órnelas. Don Julio y Doña Merced fueron padres de Don Juan Quesada Viramontes, nacido el 26 de Enero de 1868 quien era el encargado de la “Agencia de Correos” al principiar el Siglo XX. Se sabe que la familia de Don Julio estuvo apoyada económicamente por Don José María de Quesada, quien les prestaba una casa por la Calle de Molina, pero al ocurrir una desgracia en la familia Quesada Viramontes, sus miembros emigraron por distintos rumbos, como Doña María Soledad, nacida el 26 de Abril de 1881 y casada con Don Pomposo Alba, quien con toda su familia se fue a vivir a los Estados Unidos (Hernández Lugo Ezequiel, “Calle Rodríguez”, Boletín Encarnación Rotario, No. 71, Agosto y Septiembre de 1979:8-10).

63. Don Prospero Quesada Dávalos, nacido en 1849 fue el tercer hijo de Don José María de Quesada y de su primer esposa Doña San Juana Dávalos. Heredo de su padre una casa en la calle de la Industria y la tienda conocida como “La Gran Tenochtitlán” por la Calle Allende, aun costado del Templo Parroquial. Por su inicial espíritu emprendedor fue dueño del “Hotel del Refugio”, ubicado por la Calle de los Mesones el cual dejo de herencia el 3 de Enero de 1898 a su esposa Doña Josefa Cervantes, hija de Don Casimiro Cervantes quien hacia el año de 1900 lo tenía rentado a Don Juan N. Villalobos. Al enviudar Doña Josefa, tuvo que sacar adelantes a su familia integrada por María Quesada Cervantes, quien casó con Daniel Aranda Villalobos,  hermano de Don Ramón, e hijo de Don Miguel Aranda y Doña Gumersinda Villalobos; y por el Impresor Don Alfonso Quesada Cervantes,  quien publicó en 1922 el libro “Apuntes Históricos sobre  la Ciudad de Encarnación de Díaz Jalisco”, motivo por el cual en los Libros de la Parroquia  es citado en su época como “Cronista de la Ciudad”, merito que es incuestionable ya que gracias a él, ha llegado hasta nuestros días los acontecimientos  históricos más importantes de nuestra población y que valen la pena recordar.

64. Marcos Rodríguez Cruz, era hijo de Ygnacio Rodríguez de Rosalía Cruz. Se unió en matrimonio a Manuela Macias Guerra, hija de Asención Macias y de Cándida Guerra, y hacia el año de 1851 residía en compañía de su esposa en el Rancho “Ojo de Agua”.

65. Don Vicente Villalobos de Anda, pertenecía a la Oligarquía de la Villa de la Encarnación, que desde el periodo Virreinal ostentaba el poder, pues era hijo Don Eligio Villalobos López originario de esta Villa y de Doña Francisca de Anda o Aldana López, originaria del Puesto de Santa María; Don Eligio a su vez fue hijo de Don José María de Villalobos y Velasco, originario de “La Labor” y de Doña María Salome López de Nava y Cuellar descendiente de los antiguos  propietarios del Sauz de los Macias y de los fundadores de la Villa de Nuestra Señora de la Encarnación. Don Vicente Villalobos contrajo matrimonio con Doña María Franco Villalobos, hija de Don Luis Franco y de Doña Marcelina Villalobos.

66. Entre las listas de alumnos del primer Seminario que existió en la Encarnación, localizadas y publicada por el Contador Don Humberto Chávez Aranda, se registran a demás de los alumnos provenientes de las clases populares, a algunos jóvenes pertenecientes a las antiguas familias de la Villa de la Encarnación:  Gabino Alba, Tiburcio Chávez; Manuel Jaime; Asunción Jiménez; Luis Calvillo Cuellar; Luis Calvillo Hoyos; Timoteo López; Norberto Macias; Teodoro Díaz; Julio Franco, Juan Huerta, Policarpo Muñoz, Refugio Pérez; Epifanio Alba; Jesús Gallo, Jesús Romo, Felipe Guerra, Rafael Alba, Manuel Lomelí, Severo López,  Antonio Morales, Atanacio Morales, Luis Villalobos, Eliseo Zermeño, Lucas Zermeño;  además de los Colegiales Antonio Cuellar, Modesto Padilla y Julio Córdova.

67. Los Problemas en el Seminario de Encarnación, fueron el  que el Padre Juan C. Parga no tomaba en cuenta al Señor Cura Don Pedro Rodríguez como su Rector, decidiendo por si solo el admitir Jovenes de mayor edad a la estipulada, dar más becas de merced que las que se podían otorgar para los alumnos pobres, llegando a convencer a un seminarista que tenia beca de merced en el Seminario de Guadalajara para que asistiera al de la Encarnación fundado por él. También admitió algunos alumnos sin concluir la escuela de primeras letras, e incluso llegó a otorgar buenas calificaciones a un alumno “cuando se sabía que era bueno para caporal” (Chávez Aranda, 2006:98 y 99).

68. El Profesor Don Martin Morán Sánchez, hijo de Don José Candelario Morán y de Doña Andrea Sánchez, era originario de San Juan de los Lagos lugar en el que había contraído matrimonio con Doña Francisca de la Torre Ramírez, con quien procreo varios hijos durante su estancia en Encarnación. Pocos años después, también de San Juan se traerá al Preceptor Don Edesio Jiménez, para hacerse cargo de la Escuela Parroquial de Niños.

69. Don Juan Cayetano Gómez de Portugal y Solís, nacido en el año de 1783 fue Teólogo y Obispo de Michoacán desde el año de 1831 hasta su muerte ocurrida en 1850. Su padre Don José Pascual Gómez de Portugal ya aparece establecido en San Pedro Piedra Gorda, al contraer matrimonio el 14 de Mayo de 1780 con Doña María Francisca Solís, es por eso que Juan Cayetano fue bautizado el 10 de Julio de 1783, en “San Pedro Piedra Gorda”, hoy “Manuel Doblado”, en el Estado de Guanajuato.

70. El Excmo. Sr. Doctor don José Ignacio Mateo, primer Obispo de Zacatecas, Caballero y Comendador de la Orden Imperial de Guadalupe bajo el Segundo Imperio; Padre del I Concilio Ecuménico Vaticano I. Hizo sus estudios primarios en Lagos y  cursó Latinidad en el Colegio de San Juan Bautista de Guadalajara, en cuyo Seminario Conciliar cursó Teología después de haber estado algún tiempo en el Colegio de San Ildefonso de Méjico.  El 24 de diciembre de 1827 fue ordenado Sacerdote en Puebla por el Obispo don Antonio Joaquín Pérez, único que quedaba en el país. El 26 de enero de 1828 cantó su primera Misa en el Convento de las Capuchinas de Lagos, siendo su padrino su tío el Bachiller don Miguel Leandro Guerra y Gómez de Portugal, benefactor de esa Villa. Fue catedrático en el Seminario de Guadalajara hasta 1839. En 1835 había recibido la borla de Licenciado en Cánones, y el 21 de julio de ese año fue doctorado en la misma Facultad. El 31 de agosto de 1837 obtuvo el título de Abogado en los tribunales de Jalisco. En septiembre de 1839 fue nombrado –como su tío el Ilmo. Sr. Dr. D. Juan Cayetano Gómez de Portugal y Solís lo había sido en su tiempo-, Cura Interino de Asientos (Aguascalientes), y en 1841 obtuvo el curato de Matehuala, San Luis Potosí, donde construyó el templo parroquial. El 22 de enero de 1836 fue nombrado Prebendado de la Catedral de Guadalajara, y el 1 de mayo de 1838 obtuvo la Canonjía Penitenciaria de esa Catedral. En 1859 fue elevado a la dignidad de Maestrescuelas. En 1846 fue electo Diputado Suplente al Congreso Federal; en l853, Provisor y Vicario General del Obispado, y hasta 1860 tuvo a su cargo varias veces el gobierno de la Mitra, habiendo sido perseguido inmisericordemente por las autoridades del gobierno civil, de corte liberal y antieclesiástico, que llegó a ponerlo en prisión. Hallándose refugiado en la ciudad de León, el 8 de abril de 1862 fue preconizado Obispo Titular de Marcópolis y auxiliar del de Guadalajara, pero el 19 de marzo de 1863 fue trasladado al recientemente creado Obispado de Zacatecas, como primero de sus Mitrados. El 12 de abril entró en su sede, y el mismo día tomo posesión de su Obispado. Estableció el Seminario y erigió el Cabildo, y en octubre de 1869 partió para Roma como Padre del Primer Concilio Ecuménico Vaticano, habiéndose hecho acompañar por su hermano don Manuel Jacinto. El 23 de abril de 1871 regresó a Zacatecas, y el 31 de mayo siguiente enfermó de pulmonía, habiendo fallecido siete días después. Dejó grata memoria de su estoicismo y piedad en los difíciles tiempos que le tocó vivir. Su Majestad el Emperador Maximiliano de Hapsburgo le condecoró en l864 con la cruz de la Orden Imperial de Guadalupe, y al año siguiente, le elevó a la dignidad de Comendador. Dejó numerosas obras escritas (González Leal Mariano, Capitulo Guerra-Valadez de su magna obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de impresión).

71. El Excmo.  Señor Doctor  don José María del Refugio   Exiquio  Camilo,  segundo  Obispo de Zacatecas,  nacido  en   el Coaquixtle y  bautizado en la Encarnación el 18 de noviembre de 1827. Habiendo recibido las Órdenes Sacerdotales en 1851. En 1853 recibió en la Universidad el grado de Licenciado en Cánones, y el 10 de julio de ese año, el Doctorado en la misma facultad. Fue Cura Párroco de Tala (Jalisco), y allí lo aprehendió un jefe constitucionalista, que lo llevó a Guadalajara hasta 1859, fecha en la que fue nombrado Cura Párroco de Calvillo (Aguascalientes). Allí sufrió duras persecuciones por parte de los enemigos de la Iglesia, quienes lo hicieron huir y pernoctar en una gruta, lo que le causó una enfermedad en la laringe de que no llegó a sanar, siéndole imposible el ejercicio de la predicación. En 1864, su hermano don Ignacio Mateo, recién nombrado primer Obispo de Zacatecas, lo llevó a su lado, habiendo tenido desde entonces en sus manos las riendas del gobierno eclesiástico. Fue Cura del Sagrario, Arcediano de la Catedral, Secretario, Provisor, Gobernador de la Mitra, y Vicario General al quedar vacante la Diócesis por fallecimiento de su Pastor. El 29 de junio de 1872 fue preconizado su segundo Obispo, y el 19 de diciembre del mismo año, el Ilmo. Sr. Dr. D. Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos lo consagró en la Colegiata de Guadalupe.  Celebró su primera Misa Pontifical el 19 siguiente. Fue notoria su caridad con los indios huicholes, a los que procuró llevar la educación y los beneficios de la civilización. Fue en muy repetidas ocasiones víctima de la furia de los liberales, de los republicanos, y de los enemigos de la Iglesia. Padecía de una grave enfermedad del corazón que se agravó al saber su promoción a la sede angelopolitana, y murió en la hacienda de San Matías, al lado de su hermano don Manuel Jacinto –que no se separó de él ni un instante durante su enfermedad- el 29 de abril de 1888, habiendo sido nombrado “sacerdote santo, pastor solícito, apóstol de la abnegación”. Es impresionante la cantidad de obras que constituyen su bibliografía (González Leal Mariano, Capitulo Guerra-Valadez de su magna obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de impresión).

72. Respecto a su bisabuelo Don Manuel Jacinto Guerra y Alba, el Doctor Don Mariano González Leal refiere  que fue bautizado con el nombre de  José  María  Manuel  Gerardo, pero que era  conocido  como  Manuel  Jacinto, al  usar dicho nombre en homenaje a su abuelo paterno.   Nació   en   el   Coaquixtle   el  día 3  de octubre de 1831 y bautizado en la Encarnación el día 8 del mismo mes. Lo describe como: “Hombre de profunda fe, empresario exitoso, viajero incansable, hombre de cultura; caballero de gran mundo y padre ejemplar, que amó a Dios y a su prójimo con inteligencia y amplitud de miras”.  Don Manuel Jacinto falleció en San Luis Potosí el 12 de octubre de 1904 (González Leal Mariano, Capitulo Guerra-Valadez de su magna obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de impresión).

 

73. El Ilmo. Señor Doctor Don José Mariano Petronilo Guerra y Hurtado, en la Universidad de Guadalajara obtuvo luego en 1835 la licenciatura en Teología, y en 1837 participó en las oposiciones a la Canonjía Magistral de la Catedral, en cuyo Cabildo ingresó como Prebendado en 1843, habiendo obtenido más tarde la Canonjía Lectoral, que tuvo hasta su fallecimiento. Estaba dotado "de clarísimo talento y grandes dotes administrativas". Fue catedrático de Teología Expositiva en el Seminario y de Teología Dogmática en la Universidad, y redactor en jefe del periódico conservador "El Mundo".  Rivera y San Román señala que "cuando murió el señor Guerra no se encontró una persona que pudiera desempeñar siquiera dos de los empleos que había desempeñado aquel hombre extraordinario (...) Fue en su tiempo el hombre de más talento en Guadalajara, después del padre Nájera, y su fama volaba fuera del Obispado de Guadalajara" (González Leal Mariano, Capitulo Guerra-Valadez de su magna obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de impresión).

74. Con la llegada a Hermosillo del XII Obispo de Sonora, el Encarnacionense Don Herculano López y de la Mora, da comienzo un intenso ejercicio pastoral para esa región, siendo una de sus obras más importantes la fundación del Seminario Conciliar el 1º de Diciembre de 1888. Durante su gobierno eclesiástico López y de la Mora también  desempeñó el cargo de Vicario Apostólico de Baja California, el cual entregó a los Misioneros de San Pedro y San Pablo en el año de 1895 (www.arquidiocesishermosillo.org).

75. Los Biógrafos de Don Jacinto López y Romo, han dejado escrito que:  por su afable carácter y porque desde sus más tiernos años vivió y se formó a la sombra benéfica de la Iglesia Católica, recibía la estimación de todas las personas que tenían un trato con él, obtuvo una beca de merced en el Seminario. Fue determinante para que su Ilustrísima Don Pedro Espinosa y Dávalos asignara como su familiar al Joven Bachiller, la amistad que tenía su hermana Doña Refugio López y Romo con Doña Rosa Gracia de Morelos, quien era sobrina de su Ilustrísima y a la vez su ama de gobierno. Fue  a mediados de 1860 que por motivos de la Guerra de Reforma, el Obispo Espinoza tuvo que abandonar su sede dejando los asuntos de la diócesis en Don Jacinto quien desempeñó las funciones de Secretario interino. Al volver el Señor Espinoza investido como el primer Arzobispo de Guadalajara durante el Imperio de Maximiliano, Jacinto fue ascendido hacia 1864 o 1865 como Oficial Mayor del Arzobispado, cargo que desempeño por cinco años. A raíz del fallecimiento del Señor Espinoza y Dávalos, y tras la designación del Doctor Don Pedro Loza y Pardavé como Segundo Arzobispo de Guadalajara, en mayo de 1869 Don Jacinto fue nombrado Prosecretario del Gobierno Eclesiástico, desempeñándose como tal durante tres años, para luego durar trece años prestando sus servicios como Secretario de la Sagrada Mitra; en 1875 fue nombrado Canónigo del Senado Episcopal, siendo luego promovido al primer lugar de la Curia del Cabildo de Guadalajara, cuando fue designado como Obispo de Linares. Habiendo prestado sus servicios en la Curia Eclesiástica del Arzobispado de Guadalajara, durante treinta y dos años. Fue así como Jacinto López y Romo consagró toda su vida a glorificar a la Iglesia y a engrandecer a la Encarnación (Chávez Aranda, 2005: 21, 27,  33, 37, 41, 48,49, 50-53).

76. Según datos que me fueron trasmitidos por Don José María de la Paz Córdova, al elaborar mi Tesis  Profesional en 1992: La casa natal del arzobispo Jacinto López y Romo, fue adquirida en la segunda mitad del siglo XIX por el matrimonio formado por José María Córdova y Mercedes Córdova, quienes son los que  encargan a los hermanos Arriaga pintar en sus muros pasajes bíblicos copiados del libro “La Historia de la Religión” (Hernández Chávez Rodolfo H., Inventario de Monumentos del Municipio de Encarnación de Díaz, Jalisco, El Desarrollo de la Arquitectura en la Ciudad de Encarnación de Díaz, Jalisco, Ficha No. 027, “Casa del Arz. Jacinto López”, 1993: 541-544).

77. El Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, quien se ha dedicado a la investigación desde  el año de 1965, localizó  que uno de los Maestros más antiguos que se registran es Don Ignacio Gallardo, quien falleció el 15 de Septiembre de 1819, “Su entierro fue de gracia por haber enseñado las Primeras Letras en esta Villa”. Sabemos gracias a la historia estatal, que después de Consumada la Independencia de México, la Constitución Local del Estado de Jalisco, en su artículo 260, sentaba el compromiso de crear escuelas de primeras letras en todos los pueblos de la Entidad; el 20 de Marzo de 1826 el Congreso Estatal aprobó y publicó un plan general de estudios, en el cual se concretaba que en todos los planteles Municipales por instalarse en todos los pueblos jaliscienses se enseñara a leer y escribir, rudimentos de aritmética y un catecismo religioso, moral y político en el que se hablaría por vez primera de los derechos del hombre postulados en Francia. Fue el Gobernador Pedro Tames, quien promulgó el  29 de Mayo de 1834 el segundo Plan de Estudios, el cual ratificó el método Lancasteriano como el Oficial para las Escuelas Estatales. En el fichero del Archivo Histórico de Jalisco, me ha tocado ver que a partir de la segunda mitad del siglo XIX existen referencias de documentos que hacen alusión al “Ramo de Educación en la Encarnación”, para quien quiera profundizar en ese tema. Sin embargo, por datos localizados en el Archivo del Arzobispado de Guadalajara por Don Humberto Chávez Aranda y publicados en La Educación en Encarnación, sabemos que en dicho archivo  se hace referencia a la Escuela Municipal a partir de 1840; que el Maestro de Capilla era Don José María Delgado; que en el año de 1857 los Preceptores se negaron a rendir la protesta de la Constitución por lo que renunciaron; que la Escuela de primeras para niñas fue clausurada por el Ayuntamiento el año de 1859  y que fue por cláusula expresa de la fundación que el Señor Cura Don Florencio Santillán, como miembro de la Comisión de Vigilancia de los Establecimientos de Enseñanza de ambos sexos volvió a tener intervención en 1864, visitando la escuela de Niños, y que viendo el abandono en que se hallaba por falta de utensilios y recomposiciones, solicitó el 9 de Marzo de 1864 la autorización para “emprender la obra de un salón con su respectivo departamento, construyéndose en un terreno perteneciente a la Cofradía del Santísimo, situado en el centro de la población y contiguo a la misma Parroquia y casa de la misma Cofradía que ocupa el Curato, la que en su mayor parte de fabrica se hizo con fondos de la referida Obra Pía para que sirviera también de casa de ejercicios”; En Mayo de 1867 el Gobernador Gómez Cuervo expidió una ley del Magisterio estableciendo un nuevo programa para niños y niñas con base en la lectura, la escritura, urbanidad y moral, tal vez por eso fue que el Ayuntamiento de Encarnación el 5 de Julio de 1867, aprobó la solicitud de la Preceptora Felipa Romo para un “establecimiento de enseñanza para las niñas pobres, y a precios módicos convencionales con los padres de familia respecto de los que no se consideran indigentes”, comenzando a funcionar la escuela de Niñas en el Local de Don Alejo Cornejo. El 1º de Octubre de 1868, el Gobernador sustituto Emeterio Robles Gil, de acuerdo con la Reforma Educativa iniciada por el Gobierno de Juárez, decretó que se excluía la enseñanza religiosa de las escuelas primarias oficiales, sin embargo dos semanas después se vio obligado a “derogar las limitaciones estatales que privaban al Clero del derecho de tener a su cargo ó dirigir algún establecimiento de enseñanza”, quedando abierta la posibilidad de que la Iglesia procediera a crear las llamadas Escuelas Parroquiales: por autorización del Arzobispo Don  Pedro Espinoza y Dávalos, en Septiembre de 1869 dio inicio la ampliación de la Escuela de Niños, a pesar de que el terreno se consideraba propiedad del Ayuntamiento a consecuencia de las Leyes de Reforma. A pesar de las dificultades para construir nuevos salones para las escuelas parroquiales, los preceptores y parte de su alumnado debieron abandonar el inmueble de la Escuela Municipal, ubicado en  la misma manzana del Ayuntamiento, donde antes había funcionado el antiguo “Mesón de Guadalupe”, es por eso que en 1874 en el informe cuatrimestre de la parroquia, se notifica que el Ayuntamiento ha abierto dos escuelas para ambos sexos, “Dirigidas por preceptores de primer orden y de buena conducta católica”. Los inmuebles que albergaron a las Escuelas Parroquiales, y que hoy son un orgullo arquitectónico de la Ciudad de Encarnación, al ubicarse en ellos la Biblioteca Pública Astrónomo Ángel Anguiano y el Auditorio Municipal Doctor Pedro de Alba. La primera, anexa al curato, fue terminada de construir en 1877 durante la administración del Señor Cura Don Crescencio González, que a pesar de haber sido construido como plantel para niños, luego se adaptó entre 1884 y 1885 para alojar a la “Escuela Parroquial de Niñas de la Purísima Concepcion”; construyéndose un nuevo plantel para “Escuela Parroquial de Niños de Nuestra Señora de Guadalupe”, en terrenos de la casa que fue dejada por Don Antonio Xaime y Trillo a su hijo el Presbítero Don Rafael Jaime, quien al morir intestado “quedo debiendo a la vacante de este Curato una cantidad superior al valor de estas fincas” . Según los informes registrados en el libro de gobierno, el 27 de Junio de 1884, estaban en construcción tanto la escuela parroquial de niños como la casa de preceptoras (Archivo de la Notaria Parroquial de la Encarnación, Libros de Gobierno; Archivo del Catastro Municipal de Encarnación de Díaz, Libros de Manifestaciones, 1899-1900; Hernández Chávez Rodolfo H., Inventario de Monumentos del Municipio de Encarnación de Díaz, Jalisco, El Desarrollo de la Arquitectura en la Ciudad de Encarnación de Díaz, Jalisco, Fichas No. 007, “Auditorio Doctor Pedro de Alba/Escuela Parroquial de Niños”, 1993: 471-474;  No. 008, “Casa de Preceptores”, 1993: 475-478; No. 009, “Biblioteca Astrónomo Ángel Anguiano/Escuela Parroquial de Niñas”, 1993: 479-488; y No. 010, “Casa de Preceptoras”, 1993: 489-491;  Chávez Aranda José Humberto, La Educación en Encarnación, 2009: 33, 34, 37 y 63).

 

78. En su libro titulado Seminario de la Parroquia de Encarnación, Don Humberto Chávez Aranda menciona que en el mes de Octubre de 1868, se otorgó al Presbítero Don Juan Crisóstomo Parga, el permiso para establecer en la Villa de Encarnación, una institución educativa dedicada a la enseñanza de latinidad, concediéndose facultades de expedir certificados a sus discípulos para que en vista de ello, no tuvieran que cursar las mismas cátedras, los que quisieran continuar sus estudios en el Seminario de la Capital Tapatía. Durante este primer ciclo escolar se tuvo trece alumnos, siendo todo un acontecimiento los exámenes públicos efectuados en el verano de 1869, porque la Autoridad Política de esta población, juntamente con las principales personas de la misma, ofrecieron y suplicaron que estos actos tuvieran lugar en el “Salón del Ayuntamiento”, ofreciendo a la vez adornarlo, ayudadas de todo el vecindario quien se prestó con la mas espontanea voluntad. Los alumnos que estudiaron mínimos y menores fueron examinados por el Párroco y los Señores Don Victoriano Molina, Don Prospero Quesada y el Licenciado Don Vicente Calvillo, participando también en los actos el Licenciado Don Ysidoro Jaime, quien pronunció un discurso y Don Prospero Cornejo que leyó poesías (Chávez Aranda,  2006: 17, 18, 20, 21, 24 y 25).

79. Por libros impresos y encuadernaciones que se conservan en el Archivo de la Notaria Parroquial, sabemos que la primer imprenta con la que contó la Villa de la Encarnación, fue la de Don Cirilo Arriaga, la cual funcionó por lo menos en las décadas de 1860 y 1870. Don Cirilo Arriaga, nació en esta Villa en el hogar de Don Genaro Arriaga y Doña Rosalía Gutiérrez, propietarios del llamado “Cerro de Arriaga”; Cirilo contrajo matrimonio el 5 de Agosto de 1854 con Doña Viviana Genara del Refugio de Alba González, hermana del rico hacendado Don Manuel Y. Alba, e hija de Francisco de Alva Verdín y de María de Jesús González Muñoz. Gracias a los impresos del Seminario Auxiliar de la Encarnación, localizados por Don José Humberto Chávez Aranda, se puede observar que la imprenta del Padre Parga no funcionaba aún en el año de 1869, pues estos se imprimieron en la Ciudad de Aguascalientes en Imprenta económica, a cargo de J. Trinidad Pedroza;  pero al finalizar el siclo escolar 1869-1870, las invitaciones para presenciar los exámenes públicos ya se imprimieron en la propia imprenta del Colegio Seminario de Jesús María y José, a cargo de N. González, quien probablemente sea el Colegial Nazareo González, por lo cual la imprenta debió de dejar de funcionar al dejar de funcionar el Colegio, pues para el año de 1881 cuando el Presbítero Juan C. Parga imprimió sus valiosas memorias de la “Erección del Santuario de Jesús María y José, que construyó en la Ciudad de la Encarnación”, estas fueron impresas en Guadalajara en la Imprenta de N. Parga (Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, Miscelánea No. 9, Libro o folleto 10 con 44 páginas; Chávez Aranda,  2006: 37 y 51; Hernández Chávez Rodolfo H., 2008: 220).

80. Las Sociedades de Misericordia con las que contaba en 1869 la Parroquia eran la Asociación de Caridad de Señoras y la Conferencia de San Vicente de Paul de Señores fundadas durante la Administración del Señor Cura Don Joaquín Barba (Hernández Chávez Rodolfo H., Bosquejo Parroquial, 1999).

81. En la Biografía del Señor Cura Don Felipe Ramírez, escrita por el Presbítero Don Lucio González y publicada en Mayo de 1914 en la Imprenta de “La Purísima” propiedad de Don Alfonso Quesada Cervantes.  El Padre González se refiere a las obras realizadas en el Asilo de la siguiente manera: “En una casa donada por persona piadosa, ampliándola suficientemente, dispuso un buen local para Asilo de niñas huérfanas y que posteriormente vino á servir también de Colegio, donde se imparte la instrucción primaria, hasta el sexto año, siendo atendidos Asilo y Colegio por Religiosas Mínimas, venidas á moción de él, de la ciudad de León Guanajuato”. La persona piadosa a que hace referencia este pequeño libro, por tradición oral que recordaban los exalumnos, se decía que “había sido la casa y el oratorio de Doña Sacramentito Villalobos, quien la donó para la fundación del colegio”. En la parte posterior de la capilla, se encuentra un cuarto con un enorme arco, el cual tenía en uno de sus muros una cruz de estuco, que fue destruida en la década de 1980 por los Profesores Federales que han ocupado parte de este inmueble conocido como “La Purísima”; fue la Señorita Doña Socorrito Córdova Padilla, quien durante una de las entrevistas que le hice para conocer la historia de este inmueble, me comentó que cuando asistía a este Colegio, “las niñas mayorcitas nos asustaban a las mas chiquitas diciéndonos que en esa cruz estaba enterrada Doña Sacramentito, pero luego las madres nos dijeron que ese lugar formó parte del oratorio de esta Señora”. Es gracias a las investigaciones de Don José Humberto Chávez Aranda en el Archivo del Arzobispado de Guadalajara, que hoy podemos saber que la Casa de Doña Sacramento Villalobos antes de que en Roma se le otorgara la licencia el 27 de Febrero de 1872 como oratorio privado, ya existía una licencia para la celebración de la Santa Misa en el inmueble durante los días de los ejercicios espirituales para señoras, que se practicaban todos los años durante toda la cuaresma, los del Niño Dios por otros cuarenta días en el adviento y los llamados de la quincena, desde el 1º hasta el 15 de Agosto en honor de la Asunción de María Santísima. Siendo la Casa de Doña Sacramento, la que fue descrita en 1869 como “Una Verdadera Casa de Caridad”, pues en ella asistían como doscientas señoras, además de realizar en esa finca los ejercicios espirituales las Señoras de la Asociación de Caridad, también se reunían cada mes los Señores de la Conferencia de San Vicente de Paul (González Pbro. Lucio, Breves Apuntes del Nunca bien llorado Virtuosísimo Señor Cura de esta Parroquia, Pbro. D. Felipe Ramírez, 1914:6; Hernández Chávez Rodolfo H., entrevista personal con la Señorita María del Socorro Córdova Padilla en 1990; Chávez Aranda, Felipe Ramírez Sacerdote Ejemplar, 2009:193 y 194).

82. Con respecto al tema de la Jabonera que Don Manuel Jacinto Guerra tenía en “Los Sauces”, su bisnieto el Genealogista Don Mariano González Leal escribió: “(…) muy joven, comenzó a laborar como dependiente de su cuñado don Manuel Escajadillo, que en 1844 había casado con su hermana mayor doña Josefa. En 1851, don Manuel Jacinto se separó de don Manuel Escajadillo para iniciar su propia empresa: la compraventa de maíz. El negocio no prosperó, pero don Manuel Jacinto, habiendo observado por aquellos días que no había producción de jabón cerca de los lugares de su residencia, y que de Sayula procedía el que se consumía en la región, decidió aprender a  fabricar este artículo de primera necesidad. Aprendió el oficio en Guadalajara con un buen maestro jabonero, y logró producir el primer jabón en su hacienda de los Sauces –herencia familiar- el 14 de abril de 1854. Un año después, el 4 de noviembre de 1855, contrajo su primer matrimonio con su sobrina doña Clemencia Guerra y Chávez, y el emprendedor don Manuel Jacinto, consagrado plenamente al trabajo y a su incipiente familia, fundó en la Jabonería “El Vapor” una de los más exitosas empresas jaliscienses del siglo XIX. Abrió nuevos mercados; sus viajes para el efecto fueron frecuentes y largos, enfrentando, en sus trayectos a Fresnillo y a Tampico, en 1858, todos los peligros de la guerra de tres años en que el país estaba envuelto. Cinco hijos procreo el caballero en su primer esposa, que murió en 1869: don Manuel Jacinto acompaño entonces a su hermano el doctor don Ignacio Mateo, designado primer Obispo de Zacatecas, al primer Concilio Ecuménico Vaticano, iniciado en Roma, por convocatoria de S. S. Pio IX (…) en 1871 regresó con su hermano a Zacatecas, donde el ilustre Prelado murió el 7 de Junio de 1871 (…) Ese mismo año el viudo casó en Guadalajara con la joven doña Mariana Martínez de Castro y Noriega, de dieciséis años de edad a la sazón, y fue aquel el principio de su más exitoso período empresarial, pues desde entonces hasta 1886 no cesó el crecimiento de la Jabonería “El Vapor”. Don Manuel Jacinto fue adquiriendo sucesivamente, a partir de entonces, numerosas haciendas comarcanas, pero la sede de la Jabonería, “Los Sauces”, -la más antigua herencia familiar de los Guerra-Valadez-, fue siempre la sede del negocio principal de don Manuel; la jabonería. Tanto fue así, que la población de los Sauces se multiplicó de manera desmesurada (…)”. (González Leal Mariano, Capitulo “Guerra-Valadez” de la Magna Obra de  Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de edición)

83. Don José Ángel Díaz Cuellar, heredó de sus padre las tierras ubicadas en La Noria y La Tiza colindantes con el “Barrio del Arenal” y el “Callejón de Curtidores”. Fue hijo de Don Francisco Díaz, uno de los encargados de reunir fondos para la construcción de la Presa en 1864, y de Doña Faustina Cuellar. Don Ángel Díaz contrajo un primer matrimonio el 11 de Julio de 1864 con Doña Paula Cornejo González, hija de Don Antonio Cornejo Nieto, quien como miembro del Ayuntamiento estuvo a cargo de la obra de construcción del “Panteón del Señor de la Misericordia” en 1826 y de su esposa Doña Rosalía González Díaz. Al enviudar, Don Ángel contrajo un segundo matrimonio el 22 de Agosto de 1870 con Doña María Isabel de Alva Hernández, hija de Don Luis de Alva y de Doña Nemesia Hernández (Hernández Chávez Rodolfo H., 2008: 33).

84. Don Gregorio Cornejo González, bautizado el 17 de Noviembre de 1824 y electo “Sindico de la Comisión de Vigilancia de la Presa” en 1877, era hermano de Doña Paula y cuñado de Don Ángel Díaz a quien se le dio el cargo de Tesorero.

85. Don Alexo Cornejo González, quien desempeñó el cargo de Alcalde de la Encarnación en 1869, era otro de los hijos del segundo matrimonio de Don Antonio Cornejo Nieto y de Doña Rosalía González Díaz. Los cargos ocupados por la familia Cornejo,  demuestran que gozaban de popularidad en la población: Don Antonio Cornejo Nieto,  quien originalmente había sido vecino del Barrio de España, formó parte del Ayuntamiento en 1826 y desempeñó el cargo de Alcalde en 1848; como estuvo casado en primeras nupcias con Doña Estefanía Díaz Cuellar, su hijo Don Paulino Cornejo Díaz, medio hermano de Don Alexo ocupó el cargo de Alcalde Constitucional en 1857, tocándole ese año estar a cargo de la ceremonia para jurar la polémica Constitución Liberal, distinguiéndose la Villa de la Encarnación por ser una de las primeras poblaciones de la Región en jurarla sin oponerse al Superior Gobierno, debido a la influencia liberal de la cercana Ciudad de Aguascalientes, con la cual se ha identificado plenamente. Don Alexo Cornejo contrajo matrimonio el 11 de Julio de 1889 con María López Ángel, hija de Susano López y de Antonia Ángel.

86. Don Alexo Quesada Romo, quien estuvo en el mes de Agosto de 1870 a cargo del Gobierno Político de la Encarnación, era hijo de Don Bernardino Quesada Romo y de Doña Valeria Romo Mora. Don Bernardino quien tenía su casa por la “Calle Guerrero”, era hermano de Don José María de Quesada Romo, hijos de Don Juan de Quesada y López de Nava. Don Alexo contrajo matrimonio con Doña María Ramírez y heredó de su padre una fracción de tierra en el Rancho Ojo de Agua, cercano a la Hacienda de Santa Barbará (Hernández Lugo, “Calle Rodríguez”, Encarnación Rotario, No. 71, Agosto-septiembre de 1979: 10; Hernández Lugo, 1989:33; Hernández Chávez Rodolfo H., “Los Quesada, una Familia Milenaria”, 2006. Versión digitalizada).

87. Don José Genaro Moreno Flores, bautizado el 6 diciembre de 1840 en la Parroquia de la Ciudad de Lagos de Moreno, era hijo de Honorato Moreno y de Doña María Trinidad Flores, quienes heran originarios del Rancho “Gachupines” y habían contraído matrimonio el 10 de Noviembre de 1835 en la Parroquia de San José de los Ojuelos, radicando ya en la jurisdicción de Encarnación hacia el año de 1847. Don Genaro Moreno se unió en matrimonio el 12 de Septiembre de 1870 con Doña Margarita Calvillo Cornejo, hija de Don Ramón Calvillo Anda, miembro del Ayuntamiento en 1847 y de Doña María del Refugio Cornejo González. Podemos decir que debió ser el matrimonio de Don Ramón Calvillo, efectuado el 13 de Junio de 1846 una exitosa alianza política-económica  entre las familias Calvillo y Cornejo, permitiendo más tarde la entrada de la familia Moreno a la Oligarquía de la Encarnación, motivo por el cual en Mayo de 1871 a Don Genaro Moreno, se le encarga por un par de días la Administración Política de la Villa.

88. Don Francisco Calvillo Ybarra, hijo de Don José  Ramón de San Luis Calvillo Macias, y de Doña María San Juana Ybarra Díaz, heredó de su padre  en 1879 la Casa Grande del Rancho “El Huejote”, que fue la propiedad otorgada por el Gobierno Virreinal a Don Agustín Manuel Calvillo por sus meritos y servicios como principal fundador de la Villa de Nuestra Señora de la Encarnación. Don Francisco Calvillo, al igual que su hermano José M. Calvillo, enlazó con la poderosa familia Guerra al contraer matrimonio, pues Don José casó Doña María Guerra y Don Francisco con Doña Donaciana Guerra Moreno, hija de Don José Esteban Guerra y Doña Francisca Moreno, propietarios de tierras perteneciente a “El Caquixtle”. Don Francisco Calvillo, al igual que su padre y demás miembros de la familia Calvillo, formó parte del Ayuntamiento de la Villa, tocándole a él estar a cargo de la administración durante un par de días del mes de Junio del inestable año de 1871 (Hernández Chávez Rodolfo H., Las Autoridades Políticas de la Encarnación. Inédito Versión digitalizada; Hernández Chávez, 2008: 269; Hernández Chávez, Esquemas Genealógicos de las familia oligárquicas de Encarnación de Díaz, Jalisco. Inédito, Versión digitalizada).

 

89. Según datos que me fueron proporcionados por el Historiador Leonense Don Guillermo Padilla Origel, el genearca de la familia Centeno, es Don Alonso de Centeno casado con Doña María de Castro, vecinos que eran en 1656 de la Ciudad de Zacatecas. La rama que llegó a la Encarnación, de Zacatecas paso a la Hacienda de San Bartolo de los Tiscareños, en la Jurisdicción de Aguascalientes y luego a la jurisdicción de San Juan; siendo su tataranieto Don José Gregorio Centeno Aceves,  quien en compañía de su esposa Doña Ygnacia Ramírez Lozano y su familia se establecieron en la Villa de la Encarnación. Hijo de Don José Gregorio, fue Don Antonio Centeno Ramírez, originario de la Cañada Grande y avecinado desde pequeño en esta Villa, donde contrajo matrimonio el 3 de Julio de 1824 con Doña Camila Romo, padres que fueron de Don Rafael Centeno Romo, quien desempañaba el cargo de Escribano en 1850, año en que contrajo matrimonio con Doña Mariana Martin Romo. De este matrimonio nació Don Manuel Rafael Zenteno Martin, originario de la Encarnacion, pero residente que fue por un tiempo en la ciudad de Saltillo, para luego regresar en el año de 1879 y contraer un primer matrimonio el 19 de Enero de 1884 con Doña Estefanía Romo Cuellar, y un segundo el 9 de Agosto de 1893 con Doña Gabina Díaz Cuellar, siendo estos los padres del Comerciante Don Manuel Rogelio Zenteno Díaz, nacido el 7 de Julio de 1894 y casado el 2 de Abril de 1932 con Doña María de Jesús Díaz Villalobos, originaria del Rancho Paso Blanco, de esta jurisdicción. Don Manuel y Doña María de Jesús, fueron muy apreciados en esta ciudad pues procrearon entre otros hijos a Don Manuel Iván, Don Guillermo y Don Héctor Zenteno Díaz, grandes artistas y promotores culturales, pues además de dedicarse a la docencia fundando instituciones educativas como la Secundaria Morelos, la Secundaria Ramón Corona y la Preparatoria Ángel Aguiano, fundaron en nuestra ciudad la Corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana, El Auditorio Doctor Pedro de Alba, la Biblioteca Pública Astrónomo Ángel Anguiano y la Casa de la Cultura en su primer etapa. Por sus amplios conocimientos en la pintura, el arte, la historia y su Cultura Universal, se le comisionó al Maestro Don Manuel Iván Zenteno la elaboración del escudo oficial de la Ciudad de Encarnación. A esta familia perteneció Don José Centeno quien estuvo a cargo de la Administración Política durante los meses de Marzo y Abril de 1876.

90. Don Juan Antonio Agatón de Jesús Alba Pérez, era contemporáneo de Don Mariano de Anda, y al igual que él se convirtió en benefactor de nuestra población al dejar a la parroquia un inmueble de su propiedad para que se destinara para Hospital, dotándolo de una cantidad económica para su sostenimiento. Don Jesús, nació en 1799 en el Rio de los Lomelínes, siendo sus padres Don Domingo de Alva y Moreno y Doña Teresa Pérez Cuellar. Don Domingo de Alva, era hijo de Don José Ignacio de Alva y Lomelin, originario del “Rio de los Sauces” o “Rio de los Lomelines” y de Doña María San Joseph Moreno de Ortega y Guerra, quien se había unido en matrimonio el 31 de Mayo de 1795 en la casa de Don Agustín Pérez en el “Puesto de los Lomelínes”, con Doña Teresa, por ser esta una de las Hijas de Don Agustín Pérez y de Doña María de los Dolores de Cuellar. Respecto a Don Jesús Alba Pérez, conocido también como Don Juan Agatón Alba Pérez, el Doctor Don Mariano González Leal escribió que fue “casado en la Encarnación el 15 de mayo de 1823 con Doña María Atanasia Verdín y López, de El Tepozán; bautizada en la Encarnación, de 6 días, el 8 de mayo de 1808; hija de Don Joseph  Manuel Verdín y Romo de Vivar y de Doña Luciana López y Ramírez” (González Leal, Capitulo “Alba, de”, de su obra de Retoños de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de impresión).

91. Don José Cruz Cervantes Lomelín, era hermano de Don Casimiro cervantes, hijos de Don José Ricardo cervantes Macias y de Doña María Josefa Lomelín Montes. Don Cruz, fue por muchos años el encargado de la “Casa de Matanza” o Rastro de la Villa, que se ubicaba en la calle del arenal, haciendo esquina con la Calle de Cornejo, hoy calles de Zaragosa e Isabel la Católica. Lo que fuera sala de Matanza, se ha conservado hasta nuestros días como una bodega, que causa admiración, por sus bóvedas y elementos arquitectónicos, característicos de épocas lejanas. Don Cruz Cervantes, tenía una “Tocinería” a media cuadra de la Plaza y contrajo matrimonio el 10 de Junio de 1838 con Doña Macedonia Alba, padres que fueron de Don Fabián Cervantes Alba

92. Don Fabián Cervantes Alba, Hijo de Don José de la Cruz Cervantes Lomelín, contrajo matrimonio con su prima hermana Doña Julia Cervantes alba, la hija de Don Casimiro Cervantes Lomelín y de Doña María de la Luz Alba.  Dos de los hijos de Don Fabián enlazaron matrimonialmente con la familia Mayagoitia, pues Don José de la Luz Cervantes Cervantes fue esposo de Doña María Dolores Mayagoitia alba y Don Francisco Cervantes Cervantes se unió el 20 de Marzo de 1871 a Doña Susana Mayagoitia Alba. Hijo de Don José fue Don Guillermo Cervantes Mayagoitia casado con Doña Esther Muñoz Hernández; entre los hijos  de Don Francisco, se recuerdan a Doña María del Carmen Cervantes Mayagoitia, una gran mujer, exalumana del Colegio de la Purísima, quien por muchas generaciones fue maestra de clases de cocina y costura; Doña Margarita Cervantes Mayagoitia esposa que fue del empresario en la Industria del Calzado Don Lorenzo Alba González, abuelos del Profesor Don Lorenzo Hernández alba, impulsor de la educación, el deporte y la cultura, a quien en diversas ocasiones la Secretaria de educación pública del Gobierno del estado de Jalisco le ha encargado la dirección de la Escuela Secundaria Morelos; Doña Elisa Cervantes Mayagoitia religiosa de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús, de la cual fue superiora, y maestra del Colegio Felipe Ramírez de nuestra ciudad, impulsora de clase particulares de pintura, impartiendo las técnicas que aprendió con la Hijas Mínimas de María Inmaculada, cuando asistió al Colegio de la Purísima; y Don Felipe Cervantes Mayagoitia, un gran empresario y uno de los fundadores en 1944 del Club Rotario de Encarnación de Díaz, contrayendo matrimonio con su consanguínea Doña María Guadalupe Mayagoitia Franco. También fue hijo de Don Fabián, Don Ramón Cervantes Cervantes, quien era de oficio “Cerero”, pues tenía su cerería donde elaboraba velas para iluminar la población.

93. Don Gerónimo Díaz Alba, fue hijo de Don José Demetrio Díaz Hernández y su segunda esposa Doña María de los Ángeles Alva López; Don Demetrio pertenecía a la rama de la familia Díaz de Sandi de la “Hacienda de Ajojucar” en la Jurisdicción de Teocaltiche y establecida en el Barrio de San Pablo de esta Villa de la Encarnación, pues era hijo de Don José María  Encarnación Díaz de Sandi y Muñoz de Nava, originario de la Hacienda de San Miguel, quien contrajo matrimonio el 3 de Mayo de 1797 con Doña Rosalía Hernández López, descendiente de las antiguas familias del Sauz de los Macias. Don Gerónimo Díaz, heredo de su madre las tierras del Rancho el Gigantes, extendiendo sus propiedades por los ranchos de Mendoza, Ojo de Agua y Puerta de ojuelos, pues además contrajo un exitoso matrimonio con Doña Juana Ochoa Romo, hija de Don Desiderio Ochoa y de Doña María Gorgonia Romo, propietarios de tierras en  “El Sitio”.

94. El Genealogista Don Mariano González Leal en el Capitulo Gallardo de su Magna Obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, menciona como el Genearca de esta familia a Don Francisco Martín Gallardo, natural de la Villa de San Juan del Puerto en Andalucía y avecindado en Irapuato, abuelo que fue del Capitán Don Juan Antonio Martin Gallardo y Manrique de Guzmán. El Historiador Don Pedro María Márquez, señala a Don Juan Antonio Gallardo como propietario de tierras en el agostadero de Nuestra Señora de San Juan, tierras que habían sido adquiridas por sus familiares los  poderosos señores “Rincón Gallardo”, sin embargo por documentos localizados en el Archivo del Arzobispado por nuestro amigo el Maestro Don José de Jesús Martin Flores, sabemos que hacia 1714 se le menciona a Don Juan Antonio Gallardo como vecino del Rancho “La Joya”. A pesar de que existen diversos estudios genealógicos sobre los Gallardo de San Juan de los Lagos, a la rama de la Encarnación se le pierde la pista, pues hasta ahora solo hemos podido localizar que el 2 de Marzo de 1783 en la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación contrajo matrimonio Antonio Rafael Gallardo García, Mulato Libre, originario y vecino de las Piedras de Amolar, en la Jurisdicción de San Juan, hijo de Miguel Gallardo y de María Thadea García, con María Magdalena Mendoza Amador, mulata de la Villa de la Encarnación, padres de Máximo Gallardo Mendoza esposo de María Josefa Ruiz Esparza y Martin del Campo, padres a su vez de Tranquilino Gallardo Esparza, mestizo de esta Villa y casado el 18 de Enero de 1837 con María Isabel de Alva Lozano, quienes fueron los padres de Don  José Antonio Gallardo Alba,  bautizado el 4 de septiembre de 1846 y dueño de una Céntrica Casona ubicada en la “Calle de los Mesones”, haciendo esquina con la “Calle de Belén”, frente a la Histórica Casa de la familia Jaime. Don Antonio Gallardo Alba contrajo matrimonio el 19 de Septiembre de 1870 con Doña María de la Soledad de Alba Pedrosa, hija de Pablo de Alva y de Dominga Pedrosa. Siendo Don Antonio y Doña Soledad los padres del Escritor Don José Gallardo Alba, quien nos lego su valiosa novela costumbrista titulada “Los Humillados”, en la que aborda la temática de la Revolución, seguramente inspirado tras haber leído “Los de Abajo” del Escritor Laguense Don Mariano Azuela.

95. Don Juan Nepomuceno Guzmán Rubalcaba, hijo de Antonio Guzmán Cervantes y de Doña Rafaela de Rubalcaba Cornejo era originario de San Sebastián y luego de unirse el 3 de Noviembre de 1831 en matrimonio con Doña Anastasia López Jaime, hija de Ramón López y de Dionisia Jaime, originaria del Rancho de “Santa Rosa”, dio origen al Rancho de “Las Amarillas”, lugar en el que radicaron sus descendientes: su hijo José Guzmán López, casado con Doña María de San Juan Alba Díaz; su nieto Don Pablo Guzmán Alba casado en 1924 con Doña Clemencia Zermeño Alba; y lugar en el que nacieron sus bisnietos, entre ellos Don Teófilo, Don Felipe, Doña Guadalupe,  Doña Elvira y el Presbítero Don Crescenciano Guzmán Zermeño. Don José Antonio Guzmán Cervantes, procedía de las tierras del Agostadero cercanas al Rio de Santa María, y se estableció en San Sebastián al contraer matrimonio con Doña Rafaela, quien era hija de Don Antonio Luciano de Rubalcaba y Romo  y de Doña Manuela Cornejo heredera de tierras en dicho puesto por ser hija de Don Blas Ramírez-Cornejo y de Doña Margarita Martin del Campo

96. Don Luis Ybarra Guerra, fue hijo de Don Domingo Ybarra Díaz y de Doña Trinidad Guerra Alba, casados el 12 de Junio de 1837. Don Domingo, era hijo de Don Clemente Ybarra y Martin del Campo y de su esposa Doña Dolores Díaz y de Alba,  y Doña Trinidad, era media hermana de Don Manuel Jacinto Guerra Alba, pues era hija de Don Francisco Guerra y Gómez de Portugal y su primer esposa Doña María Gertrudis de Alba y Verdín. Don Luis Ybarra, fue esposo de Doña Petra Calvillo, padres de Don Domingo Ybarra Calvillo, comerciante y uno de los fundadores en 1918 del Club Social, denominado “Centro Unión y Cultura” (González Leal Mariano, capitulo Guerra de su obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de edición).

97. Don Fermín Macías y de Vejar, era originario y vecino de la Villa de la Encarnación, hijo de Don Domingo Macías y de Doña Rafaela de Vejar, nieto paterno de Don Gerónimo Macias y de Doña Gertrudis Macias y materno de Don Bernardo de Vejar y de Doña Lucia González, perteneciente la familia Macias a los antiguos propietarios del Sauz de los Macias, y los Vejar, establecidos a raíz de la fundación de la Villa de la Encarnación. Don Fermín Macias Contrajo matrimonio el 22 de Junio de 1825 con Doña María de Jesús Jiménez, hija de Narciso Jiménez y de María de los Dolores García.

98. Don Anselmo Macias Jiménez era hijo de Don Fermín Macías y de Vejar y de Doña María de Jesús Jiménez. Contrajo matrimonio el 12 de Octubre de 1866 con Doña Zeferina Villalobos, hija de Don Lino Villalobos y de Doña Zenobia de Alba. Don Anselmo y Doña Zeferina habitaron la casa contigua al “Asilo de Pobres”, en la Calle de Belén, pero haciendo esquina con la Calle de los Mesones, en la acera frente a la vieja casona de la familia Jaime y en contra esquina de la casa de la familia Gallardo Alba, pues según las manifestaciones catastrales de 1900, Doña Margarita Macías heredó dicho inmueble de su madre Doña Zeferina Villalobos.

99. Don Mariano Martin Moran, fue hijo de Don Ignacio Martin y de Doña Lorenza Morán, vecinos de la Villa de la Encarnación y dueños de tierras en la “Cañada del Morcillo”, frente al rancho “El Tigre”. Don Mariano Martín contrajo matrimonio el 4 de Julio de 1844 con Doña Mariana Mayagoitia Viramontes, una de las  hijas de Don Gregorio Mayagoitia y Servín y su esposa Doña Anastasia Viramontes. Don Mariano y Doña Mariana, fueron padres de Don Primitivo Martin Mayagoitia, casado en primeras nupcias con Doña Antonia Pérez y en segundas con su sobrina segunda Doña Francisca Mayagoitia Franco, hija de su primo hermano Don Víctor Mayagoitia Alba y su esposa Doña Isabel Franco Viramontes, nieta de Don Fructuoso Mayagoitia Viramontes y de Doña Juana Alba Alba. Hijos de Don Pirimitivo Martín y de su primer esposa, fueron Ismael L., Elías F., Manuel E., y Primitivo Martin Pérez, empresarios y fundadores del “Centro Unión y Cultura” en 1918.

100. Don Nicolás Mayagoitia Viramontes, fue hijo de Don Gregorio Mayagoitia y Servín de la Mora y de su segunda esposa Doña María Anastasia Viramonte Franco. Don Nicolás contrajo matrimonio el 28 de Enero de 1856 con Doña Petra de Alba, hija de Don Juan A. Alba y de Doña Atancia Verdín.

101. Nuestro pueblo perpetuó la memoria de Don Nicolás Moreno Melgasa,  en el “Parque Nicolás Moreno”, pues siendo Director Político de la Encarnación, Don Nicolas construyó en 1887 dicho jardín, nombrado originalmente por su Ayuntamiento como “Parque Rodríguez”. Don Nicolás Moreno nació hacia 1839 en el hogar de sus padres Don Ramón Moreno y Doña María Melgasa, contrajo matrimonio el 12 de Noviembre de 1866 con Doña María Leona López Cervantes, hija de Don José de la Trinidad López y de Doña María de San Juan Cervantes. Por tradición recogida por el profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, se sabe que Don Nicolás Moreno se dedico al comercio de telas y ropa y fue candidato al Congreso del Estado de Jalisco. En los Archivos del Catastro consta que Don Nicolás y su esposa Doña Leona en 1888 adquirieron en dos fracciones la Céntrica Casa de dos pisos, donde actualmente se localiza la “Foto Romo”, frente al Plaza Principal, compra que hicieron a Doña María Teresa Villalobos, su antigua propietaria, pues a cambio el Señor Moreno le vendió a la Señora Villalobos la Finca Urbana que se encontraba en la Calle del “5 de Mayo”, No 4. Como la tienda o dependencia que se encontraba en la planta baja de su casa, había sido adquirida por Don Longino López, y este la  vendió el 21 de Noviembre de 1891 a la Señora Doña Juana Villaseñor, esposa de Don Ramón Alba y Alba, Don Nicolás termino también por vender su fracción a la Señora Villaseñor el 26 de Febrero de 1895, conservando tan solo la parte de su esposa, pues Don Nicolás falleció a causa de gangrena el 2 de Octubre de 1895. Seis años después Doña María L. López  Viuda de Moreno, se vio en la necesidad de hipotecar su casa, a través de un contrato de retroventa firmado el 15 de Junio de 1901 con Doña Juana de Anda Viuda de Gómez, quien la devolvió en 1903, previo el pago de la hipoteca. Sin embargo, la  muerte le sorprendió  a la Señora López, por tal motivo el 13 de mayo de 1903, adquiere la propiedad el Sr. Tomas Alba, como Albacea del Intestado. A su vez Don Tomas la vende el 24 de septiembre de 1903 a Doña Felipa Cuellar, quien no dudo en venderla el 17 de octubre de 1903 a Don Fernando Villalobos, quien ambicionando poseer el inmueble en su totalidad, el 11 de enero de 1907 pagó $1,000.00 por la fracción que estaba en  propiedad de Doña Juana Villaseñor (Archivo Catastral de Encarnación de Díaz, Jalisco; Manifestación No.1504 de 1900; Comprobantes 65, 67 y 104/1903-04,  y  149/1906-07; Hernández Lugo Ezequiel, “Al Centenario y olvidado parque”, ECOS de Encarnación, No.16, Octubre de 1989:8;  Hernández Chávez Rodolfo H., Inventario de Monumentos del Municipio de Encarnación de Díaz, Jal., Ficha No. 025,  “Casa de D. Nicolás Moreno”, 1993:537 y 538; Hernández Chávez, “La Casa de Don Nicolás Moreno, Inédito, Versión digitalizada).

102. Don Alejo Muñoz Zermeño, hijo de Don Nazareo Muñoz y de Doña María Zermeño, era originario  y vecino del “Rio de los Lomelines” cuando contrajo matrimonio el 20 de Abril de 1853 con Doña Filomena Macias Díaz, originaria de esta Villa, e hija de Don Romualdo Macias y de Doña María Díaz. Don Alejo y su familia se avecindaron en el “Barrio del Teco” o “Arrollo Bravo”, donde su hija Gumersinda Muñoz Macias se unió en matrimonio con Jesús Gutiérrez González, hijo de Don Silvestre Gutiérrez y Doña Camila González, propietarios de la casona y talleres de carpintería conocida como “El Portal de Belén”. Don Jesús y Doña Gumersinda fueron los abuelos paternos de Don Moisés Gutiérrez García, fundador de “Funeraria Gutiérrez”, y de Don Ignacio Gutiérrez Frausto, el fundador de “Refaccionaria Gutiérrez”, empresas características del Siglo XX en la Ciudad de Encarnación de Díaz.

103. Don José Ángel Ortuño Quesada, hijo de Don Ramón Ortuño y de Modesta Quesada López, contrajo matrimonio el 3 de Marzo de 1862 con Doña Martiniana Chavez, hija de Esteban Chavez y de Juana de Huerta.

104. Don Miguel Ortuño Quesada, era hermano de Don Ángel Ortuño, hijos de Don Ramón Ortuño y de Modesta Quesada López. Don Miguel adquirió de Don Prospero Quesada Dávalos o de su Viuda, la antigua tienda  ubicada en la esquina de las calles de San Pablo y Tepeyac, además de algunas tierras cercanas a la comunidad de “San Sebastián”. Don Miguel se unió en matrimonio a Doña Refugio Díaz Alba, hija de Don José Inés Díaz y de Doña Prudencia de Alva. Don Miguel y Doña Cuca fueron los padres de Doña María Ortuño Díaz, esposa que fue de Don Constantino Villalobos Alba, quien era uno de los hermanos varones de las Señoritas “Lupiche y Pauliche”, hijos de Don José B. Villalobos y Doña Pepita Alba. Don Constantino y sus otros hermanos, Cuahutemoc y Clemente Villalobos Alba  fueron al transcurrir del Siglo XX grandes empresarios fundadores de Molinos Industriales de Harina de Trigo y además concesionarios de Gasolineras en las ciudades de San Luis Potosí y Aguascalientes. Don Constantino, radicó en la Ciudad de San Luis Potosí, donde fundó “Harinas San Luis S.A. de C.V.”, misma que heredó a su hijo Don Constantino Villalobos Ortuño, quien ha sido reconocido en dicho estado como un “Empresario Exitoso”. En el caso de la Ciudad de Encarnación de Díaz, los hermanos Villalobos Alba se convirtieron en los hombres más ricos de su tiempo, alternando sus negocios con el préstamo de dinero y la compra de fincas urbanas, siendo considerados por ello los “Dueños de Medio Pueblo”. Se dice que Don Constantino “Grande”, llego a poseer más de 200 inmuebles, de los cuales percibía sustanciosas rentas; pero, tras su muerte sus hijos y herederos las han estado vendiendo (Entrevista Personal con la Señora Doña Alejandra Sánchez Cornejo, 1993 y con el Señor Don Santiago Mora Álvarez, 2010).

105. Don José Andrés Romo González, perteneció a la oligárquica Rama de los Romo-Portillo, pues fue hijo de Don Francisco Romo Gómez casado el 7 de Febrero de 1826 con Doña Silvana González González, originaria de “Adobes”, hoy “Unión de San Antonio”. Don Francisco era hermano de Doña María de Jesús Romo Gómez, la esposa de Don Juan de Quesada y López de Nava, hijos  los dos de Don Vicente Romo Portillo. Don Andrés contrajo matrimonio con Doña Hilaria Romo Muñoz, perteneciente a la antiquísima rama de la familia Romo establecida en el Rancho de la Soledad,  pues era hija de Don Crescenciano Romo y María Felipa Muñoz. Del matrimonio de Don Andrés y doña Hilaria desciende su hijo Don Cenobio Romo, dueño de fincas en el Barrio del Rosario y de tierras en “El Paso Blanco”, que al contraer matrimonio con Doña María del Refugio Ortega fueron los padres de Don Abel Romo Ortega, nacido en 1918 quien en los terrenos donde estuvo la Plaza de Toros de Don Mariano de Anda, fundó un negocio de “Materiales para Construcción”.

106. Don Amado Romo Pedrosa, era descendiente de Don Miguel Santos Romo, quien como fundador obtuvo en 1760 el cargo vitalicio de Regidor de la Villa de la Encarnación, y que por pleitos con la familia de Agustín Calvillo, terminó por establecerse en la jurisdicción del Mayorazgo de Ciénaga de Mata, rentando a los Rincón Gallardo el rancho al que llamaron “Tierra Ajena”. En dicho rancho vivió su hijo Don Ancelmo Romo Ochoa, casado con María Gertrudis Muñoz, padres de Don José del Rosario Romo Muñoz, quien siendo originario del Rancho llamado “Maravillas”, se unió en matrimonio con Doña María de San Juan Pedrosa, padres a su vez de Don Amado Romo Pedrosa, quien en el año de 1878 se unió en matrimonio con su consanguínea Doña Julia Romo. Don Amado, tuvo propiedades rusticas cercanas al “Peñol del Tecuán” y al Rancho de Maravillas, mismas que recibían el nombre de “Vallecitos”, y propiedades urbanas en la Calle de Molina, siendo fundador de un gran establecimiento comercial en la esquina de Allende y molina, llamado “La Veta”, que era una tienda de Abarrotes y ropa, a la que sus hijos y herederos, en el siglo XX  le cambiaron el nombre por el de “Centro Mercantil”. Descendientes de Don Amado Romo  han sido los comerciantes de este apellido propietarios la conocidísima ferretería y papelería “La Palma”, propiedad actualmente de Don Javier Guillermo Romo Mora, hijo de Don Juan Romo Romo, su fundador y de Doña Teresa Serafina Mora Romo. Siendo Don Juan, uno de los nietos de Don Amado, pues fue hijo de Don Cipriano Romo Pedrosa, originario de Tierra Ajena, y de Doña Quirina Romo.

107. Don Rafael Romo López, fue originario y vecino de la Villa de la Encarnación, hijo de Don Anacleto Romo Portillo y de Doña María del Refugio López Romo, eran sus abuelos paternos Don José Antonio Romo y Doña Juana Portillo, y los maternos Don Esteban López y Doña Dolores Romo. Don Rafael se unió en matrimonio el 3 de Febrero de 1849 con su consanguínea Doña María Romo Martin, hija de Don Pablo Romo Villalobos y de Doña María de Jesús Martín Moran, nieta paterna de Don Gregorio Romo y de Doña Dolores Villalobos, y materna de Don Ygnacio Martin y de Doña Lorenza Moran.

108. Don Luis Villalobos Franco, de quien ya se ha hecho mención en varias ocasiones, era hijo de Don Juan Villalobos Gama y de Doña Ysabel Franco Ybarra, una de las principales familias que han ostentado el poder desde el siglos XIX perpetuándose  a través de sus descendientes y por medio de alianzas matrimoniales con otras poderosas familias. Don Luis contrajo su primer matrimonio el 21 de Mayo de 1851 con Doña Eugenia Villalobos Casillas, originaria de la comunidad de “San Sebastián”, hija de Don Francisco Villalobos y de Doña Ysabel Casillas.

109. El Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo al publicar por primera vez algunos datos biográficos de Don Rómulo Zermeño Viramontes,  escribió que nació en los Lomelines el día 20 de Noviembre de 1842 y que tuvo en su haber dos matrimonios; casando en primeras nupcias con Doña Aleja Romo Anda, hija de Don Jesús María Romo y Doña María Guadalupe de Anda, originarios de Santa Gertrudis; y en segundas nupcias casó con Doña Felipa Martin, La familia Zermeño de Don Rómulo, logró perpetuarse en el poder político y económico a través de dos de sus hijos: Doña San Juana Zermeño Martin, casada el 20 de Febrero de 1881 con Don Antonio Moreno de Ochoa, originario de “El Sitio”, a quienes se les registró en el acta de Matrimonio Civil como “No Indígenas”; padres que fueron de Don Francisco Z. Moreno Zermeño, quien fue miembro del “Centro Unión y Cultura”, y fungió como Presidente Municipal en el año de 1929. Otro de los hijos de Don Rómulo, fue Don Antonio Zermeño Martín, quien logró consolidar una gran fortuna, transformándose en uno de los Grandes Hacendados y terratenientes de Encarnación, que acabo siendo despojado de sus extensas propiedades para dotar de tierras a los ejidatarios como consecuencia de la Revolución Mexicana y las posteriores Reformas Agrarias. Don Rómulo Zermeño, falleció de Lazarino a los 52 años de edad el 17 de Diciembre de 1894. La familia Zermeño a pesar de ser una de las antiguas familia establecidas desde el Siglo XVI en la Jurisdicción de la Alcaldía Mayor de Santa María de los Lagos, donde fueron propietarios de la Hacienda de San Salvador, en el actual Municipio de Unión de San Antonio, pasando una de sus ramas a la Hacienda de Mariquita, de aquí que Don Martin Gregorio Zermeño y Guerra, al contraer matrimonio con Doña Antonia Matiana Romo de Vivar y Moran de Ledesma, adquiriera tierras en el Rio de los Lomelines, pues su hijo Don Pedro Zermeño y Romo de Vivar  casó con Doña Gertrudis Martínez de Soto Mayor y Lozano,  y procreo Don Juan Zenon Zermeño, vecino de los Lomelines y casado en 1823 con Doña Teodosia Viramontes, originaria de “La Soledad”, padres que fueron a su vez de Don Rómulo Zermeño Viramontes (Hernández Lugo, De Criolla Estirpe, 1989:120-123, 125; Hernández Chávez Rodolfo H., “Origen de la ganadería y la formación de las haciendas en la comarca de Encarnación”,  Esquema No.2, 2009:78; Beltrán Zermeño Miguel, “Información Genealógica sobre la familia Zermeño”, 2010, la cual me fue proporcionada por su autor vía Correo Electrónico para completar y corregir el esquema No.2).

110. Hernández Lugo Ezequiel, “Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori, Encarnación de Díaz, Jalisco”, publicado en la Revista Jalisco y sus Municipios, No. 57, Abril-Junio de 1997:60 y 70.

111. Don Manuel Payno, nació en la ciudad de México en el año de 1810, fue escritor, político y diplomático. Trabajo en aduanas al servicio de varios generales y luego se desempeño como Ministro de Hacienda, tras apoyar en su golpe de estado a Ignacio Comonfort, fue expulsado de la republica, siendo este el motivo por el cual se dedicó después a las letras, escribiendo sobre los problemas financieros de México, un compendio de Historia de México, biografías, cuentos y novelas, siendo su obra más conocida “Los bandidos de Rio Frio”, que es un retrato costumbrista del México del siglo XIX. En 1882 fue designado agente de colonización en Paris y cónsul en España. Murió en el año de 1894 (González y González Luis, 2009:44).

112. En 1876 El General Porfirio Díaz se levantó en armas con la revuelta de Tuxtepec, cuyo objetivo era desconocer al presidente Sebastián Lerdo de Tejada. Después de su triunfo  y de ganar las elecciones, Díaz  fue nombrado por primera vez presidente de México, cargo que tuvo de 1877 a 1880 y de 1884 a 1911 (Ávila Alfredo, Arma la Historia, 2010:101).

113. El Periodista e Historiador Don Manuel J. Aguirre Romo, nacido el 17 de junio de 1893 en Teocaltiche Jalisco, e  hijo de Don Marcelino Aguirre González y de Doña Lorenza Romo. Comenzó su carrera periodística a los 17 años como corresponsal del Periódico el Regional de Guadalajara; por la importancia de sus trabajos que los respaldan fue reconocido en 1953 como miembro de la Sociedad de Geografía y Estadística en la Ciudad de México. Dedicó su vida al acopio de materiales producto de la investigación histórica de nuestro estado de Jalisco. Falleció en Diciembre de 1978 (Secretaria de Cultura del Gobierno del Estado de Jalisco, Catalogo Fondo Manuel J. Aguirre, 2007).

114. El General Donato Guerra, era originario de Teocuitatán, Jalisco y a los treinta años se dio de alta como Capitán de Caballería del Ejército Republicano, a las órdenes del General Ramón Corona, tanto en la Intervención Francesa como en el Imperio, en el noroeste del País. En 1867 se incorpora al Ejército de Oriente, después de ascender a coronel y asistir al sitio y ocupación de la Capital, siguiendo en el ejército al triunfo de la Republica, siendo nombrado por Juárez General de Brigada. Solicito su baja en el ejército y se adhirió en 18 al plan de la Noria y en 1876 se afilia al Plan de Tuxtepec. Tras triunfar fue ascendido a divisionario, pero muere asesinado (Mata Torres Ramón, 1981:37).

115. Hernández Lugo Ezequiel, Jalisco y sus Municipios, No. 57, Abril-Junio de 1997:62,63.

116. Cabe resaltar, que durante  las administraciones de los Generales Manuel González y Porfirio Díaz, el General Encarnacionense Don Refugio González y González figuró como diputado (Hernández Lugo Ezequiel, “Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori, Encarnación de Díaz, Jalisco”, publicado en la Revista Jalisco y sus Municipios, No. 57, Abril-Junio de 1997: 52, 53 y 70).

117. Desconozco el nombre de la dama  a quien se refiere Don Victoriano Salado Álvarez, pero era cierto que gracias al Manantial de los cedazos y a la Presa de San Pedro, literalmente  “corría el agua por las calles”, pues los usuarios constantemente tenían que enfrentarse al problema del desperdicio de agua en las acequias y cañerías, además era muy común entre los antiguos Encarnacionenses, el darse el lujo de lavar la banqueta y la calle a cubetazos de agua. Esta costumbre casi ha desaparecido en las últimas décadas, pues además de las tradicionales multas impuestas por las Autoridades Municipales, ahora nadie quiere desperdiciarla por no  pagar los altos costos en los recibos del agua.

118. Sin duda alguna por carecer de pruebas, Don Alfonso Quesada prefirió no hacer mención sobre los orígenes encarnacionenses o regionales del Celebre Inventor Don Tomas Alva Edison. Pero a pesar de ello la versión se sigue trasmitiendo de generación en generación, aunque con menos popularidad que la versión del Padre del General Porfirio Díaz, pues además de las referencias hechas por Don Victoriano Salado, el escritor Don Manuel Aguirre consignó la siguiente versión: “era yo aún muy pequeño, cuando por sus notables descubrimientos, oía hablar insistentemente de Don Tómas Alva Edisón, comentando entre personas mayores, que dicho sabio era oriundo del Rancho Jacales o inmediato a él. Ranchería situada a una distancia media entre entre Teocaltiche, San Juan de los Lagos y Encarnación, de donde precisamente era una numerosa familia Alba. Oía también relatar entre los comentarios, que siendo muy joven Don Tomas, poco después de la entrada del Ferrocarril Central, manejado en un principio y hasta avanzado el siglo XX, en forma total por americanos, dando entrada poco a poco a nacionales, que el norteamericano jefe de la estación de Encarnación, había admitido como “Chicharo” en la misma, al Joven Tomas Alba o de Alba, quien pronto dio amplias muestras de su potente inteligencia, que supo ser justipreciada por su jefe, que decidió por sí o por  su recomendación, enviarlo a los Estados Unidos de Norteamérica, para que estudiara, y en donde enseguida dio las primeras muestras de su privilegiado ingenio, modificando entonces su apellido, prescindiendo del “de” aristocrático y aun de la “b” para escribirlo con la “v”, agregando el apellido de su protector”. El Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo, al respecto mencionó que “He tenido oportunidad de conocer y entrevistar a varias familias que han conservado a través de las generaciones la tradición de tener cierto parentesco con el genial inventor”, constatando que a pesar de que se relaciona a Tomas Alva Edison, con  el Ferrocarril de Encarnación en 1883, ya diez años antes  el ilustre inventor contaba con 26 años de edad y a los 30, había inventado el fonógrafo, motivo por el cual, él considera que más bien debe vinculársele con algún norteamericano que pasó por estas tierras con motivo de la intervención Norteamericana en 1847, o con aquellos grupos de mexicanos que por defender el país emigraron aquellas tierras y se quedaron a vivir en el norte. Yo en diversas ocasiones, escuché la versión de que “uno de los ingenieros del Ferrocarril, se encariño con el niño Tomas Alva, y que para educarlo se lo llevó con él a los Estados Unidos”, luego supe por mi alumna en la preparatoria Encarnación de la U de G. que un tío de su abuelita Doña Martha Jiménez, llamado Genero Alva, nacido en el Rancho del Tigre, era primo del Inventor Tomas Alva Edison. Por estudios genealógicos que aquí se han presentado, sabemos que una de las propiedades más antiguas de la familia Alva fue precisamente  “El Tigre”, lugar por el cual han pasado desde el siglo XIX las vías del ferrocarril e incluso cuentan con una caseta para su cambio (Aguirre Manuel J.,  383 y 384; Hernández Lugo Ezequiel, “Con respecto a Tomas Alva Edisón”,  articulo inserto dentro de su Ensayo Histórico titulado “Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori, publicado en la edición especial de la revista Jalisco y sus Municipios, Abril-Junio de 1997: 32-35).

 

119. Titulo de Ciudad de Encarnación de Díaz, publicado en la Colección de los Decretos, Circulares y Órdenes de los Poderes Legislativo y Ejecutivo del Estado de Jalisco, Tomo VII, Tipografía de S. Banda, 1881:198.

120. Hernández Lugo Ezequiel, “Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori”, Edición especial de la Revista Jalisco y sus Municipios, Año 28, segunda Época, año 7, Revista No. 56, Abril-Junio de 1997:13

121. Hernández Lugo Ezequiel, Revista Jalisco y sus Municipios, Año 28, No. 56, Abril-Junio de 1997:29.

122. Hernández Lugo Ezequiel, Revista Jalisco y sus Municipios, No. 56, Abril-Junio de 1997:13

123. Agraz García de Alba Gabriel, “Falso que el Padre de Don Porfirio nació en Encarnación de Díaz, Jalisco”, Boletín del Archivo Histórico de Lagos de Moreno, No. 48, Noviembre-Diciembre del 2004: 4.

124. El Diputado Don Vicente M. Amador Villalobos, fue bautizado en la Parroquia de la Encarnación el 19 de Julio de 1848, como hijo de Don José María Amador Huerta y de Doña Claudia Villalobos Montero; fueron sus abuelos paternos Don Antonio Amador y Doña Guadalupe Huerta; y los maternos Don José María Villalobos y Doña Ysabel Montero.  Por su parte Don Antonio era hijo de Don Pedro Amador y Doña María López; Doña Guadalupe, hija de Don Pablo Huerta y de Doña María; Don José María, hijo de Don José Villalobos y de Doña María Ysabel Velasco; y Doña Ysabel Montero, hija de Don Enrique Montero y de Doña María Mesa. Don Pedro Manuel Amador Pérez y su esposa Doña María de la Trinidad Lopez Villalobos, también fueron los padres de Doña Simona Amador López, nacida en esta Villa el 27 de Octubre de 1831, quien tomó el habito el 4 de Diciembre de 1851, profesando como Monja Capuchina al año siguiente el 16 de Diciembre de 1852 con el nombre de “Sor María Joaquina Josefa”, estando presente como predicador el Canónigo de la Catedral de Morelia el Señor Doctor Don Ramón Camacho y García, quien luego fuera Obispo de Querétaro y a pesar de su investidura seguía brindando un cariñoso afecto por la población de Encarnación. Cuando la exclaustración con motivo de las Leyes de Reforma, Sor Joaquina Josefa se desempeñaba como Vicaria y murió a los 77 años el 25 de abril de 1908, siendo la última de las supervivientes. Abuelos paternos de Doña Joaquina, fueron Don José Antonio Amador y Doña Agustina Pérez, poderosa familia procedente de Jalostotitlán, y establecida en la Encarnación poco tiempo después de la fundación; los abuelos maternos eran Don Antonio López y Doña Gertrudis Villalobos, pertenecientes a la antigua Oligarquía (Dávila Garibi, 1968:247 y 248, Asiento CXVIII).

125. El haber sido de los primeros pueblos de la Región en haber jurado la Constitución de 1857, bajo el gobierno interino de Jesús L. Camarena, sirvió de respaldo para que en 1879 siendo Gobernador Constitucional del Estado de Jalisco el mismo Camarena, aprovecharan la ocasión de solicitar la elevación al rango de ciudad, argumentando que “los habitantes han sido respetuosos a la ley y a sus autoridades”.

126. Datos tomados por el Maestro Don Gabriel Agraz García de Alba del Libro de Actas del Congreso del Estado de Jalisco, que comprende del 27 de Septiembre de 1878 hasta el 2 de Abril de 1879, folios 64 vuelta a la 67 vuelta y 73 frente y vuelta y 74 frente, publicados en su artículo “Falso que el Padre de Don Porfirio nació en Encarnación de Díaz, Jalisco”, Boletín del Archivo Histórico de Lagos de Moreno, No. 48, Noviembre-Diciembre del 2004: 2 y 3.

127. El  Presbítero y Doctor Don Agustín Rivera y San Román, de quien ya se ha hablado con anterioridad, nació en Lagos en 1824 y falleció en 1816 en León,  por medio de su obra  titulada “Anales Mexicanos. La Reforma y el Segundo Imperio”, contribuyó a aumentar el embrollo, alentando la tradición oral del origen Encarnacionense del Padre de Don Porfirio Díaz, la cual se comenzó a tomar como verídica por los escritores e historiadores regionales.

128. Hernández Lugo Ezequiel, “Antecedentes Alteños de Porfirio Díaz Mori”, Edición especial de la Revista Jalisco y sus Municipios, Año 28, segunda Época, año 7, Revista No. 56, Abril-Junio de 1997:31 y 32; Agraz García de Alba Gabriel, “Falso que el Padre de Don Porfirio nació en Encarnación de Díaz, Jalisco”, Boletín del Archivo Histórico de Lagos de Moreno, No. 48, Noviembre-Diciembre del 2004: 3.

129. El Ilustrísimo Obispo de Sonora Don José Herculano López y de la Mora, uno de los informantes del Doctor Don Agustín Rivera y San Román, estaba emparentado con la familia “Díaz de León”, por línea materna, pues Doña Cesárea Díaz,  supuesta media hermana de Don Porfirio Díaz, era su prima tercera, al ser Don Herculano hijo de Don José María López de Nava y Villalobos y de Doña María Gertrudis de la Mora y Cuellar; fueron sus abuelos maternos Don José María Luciano Servin de la Mora, originario de “San Nicolás, Sierra de Pinos” y vecino de “Los Sauces”, casado el 11 de Julio de 1791 en Encarnación con Doña María Petra de Cuellar; siendo sus bisabuelos Don Vicente Servin de la Mora, casado el 22 de Noviembre de 1764 en San Matías, Pinos con María Gertrudis Guerra Rodríguez. Era su bisabuela Doña Gertrudis Guerra Rodríguez, hermana de Rita Guerra Rodríguez quien fue la abuela materna de Don Rafael Díaz-Tizcareño y Díaz de León, supuesto padre de Don Porfirio Díaz, por haber casado Doña Rita Guerra con Antonio Díaz de León, padres que fueron de María Josefa Díaz de León y Guerra, nacida en San Matías, Sierra de Pinos y casada el 13 de Junio de 1792 en la Hacienda de Cienega de Mata con Don Manuel Díaz-Tiscareño y Magaña, originario de “La Maxada”, quienes fueron los padres de Don Ysidro Rafael Díaz-Tiscareño y Díaz de León, nacido en La Maxada y bautizado en la Parroquia de la Encarnación el 23 de Mayo de 1793. También estaban emparentados con estos “Díaz de León” la familia Mayagoitia  a la que pertenecía Don Gregorio Mayagoitia y Servín de la Mora, pues Doña Gertrudis Guerra y Don Vicente Servín de la Mora, también fueron los padres de Doña María Clara Servin de la Mora, originaria de San Nicolás, Sierra de Pinos y vecina de Los Sauces, de quien  ya se dijo contrajo matrimonio en el 14 de Junio de 1792 en la Parroquia de la Encarnación con Don Bernardo Mayagoitia y de la Rocha, originario del Real de Comanja. Es por eso que los Mayagoitia también perpetuaron la tradición oral del origen del General Porfirio Díaz, la cual trasmitieron al Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo. Doña Rita y Doña Gertrudis Guerra Rodriguez, fueron hijas de Don Pedro José Guerra de Cuevas y de Doña Juana Thoribia Rodriguez Avila, casados el 16 de Enero de 1741 en San Matías, Sierra de Pinos; Don Pedro a su vez era hijo de Don José Guerra y de Doña María Josefa de Cuevas. El Gran genealogista Alteño Licenciado Don Mariano González Leal, desendiente de los Guerra establecidos en los Sauces, escribó en su Magna obra de Retoños de España en la Nueva Galicia, que la Hacienda de los Sauces “fue la principal propiedad ancestral de la familia Guerra-Valadez; familia que de los siglos XVII a XIX fue aumentando gradualmente sus posesiones y propiedades en esa zona y en los contornos, hasta llegar a las enormes extensiones que poseyó a fines del siglo XIX don Manuel Jacinto Guerra, dueño a la sazón de “El Mesón de los Sauces”. Además de su antigüedad en la región, la familia Guerra se caracterizó por su riqueza y poder, tanto poder civil como eclesiástico, convirtiéndose sus miembros en grandes benefactores de nuestros pueblos. Cualidades que fueron una constante en las “Limpiezas de Sangre” o “Informaciones Testimoniales” publicadas por el Doctor González Leal, como la que fue levantada para el Bachiller  Presbítero Don  Miguel Guerra-Valadez, nacido hacia 1681, en la que se asentó que son: “christianos viejos y gente tan principal como ha sido notorio en la ciudad de San Luis (…) como también los demás en las villas de Lagos y Aguascalientes se les han guardado los privilegios de Nobles, ocupándolos en los oficios públicos y más honrados de dichos lugares, como consta de los libros de Cabildo de ellos”.

130. Don Carlos María Guerra, de quien se valió el Doctor Don Agustín Rivera y Sanromán para conocer las fechas de Don Rafael Díaz, abuelo de Doña Valeriana Muñoz Díaz y supuesto padre de Don Porfirio Díaz. Era hijo de Don Manuel Jacinto Guerra y de Alba y su primera esposa, Doña Clemencia Guerra y Chávez, “Nació en la hacienda de los Sauces el 11 de mayo de 1861 y se bautizó en la Encarnación. Falleció en San Luis Potosí el 15 de julio de 1922. Casó en la capilla de la hacienda de los Sauces el 19 de agosto de 1885 con doña María Josefa Romo de Vivar y Díaz de Tiscareño, nacida en la Encarnación el 19 de diciembre de 1868 y fallecida en la ciudad de Méjico el 10 de abril de 1941; hija de don Juan Romo de Vivar y (Macías) de Anda y de su esposa doña Carlota Díaz de Tiscareño y Ruiz de Esparza.  Fueron dueños de la hacienda de San Matías, en cuya capilla reposan sus mortales despojos” (González Leal Mariano, Capitulo Guerra-Valadez, de su obra de Retoños de España en la Nueva Galicia en proceso de impresión).

131. Como yo estaba enterado de los pleitos académicos que desde 1997, sostenía el Maestro Agraz en contra del Profesor H. Lugo por la publicación de su ensayo titulado “Antecedentes  Alteños de Porfirio Díaz Mori”. Fue en el año 2004 cuando tuve la oportunidad de escuchar en Lagos de Moreno al propio Don Gabriel dando lectura de su Artículo y del contenido de esta carta, perteneciente al archivo del Doctor Rivera y Sanromán, que ahora era de su propiedad. Por eso le pregunte al maestro ¿Por qué esperar tantos años para publicar esta carta?,  ¿Por qué tenernos entre la espada y la pared?, me dijo ¡Porque no la encontraba, y para que no se sienta entre la espada y la pared,  ya no le doy las copias de los documentos que le traía!.

132. Don Juan Bautista Iguíniz Vizcaíno, fue hijo del Impresor Don José María Iguíniz y de la Señora Concepción Vizcaíno. Curso humanidades y filosofía en el Seminario de Guadalajara e historia en el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología de la Ciudad de México, donde comenzó en 1910 su desarrollo profesional como ayudante de Bibliotecario. A partir de 1915 se vinculó con la UNAM como clasificador especial de la Biblioteca Nacional en donde desarrolló una importante carrera administrativa hasta alcanzar el cargo de Director desde el  año de 1951 hasta  1956, año en que ingresó como Investigador al Instituto de Investigaciones Históricas, donde fue designado Investigador Emérito el 5 de Julio de 1968. La lista de sus publicaciones es enorme, con un total de 178 títulos que incluyen libros, folletos y artículos dedicados principalmente a la historiografía de la Capital Tapatía. Su interés por indagar el origen de Don Porfirio Díaz, lo trajo a nuestra ciudad de Encarnación a realizar sus  investigaciones, desarrollando una grata amistad con las familias principales, destacando su colaboración en la elaboración del Árbol Genealógico de la familia Ybarra, el que fue bellamente dibujado por mi tío el Ingeniero Don Efrén Quesada Ibarra, quien graficó el material recopilado por Iguíniz, en el que se incluían los datos tomados de los Apuntes Biográficos y Genealógicos, de la Raza Ybarra, pertenecientes una obra inédita llamada “Estirpes y Genealogías Sanjuanenses” de Don Pedro María Márquez, y complementada con los datos reunidos a las investigaciones del Doctor José Elías Ibarra y Muñoz sobre las ramas de Lagos y Encarnación, pues El Dr. Elías Ibarra,  nacido el 22 de Junio de 1872 en Encarnación, era hijo de Don Luis Ibarra Guerra y de Doña Petra Muñoz, y nieto paterno de Don Domingo Ibarra Díaz y de Doña María Trinidad Guerra y de Alba www.unam.mx; Jaliscienses destacados en www.fomentar.com; González Leal Mariano, Capitulo Ibarra de Retoños de España en la Nueva Galicia, en proceso de impresión; Iguíniz Vizcaíno Juan B., Apuntes para la Genealogía de la Familia  Ibarra, Copia Mecanoescrita propiedad de la familia Quesada Ibarra y que me fue heredada de mi padre el Profesor Don José Rodolfo Hernández Quesada, correspondiente a la explicación del Árbol Genealógico, que ostentosamente colgaba de uno de los muros de la sala en la casa de mi abuela Doña María del Pilar Quesada Ibarra).

133. Agraz García de Alba Gabriel, “Falso que el Padre de Don Porfirio nació en Encarnación de Díaz, Jalisco”, Boletín del Archivo Histórico de Lagos de Moreno, No. 48, Noviembre-Diciembre del 2004: 6.

134. Agraz García de Alba Gabriel, “Falso que el Padre de Don Porfirio nació en Encarnación de Díaz, Jalisco”, Boletín del Archivo Histórico de Lagos de Moreno, No. 48, Noviembre-Diciembre del 2004: 6.

135. Gracias a las investigaciones genealógicas en los archivos de las Notarias Parroquiales de Encarnación, Aguascalientes y Lagos de Moreno, así como el apoyo que he recibido de Genealogistas tan importantes como el Doctor en Derecho Don Mariano González Leal y las Investigadoras México-Americanas, Doña Consuelo Domínguez y Doña Mary Lou Montana, esta última, miembro y fundadora de la “Society of Hispanic Historical and Ancestral Research”,  pude desenmarañar el origen del llamado “Don Rafael Díaz de León”. Trabajo que fue publicado con el título “El Padre del Presidente Don Porfirio Díaz. El Mito de Una Historia Familiar”, meses antes de que Don Gabriel diera a conocer su valiosísima investigación y la carta que celosamente guardaba, lo que hubiera facilitado el trabajo y complementado la investigación, como ahora lo hago. Pues para dar con el paradero de Don Rafael, yo tuve que seguir una de las más antiguas líneas de investigación, la cual dio continuidad a la tradición oral del origen del padre del General Díaz. Integrada por el Doctor Don Ramón Aranda Villalobos, quien fuera uno de los informantes del Profesor Ezequiel Hernández Lugo; la de su padre Don Luis Aranda Muñoz casado con Doña María del Refugio Villalobos Ibarra, quien fue uno de los informantes de Don Juan B. Iguiniz. Pues Don Luis fue hijo de Don Ramón Aranda Villalobos y de Doña Valeriana Muñoz Díaz, de quien mandó el Doctor Don Agustín Rivera y Sanromán averiguar sobre sus abuelos, pues esta ultima era hija de Don Macsimo Muñoz Romo y de Doña Cesárea Díaz, con quien todo comienza, pues según la tradición oral consignada por el Profesor H. Lugo: Doña Cesárea y las “Señoritas Díaz dueñas de la Aurora”, serian las medias hermanas del Presidente Don Porfirio Díaz. Doña Cesárea Díaz, aparece en su acta de matrimonio como originaria del “Mesón”, y no de la Villa de la Encarnación, lugar donde más tarde radicara con su familia, después de contraer matrimonio el 24 de Enero de 1838 en la parroquia de la Encarnación, con Don Macsimo Muñoz Romo originario del “Río de los Lomelines”. Fueron los padres de Doña Cesárea, Don Isidro Rafael Díaz Díaz, el enigmático “Rafael Díaz de León”, casado el 15 de Junio de 1814 en la Encarnación con Doña María Ygnacia de Alba  Verdín, quien era tia de Don Manuel Y. Alba González, de los Obispos Guerra Alba y de Don Manuel Jacinto Guerra Alba. En el acta de matrimonio de Doña Maia Ygnacia de Alba Verdín, se le registró como española de dicha Villa, pero por el padrón de la época sabemos que era originaria del Rancho “El Caquistle de arriba”, lugar donde aún eran vecinos en 1823. Siendo este dato importantísimo porque contradice la tradición oral: “… hallándose con deudas en su villa natal, en uno de sus viajes a Oaxaca se quedo radicado en esa ciudad, donde tuvo de una india mixteca varios hijos naturales”, pues el padre de Don Porfirio, según consta en las actas publicadas en sus memorias, se llamó José Faustino Díaz Orozco y contrajo matrimonio con Doña Petrona Mori en la parroquia de San Pedro, Etla perteneciente a Oaxaca, el 4 de mayo de 1809. Si en realidad se tratara de la misma persona, seria mentira que “Don Rafael Díaz” se quedó a radicar en Oaxaca, pues contrae matrimonio en la Encarnación en 1814 y radica en el Rancho el Caquixtle. La versión de Don Luis Aranda trata de justificar la presencia de su bisabuelo  y dice: “…no llegó a abandonar a su familia legitima, sino que en sus correrías por el sur tuvo a los hijos naturales antes mencionados, y que con frecuencia llevaba consigo a uno de sus hijos legítimos, al cual llamaba la atención que su padre acogiera con muestras de gran cariño a varios niños de tierna edad, los que más tarde llegó a saber que eran sus hermanos”. Don Rafael Díaz, nació en el rancho nombrado “La Maxada” y fue bautizado el 23 de Mayo de 1793 en la Encarnación, fueron sus padres Don Manuel Díaz Tizcareño y Magaña, nacido en 1769 en La Maxada y casado en 1787 con Doña María Josefa Díaz de León y Guerra, originaria de la “Jurisdicción de Ciénega de Mata”, de aquí que también los Díaz de León, radicados en Ojuelos, dijeran estar emparentados con Don Porfirio Díaz. De acuerdo a los datos Genealógicos que hemos podido conseguir: Don Rafael Díaz de León, supuesto padre de Don Porfirio Díaz, en realidad es “Don Isidro Rafael Díaz Tizcareño y Díaz de León”, por lo tanto de ser verdad que el General Díaz pertenecería por Línea Paterna a esta familia, y no a los “Díaz de León” como dice la tradición, sino, más bien a los “Díaz Tiscareño”, por ser Don Manuel Diaz-Tizcareño y Magaña descendiente de Don Baltasar Díaz, originario de Mérida, Extremadura España y casado en Santa María de los Lagos el 15 de Junio de 1634 con Doña María de Anda. Según datos proporcionados por el Dr. Don Mariano González Leal, Don Baltasar Díaz de Perea,  fue hijo de Baltasar Díaz y Leonor de Perea; él engendro entre otros hijos a Baltasar Díaz de Anda, nacido cerca de 1637 y casado en 1661 en Aguascalientes con Doña Beatriz de Tizcareño; su hijo José Díaz Tizcareño nació en 1663 y caso en Aguascalientes en 1679 con Jacinta de Ortega; su hijo José Díaz Tizcareño y Ortega nace en 1687 en la Maxada y contrae matrimonio con Doña Juana de Issasi; su hijo Fernando Díaz-Tizcareño y de Issasi, nace en 1743 y contrae segundo matrimonio con Doña Luisa Magaña; ellos fueron los padres de Don Manuel Díaz-Tizcareño y Magaña, padre de Don Rafael Díaz Tizcareño y Díaz de León (Hernández Chávez Rodolfo H., “El Padre del Presidente Don Porfirio Díaz. El Mito de Una Historia Familiar”, publicado en la Revista del Seminario de historia Mexicana, Jalisco, arqueología e historia, Volumen V, No. Especial, Universidad de Guadalajara Centro Universitario de los Lagos, 2004).

 

136. Don Wistano Quesada Calvillo,  nació el 19 de Enero de 1881 y fue hijo de Don Ausencio Quesada Dávalos y de su segunda esposa Doña María Demetria de la Paz Calvillo Ybarra, hija de Don Ramón Calvillo Macias y de Doña María de San Juan Ybarra Díaz. Don Wistano Quesada, heredo de Don Ausencio el casco de la “Hacienda de San Antonio”, pero desde su juventud emprendió varios negocios como la compra-venta de grasas, semillas y ganados, a efecto tenía sus Bodegas frente a la Estación de los Ferrocarriles Centrales; fue Corresponsal de la Comisión Monetaria y fundó los establecimientos comerciales “El Barco” y “La Miniatura”, donde vendía artículos importados para regalo, juguetes,  útiles escolares y efectos de escritorio, mercería, tlapalería, ferretería, loza, cristalería, batería esmaltada y estañada, maquinas de coser, barnices, pinturas, accesorios para automóviles, etc, etc. Don Wistano Quesada, al ser primo hermano de mi abuela Doña María del Pilar Quesada Ybarra, mantuvo una cálida amistad con mi abuelo Don Antonio Hernández Dávalos, siendo de los principales fundadores y más entusiastas miembros del “Centro Unión y Cultura”. Contrajo matrimonio con Doña Elvira Guerra y Romo, hija de Don Eugenio Guerra y Chávez y de Doña Juana Romo Pérez, dueños que fueron del Rancho “San Carlos”. Don Wistano Quesada Calvillo, fue el último Director Político de la Ciudad de Encarnación de Díaz durante el Régimen del General Porfirio Díaz, pues a él le tocó entregar el 6 de Marzo de 1911 a Gabriel Bonifacio Cruz el mando político “por disposición del Supremo Gobierno del Estado”. Parte de su legado a Encarnación son sus valiosas cartas, en las que se plasma la vida de nuestro pueblo durante las últimas décadas del Porfiriato pues están fechadas entre 1899 y 1909  (Hernández Chávez Rodolfo H., “Los Quesada, una familia milenaria”; González Leal, Capitulo “Quesada de”, de su magna obra de Retoños de España en la Nueva Galicia).

137. Por entrevista realizada por el Profesor Don Ezequiel Hernández Lugo a un hijo de Don Ángel Anguiano, y complementada con biografías y datos recopilados para elaborar su biografía, sabemos que  Don José de los Ángeles Anguiano Limón, nació el 1º de Octubre de 1840 en la Villa de la Encarnación, en la humilde casa de sus padres Edwiges Anguiano y María limón. Casa que se ubicaba cercana al “Arroyo de las Cañas o de la Milpa”, llamado así por que su caudal corría por la “Cañada de la Milpa”,  al sur de la población en el Barrio del Rosario y contiguo a “La Laguna”, ubicada dicha casa en la actual Calle de Matamoros, llamada al finalizar el siglo XIX,  “Calle del Santuario”, pues dicha vivienda quedo casi en contra esquina del “Santuario de Jesús María y José”, el cual hacia esquina con la “Calle del Rosario” que era la principal vía de acceso, llamada ahora “Calle Hidalgo”. En este sencillo inmueble que ha subsistido hasta nuestros días vivió el pequeño Ángel Anguiano sus primeros tres años de vida, ya que en 1843 sus padres se fueron a radicar a la Hacienda de Cenega de Mata, Jurisdicción de Lagos de Moreno. En el mes de octubre de 1855 ingresó al Seminario del Señor San José en Guadalajara, lugar donde le nació la afición por la astronomía. Sintiendo que su vocación no estaba al servicio de Dios, dejó el Seminario e ingresó al Liceo del Estado. Teniendo la protección del Ingeniero Don Francisco Rincón Gallardo, ingresó a la Academia de San Carlos en la Ciudad de México, donde un 26 de Marzo de 1868, fue el primer Profesionista que obtuvo título de Ingeniero Civil y Arquitecto, ya restaurada la Republica. El General Vicente Riva Palacio, Ministro de fomento en 1876 lo Designó Director del Observatorio Astronómico que debiera establecerse en Chapultepec. Fue autor de diversas obras, resaltando dentro de sus cualidades literarias,  la solides y la claridad, que eran las cualidades más sobresalientes de su intelecto; cualidades que desplegó en las cátedras de mecánica celeste y astronomía física. Don Ángel Anguiano Falleció el 8 de Enero de 1921, habiendo dedicado un libro y su fotografía al Centro Unión y Cultura de Encarnación de Díaz, pues en su honor ya en 1915 a una calle del Barrio del Arenal se le había puesto su nombre, y que hoy se llama Lucia Solís, pues se traslado el nombre de Ángel Anguiano a la antigua calle de Santillán, que corre desde la Plaza Principal hasta el norte de la ciudad (Hernández Lugo Ezequiel, “Biografía de Don Ángel Anguiano Limón, Ingeniero y Astrónomo”, leída el 20 de Octubre de 1990 en la Ceremonia con motivo de los 25 Años de la Fundación de la Biblioteca Pública que ostenta su nombre; Hernández Chávez Rodolfo H.,  Inventario de Monumentos del Municipio de Encarnación de Díaz, Jalisco, Ficha No. 160 “Casa del Astrónomo Ángel Anguiano”, 1993: 839 y 840).

138. Los jardines que a raíz de la construcción de la “Presa de San Pedro” se habían vuelto un orgullo para Encarnación, hacia 1901 ya se encontraban en un lamentable estado, el cual fue registrado por Don Wistano Quesada en su Artículo para el Periódico “El Clarín”, titulado “Nuestros Jardines: Con bastante disgusto estamos viendo día a día el creciente abandono de nuestros jardines debido a la falta de riego y aseo han estado secándose los rosales que en años pasados, tanta vista les daban; si no hubiera agua suficiente para cumplimentar esta necesidad seria disculpable la falta; pero hay de sobra, pues a pesar de que la han estado tirando durante el año, se cree que no llegará a faltar, en atención al alto nivel que guarda en la presa todavía” (Quesada Calvillo Wistano, 17 de Junio de 1901:210 y 211).

139. La Plaza de Toros de Don Mariano de Anda, tenía una gradería de forma octagonal, compuesta por ocho hileras de gradas y techada perimetralmente con arquerías, a la usanza de las antiguas Plazas de Toros que ya eran fijas y no provisionales. Esta Plaza dejo de funcionar  regularmente a raíz de la muerte de Don Mariano el 13 de Diciembre de 1900, pues en el año lectivo de 1899-1900 su hija Doña Mariana Anda Viuda de Molina, en su declaración al Catastro, ya no hace mención de la Plaza de Toros, pues describe al inmueble como 19 piezas en un terreno de 96 por 97 metros en la esquina de la Calle del Rosario y de la Calle del Santuario. El Profesor Don Ezequiel H. Lugo ha manejado su desplazamiento durante las fiestas de la Candelaria en Febrero de 1906, año en que consigna como el de la construcción  de la “Plaza de Toros el Progreso” que Don Macario Jaramillo por capricho construyó en el Barrio del Arenal y por no avenirse con los herederos de Don Mariano de Anda. El inmueble que ocupaba la Plaza de Toros de Don Mariano, termino al transcurrir las primeras décadas del Siglo XX como “Salón de Patinar por la Calle Derecha” (Archivo del Catastro de Encarnacion, Libro de manifestaciones, año 1899-900; Hernández Chávez Rodolfo H., “Constantes Culturales, Inciso C, Económicas”, 1993:249).

140. Doña Conchita Villalobos Villalobos, fue hija del matrimonio formado por Don Martín Villalobos Aguilera y Doña Concepción Villalobos Díaz; fueron sus abuelos paternos Don Fernando Villalobos y Doña Juana Aguilera; y los maternos Don Andrés Villalobos Alba y Doña María de Jesús Díaz, ambas ramas pertenecientes a la más antigua oligarquía de la Villa. Doña Conchita contrajo matrimonio con Don José Manuel Vega Miner, originario de la Ciudad de Zacatecas.

141. Don Marquitos Quesada Martín, era primo hermano de Don Ausencio Quesada, pues era hijo de Don José del Refugio Quesada Romo y de Doña Martha Martín Ybarra. Siendo Don Cuco Quesada Romo otro de los hermanos de Don José María Quesada Romo, el padre de Don Ausencio. Don Marquitos tenía su panadería en el centro de la ciudad, y también era recordado por los “Judas” repletos de pan  y que tronaba con cohetes estratégicamente colocados para derramar su sabrosa golosina el Sábado de Gloria para deleite de la población (Entrevista personal con la Señora Doña Conchita Villalobos Villalobos en el año de 1995).

142. Fue con motivo de la fiesta de la Consagración del Templo de Jesús María y José, que el Hacendado Don Manuel Jacinto Guerra y Alba escribió en su diario: “El día siete nos fuimos a la función de la Bendición de la Iglesia del Padre Parga. Estuvo muy bonita y permanecimos cinco días en el paseo. Dios permita haga yo mi iglesia” (Guerra Alba Manuel Jacinto, Memorias. Inédito, copia mecanoescrita. 1858-1904)

143. Respecto al primer Hospital, el profesor Don Ezequiel H. Lugo, registró que estuvo ubicado en el lugar que después se utilizó para la construcción de la desaparecida Plaza de Toros El Progreso; y que estaba atendido por las Hijas de María, que prestaban sus servicios, distinguiéndose por ser una de las damas más activas Doña Gregoria Jiménez, quien se sostenía con la venta de leche, nata y pan. A pesar de que la Asociación de Hijas de María Inmaculada fue fundada oficialmente por el Señor Cura Don Felipe Ramírez hasta el 8 de Febrero de 1893, teniendo por sede el Templo Parroquial, los primeros años del  funcionamiento del Hospital estuvieron a cargo de algunas Damas con experiencia en atender enfermos, ya fueran estas casadas o viudas.  Fue hasta el 5 de Abril de 1901, cuando se concedió la venta del Hospital Viejo, para aplicar los 50 pesos en una caballeriza en la Casa del Diezmo (Hernández Lugo Ezequiel, Boletín Encarnación Rotario y ANPE Libro de Gobierno No. 2, Foja 139v., citados en Hernández Chávez Rodolfo H.,  Inventario de Monumentos del Municipio de Encarnación de Díaz, Jalisco. Ficha No. 14, Hospital Felipe Ramírez, 1993: 502-503).

144. La primer ocasión en que el Profesor Don Ezequiel H. Lugo dio a conocer la nota periodística de la inundación de 1887, fue en  su sección titulada “Provincia Corazón de México”, publicada en el Boletín Encarnación Rotario  No. 17, del mes de Noviembre de 1974:7.

145. El Puente que hoy conocemos como “Puente Chico” por ser el más pequeño de los tres existentes al finalizar el Siglo XIX. Según la versión recogida por el Profesor Don Ezequiel H. Lugo, antes era llamado por las Autoridades “Puente de Muñoz”  y por el vulgo “Puente de los Puercos”, porque fue construido en 1870 por Don Marcelo Muñoz, un rico solterón, que entre sus bienes contaba con una granja de cerdos a la salida a Teocaltiche pasando el “Arroyo del Tecolote” o “Arroyo Bravo”, y que en ese año a consecuencia de que fue tal la bajada de agua por el arroyo, que durante varios días no pudo cruzar, muriéndose parte de sus animales, así que para poner fin a esta situación que anualmente le amenazaba sus bienes, construyó un puente en ese punto (Hernández Lugo Ezequiel, “El Puente de Muñoz o de los Puercos”, artículo publicado en el periódico Ecos de Encarnación, No. 15, Septiembre de 1989:9; Hernández Chávez Rodolfo H., Ficha No. 023 “Puente Chico o de Muñoz”, 1993:531 y 532).

146. Don José Cuellar Hernández, fue esposo de María Ysabel López, hija de Don Esteban López y de Matiana de los Dolores Romo, en cuyo matrimonio procrearon entre otros hijos a Don Epifanio, Don Cipriano y Don Refugio Cuellar López, vecinos y propietarios de tierras en la Calle del Arenal, pertenecientes al antiquísimo “Barrio del Teco”, nombre que se le dio por atravesar dichas tierras el “Arroyo del Tecolote”, conocido posteriormente como “Arroyo Bravo”. Don José Cuellar a su vez fue hijo de Don Francisco de Cuellar y de Doña María Tecla Hernández, casados el 1º de Junio de 1791. Doña Tecla, era hija de Antonio Hernández y de María de San Joseph Alba, antiguos vecinos y propietarios del Sauz de los Macias. Don José Cuellar, también era hermano de Doña María Encarnación de Cuellar y Hernández, casada el 4 de Octubre de 1815 con Don Casimiro Gutiérrez Magdaleno, quien siendo originario de Rancho Viejo, se avecina en el Barrio del Teco, para dar origen a la familia Gutiérrez, quienes sobresalieron por la maestría de sus obras de carpintería, en las que se incluía la elaboración de carretas y ataúdes, antecedente de las empresas locales de “Funeraria Gutiérrez” y “Refaccionaria Gutiérrez”. Hijo de Don Casimiro, fue Don Silvestre Gutiérrez Cuellar, quien construyó en la Calle de Belén su casa y carpintería, conocida como “El Portal de Belén”, ubicado en las inmediaciones del “Arroyo Bravo”, a espaldas del “Hospital de San José”. Otra rama de la familia Cuellar, que se estableció en este Barrio fue la integrada por Don Matías de Cuellar y Landeros y Ana Cecilia García. Don Matías era originario de la Hacienda de Los Magueyes y bisnieto de Don Cristoval de Cuellar y Álvarez; en el Barrio del Teco, procreó entre otros hijos a Don Santos Cuellar García, casado en segundo matrimonio con Albina Márquez; uno de los hijos de Don Santos fue Don Nabor Cuellar Márquez, casado en primeras nupcias con Doña Felicitas Morones Hernández, originaria de la comunidad de Santa María, padres a su vez de Don Sixto Cuellar Morones, quien siendo comerciante desempeño el Cargo de Presidente Municipal de Encarnación de Díaz en el año de 1926. Don Sixto contrajo matrimonio el 12 de Junio de 1919 con Doña María de la Luz Muñoz González, perteneciente a la familia Muñoz, que fue otra de las familias tradicionales de este Barrio, y que además fue la que dio origen a la “Calle de Muñoz”, que ya hemos dicho que era el camino obligado para viajar a Tecocaltiche. La rama de Muñoz que aquí se estableció, procedía de la Comunidad Rural conocida como “El Rio de los Lomelines”, y estaba integrada por Don José Leonardo Muñoz de Nava y González y Doña Dionisia Romo Santa Cruz, bisabuelos de Doña Lucita Muñoz; hijos de estos fueron Don Emeterio Muñoz Romo, abuelo de Doña Lucita, casado el 3 de septiembre de 1853 con Doña Teófila Gutiérrez; Don José Máximo Muñoz Romo, esposo de Doña Cesárea Díaz Alva, de quien se decía ser media hermana de Don Porfirio Díaz; y el solterón Don Marcelo Muñoz Romo, constructor del “Puente de Muñoz” o “Puente Chico”, principal elemento que ha servido de distinción al barrio.

147. Del análisis constructivo del Asilo o Colegio de la Purísima y Señor San José se desprende, que fueron tres casas las empleadas originalmente por el Señor Cura Ramírez, siendo la casa de Doña Sacramento, la que se encontraba al fondo con su capilla y contigua a la cochera, que ella misma describió, con acceso por la Calle de Belén; la segunda casa estaba en la esquina de las calles de Belén y el Arenal, siendo su acceso por la Calle de Belén, cuyas dependencias sirvieron de recibidor y dormitorio de las Religiosas, que según documentos recopilados por la Madre Manuela Estrada, para integrar el “Archivo del Colegio de la Purísima”, reguardado celosamente por  la familia Almanza Romo, este inmueble fue propiedad de Doña Juana de Anda viuda de Don Santiago Gómez Ruiz, quien se decía prima del Canónigo Don Pablo de Anda; la tercer casa ubicada en la calle del Arenal, fue donada a la parroquia por Don Mariano de Anda, el poderoso agiotista y padre de Doña Juana de Anda. Como a la muerte de Doña Sacramento el inmueble del Asilo debió pasar a nombre de su hermano Don Luis Villalobos Franco, quien falleció el 15 de abril de 1896 sin dejar testamento, sus hijos promovieron un intestado, en el que se incluyeron los inmuebles legados a la parroquia para cumplir una formalidad legal, siendo este el motivo por el cual el Señor Cura Don Felipe Ramírez solicitó al juzgado su intervención para escriturar dichas fincas, siendo la principal la que forma el Angulo poniente-sur de la manzana 12, de la Calle de Belén y El Arenal (Testamento de Doña Sacramento Villalobos otorgado el 5 de Enero de 1886 ante el Notario Don Cayetano Romo, localizado y publicado por Hernández Lugo Ezequiel en su artículo titulado “Las Fincas de la Purísima”, Ecos de Encarnación, No. 40, Enero de 1990:4 y 7; Hernández Chávez, 1993:464 y 465).

 

148. La Madre Luisa Marmolejo Rodarte, fallecida el 6 de Mayo de 1962, fue muy querida y recordada entre las exalumanas del “Colegio de la Purísima y Señor San José”, pues durante su estancia en nuestra ciudad, decidió fundar en el año de 1917 el “Circulo de Estudios de Señoritas”, con el fin de buscar la superación de las exalumnas y la colaboración de estas con el Colegio. Se impartían Clases extras para Señoras y Señoritas, consistentes en Clases de Piano, Pintura, Bordado en Seda y Alta Cocina.  Este Circulo estuvo integrado por exalumnas pertenecientes a las principales familias como los Alba, Villalobos, Quesada, Cervantes, Hernández, López, Ibarra, Mayagoitia,  Cortez-Susarrey, Parada y Álvarez. Existe una fotografía tomada en 1925 con motivo de la visita de Monseñor Oláez al Colegio de la Purísima, donde fueron retratadas con él  las integrantes del Círculo de Estudios, acompañadas de la Madre Magdalena de la Cruz y de mi abuela Doña María del Pilar Quesada Ibarra quien era la presidenta de dicho Circulo. Es gracias a la labor de la Madre Luisa, que al transcurrir el siglo XX, sus recetas de alta cocina formaran parte de la Cocina familiar que distinguió a Encarnación, como es el caso de las Paletas de las hermanas Villalobos Mayagoitia, las Pastitas de la Señora Carmen Cervantes Mayagoitia, los tamales de Doña Pudenciana Villalobos Mayagoitia conocida como “ La Señora Pupu”, los Pasteles de la Señorita Jesusita Parada Gómez, o las clases de cocina impartidas por las Señoritas Cuquis Mayagoitia franco e Hilarita Álvarez Alba conocida como “La Nena Álvarez”. Todas estas mujeres fueron pioneras en la Ciudad de Encarnación de Díaz, en el establecimiento de pequeñas empresas para el sostenimiento familiar. El Circulo de Estudios, dejo de funcionar después del año de 1926 a raíz de la Persecución Religiosa conocida como “La Cristiada” (Fotografía Cortesía de mi tío Don Alfredo Hernández Quesada, 1925).

149. El material producto de las primeras entrevistas que realice a los habitantes de Encarnación de Díaz, forma parte de mi investigación  “El Colegio de la Purísima y Señor San José”, de la cual, la Licenciado Lucila Martín Parga me hizo favor de publicar un artículo titulado “Historia de la Imagen de la Purísima” en el periódico Ecos de Encarnación, No. 28, Mayo de 1990:2.

150. El Profesor Don Edesio Jiménez de Anda fue bautizado en San Juan de los Lagos el 10 de Abril de 1852, fueron sus padres don José Gregorio Jiménez y Doña Fernanda de Anda. Don Edesio formó un sólido matrimonio con Doña María Galván Herrera, con quien procreo a Honorio, Salvador, Gregorio, Concepción y María del Refugio Jiménez Galván. Siendo sus descendientes, que aún en la actualidad radican en Encarnación los que proceden de su hija Doña María del Refugio Jiménez Galván, bautizada en la Parroquia de la Encarnación el 6 de Mayo de 1898 y casada el 20 de Febrero de 1917 con Don Jesús Parada González, quien había adquirido tierras y una de las antiguas casonas del Rancho el Caquixtle, que antes habían sido la heredad de la familia Guerra. Don Jesús Parada y Doña Cuca Jiménez, fueron los padres de Don José de Jesús, radicado en Aguascalientes y de Doña María Guadalupe Parada Jiménez, esposa que fue de Don Darío López Álvarez, con una numerosa familia radicada en San Martin Texmelucan  en el Estado de Puebla. Radicando solamente en nuestra ciudad, la Señora Doña Irma Guadalupe López Parada, esposa de Don Javier Antonio Franco Chávez, padres de mi Señora Esposa la Maestra en Educación Especial Olga Edith Franco López. Según Don José María de la Paz Córdova Padilla, el Profesor Don Edesio Jiménez, durante su larga estancia en Encarnación, habitó la Casa de Preceptores contigua a la Escuela Parroquial de Niños, pero a raíz de su incautación el 20 de diciembre de 1913, por el Gobierno de la Revolución, habitó varias casas de renta, siendo una de ellas la propiedad de los hermanos Macias en la Calle del Arenal, casi esquina con la Calle de Muñoz y otra frente al Templo de Guadalupe en el Barrio de San Pablo. Durante sus años como Preceptor se ayudaba en sus gastos con la venta de tinta a los alumnos; además de que sus múltiples conocimientos la permitían realizar levantamientos de terrenos, diseñar proyectos y hacer planos; actividad que con más frecuencia pudo realizar durante sus últimos años de vida, entre los que destacan por su buen trazo y excelente calidad: un plano de las Calles por las cuales se realizaría el tendido de vía para la instalación del tranvía en 1904, y otro plano de la Ciudad de Encarnación, realizado a escala 1:5000, en el cual se incluye la posición geográfica de la misma en 1915. Con motivo de la enfermedad que aquejaba a su hijo Mauro Jiménez, se fue a radicar a la ciudad de Aguascalientes, lugar donde Edesio falleció en Noviembre de 1931, en la Calle de Palmira No. 3, a tan solo quince días de su llegada. En honor de este gran benefactor de Encarnacion, el Ayuntamiento 1992-1995 presidido por el Profesor Don Martín Lozano Villalobos inauguró el 1º de Febrero de 1994 el “Centro Cultural Profesor Edesio Jiménez”, el cual está constituido actualmente por la “Biblioteca Pública Astrónomo Ángel Anguiano Limón”, el “Teatro Canónigo Manuel Romo Martin” y el “Centro de Estudios Cristeros Alfredo Hernández Quesada”. Años después el Licenciado Don Jose Perez Quesada, Presidente Municipal durante el periodo 2007-2009, al mandar techar el patio de la presidencia inmortalizó las imágenes de Don Ángel Anguiano y de Don Edesio Jiménez, por considerarlos el cimiento de la moderna población de Encarnación  (Hernández Chávez Rodolfo H., “Profesor Don Edesio Jiménez, Precursor de la Educación en la Encarnación”, investigación dada a conocer en 1994; Entrevistas Particulares a Don José María de la Paz Córdova Padilla  y a Don José de Jesús Parada Jiménez, en 1993).

151. A diferencia de Don Edesio Jiménez, la Antigua Preceptora de Niñas Doña Carlotita Gómez, no echó raíces en Encarnación, y abandonó la ciudad para radicar sus últimos días en la Población de Tlaquepaque Jalisco, donde se encontraba en el No. 15 de la Calle Independencia, según una carta enviada el 2 de Enero de 1922 al Señor Arzobispo Don Francisco Orozco y Jiménez, a quien le dice que: “(…) Habiendo servido en la Escuela Parroquial de la Encarnación por más de treinta años y encontrándome actualmente imposibilitada para trabajar, debido a una congestión cerebral que sufrí últimamente y que me dejó muda y paralitica, pido a S. Y. me sirva concederme una pensión pues carezco de recursos (…)”. En respuesta a la petición el Arzobispado de Guadalajara le otorgó la pensión solicitada (Chávez Aranda José Humberto, La Educación en Encarnación, 2009:152 y 153).

152. Siendo Presidenta Municipal de Encarnación de Díaz, la Licenciada en Administración de Empresas Doña María Antonia Duran López Viuda de Macías y desempeñando yo el cargo de Director de la Casa de la Cultura, además del de Cronista Municipal,  se rindió homenaje al Arzobispo Don Jacinto López y Romo el 18 de Septiembre de 1997, con un magno concierto en el Templo Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación. Pero a  pesar de la buena disposición del Señor Don José María de la Paz Córdova Padilla, quien solicitó se colocara una placa conmemorativa en la casa donde nació el 10 de Septiembre de 1831 el Ilustrísimo Señor Romo, y que desde la segunda mitad del Siglo XIX había sido propiedad de la familia Córdova, no fue posible debido a los pleitos judiciales entablados por el Señor Córdova y su esposa en contra de un hermano del Señor Cesar Chávez Guerra, quien desempeñaba el cargo de  Secretario y Sindico. Afortunadamente trece años después, el Contador Don José Humberto Chávez Aranda, hizo realidad la colocación de la placa el 1º de Febrero del año 2010, Dia del Hijo Ausente, durante las “Fiestas Patronales de Febrero” y como parte de los festejos para conmemorar el 250 Aniversario de la Fundación de Encarnación, encontrándose entre los Invitados Distinguidos a la develación, el Ilustrísimo Señor Don Felipe Aguirre Franco, Arzobispo de Acapulco e hijo predilecto de nuestro pueblo.

153. AHEA, periódico “El Fandango”, Año III, No. 17, fechado el 23 de Febrero de 1896. Del cual me fue proporcionada una copia fotostática por el Archivista Luis Gerardo Cortes Ibarra.

154. Muriá José María, “Los Altos de Jalisco y su división Política”, publicado en la Revista del Colegio de Jalisco titulada Estudios Jaliscienses, No. 37, Agosto de 1999:5.